La princesa Eleone se
encontraba en los balcones reales donde solía pasar la mayor parte del tiempo últimamente,
rezando porque sus compañeros Elegidos volviesen, pese a que su hermana había
ido a buscarles rezaba porque apareciesen en cualquier momento. No sintió la
presencia de su guardaespaldas hasta que la abrazó suavemente por la espalda
dando un pequeño respingo del susto.
-¡Ah!
-Tranquila, soy yo.
-No vuelvas a hacer
eso, tonto.
-Tenía que aprovechar
que Abraham se ha ido.
-Alexander… no digas
eso ni en broma.
-Pero si no nos deja
estar juntos.
-Sabes que eso no es
cierto.
-¿Sigues sin creerte lo de la amenaza?
-No es propio de él.
Eres su hermano.
-¿Y por qué me lo iba
a inventar?
-No digo que te lo
inventes. Sólo que… no lo pensaba de verdad.
-Tú no estabas mirando la determinación en
su mirada cuando me lo dijo.
-Estaría cabreado y
por eso lo dijo.
-Bueno, vale. No voy
a discutir.
-No es discutir. Es
tu hermano, Alexander. Deberíais tener otro tipo de… relación.
-¿Crees que no lo
intento? Pero él… no es el mismo desde que murieron nuestros padres y luego aquello… ¿qué pasó, Eleone?
-Lo siento, no me
acuerdo. Vas a tener que preguntárselo a él.
-Jum, claro… como si
me lo fuera a contar.
-Alexander…
Eleone se dio la
vuelta para abrazar a su guardaespaldas de frente donde dejó descansar su
cabeza en el pecho del joven.
-Me duele veros así.
-No quiero que seas tú
la que más sufra nuestro enfado. Y sólo hay una solución para eso.
-No… No… Ni en broma…
Te necesito más que nunca.
-Pero…
-Ya hablaré yo con él.
-¿Crees que eso es…
adecuado?
-No sé si es
adecuado, pero es lo mejor. Yo te quiero a ti, y tiene que aceptarlo. Hay más
chicas en el Mundo.
-Pero ninguna como tú.
-Las habrá mejores.
-Que va, ninguna
tiene un Corazón puro como el tuyo.
-Bueno, Claudia…
-¿Claudia? ¿Crees que…?
-¿Estás pensando lo mismo que yo?
-¿Estás pensando lo mismo que yo?
-Harían buena pareja.
-¿Y cómo hacemos que
mi hermana y tu hermano…? Esto es una locura. No deberíamos ni pensarlo.
-Tienes razón, solo
ellos deberían elegir a quién querer.
-Bueno, ahora que soy
reina voy a necesitar un rey.
-¡¿Cómo?!
Alexander se despegó
a una velocidad inédita de Eleone al escuchar eso, ella ahora le miraba pícaramente.
-¿Lo-lo decís en
serio, majestad?
-Eh, ¿y ese cambio de
actitud? Tranquilo, sólo bromeaba. Aunque no debería ser algo que descartar. Si
seguimos así, algún día tendrás que pedirme la mano, ¿no?
-Bueno, esto, yo…
-Ja, ja, ja. Te pones
tan mono cuando estás nervioso.
-Eso no hace gracia,
mi reina.
-Venga, hombre,
relájate. Ni que casarse conmigo fuera algo tan horrible.
-No es por casarme
contigo. Es por lo que ello conlleva.
-¿Y lo que conlleva
acaso no lo estás haciendo ya? Quererme, apoyarme, aconsejarme…
-Visto así.
-Sólo lo haríamos más
formal. Ahora que ya no está mi padre no deberíamos mantenerlo oculto.
-¿De verdad querrías
casarte conmigo?
-Claro que sí. Pero creo que deberíamos esperar a que esto termine. No quiero que me estropeen la boda, esos tíos son muy puntuales.
-Claro que sí. Pero creo que deberíamos esperar a que esto termine. No quiero que me estropeen la boda, esos tíos son muy puntuales.
-Bueno, yo no iba a
invitarles.
-Yo tampoco, ja, ja,
ja. Pero seguro que se invitaban ellos. ¿Es que no puedes esperarte para
casarte conmigo?
-Puedo esperar lo que
haga falta.
Y finalmente sellaron
la conversación con un beso.
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Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:
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Los tres Elegidos de viaje se encontraron finalmente ante lo que la flecha indicaba que era Pandemonium. No era un Mundo cualquiera, ni siquiera podían asegurar que aquel castillo en lo alto de aquella carcasa pudiera ser un Mundo, estaba más muerto que Paraíso de los Hechiceros.
-¿De verdad tenemos
que bajar ahí?
-Princesa, has venido
sabiendo a lo que os enfrentabáis.
-Sí, sí, lo sé. Es
que…
-Princesa, mírame.
-Zero.
-Estoy contigo, yo te
protejo. No voy a dejar que te pase nada.
-Va-vale.
Finalmente los tres
bajaron al Mundo sin quitarse las armaduras, aquel lugar parecía tener el aire
envenenado. Se quedaron frente a las murallas que parecían ser la entrada a
aquel “Pandemonium”, pues de alguna manera debía haber una barrera mágica que
no les permitía pasar de las murallas si no era por suelo.
-¿Y esto tiene un
timbre o una campanilla?
-Esas cosas de ahí
arriba nos están mirando.
Los tres alzaron la
vista y vieron unos extraños aparatos en lo alto de las murallas que les
perseguían como si les estuviesen vigilando.
-Nos estarán observando.
-Esa tecnología
parece muy avanzada.
-¿De verdad que vive
aquí un Maestro de la Llave…? ¡Ah!
Antes de que
terminara la frase, Claudia dio un grito del susto que se llevó cuando las
puertas se abrieron sin previo aviso.
-Tranquila, princesa.
-Jopé, no me lo
esperaba.
-Es claramente una
invitación. Deberíamos ir con cuidado.
-No hace falta que lo
jures, Jaleel. Princesa, ve detrás de mí.
-S-sí, Zero.
Los tres prosiguieron
la marcha a pie a través de un camino que hacía de puente en un acantilado y
que llevaba directamente a la puerta de un misterioso y tenebroso castillo.
Cuando llegaron a las puertas se volvieron a abrir sin ningún tipo de ayuda
volviendo a invitar a los Elegidos a que prosiguiesen la marcha. Una vez
dentro, en el hall, el cual parecía sacado de una película de terror, fueron
atendidos por lo que parecía un… mayordomo robot, bastante bien construído.
Claudia se quedó bastante perpleja al ver a semejante cacharro moverse y
hablar.
-Hola – invitados. Mi
amo – les espera – en su despacho.
-¿Nos estaba
esperando?
-No – ha sido – una grata
sorpresa.
-¿Y cómo sabía…?
-Habrán sido los
aparatos de las murallas, princesa. Nos estaban vigilando.
Claudia no dijo nada
más y siendo guiados por el robot los tres Elegidos llegaron a un gran
despacho-biblioteca donde un hombre atabiado con una enorme armadura les
esperaba, por el aspecto de la armadura parecía ser un Elegido, el casco era
terriblemente tétrico y su armadura llevaba partes mecánicas que no solían
verse en seres vivos. El anfitrión empezó a hablar con una voz metálica y
profunda.
-Bienvenidos a mi
humilde morada, ¿qué trae a unos Elegidos a un lugar tan distante?
-¿Sabes lo que somos?
-Os vi llegar en
Llaves deslizador. No hay que ser muy inteligente para unir cabos. ¿Os vais a
presentar o tengo que torturaros para sacaros dicha información?
Los tres Elegidos se
pusieron bastante tensos ante dicho comentario y estuvieron a punto de invocar
las Llaves espada de no ser porque el hombre volvió a hablar con velocidad.
-Tranquilos, es una
broma. He estado mucho tiempo solo y a veces no controlo lo que digo.
Claudia suspiró con
fuerza aliviada y como buena embajadora de su Mundo, fue la primera en hablar.
-Hola, gracias por su
hospitalidad. Soy la princesa Claudia de Ciudad Eclissis y estos son mis
guardaespaldas Zero y Jaleel.
-Vaya, una princesa
Elegida de viaje por los reinos vecinos. Y decidme, princesa, ¿qué os ha traído
a mi hogar?
-Buscamos a un
Maestro de la Llave espada. Y por como viste usted, supongo que…
-Suponéis bien,
princesa. Soy el Maestro de la Llave espada al que buscáis. ¿Puedo saber cómo
me habéis encontrado? Mi Mundo no es que sea precisamente un alarde de
hospitalidad e invitación.
-Otro Maestro de la
Llave espada le encontró y nos dio su paradero.
-¿Otro Maestro? Y
dime pequeña princesa, ¿el nombre de ese otro Maestro no será por casualidad
Yensid?
-S-sí, señor.
-Oh, ese viejo
metomentodo siempre metiendo las narices en los asuntos de los demás. Bueno, ya
que estáis aquí, ¿en qué puedo ayudaros?
-Chss (Princesa, este
tipo no parece ser del tipo de gente que ayuda a los demás).
-Chss (Pero ya que
estamos aquí).
-¿Decíais algo, su
majestad?
-N-no, no. Ejem, no sé
si está al corriente de lo que está sucediendo fuera de su castillo, señor.
-¿Os referís,
princesa, a la aparición de los Sincorazón y de esos estúpidos niñatos que se
arrancaron el Corazón?
-S-sí…
-Entonces sí estoy al
corriente, princesa. ¿Por qué, hay algún problema?
-Bueno, ejem, me
preguntaba que si usted, ya que es también un Elegido…
-¿Os podría ayudar?
-S-Sí…
-¿Y qué tipo de ayuda
queréis solicitar de mí?
-Cualquiera que
puedra ofrecer, señor.
-¿Está segura,
princesa, de dejarme a mí esa elección?
-P-por supuesto.
Nunca vinimos a obligarle a hacer nada que no quisiera.
-Bien. Entonces os
daré unos consejitos.
-¡¿Consejos?! ¡Debe
estar de broma!
-¡Jaleel!
-…
-¿El joven caballero
no está de acuerdo con la elección de su princesa?
-Hemos hecho un largo
camino para encontrarle. Usted es un Elegido, ¿acaso no quiere ayudarnos? Si el
Reino de la Luz cae, usted también cae.
-Muy cierto. Sí. Muy
sabias palabras, joven caballero. Entonces, ¿qué tipo de ayuda queréis? ¿Le
permitirás a tu joven subordinado, princesa, que cambie la petición?
-Yo… sí.
-Necesitamos
entrenamiento. Aún desconocemos muchos de los secretos de la Llave espada que
seguro usted conoce.
-Oh. Los secretos de
la Llave espada, sí. Misterioso y difícil es el camino de un Maestro de la
Llave espada. ¿Seguro que estáis dispuestos a seguir ese camino de mi mano?
-Yo sí.
-Jaleel… pero…
-Vosotros debéis
seguir buscando al resto de Maestros de la Llave espada. Yo me quedaré a que me
enseñe a ser un Maestro a su manera, no creo que pudieráis soportar sus…
extrañas costumbres.
-Tomaré eso como un
cumplido, joven caballero.
-¿Estás loco, Jaleel?
-No. Vinimos
precisamente para esto. Lo que me enseñe podré enseñároslo a vosotros. Tú debes
seguir con la princesa. Aún quedan dos Mundos que tenéis que visitar. Confiad
en mí.
-Confío en ti,
Jaleel.
-¡Princesa! No
debemos separarnos. Recuerda que una de las razones por la que salimos de
Eclissis fue para recuperar a nuestros compañeros.
-No me moveré de aquí,
Zero. Y en cuanto termine volveré a Eclissis, lo prometo.
-¿Todo listo princesa
y jóvenes caballeros?
-Princesa…
-Es lo mejor, Zero.
Debemos marcharnos. Gracias por todo, Maestro…
-Garland. Pero no me
llaméis Maestro. Sólo Garland.
-Bien, Garland. Hasta
la vista, Jaleel.
Y sin mediar más
palabra, la princesa salió de aquel lugar de nuevo siendo guiada por aquel
extraño robot mientras Zero la seguía en silencio sin saber muy bien qué hacer
porque su grupo no se rompiera. Finalmente salieron de las murallas y Claudia
invocó su Llave deslizador.
-Princesa, ¿estáis
segura de esto?
-Muy segura, Zero. Aún
nos queda por visitar Gemelus y Chrystalis, deberíamos darnos prisa.
Finalmente,
convencido por las palabras de Claudia, Zero también
invocó su Llave deslizador y salieron a toda prisa de aquel Mundo.
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-Estoy preparado para cualquier lección que deba aprender, Garland.
-Estoy preparado para cualquier lección que deba aprender, Garland.
-Sé muy bien que estás
preparado, joven caballero.
-Llámame Jaleel.
-Está bien. Aceptaré
tus deseos igual que tú has aceptado los míos, Jaleel. Tengo, sin embargo, una
noticia que darte.
-¿Qué ocurre?
-No eres el único
aprendiz que tengo.
-¿No soy el único?
Bueno, a mí no me importa mientras reciba el mismo trato que él.
-Él no pide ningún
trato especial, tampoco es que lleve mucho tiempo aquí.
-¿No lleva mucho
tiempo aquí?
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Zero y Claudia
finalmente se alejaron lo suficiente de Pandemonium y volvieron a mirar en el
mapa para elegir su próximo destino.
-¿Chrystalis o
Gemelus?
-¿Me dejáis elegir,
princesa?
-Sí. No tengo gusto
para esto de los nombres.
-¿Qué os parece
Chrystalis?
-¿Chrystalis? Sí,
¿por qué no?
-Pues decidido,
princesa.
Y acelerando a máxima
potencia, los dos Elegidos se perdieron entre las estrellas.
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-Puedes entrar.
-Puedes entrar.
Jaleel entonces pudo
observar como la silueta de otra persona entraba en aquel despacho-biblioteca,
pero esa silueta venía acompañada de otra un poco más baja, era un enorme lobo
de pelaje gris azulado que debía medir fácilmente el metro cincuenta hasta la cruz.
Jaleel se quedó sin palabras cuando la cara de aquel joven se tornó ante la
luz.
-Es bueno saber que sobreviviste, Jaleel.
-B-Blanck…
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