Kuroi y Eryn
anduvieron bastante por el Espacio entre los Mundos hasta que descubrieron el
siguiente Mundo. La decisión de seguir con su viaje para proteger el Reino de
la Luz les había llevado muy lejos de Eclissis.
-Parece un Mundo.
-Ya era hora, se me
estaban durmiendo las piernas de estar montada.
-¿Qué nos deparará
esta vez?
-Espero que no más
animales antropomórficos.
-¿Qué tienes en
contra de ellos?
-Me dan yuyu, ¿no me
digas que a ti no?
-No, me parecen…
-¿Qué?
-Da igual.
-No. Dilo.
-…adorables.
-¿A… a… adorables?
¡Pffffff! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
-No te rías. No te lo
tenía que haber dicho.
-No. Ja, ja, ja. No
tenías que habérmelo dicho. Ja, ja, ja. Has perdido toda tu hombría, Kuroi. Ja,
ja, ja.
-Bah, me da igual. A
veces pienso que tú tienes más hombría que todos nosotros.
-¡Oye!
Finalmente
atravesaron la barrera que protegía el Mundo y aparecieron en las cercanías de
otro castillo, aunque esta vez parecía mucho menos elaborado, de aspecto
medieval, con almenaras, torres y un foso ubicado en pleno risco.
-De repente me siento
en casa.
-Sí. He de decir que
el paisaje es un poco… tétrico.
-El castillo parece
abandonado.
-Entonces no habrá
problemas en que entremos.
Los dos atravesaron
la puerta semiderruida que en otro tiempo protegía el castillo de los invasores
y de alguna manera se sintieron que no estaban solos. No había un solo
movimiento en la zona, ni siquiera sentían amenaza o ser observados, pero podían
sentir un montón de Corazones en aquel lugar. Durmiendo.
-¿Sientes eso?
-Sí. Es tan… cálido.
-Pero están tan…
-Callados…
-Sin embargo no veo a
nadie.
-Yo tampoco. Es tan…
extraño.
-Yo me siento
protegido. ¿Qué tal si aprovechamos el lugar para descansar?
-Sí… no nos vendría
mal un descanso.
Los dos Elegidos se
acomodaron en un montón de paja deshecha que había en el patio y cerraron los
ojos para descansar un poco aunque se quedaron totalmente dormidos.
La noche estaba a
punto de llegar a aquel lugar cuando una extraña Oscuridad que no era la noche
asoló el lugar, eran los Sincorazón. Las Llaves espada acudieron a las manos de
sus Maestros pero ninguno se despertó víctima del cansancio. Fue cuestión de
tiempo que la Oscuridad llegase hasta el castillo y de que varias Neosombras se
congregasen en torno a los Elegidos con la intención de descorazonarles, pero
entonces justo cayó la noche en el lugar y aquel sentimiento de calidez y de
silencio desapareció y antes de que los Sincorazón pudieran atacar a sus presas
desaparecieron destruidos sin a penas poder protegerse.
Esto despertó a los
Elegidos por el estruendo y se vieron rodeados de extrañas criaturas
humanoides, aunque más fuertes, altos, anchos y con alas. Sus extremidades acababan
en garras y parecían feroces.
-Eryn…
-Sí, puedo verlos.
Kuroi.
-Esa Oscuridad… He
podido sentirla un segundo y ha desaparecido.
-¿Crees que han sido
ellos?
-Habrán pensado que
eran invasores y les han destruído.
-¿Crees que pensarán
lo mismo de nosotros?
Fue entonces cuando
el más grande y fuerte de las criaturas dio un paso adelante y habló.
-¿Quiénes sois?
-Kuroi, habla…
-Ya le veo, Eryn.
-¿Esos son vuestros
nombres, humanos?
-Sí… Parece que sabe
lo que somos.
-Pues nosotros no
sabemos lo que son ellos.
-Somos gárgolas.
-¿Gárgolas?
-He oído hablar de
ellas de mi Maestro. Aunque nunca me las imaginé… así.
-¿Y… cuál es tu
nombre, gárgola?
-Las gárgolas no
necesitamos nombres, aunque los humanos solían llamarme Goliath.
-Oh, pues gracias por
salvarnos, Goliath.
-Jum.
-¿Por qué se lo
agradeces?
-Porque nos acaban de
salvar de ser comida de Sincorazón.
-No sabemos si tienen
pensado hacer lo mismo con nosotros.
-¿Para qué salvarnos
si luego nos iban a hacer lo mismo, Eryn?
-Tu amigo tiene razón.
No tenemos intención de haceros daño, pero tampoco queremos vuestra presencia
aquí.
-No… no venimos a
hacer nada malo. Sólo queríamos descansar, llevamos viajando mucho tiempo.
La gárgola líder
conocida como Goliath miró a sus compañeros, cada una tenía una forma y un
color diferente. Había una barbuda y anciana de color marrón, otra bastante
obesa de color cyan, una bastante más amenazante de color rojo que incluso tenía
pico, una más pequeña verde y finalmente una que iba a cuatro patas y carecía
de alas, parecía más una especie de… mascota.
-A nosotros no nos
importa, Goliath. ¿Verdad?
-Claro, hace mucho
que no teníamos visita. Podría ser interesante.
Eryn y Kuroi se
miraron y sonrieron, aunque la sonrisa de Eryn distaba mucho de ser alegre.
-Deberíamos irnos,
Kuroi.
-¿No les has oído? No
les molesta nuestra presencia y algo me dice que sus Corazones son tambien de
Luz.
-Que tu Corazón sea
de Luz, Kuroi, no te impide hacer barbaridades.
-Dejad de cuchichear,
humanos. Os podéis quedar, pero os tendremos vigilados.
-Oye, Goliath. ¿Te
importa si nos quedamos con ellos?
-Pero tened cuidado.
Goliath y la gárgola
anciana se alejaron del lugar dejando a las otras tres más jóvenes y al “perro”
vigilando con curiosidad a los humanos.
-¿No nos teméis?
-No, ¿por qué ibamos
a hacerlo?
-Los anteriores
humanos que vivían aquí nos tenían bastante miedo.
-Tranquilos. Nosotros
hemos visto cosas peores en nuestra vida. No parecéis peligrosos.
-Porque no lo somos.
-¿Y qué pasó con los
humanos que vivían aquí?
-Oh… nos traicionaron
y huyeron. Por eso Goliath ya no confía en los humanos.
-Pero vosotros sois
diferentes.
La mascota se acercó
a Eryn para olerla pero esta se alejó de ella, no le hacía nada de gracia.
-¿Por qué nos tienen
que tocar estos sitios?
-Eryn, ¿viviste
durante años rodeada de hechiceros oscuros y no puedes tolerar criaturas de la
Luz?
-¡Pero eran humanos!
-Ya...
La mascota se sintió
rechazada y se alejó desilusionada.
-Perdonadla. Es un
poco… maniática.
-¿Maniática? Y tú… ¡amanerado!
-No la hagáis caso,
está un poco estresada por el sueño.
-Y dinos, ¿Kuroi,
era?
-Sí.
-¿De dónde venis?
Pensaba que ya no quedaban humanos en este Mundo.
-Bueno… es que
venimos de otro Mundo.
-¡Guaaau! Eso debe
ser maravilloso. Poder visitar otros Mundos.
-Sí. Lo es. Antes
dijistéis que los humanos os traicionaron, ¿qué hicieron?
-Oh…
Los tres se miraron
sin saber muy bien si podían desvelar esa información sin sentirse
entristecidos.
-Los humanos mataron
a nuestros hermanos.
-Eso es… horrible.
-Lo es.
-Pero parecéis muy
fuertes, ¿cómo pudieron hacer tal cosa?
-Oh, bueno. Es que…
durante el día, las gárgolas, nos convertimos en piedra.
-¿En piedra?
-Oh, sí, ya me acuerdo de eso.
-Sí, nuestra piel se
petrifica por el Sol.
-Qué cosa más
extraña.
-Y los humanos
aprovecharon nuestra debilidad para destruir a nuestros hermanos.
-Lo siento mucho. ¡Oye,
Eryn!
-¿Qué se te ha
ocurrido ahora?
-¿No crees que Eleone
y su majestad no les importaría tener gárgolas que protegiesen el castillo? Nosotros
les protegeríamos por el día.
-¡No digas tonterías!
-¿Quién es Eleone y
su majestad?
-Son la familia real
de mi mundo natal. Son muy bellas personas y seguro que os tratarían bien.
-No sé si Goliath
quisiera hacer eso.
-¿Y por qué no
hablamos con él?
-¿Te has vuelto loco,
Kuroi?
-Oh, vamos, Eryn.
Deja de comportarte de esa manera.
-¡Jum!
-Dejadme a mí hablar
con Goliath.
Kuroi trepó la
muralla del castillo y en la torre principal de defensa se encontraba Goliath
sentado observando el horizonte.
-Hola, Goliath.
-¿Qué haces aquí,
humano?
-Kuroi, gracias. Quería hablar
contigo.
-Sé rápido... Kuroi...
-Tus amigos me han
contado lo que pasó con los humanos.
-¿Eso han hecho?
-Sí. Pero no te
enfades con ellos. De verdad que no tenemos malas intenciones.
-Lo sé. Lo he notado
cuando os fuimos a proteger. Sois diferentes. Pero eso no cambia la verdad
sobre los humanos.
-Pero no todos los
humanos somos así.
-También lo sé. Pero es mi
deber como líder del clan proteger a los míos.
-No… ¿No hay hembras
en vuestra especie?
-Sí. Sí que las había.
Eran pocas, y todas fueron destruidas durante la traición.
-Lo siento mucho.
-Pero guardamos una
camada de huevos en el sótano del castillo. Espero que nazca alguna hembra. Mmm…
no he debido decir eso.
-¡No! No te
preocupes, nunca revelaremos esa información a nadie. Oye, Goliath… ¿os gusta
vivir aquí en soledad? Esos tres parece que se sienten muy solos.
-Lo sé. Pero en este
Mundo ya no nos queda nada. Los humanos nos traicionaron y luego desaparecieron
con su magia.
-Podriáis venir a
nuestro Mundo.
-¿Cómo dices?
-Mi rey y sus hijas
son gente buena de Corazón. Os podríamos proteger durante el día y a cambio…
-¡¿Protegeros a
vosotros durante la noche?!
-…
-¡No! No puedo volver
a confiar en los humanos. No después de lo que hicieron.
-Pero, ellos…
-No puedo
arriesgarme.
-No es un riesgo. Yo
te doy la seguridad de ello. Y sabes que puedes confiar en mí.
-...aunque quisiera
confiar en ti, no podemos abandonar el Mundo hasta que los huevos eclosionen.
-Entiendo… ¡Pero,
oye! Entonces eso no es un no definitivo. Nos mantendremos en contacto y cuando
los huevos eclosionen, os vendremos a buscar. La soledad no es buena, Goliath.
-Pero es lo único que
te queda después de la traición.
-Entonces vuelve a
trabar amistad con alguien que te inspire confianza.
-Y supongo que tú
eres ese humano en el que debo confiar.
-Sólo si quieres. No
tienes porque darme la respuesta ahora, Goliath. Volveremos cuando los huevos
eclosionen. Hasta entonces puedes pensártelo.
-…
-¿Te importa si mi
amiga y yo nos quedamos aquí a dormir? Partiremos al amanecer.
-Si haces eso has de
saber…
-Sí, sí, ya. Que no
nos despediremos. Pues mejor, ¿no? Así tengo el sí asegurado.
-Jum… qué humano más
obstinado.
Eryn y Kuroi se
quedaron el resto de la noche en el castillo, aunque Eryn a penas pudo pegar
ojo por sus extrañas fobias a las criaturas no humanas. Cuando los primeros
rayos de Sol les dieron y ya estuvieron lo suficiente descansados, se
levantaron y pudieron observar las estatuas de Goliath y los demás antes de
volver a marchar al siguiente Mundo.
-¿Ya has hecho más
amigos?
-En serio, Eryn,
debes superar tu aversión a los seres no humanos.
-Me lo pensaré.
¿Conseguiste algo del grandullón?
-Sí. Le prometí que
volveríamos cuando… bueno, cuando ocurriese algo y les llevaríamos a Eclissis.
-Oh, genial.
-Eryn.
-¿Qué?
-Ojalá me hubiese
despertado al lado de Blanck.
-…ojalá lo hubieras
hecho.
Y los dos siguieron
por el enorme Espacio entre los Mundos buscando Corazones a los que salvar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario