lunes, 20 de agosto de 2012

Capítulo 1: Un nuevo reinado

Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:


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La lluvia inundaba toda Ciudad Eclissis, hasta las nubes estaban llorando por la pérdida de su rey. Un enorme desfile de negro atravesaba la gran avenida principal seguida por los que más querían al rey, a los lados de la calle el resto del pueblo, protegidos por paraguas mientras alzaban un pañuelo blanco al aire en honor a su recién fallecida majestad.

A los pies de la cabalgata mortal se encontraban las dos princesas vestidas de luto flanqueadas cada una de ellas por sus guardaespaldas, los cuales no se miraban a la cara desde hacía días, protegiendo a las princesas con paraguas mientras ellos se mojaban con el agua pura que caía.

El desfile terminó en el enorme mausoleo que había en las afueras inmediatas de la ciudad, donde fue puesta a descansar la ataúd del rey mientras todos los que habían acompañado a la cabalgata cantaban una canción.

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Habiendo terminado ya el homenaje al rey, Claudia se encontraba en la puerta del mausoleo vecino que pertenecía a su madre, Zero le hacía compañía, pero pronto llegó Eleone.

-Zero, ¿te importa dejarnos un momento a solas?
-Por supuesto que no, mi reina.
-Gracias.

Zero se alejó en dirección a la ciudad.

-Claudia, tenemos que hablar.
-Claro…
-No tienes que estar tan triste, padre no lo querría.
-Padre ya no está…
-No, ya no está. Pero aún nos tenemos la una a la otra.
-Lo sé. Es que es… ah… ah… es tan… difícil.
-Lo sé, Claudia. Pero te necesito a mi lado, y te necesito fuerte.
-
-Padre dejó en el testamento que yo fuera la reina, pero lo seremos las dos.
-¡¿Cómo?!
-Hay cosas que tú no tienes de mí y cosas que yo no tengo de ti, Claudia. Padre y madre hicieron bien en educarnos de forma tan diferente.
-Eleone… Yo… yo soy peor que tú en todo.
-Eso no es cierto. Somos diferentes, Claudia, y juntas arreglaremos en lo que falle la otra. Yo soy la sentimental y tú la racional, yo soy la que se guía por el Corazón y tú por la cabeza, yo soy la testaruda y tú…
-¡Yo también soy testaruda!
-Ja, ja, ja… tienes razón. En algo nos teníamos que parecer. Y además sabes zurrar.
-Y bastante bien, je, je.
-Sí... A lo que me refiero es que… no puedo hacer esto sin ti, te necesito, Claudia. Las dos tenemos muchas debilidades, pero juntas podemos ser imparables.
-¿Lo crees de verdad?
-Sin duda alguna. Y por eso voy a preparar dos coronas.
-¡¿Dos coronas?! ¿Eso se puede hacer?
-Ahora somos las reinas, podemos hacer lo que queramos. Bueno… sin pasarse.
-Je, je… Juntas.
-Para siempre, Claudia.

Las dos hermanas se abrazaron bajo el arcoiris que se asomaba tras la tormenta, el cual simbolizaba su nuevo reinado.
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Zero, que ya había llegado al castillo se asomó a la misma almenara de siempre donde estaba el de siempre.

-Sabía que te encontraría aquí. ¿Por qué no has ido al funeral?
-Porque yo mismo simbolizo la muerte. Da igual donde vaya, la muerte me seguirá.
-No sabría cómo tomarme eso.
-Tomátelo como quieras. Yo ahora me preocupo por los vivos, no por los muertos, Zero. Y tú deberías hacer lo mismo.
-Te refieres a…
-Sí, ya han pasado casi dos semanas desde que se fueron, deberían haber vuelto ya…
-¿Crees que ha pasado algo?
-No lo creo. Lo sé. La Oscuridad de Keiro ha ido creciendo con el tiempo.
-¿Crees que ha sido por su culpa?
-Sí. Hubo una extraña Oscuridad que tiñó el cielo el día que se fueron.
-Pero… eso significa que…
-Sí. Él me lo dijo el día que le enfrenté pero desperté demasiado tarde. Nunca fueron detrás de mí, ellos iban a por Keiro.
-Y puede que lo hayan conseguido, es eso lo que quieres decir, ¿no?
-Sí… pero aún puede haber una pequeña esperanza.
-¿Una esperanza?
-Bastet…
-¿La pelirroja?
-Ya sabes el lazo que tienen. Quizás ella pueda salvarle, o quizás ya le haya perdido… Ha pasado ya demasiado tiempo.
-Si hemos perdido a seis de los nuestros, estamos perdidos…
-Quizá es hora de ir a buscarles.
-Pero no podemos ir tantos otra vez y dejar Eclissis desprotegido, e ir pocos… es un suicidio.
-¿Prefires darles por muertos? Pensaba que te preocupaba tu subordinado.
-Vali…
-¿Aún sigues queriendo darles por muertos?
-No he dicho eso, pero… deberíamos comentárselo a la nueva reina.
-Si lo que necesitas es que alguien te dé las órdenes de hacerlo porque no eres capaz por ti mismo…
-Eso no es justo, Jaleel.
-¿Justo? Antes eras más despreocupado, Zero. No sé qué te ha pasado. Pero como he dicho, si es lo que necesitas, vayamos a hablar con su majestad.

Jaleel bajó de la almenara de un salto y se iba a poner camino de la sala del trono cuando ambos sintieron unas vibraciones y vieron dos extraños objetos caer del cielo e iban directos al patio del castillo.

-¡Llaves deslizador!
-¡Corre!

Jaleel y Zero corrieron con rapidez hacia el patio donde cogieron a tiempo justo a dos Elegidos de la Llave espada que estaban aterrizando, por sus armaduras y Llaves deslizador eran sin duda Eryn y Kuroi.

-¡Al fin llegáis!
-Ey, ¿qué pasa cachorrillo?
-Es bueno verte de nuevo, Jaleel. ¿Estás bien?
-En perfectas condiciones. Pero es más importante que nos digáis qué ha pasado, ¿y los demás?
-¡¿Aún no han vuelto?!
-¡Te dije que debimos haber seguido buscando!
-¿No estaban con vosotros?
-No… poco después de marcharnos una marabunta de Sincorazón nos atacaron…
-Intentamos oponernos pero la Oscuridad nos tragó.
-Casi salvamos a Bastet, pero se nos escapó de las manos.
-¡¿Y Keiro?!
-No lo sé… está todo muy… difuso.
-A mí me pareció verle luchando por zafarse de los Sincorazón e intentar salvarnos, pero… parece que no lo consiguió…
-
-¿Pasa algo, Jaleel?
-No… ¿Dónde habéis estado, entonces?
-Al despertar nos encontramos en un Mundo que misteriosamente estaba al margen de la existencia de los Sincorazón.
-¿Eso es posible?
-Lo sé, parece extraño, pero deberíamos decírselo a la princesa.
-La… la reina…
-¿La reina? ¿Quieres decir…?
-Sí, el rey León pereció poco después de vuestra marcha.
-Su majestad…
-Kuroi…
-¡No hay tiempo, tenemos que hablar con la pri… reina Eleone!

Tan pronto como Kuroi gritó eso, las dos hermanas aparecieron que ya habían vuelto de su charla en el cementerio.

-¡Kuroi! ¡Eryn! ¡Estáis bien!
-¡Me alegro mucho de veros!
-¡Majestad…! Yo… lo siento, mucho… Siento no haber podido estar en el funeral…
-No importa, Kuroi. Pero dinos, ¿dónde habéis estado?
-Fuimos a parar a un Mundo bastante extraño, majestad. Pero lo más importante es que parece que aquellos horribles seres debieron engañarla porque aunque no lo creáis, hay muchos Mundos ahí fuera aún bañados por la Luz y que están exentos de los Sincorazón.
-¡¿En serio?!
-Sí, Eleone. Yo misma lo he visto con él. Es lo que dice.
-Vaya… pero eso ¡son buenas noticias! ¿No?
-Sí… sí que lo son. Aún hay esperanza, mi reina.
-Bien… qué alivio. Pero, ¿qué hay de Keiro, Bastet, Blanck y Vali?
-¿Blanck? ¿Blanck se marchó también?
-¿No iba con vosotros?
-No… pensamos que se debió ir antes o después, pero no iba con nosotros.
-Pues tampoco ha vuelto…
-Qué extraño… Pero ¿y Keiro, Bastet y Vali?
-No lo sabemos, Eleone, nos separaron los Sincorazón nada más salir de Eclissis.
-Majestad, yo mismo iba a pediros que nos dejaras preparar una expedición para ir a buscarles. Puede que aún sigan vivos.
-Nosotros buscamos bastante, pero no les encontramos. Aún así no quiero darles por muertos.
-Ni yo… pero ¿quién podría ir?
-No tantos como la última vez, pero sí más de dos.
-Eryn y Kuroi estarán cansados. Claudia, ¿querrías acompañar a Jaleel y Zero?
-¡¿Co-co-co-cómo?!
-Tranquila, no haremos eso hasta que no vuelvas, tengo que empezar a confiar en ti, ¿no? Y Zero te protegerá, ¿verdad?
-Por supuesto, mi reina.
-Bueno, entonces ¡genial!

Tan pronto como Claudia saltó y gritó de alegría, un extraño brillo botador apareció desde el cielo rebotando varias veces contra las paredes del patio hasta que chocó contra el suelo en un montón de centellas. Jaleel y Zero invocaron sus Llaves espada como protección, pero no hizo falta, de entre las luces apareció un viejo amigo al que Eryn y Kuroi reconocieron en seguida.

-¡Majestad!

El príncipe Mickey había llegado mágicamente y levantándose y limpiándose sus ropas se aproximó al grupo.

-Hola, chicos.
-Oh, el ratón.
-¿Le conocéis?
-Sí. Es el príncipe de un Mundo en el que estuvimos.

Eleone rápidamente se acercó como una buena embajadora y saludó a Mickey.

-Encantada, majestad, soy Eleone, reina de Ciudad Eclissis.
-El placer es mío, madame, je, je. Yo soy el príncipe Mickey.
-¿Qué os trae por aquí, majestad?
-Hola, Kuroi. Pues la verdad es que traigo noticias del Maestro Yensid.
-¿Tan pronto? ¡Genial!
-¿Quién es el Maestro Yensid?
-Oh. Es un Maestro de la Llave espada que conocimos en nuestros viajes. Resulta que es un poderoso hechicero que es del mismo Mundo que Eryn.
-Oh, vaya… Bueno, ¿cuáles son esas noticias, príncipe Mickey?
-El Maestro Yensid me ha mandado para deciros que ha encontrado la localización de tres Maestros de la Llave espada, puede que necesitéis su ayuda para que os entrenen en los caminos de la Llave espada.
-¿Tres Maestros?
-¿Quieres decir poderosos Elegidos de la Llave espada?
-Sí. Aunque Yensid no sabe ni su nombre ni su apariencia, sólo ha descubierto su localización. Me ha mandado para dároslas, lo que hagáis con ellas, es cosa vuestra.
-Bueno, es decir, nos resultarían muy útiles tres Elegidos de su envergadura, aunque no pudieran entrenarnos, sería un gran poder de nuestra parte.
-Siento que mi visita haya sido tan corta, pero tengo que volver para limpiar la torre. Adiós, chicos.
-Adiós, príncipe Mickey.
-Adiós, majestad.

Mickey sacó de sus túnicas un pergamino que le otorgó a Kuroi y luego alzó la mano en la que guardaba un fragmento de lo que parecía una estrella y rápidamente se volvió a convertir en un rayo de luz que volvió a rebotar varias veces entre los muros del patio hasta que desapareció en el cielo.

-Qué extraño ser.
-Sí. Pero esto cambia los planes. No podemos buscar a los demás y a los Maestros a la vez.
-Vaya, estas localizaciones son muy extrañas.
-¿Por qué, Kuroi?
-Tienen nombres extraños. Chrystalis, Pandemonium y Gemelus.
-¿Sólo nos ha dejado el nombre?
-No, hay unas extrañas flechas grabadas con magia que no paran de moverse, supongo que serán como una especie de brújula a cada localización.
-Me pregunto si mi madre conoció a alguno de esos Maestros.
-Yo me pregunto lo mismo de mi Maestro, dijo que hace muchos años visitó el Espacio entre los Mundos con un amigo, si sabía algo de la Llave espada es que conoció a otros Elegidos.
-Eso no responde a cómo lo vamos a hacer. No podemos buscar a los demás y a los Maestros a la vez.
-Id a buscar a los Maestros.
-Pero Eleone…
-Tranquila, Claudia. Son Maestros, ¿no? Podrían ayudarnos a buscarles. No podemos desaprovechar esta oportunidad. Además, si siguen vivos podrán aguantar un poco más.
-Y si no lo están…
-No pienso dar eso como opción hasta que no quede más remedio.
-Bueno, entonces ¿podemos partir ya, majestad?
-Claro, Jaleel. Claudia cuídate.
-Sí, hermana.

Las nuevas reinas se dieron un abrazo e invocando sus Llaves deslizador y armaduras, Claudia, Jaleel y Zero salieron del Mundo dejando a los otros tres Elegidos solos.

-Kuroi, ¿podrías hacerme un informe más extenso de vuestro viaje?
-Claro, majestad, será un placer.
-Eleone, yo me pondré con la barrera mágica ya mismo, creo que estoy preparada y ya he dejado pasar mucho tiempo.
-Sería genial, Eryn. Hay varios hechiceros en los barracones, pídeles ayuda si lo necesitas.
-Sí, gracias, ma... majestad.

Eleone sonrió ante el nuevo título que le había puesto Eryn y marchó con Kuroi a la sala del trono donde él último empezó a contarle sus aventuras a la reina.

-…el hechizo funcionó y los cuatro aparecimos en Paraíso de los Hechiceros en su apogeo, calculamos un poco mal el punto de llegada y el Dahaka casi nos destroza, pero varios hechiceros que había por allí le consiguieron contener a tiempo. Cuando le contamos la historia al Maestro de Eryn casi se muere de un infarto, ja, ja. Pero fue muy amable y nos ayudó, encarceló al Dahaka y con un poco de ayuda conseguimos volver a nuestro tiempo. Luego Eryn y yo pensamos que ya era hora de volver aquí y esa es la historia.
-Me alegra que todo terminara bien, habéis visitado bastantes Mundos, qué envidia.
-¿Y qué tal estáis vos, mi reina?
-Bien, muy bien, Kuroi. Mi padre me abrió los ojos antes de morir, era su hora y lo llevo bien, aunque Claudia no tanto. Pero sé que podremos llevarlo, os tengo a vosotros y el pueblo parece haberme aceptado de buena gana.
-Me alegro un montón, majestad.
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Zero, Jaleel y Claudia, que ya habían llegado al Espacio entre los Mundos, decidieron abrir el mapa para decidir su primer destino.

-Tenemos para elegir Chrystalis, Gemelus y Pandemonium, ¿qué os parece, chicos?
-Pandemonium.
-Pero si es el que más tenebroso suena.
-Precisamente, princesa. Si nos quitamos el peor primero, mejor.
-¿Zero?
-Creo que Jaleel tiene razón.
-Bueno… Que así sea… Vayamos a Pandemonium.

Y los tres Elegidos se perdieron de vista en el gigantesco Espacio entre los Mundos.

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