martes, 28 de agosto de 2012

Capítulo 4: La Oscuridad te guiará


Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:


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Zero se interpuso entre Claudia y Keiro evitando cualquier tipo de enfrentamiento, pese a que Keiro seguía siendo el mismo de siempre, Zero no lo creía por las palabras de Jaleel. Invocó su Llave espada.

-Pelirroja, apártate de él.
-¡No! Zero, no es lo que parece.
-¿Que no es lo que parece? Yo veo claramente a alguien que ha caído en la Oscuridad.
-No, no ha caído del todo. Conseguí salvarle. Os dije que yo me haría cargo de él, es problema mío.
-Ya no es sólo problema tuyo, pelirroja. Puede volverse peligroso.
-¡He dicho que no!
-Bastet, no tienes que protegerme de nadie.
-Esto no lo hago por ti, cállate.
-
-Princesa, por favor, calma a tu guardián.
-Yo…
-Princesa, por favor.
-Zero, baja el arma.
-¿Cómo? Pero…
-Es Keiro, Zero. Aún puedo sentirle…
-

Zero volvió a hacer desaparecer el arma aunque se volvió a Keiro amenazadoramente.

-Será mejor que tu novia tenga los dos ojos bien puestos en ti.
-No es mi novia, cachorrillo, así que cierra la boca.
-¡¿Cómo te atreves?!
-¡Zero, no!
-
-Keiro, cálmate. No empeores las cosas.
-Bah…
-Por favor, calmémonos todos. Princesa, ¿queréis ver a mi Maestro?
-No sé. Vinimos para saber si le teníamos de nuestra parte, pero si es vuestro Maestro he de suponer que sí. Además, si este Mundo está bien necesitará un protector, pero…
-¿Qué ocurre, princesa?
-¿Vais a volver a Eclissis?
-No creo que en el estado de Keiro sea buena idea. Además, perdí mi armadura y mi Llave espada...
-¡¿Cómo?!
-No está perdida, Bastet. Está en Eclissis. Puedo ir en…
-¡No! Deja ya la Oscuridad, Keiro.
-Pero ya no me hace daño usarla.
-Keiro, ya has llenado todo tu Corazón de Oscuridad, si sigues usándola sólo llenarás el mío.
-
-¿Qué significa eso, Bastet?
-Cuando encontré a Keiro estaba a punto de ser consumido, así que enlacé nuestros Corazones, todo lo que hagamos a partir de ahora nos repercute a ambos.
-¿Cómo hiciste eso?
-Es… difícil de explicar. Pero estoy dispuesta a tomar esos riesgos… Así que tranquilízate, Zero.
-Genial. Ahora si cae uno, cae el otro. Menuda pérdida de tiempo. Vayamos a Gemelus, princesa.
-Espera, Zero, quizás podamos hacer algo por ellos.
-Eleone quizá pueda ayudarme.
-¿Eleone?
-Recuerdo que en Paraíso de los Hechiceros usé mis poderes de Oscuridad justo antes de que Eleone invocara un pilar de Luz y la Oscuridad no tuvo efecto en mí. Quizás pueda revertir la transformación. Pero Bastet no quiere que vayamos a Eclissis.
-¿De verdad piensas que eso podría surtir efecto?
-No lo sé, es sólo una teoría.
-Pero vale la pena intentarlo.
-¿Volver a Eclissis, princesa? Tenemos que seguir nuestro camino.
-Hemos perdido a Jaleel, Zero. Si ayudamos a Bastet y Keiro quizá se unan en nuestra misión.
-Quizás no haga falta usar un Portal de Oscuridad para que yo pueda ir.
-¿Bastet?
-El Maestro puede que sepa una manera…

Bastet empezó a alejarse del grupo en dirección al Palacio y todos la siguieran de lejos en silencio, aunque Zero no apartaba la mirada de Keiro ni un momento. Cuando finalmente llegaron a la habitación en la que el Maestro descansaba, Bastet les presentó.

-Maestro, estos son la princesa Claudia y su guardián Zero, de Ciudad Eclissis. Ambos son Elegidos, Maestro.
-Encantada.
-¿De Ciudad Eclissis, princesa?
-Sí, señor.
-Ese nombre me trae viejos recuerdos.
-¿Cómo dices, Maestro?
-Creo que estuve por allí hará unos diecinueve años, fue el viaje en el que encontré a Keiro y lo traje conmigo.
-¿Lo dices en serio, Maestro?
-Sí, Bastet. Pero de eso hace mucho tiempo. ¿Qué os trae por Chrystalis, jóvenes?
-Venimos a buscarle a usted. Bueno, ya no ahora que sabemos que Bastet y Keiro son de aquí y el Mundo está bien. Un gran Maestro nos entregó la localización de tres Maestros que podían ayudarnos y aquí llegamos.
-¿Un gran Maestro?
-Sí, señor. Su nombre es Yensid.
-Oh, je, je. Es bueno saber que sigue vivo.
-¿Le conoces, Maestro?
-Sí, oh, sí. Él y yo fuimos aprendices del mismo Maestro.
-¡¿En serio?!
-Sí, ja, ja. Qué tiempos.
-Maestro, no es hora de hablar de viejos tiempos. ¿Conoces algún modo de que podamos viajar a Eclissis? Perdí mi Llave espada y armadura y no puedo viajar entre los Mundos.
-¿Otra manera de viajar, dices? Me temo que no. Pero si lo que te preocupa es no poder viajar, puedes tomar mi Llave espada y armadura.
-¡¿Seguro, Maestro?!
-Sí, regresámelas cuando recuperes la tuya.
-Entonces volvemos a Eclissis…
-Tranquilo, Zero. Así le damos noticias a Eleone.
-Maestro, no podemos dejarte solo en Chrystalis sin protección.
-No te preocupes, puedo luchar sin necesidad de una Llave espada.
-Si me dejaras ir a mí sólo, no haría falta todo esto.
-¡No vas a usar otro Portal de Oscuridad, Keiro!
-Pues iré de la forma tradicional, pero no retrases a Claudia y a Zero en su viaje.
-Pero…
-¡Cierto, Bastet! Tu Maestro podría dejarte su armadura nada más y venir con nosotros a Gemelus mientras Keiro arregla eso él sólo.
-¿Y dejarle ir solo?
-No voy a ir solo, Bastet. Estamos unidos, ¿no? Tranquila, no haré ninguna estupidez.
-Hacía mucho tiempo que no te escuchaba hablar con tanta sabiduría, Keiro.
-Maestro…
-¿Entonces todo está dispuesto?
-Pero, ¿cómo nos encontrará Keiro después de terminar el trabajo?
-De la misma manera que estaré bien sin Bastet. Podré sentirla desde la distancia y os seguiré.
-¿Ningún problema más? Pues perfecto, Bastet, acércate.

El Maestro Cyan invocó su Llave espada y cuando Bastet se acercó le tocó suavemente con ella haciendo que un brillo rodease a la pelirroja que terminó por transformarse en la armadura del hombre.

-Parece muy resistente.
-Lo es, lo es. No perdáis más el tiempo y marchar.
-Sí, Maestro.

Todos salieron al exterior y tras que Bastet y Keiro se despidiesen con un abrazo todos salieron al Espacio entre los Mundos aunque Keiro tomó su camino y el resto tomó uno diferente, Bastet iba montada en la Llave deslizador de Claudia.

-Espero que le vaya bien.
-Claro que le irá bien, Bastet. No te preocupes.

Los tres salieron finalmente disparados por el Espacio directos hacia donde señalaba la última flecha. El destino les llevaba hasta Gemelus.

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-¡Reina Eleone! ¡Reina Eleone!
-¿Qué pasa?
-Es Eryn, majestad. Ha terminado la barrera mágica.
-¡Bien! Vayamos a verlo.

El soldado guió a la reina hasta una de las cámaras centrales del palacio donde Eryn había fabricado el dispositivo principal que activaba y desactivaba mágicamente la barrera a distancia. Allí Eryn se encontraba haciendo los últimos ajustes junto a Kuroi y Alexander.

-Parece que soy la última en llegar.
-No te has perdido nada, majestad. Eryn aún está haciendo unos ajustes.
-No tardo nada… Ya sólo falta conectar la barrera al activador y… ¡Listo! ¿Haces los honores, reina Eleone?
-¿Qué tengo que hacer?
-Presionar este enorme botón de aquí.

La reina se acercó hasta el enorme aparato y las paredes de la sala se volvieron trasparentes pudiendo divisar toda Ciudad Eclissis desde aquel lugar, luego finalmente presionó el botón y todos pudieron observar alucinados como la enorme barrera mágica se formaba en torno a la enorme ciudad sin dejar un solo hueco abierto. La ciudad ya podía descansar en paz.

-¡Esto es increíble, Eryn!
-El mérito no es mío, yo no lo inventé, sólo lo he adaptado a la ciudad.
-Sigue siendo increíble, Eryn.
-Gracias, reina Eleone.
-Pero, ¿ahora cómo puede salir y entrar gente de la ciudad?
-Para eso sirve este dispositivo, Kuroi. No es sólo para apagar y encender la barrera que eso puede ser absurdo, la idea es que esté encendida siempre. Desde este aparato se pueden abrir las celdas de las que está construída la barrera de forma individual, permitiendo así a la gente salir y entrar, aunque sólo he permitido poder activar y desactivar cinco de estas celdas. Una en el cielo para cuando salgamos al Espacio entre los Mundos y cuatro más, una en cada punto cardinal.
-Creo que entiendo cómo funciona eso, Eryn. Pero, ¿de qué manera se alimenta la barrera de la energía de la ciudad?
-No se alimenta de ninguna manera, Eleone. La barrera mágica es creada celda por celda por un hechicero y luego se unen, gracias a que había tantos hechiceros en la ciudad he conseguido crear la barrera en poco tiempo y será más resistente que cualquier otra porque han puesto todo su poder en cada celda. La única manera de que alguien entre en la ciudad es que alguien le abra la puerta.
-¡Genial!

De repente la máquina empezó a brillar tenuemente de un color rojo.

-¿Qué pasa, Eryn?
-Alguien se acerca. He activado un pequeño hechizo de alerta en la Puerta del Cielo porque de otra manera sería imposible que estuviésemos pendiente de ella.
-¿Quieres decir que alguien se acerca en Llave deslizador?
-Sí, lo que no sé quién. ¿Le abrimos, reina Eleone?
-Sí. Dejadle pasar.

Eryn abrió la Puerta del Cielo permitiendo al desconocido entrar, luego la cerró y todos se dirigieron al patio a esperar al viajero espacial. Todos se alegraron bastante cuando identificaron la Llave deslizador de Keiro aunque no se alegraron tanto cuando se quitó la armadura.

-¡¿Keiro?!

El joven caído en la Oscuridad se acercó pacíficamente y se arrodilló frente a Eleone. Todos le miraron desafiantes pero nadie se opuso, parecía que la reina así lo quería.

-Hola, majestad.
-Keiro… ¿qué…? ¿Dónde está Bastet?
-Nos encontramos con vuestra hermana y Zero en Chrystalis y les acompañó a la última localización del mapa.
-¿Os habéis encontrado con Claudia y Zero? ¿Y dices que ya han visitado dos Mundos?
-Pero, ¿y qué haciáis en Chrystalis, Keiro?
-Bastet y yo provenimos de allí, majestad. Uno de los Maestros que apuntaba el mapa era nuestro Maestro.
-Pero… pensaba que vuestro Mundo había caído, Keiro.
-Y así fue, pero Bastet consiguió salvarlo de una manera un tanto… peculiar. De todas maneras, majestad, no he venido a daros ese tipo de noticias. He venido a buscar la Llave espada y armadura de Bastet.
-¡Fue la que encontramos!
-Sí. Yo mismo la dejé aquí.
-¿Tú?
-¡Tú luchaste en aquel rascacielos con un señor oscuro!
-Sí, pero se escapó… Temía por la seguridad de Bastet y no pude quedarme mucho tiempo. Siento no haber dado noticias en su momento y que eso os preocupara.
-No importa, Keiro. Kuroi, trae la Llave espada y la armadura de Bastet.
-Ahora mismo, majestad.

Finalmente Eleone cogió valor e hizo la pregunta que todos estaban esperando.

-¿Qué… qué te ha pasado, Keiro?

El joven apartó la mirada un poco avergonzado.

-La Oscuridad fue más poderosa que yo, majestad. Aunque Bastet consiguió salvarme a tiempo. Aún así no sé cuanto puedo seguir así. Majestad, aquella vez en Paraíso de los Hechiceros, vuestra Luz consiguió protegerme de la Oscuridad, ¿pensáis que… podríais hacer algo al respecto?
-Puedo intentarlo, pero no prometo nada, Keiro.
-Cualquier ayuda es bien recibida.

Keiro se mantuvo arrodillado desde que había llegado y Eleone se acercó hacia él delicadamente mientras buscaba en el fondo de su Corazón alguna solución para el joven caído. Incluso intentó contactar con Madine para saber si había alguna manera de revertir la transformación aunque nada pareció tener resultado.

-¿Y el Ávatar, majestad?
-No puedo usarlo a voluntad. Quizás si aprendiera… Pero sólo funcionaría en tu Mundo de procedencia.
-Entiendo…

Finalmente Kuroi apareció con los artefactos de Bastet.

-Aquí tienes, Keiro.
-Siento mucho no haber podido hacer nada, Keiro.
-No importa. Haberlo intentado ha sido suficiente. Ahora debo marcharme, Bastet me espera.
-Buen viaje, Keiro. Eryn, ve a abrirle la puerta, por favor.
-Sí, reina Eleone.

Tras la despedida, Keiro consiguió volver a salir de Eclissis con la Llave espada y la armadura de Bastet directo hacia donde su Corazón le guiaba.

-No tardaré, Bastet.

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Mientras, en la otra punta del Espacio entre los Mundos, los tres Elegidos llegaban a su último destino: Gemelus. Lo que vieron ante sus ojos les dejó totalmente aturdidos, Gemelus no era un Mundo normal, ¡eran dos! Dos Mundos unidos mediante lo que parecía una poderosa fuerza gravitatoria.

-¡Son dos!
-Sí, ya nos hemos fijado, pelirroja.
-Ahora entiendo eso de Gemelus. Todos los nombres tienen algo que ver con sus Mundos.
-Deberíamos bajar.

Sin embargo se dieron cuenta de que los dos Mundos eran diferentes, uno estaba lleno de una extraña tecnología que no acababan a entender, el otro por su parte era todo lo contrario, un Mundo lleno de magia en armonía. De forma irónica, los tres Elegidos no compartían sus lazos con ninguna de las dos tierras, pues ni eran guerreros ni hechiceros, si no una mezcla de ambos.

-¿Por cuál empezamos?

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