martes, 7 de agosto de 2012

Las aventuras de Kuroi & Eryn: Parte II

Kuroi y Eryn anduvieron bastante por el Espacio entre los Mundos hasta que descubrieron el siguiente Mundo. La decisión de seguir con su viaje para proteger el Reino de la Luz les había llevado muy lejos de Eclissis.

-Parece un Mundo.
-Ya era hora, se me estaban durmiendo las piernas de estar montada.
-¿Qué nos deparará esta vez?
-Espero que no más animales antropomórficos.
-¿Qué tienes en contra de ellos?
-Me dan yuyu, ¿no me digas que a ti no?
-No, me parecen…
-¿Qué?
-Da igual.
-No. Dilo.
-…adorables.
-¿A… a… adorables? ¡Pffffff! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
-No te rías. No te lo tenía que haber dicho.
-No. Ja, ja, ja. No tenías que habérmelo dicho. Ja, ja, ja. Has perdido toda tu hombría, Kuroi. Ja, ja, ja.
-Bah, me da igual. A veces pienso que tú tienes más hombría que todos nosotros.
-¡Oye!

Finalmente atravesaron la barrera que protegía el Mundo y aparecieron en las cercanías de otro castillo, aunque esta vez parecía mucho menos elaborado, de aspecto medieval, con almenaras, torres y un foso ubicado en pleno risco.

-De repente me siento en casa.
-Sí. He de decir que el paisaje es un poco… tétrico.
-El castillo parece abandonado.
-Entonces no habrá problemas en que entremos.

Los dos atravesaron la puerta semiderruida que en otro tiempo protegía el castillo de los invasores y de alguna manera se sintieron que no estaban solos. No había un solo movimiento en la zona, ni siquiera sentían amenaza o ser observados, pero podían sentir un montón de Corazones en aquel lugar. Durmiendo.

-¿Sientes eso?
-Sí. Es tan… cálido.
-Pero están tan…
-Callados…
-Sin embargo no veo a nadie.
-Yo tampoco. Es tan… extraño.
-Yo me siento protegido. ¿Qué tal si aprovechamos el lugar para descansar?
-Sí… no nos vendría mal un descanso.

Los dos Elegidos se acomodaron en un montón de paja deshecha que había en el patio y cerraron los ojos para descansar un poco aunque se quedaron totalmente dormidos.

La noche estaba a punto de llegar a aquel lugar cuando una extraña Oscuridad que no era la noche asoló el lugar, eran los Sincorazón. Las Llaves espada acudieron a las manos de sus Maestros pero ninguno se despertó víctima del cansancio. Fue cuestión de tiempo que la Oscuridad llegase hasta el castillo y de que varias Neosombras se congregasen en torno a los Elegidos con la intención de descorazonarles, pero entonces justo cayó la noche en el lugar y aquel sentimiento de calidez y de silencio desapareció y antes de que los Sincorazón pudieran atacar a sus presas desaparecieron destruidos sin a penas poder protegerse.

Esto despertó a los Elegidos por el estruendo y se vieron rodeados de extrañas criaturas humanoides, aunque más fuertes, altos, anchos y con alas. Sus extremidades acababan en garras y parecían feroces.

-Eryn…
-Sí, puedo verlos. Kuroi.
-Esa Oscuridad… He podido sentirla un segundo y ha desaparecido.
-¿Crees que han sido ellos?
-Habrán pensado que eran invasores y les han destruído.
-¿Crees que pensarán lo mismo de nosotros?

Fue entonces cuando el más grande y fuerte de las criaturas dio un paso adelante y habló.

-¿Quiénes sois?
-Kuroi, habla…
-Ya le veo, Eryn.
-¿Esos son vuestros nombres, humanos?
-Sí… Parece que sabe lo que somos.
-Pues nosotros no sabemos lo que son ellos.
-Somos gárgolas.
-¿Gárgolas?
-He oído hablar de ellas de mi Maestro. Aunque nunca me las imaginé… así.
-¿Y… cuál es tu nombre, gárgola?
-Las gárgolas no necesitamos nombres, aunque los humanos solían llamarme Goliath.
-Oh, pues gracias por salvarnos, Goliath.
-Jum.
-¿Por qué se lo agradeces?
-Porque nos acaban de salvar de ser comida de Sincorazón.
-No sabemos si tienen pensado hacer lo mismo con nosotros.
-¿Para qué salvarnos si luego nos iban a hacer lo mismo, Eryn?
-Tu amigo tiene razón. No tenemos intención de haceros daño, pero tampoco queremos vuestra presencia aquí.
-No… no venimos a hacer nada malo. Sólo queríamos descansar, llevamos viajando mucho tiempo.

La gárgola líder conocida como Goliath miró a sus compañeros, cada una tenía una forma y un color diferente. Había una barbuda y anciana de color marrón, otra bastante obesa de color cyan, una bastante más amenazante de color rojo que incluso tenía pico, una más pequeña verde y finalmente una que iba a cuatro patas y carecía de alas, parecía más una especie de… mascota.

-A nosotros no nos importa, Goliath. ¿Verdad?
-Claro, hace mucho que no teníamos visita. Podría ser interesante.

Eryn y Kuroi se miraron y sonrieron, aunque la sonrisa de Eryn distaba mucho de ser alegre.

-Deberíamos irnos, Kuroi.
-¿No les has oído? No les molesta nuestra presencia y algo me dice que sus Corazones son tambien de Luz.
-Que tu Corazón sea de Luz, Kuroi, no te impide hacer barbaridades.
-Dejad de cuchichear, humanos. Os podéis quedar, pero os tendremos vigilados.
-Oye, Goliath. ¿Te importa si nos quedamos con ellos?
-Pero tened cuidado.

Goliath y la gárgola anciana se alejaron del lugar dejando a las otras tres más jóvenes y al “perro” vigilando con curiosidad a los humanos.

-¿No nos teméis?
-No, ¿por qué ibamos a hacerlo?
-Los anteriores humanos que vivían aquí nos tenían bastante miedo.
-Tranquilos. Nosotros hemos visto cosas peores en nuestra vida. No parecéis peligrosos.
-Porque no lo somos.
-¿Y qué pasó con los humanos que vivían aquí?
-Oh… nos traicionaron y huyeron. Por eso Goliath ya no confía en los humanos.
-Pero vosotros sois diferentes.

La mascota se acercó a Eryn para olerla pero esta se alejó de ella, no le hacía nada de gracia.

-¿Por qué nos tienen que tocar estos sitios?
-Eryn, ¿viviste durante años rodeada de hechiceros oscuros y no puedes tolerar criaturas de la Luz?
-¡Pero eran humanos!
-Ya...

La mascota se sintió rechazada y se alejó desilusionada.

-Perdonadla. Es un poco… maniática.
-¿Maniática? Y tú… ¡amanerado!
-No la hagáis caso, está un poco estresada por el sueño.
-Y dinos, ¿Kuroi, era?
-Sí.
-¿De dónde venis? Pensaba que ya no quedaban humanos en este Mundo.
-Bueno… es que venimos de otro Mundo.
-¡Guaaau! Eso debe ser maravilloso. Poder visitar otros Mundos.
-Sí. Lo es. Antes dijistéis que los humanos os traicionaron, ¿qué hicieron?
-Oh…

Los tres se miraron sin saber muy bien si podían desvelar esa información sin sentirse entristecidos.
-Los humanos mataron a nuestros hermanos.
-Eso es… horrible.
-Lo es.
-Pero parecéis muy fuertes, ¿cómo pudieron hacer tal cosa?
-Oh, bueno. Es que… durante el día, las gárgolas, nos convertimos en piedra.
-¿En piedra?
-Oh, sí, ya me acuerdo de eso.
-Sí, nuestra piel se petrifica por el Sol.
-Qué cosa más extraña.
-Y los humanos aprovecharon nuestra debilidad para destruir a nuestros hermanos.
-Lo siento mucho. ¡Oye, Eryn!
-¿Qué se te ha ocurrido ahora?
-¿No crees que Eleone y su majestad no les importaría tener gárgolas que protegiesen el castillo? Nosotros les protegeríamos por el día.
-¡No digas tonterías!
-¿Quién es Eleone y su majestad?
-Son la familia real de mi mundo natal. Son muy bellas personas y seguro que os tratarían bien.
-No sé si Goliath quisiera hacer eso.
-¿Y por qué no hablamos con él?
-¿Te has vuelto loco, Kuroi?
-Oh, vamos, Eryn. Deja de comportarte de esa manera.
-¡Jum!
-Dejadme a mí hablar con Goliath.

Kuroi trepó la muralla del castillo y en la torre principal de defensa se encontraba Goliath sentado observando el horizonte.

-Hola, Goliath.
-¿Qué haces aquí, humano?
-Kuroi, gracias. Quería hablar contigo.
-Sé rápido... Kuroi...
-Tus amigos me han contado lo que pasó con los humanos.
-¿Eso han hecho?
-Sí. Pero no te enfades con ellos. De verdad que no tenemos malas intenciones.
-Lo sé. Lo he notado cuando os fuimos a proteger. Sois diferentes. Pero eso no cambia la verdad sobre los humanos.
-Pero no todos los humanos somos así.
-También lo sé. Pero es mi deber como líder del clan proteger a los míos.
-No… ¿No hay hembras en vuestra especie?
-Sí. Sí que las había. Eran pocas, y todas fueron destruidas durante la traición.
-Lo siento mucho.
-Pero guardamos una camada de huevos en el sótano del castillo. Espero que nazca alguna hembra. Mmm… no he debido decir eso.
-¡No! No te preocupes, nunca revelaremos esa información a nadie. Oye, Goliath… ¿os gusta vivir aquí en soledad? Esos tres parece que se sienten muy solos.
-Lo sé. Pero en este Mundo ya no nos queda nada. Los humanos nos traicionaron y luego desaparecieron con su magia.
-Podriáis venir a nuestro Mundo.
-¿Cómo dices?
-Mi rey y sus hijas son gente buena de Corazón. Os podríamos proteger durante el día y a cambio…
-¡¿Protegeros a vosotros durante la noche?!
-
-¡No! No puedo volver a confiar en los humanos. No después de lo que hicieron.
-Pero, ellos…
-No puedo arriesgarme.
-No es un riesgo. Yo te doy la seguridad de ello. Y sabes que puedes confiar en mí.
-...aunque quisiera confiar en ti, no podemos abandonar el Mundo hasta que los huevos eclosionen.
-Entiendo… ¡Pero, oye! Entonces eso no es un no definitivo. Nos mantendremos en contacto y cuando los huevos eclosionen, os vendremos a buscar. La soledad no es buena, Goliath.
-Pero es lo único que te queda después de la traición.
-Entonces vuelve a trabar amistad con alguien que te inspire confianza.
-Y supongo que tú eres ese humano en el que debo confiar.
-Sólo si quieres. No tienes porque darme la respuesta ahora, Goliath. Volveremos cuando los huevos eclosionen. Hasta entonces puedes pensártelo.
-…
-¿Te importa si mi amiga y yo nos quedamos aquí a dormir? Partiremos al amanecer.
-Si haces eso has de saber…
-Sí, sí, ya. Que no nos despediremos. Pues mejor, ¿no? Así tengo el sí asegurado.
-Jum… qué humano más obstinado.

Eryn y Kuroi se quedaron el resto de la noche en el castillo, aunque Eryn a penas pudo pegar ojo por sus extrañas fobias a las criaturas no humanas. Cuando los primeros rayos de Sol les dieron y ya estuvieron lo suficiente descansados, se levantaron y pudieron observar las estatuas de Goliath y los demás antes de volver a marchar al siguiente Mundo.

-¿Ya has hecho más amigos?
-En serio, Eryn, debes superar tu aversión a los seres no humanos.
-Me lo pensaré. ¿Conseguiste algo del grandullón?
-Sí. Le prometí que volveríamos cuando… bueno, cuando ocurriese algo y les llevaríamos a Eclissis.
-Oh, genial.
-Eryn.
-¿Qué?
-Ojalá me hubiese despertado al lado de Blanck.
-…ojalá lo hubieras hecho.

Y los dos siguieron por el enorme Espacio entre los Mundos buscando Corazones a los que salvar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario