domingo, 23 de septiembre de 2012

Capítulo 11: La verdad


Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

http://www.youtube.com/watch?v=RMwx6hu6kbY

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Jaleel encontró con facilidad a Mavras gracias a las indicaciones de Ansem, que parecía conocerle mejor que nadie, después de todo era su aprendiz. Le encontró en una de las almenaras exteriores del castillo, observando el vasto y cristalizado territorio que habitaba en el Mundo que había abajo.

-Bonitas vistas.
-¿Cómo me has encontrado?
-Ansem dijo que éste era tu sitio favorito.
-…parece que sabe más de mí de lo que creía. Me gustaría no estar cabreado con él, pero…
-Oye. Hay una pregunta que no he sido capaz de hacerle, ¿qué pasó con… nuestra madre?
-Ansem me dijo que murió cuando era muy pequeño, de una enfermedad.
-Ya veo. Espero con todas mis ganas que esa enfermedad no fuese resultado de los experimentos que realizó en nosotros cuando aún estábamos dentro de ella.
-Yo tampoco querría creerlo… Oye, ¿cómo es el lugar donde vives tú?
-Pues también es muy hermoso. Se llama Eclissis. Tiene altos rascacielos construídos gracias a magia y tecnología arcana, el rey que teníamos nunca le gustó la tecnología moderna, la creía en contra de la naturaleza. Tiene unos preciosos parajes a las afueras llenos de animales y criaturas y casi ninguna es violenta.
-¿Y no os alimentáis de ellas?
-No… Para nada… Hay pocas especies que usemos de ganadería, aprovechamos la magia para tener unos cultivos increíbles.
-Vaya… debe ser estupendo poder viajar tanto y ver Mundos. ¿Me llevarías contigo?
-¿Cómo dices?
-Yo sé que lo que mi maestro ha dicho es verdad, pero también he oído eso de que somos importantes… yo siempre he querido ser más que un simple aprendiz de laboratorio. Enséñame, por favor.
-El Reino de la Luz está pasando por un momento muy delicado y ahora estar conmigo puede ser peligroso…
-¡Me portaré bien, haré lo que me digas incluso aunque no me guste! Te lo prometo…
-Mmm… Dime, ¿cuál es tu trabajo como aprendiz?
-Me dedico a ayudar a Ansem con sus nuevos experimentos, ahora está creando poderosas armas para defender la ciudad.
-Puede que a la nueva reina no le moleste tener tu ayuda para proteger Eclissis con algo de tecnología moderna.
-¿Te llevas bien con la gente de allí?
-Sí, claro. Pero nunca me he sentido atado a ninguno de ellos. Bueno, nunca me he sentido atado a nadie, hasta que te he conocido.
-¿No tuviste una "madre"?
-Eso parece... Pero murió poco después de llevarme a Eclissis. Y el que tendría que haber sido mi padre estaba muy ocupado con sus otros "cuatro hijos".
-¡¿Cuatro?!
-Bueno, en realidad solo tuvo dos hijas con la reina. Pero se tuvo que hacer cargo de dos varones cuando sus padres murieron, pero les quiso como a sus hijos y les entrenó para un día proteger a sus hijas.
-¿Y a ti no te importó?
-Sí, un poco. Me sentía desplazado sin nadie a quien importarle... Mira, no soy un tipo muy agradable… y es posible que sea por lo que Ansem me hizo, pero es lo que soy… No será fácil vivir conmigo.
-No, no… No es como si no me importara que haya descubierto que tengo un hermano, pero no espero que este viaje contigo sean unas vacaciones para conocernos mejor. Quiero ser útil.
-Bien, pero antes deberíamos hablar con Ansem. Ahora que me doy cuenta no podrías durar ni dos minutos en el Espacio entre los Mundos y hay algo que dijo que podría ayudarnos.
-Vale.

Mavras dijo aquello con determinación y los dos hermanos volvieron a reencontrarse con Ansem, el sabio.

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Cuando Eleone despertó se encontraba en una cama no muy cómoda, aún se sentía mareada y a penas podía moverse, fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba atada a la susodicha cama y eso la asustó bastante, lo suficiente para terminar de despertarla del todo y ver que estaba en un lugar bastante funesto. Una alta figura que la estaba observando se percató del repentino despertar de la reina y se acercó a darle la bienvenida.

-Buenos días, Eleone.
-¿Qu-quién eres? ¿Por qué me tienes atada?
-Para que no puedas irte obviamente.
-¡¿Qué quieres de mí?!
-Necesito tu Luz para varios experimentos. Así que tuve que usar un poco de Oscuridad para atraparte.
-¡¿Có-cómo?! ¡Suéltame!
-Tranquila, majestad, podríais haceros daño.
-¿Quién eres? ¿Por qué haces esto?
-Porque hace poco tuve una visita que me hizo recordar que aún puedo hacer algo por salvar el Reino de la Luz. Si pudiera duplicar tu poder y dársela a otros Elegidos, la batalla estaría ganada con facilidad.
-¡¿Eso es posible?!
-Ah… así que saber que eso ayudaría te hace querer cooperar.
-Pero, ¿por qué no me lo has pedido? Mmm… hazte a la luz.

La figura aceptó la petición de Eleone y acercándose a la luz se pudo ver la extraña armadura que le rodeaba, protegiéndolo de Dios sabe qué.

-Me llamo Garland, reina Eleone. Y vamos a ser muy buenos amigos. Y ella seguro que te lo agradecerá.

Garland chascó los dedos y una bóveda cristalina llena de un extraño líquido que sustentaba la figura de una mujer se encendió dejando a Eleone estupefacta.

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En esos mismos momentos, Kuroi y Eryn aterrizaban en la ciudad en la que una vez vivía la última y en la que aún habitaba su Maestro, el cual les recibió con normalidad, pues no hacía más de unos días que habían estado allí llevando al Dahaka.

-Habéis vuelto rápido, ¿conseguistéis llegar a Eclissis?
-Sí, Maestro. Pero ahora no hay tiempo para eso. ¿Crees que podrías encontrar a Eleone?
-¿Encontrarla? ¿Es que se ha perdido?
-Salió de Eclissis hace poco y la perdimos el rastro por culpa de una ola de Oscuridad.
-Y teméis por su seguridad. Seguro que puedo hacer algo al respecto.
-Gracias, Maestro.
-De nada, dadme un poco de tiempo.
-Por cierto, Ark, ¿cómo está el Dahaka?
-Oh, tranquilito y sin molestar, ¿por qué no le hacéis una visita mientras yo preparo las cosas?
-Sería una buena idea, ¿vienes Eryn?
-No, ve tú. Esa cosa no me hace mucha gracia.
-Como quieras.

Kuroi se dirigió él sólo hacia la prisión del Dahaka mientras Eryn se quedaba recordando cosas de su vida allí. No tardó mucho el Elegido en llegar a donde el guardián del tiempo dormitaba.

-Sigues ahí… No sé si dejarte aquí sería buena idea, pero no puedes matarnos a mí y a Eryn.

El Dahaka no respondió, aunque abrió los ojos para observar detenidamente a Kuroi.

-Seguro que no entiendes ni que somos Elegidos ni cuál es nuestro trabajo en el Reino de la Luz. A ti sólo te importa la línea del tiempo.
-…
-Mmm… No entiendo porqué de repente creo saber tanto de él. ¿Me estás metiendo información a través de telepatía o algo así?
-No me hace falta.
-¡Has hablado! Y te he… entendido… ¿Cómo es eso posible?
-Aún es muy pronto para desvelarte esa información. Pero a fin de cuentas no eres muy distinto a mí. Eres otro guardián del tiempo. Sólo que con otros objetivos. Deberías sacarme de aquí, ¿quién sabe cuantos otros insensatos como tú estarán intentando cambiar el pasado?
-Si te saco de ahí podrías matarnos.
-Es un precio que has de pagar por proteger la linea del tiempo.
-Deberías utilizar otros métodos de negociación para que te deje salir de ahí.
-Si no lo haces, puede que todo acabe destruído, y cuando digo todo, el Reino de la Luz está incluido.
-Tranquilo. Nosotros lo protegeremos.
-¿Vosotros? No. Los Elegidos no tienen ese poder. Sólo tipos como tú y yo pueden proteger la línea del tiempo que está más allá de cualquier Reino.
-¿Tipos como tú y yo?
-Dame tu mano, te lo mostraré.
-No voy a…

Aunque Kuroi quiso desoír aquella insinuación, algo muy dentro de él le obligó a introducir la mano en la burbuja de agua que contenía al Dahaka y tocarle la mano. Lo que ocurrió a continuación fue un total misterio. Cuando Kuroi se despertó no había burbuja de agua ni Dahaka por ninguna parte.

-¿Qué…? ¿Cómo…? ¡¿Dónde está?! ¿Qué… ha pasado? Si él está libre… debería estar muerto. Agg… mi cabeza.
-¡Kuroi, Kuroi! ¡¿Qué haces?!

Eryn apareció girando la última esquina.

-Aquí estás, ¿qué haces aquí abajo?
-¡Eryn, es el Dahaka ha desaparecido!
-¿El qué? ¿De quíen estás hablando?
-¿Cómo que de quien estoy…? Espera, ¿no te acuerdas?
-¿Acordarme de qué? Kuroi, ¿te has vuelto a golpear en la cabeza?
-No… yo…

Kuroi se giró intentando buscar de nuevo la burbuja de agua o un charco, o al Dahaka pero no había nada, sólo él… y lo que parecía un extraño sueño. ¿Había reescrito el tiempo y el Dahaka había dejado de existir en pasado, presente y futuro?

-No importa. ¿Tu Maestro ya ha terminado?
-Sí, por eso he venido a buscarte. No te lo vas a creer.
-Cuéntamelo por el camino.

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-Suponemos que es hora de contaros a qué os estáis enfrentando.
-¿Queréis decir que vosotras lo sabéis?
-Eso es lo que exactamente queremos decir, Keiro. ¿Por qué no os ponéis cómodos?

Los Elegidos hicieron caso a la hermana mayor y se sentaron en los cómodos sofás que había en la sala: Keiro junto a Bastet, Zero ligeramente lejos de Claudia y Vali solo.

-Hace 21 años surgió una amenaza para el Reino de la Luz en la forma de un ser humano terriblemente malévolo.
-Nadie recuerda su nombre, pero él se hacía llamar Caos.
-Su poder sólo era comparado a su maldad y el Reino de la Luz decidió que alguien así debía ser eliminado así que nos lo hizo saber a través de tu madre, princesa Claudia.
-¿Cómo?
-Por premoniciones y auspicios. Tu madre era especial.
-Como Eleone…
-Sí, es muy posible que tu hermana mayor lo heredase de ella.
-Por aquel entonces éramos muy jóvenes, tendríamos vuestra edad, ni siquiera Sina y Astinus habían nacido ni habíamos conocido a sus padres. Pero el Reino de la Luz tenía un plan para todos nosotros y consiguió reunirnos.
-Ese tal Caos… debería tener un plan, ¿no?
-A eso llegábamos ahora, joven Elegido. Caos era poderoso, pero no tenía nada que hacer contra cinco Elegidos. Como habréis supuesto su única meta era traer toda la Oscuridad posible a nuestro Reino pues había dejado su Corazón corromperse por ésta y al poder controlarla, se creería el ser más poderoso de aquí.
-Le vencimos repetidas veces y truncamos sus planes otras tantas, pero su única y verdadera meta…
-Era resucitar a los Dioses Oscuros.
-¿Los Dioses Oscuros?
-Ese nombre no pinta muy bien.
-Igual que hay Dioses y Guardianes que protegen los Mundos del Reino de la Luz, también hay Dioses y Guardianes en el Reino de la Oscuridad que hacen lo mismo.
-Pero dado a que en ese Reino las cosas pintan de otra manera… los Dioses también funcionan de otra.
-Se dedicaban a pelear entre ellos para demostrarse cuál era el más poderoso y el que protegía el mejor Mundo. Tras la gran batalla que asoló el Reino de la Oscuridad solo sobrevivieron cuatro y se repartieron los restos.
-Aún así no podían evitar luchar entre ellos de vez en cuando.
-Eran sumamente poderosos, habían conseguido absorber los restos de los otros Dioses y eran los seres más poderosos que el Universo en sí podía haber conocido.
-Pero eran incapaces de salir de su Reino, así que no suponían ninguna molestia para el resto de los Reinos.
-Pero Caos si podía traerles, ¿no?
-Y terminó consiguiéndolo.
-Aunque sólo trajo a uno, y aún así no tenía todas sus fuerzas.
-Trajo al Dios Ánima. Un ser tan poderoso que podía matar con tan sólo una mirada.
-Con la ayuda de Caos asoló Mundos enteros.
-Destruyó civilizaciones.
-Masacró ciudades.
-Eliminó Elegidos.
-¿Y cómo conseguistéis detenerles?
-Fue en una gran batalla.
-Conseguimos atraer a Caos y a Ánima a un mundo desolado dónde la pelea no haría daño a nadie. Pero eran demasiado poderosos.
-¿Y cómo vencistéis?
-Tu madre despertó sus poderes como Avatar de la Luz.
-¡¿La Reina Arturia era un Avatar de la Luz?!
-Sí. A pesar de estar desolado aquel Mundo, Arturia consiguió reunir el suficiente poder de la Luz para encadenar a Ánima.
-Y el resto nos encargamos de Caos. Le hicimos una gran herida pero consiguió desaparecer a tiempo.
-¿Y qué pasó con Ánima?
-Arturia sabía que no teníamos el poder suficiente para derrotarle, así que le selló.
-¿Le selló?
-Sí, le aprisionamos y Arturia se quedó con la Llave. Nadie jamás podría abrir la prisión.
-¡Por eso atacaron Eclissis, ¿es eso no?!
-…
-¡Allí está la prisión!
-Sí, joven y astuto Elegido. Arturia tenía que tener sus ojos bien puestos sobre Ánima, así que le encerró bajo el Castillo de Eclissis.
-¿Hemos vivido todo este tiempo encima de un Dios Oscuro?
-Qué tenebroso…
-Y eso es lo que ellos quieren. Liberar a Ánima.
-Sí. No sabemos muy bien con que os referís a ellos. Pero seguramente Caos esté detrás de todo.
-¿Y qué hay de la Llave?
-Zero…
-La Llave es un arma de doble filo. Consigue mantener a Ánima encerrado pero si alguien la encuentra…
-Era la propia Arturia.
-¿Mi madre era la llave?
-Fue un poderoso hechizo en el que trabajamos los cinco. Convertimos a Arturia en la llave.
-Pero mi madre murió.
-Lo sabemos, hace diez años. Pero suponemos que le pasó esa pesada carga a…
-Mi hermana…
-¿Queréis decir que ahora la Llave es la Reina Eleone?
-En realidad no lo sabemos con total seguridad. Hace diez años tu madre tuvo una última premonición.
-Vio su propia muerte.
-Y temió que si Caos la encontraba muerta, podría absorber de ella el poder de la Llave y liberar a Ánima.
-Así que buscó un Corazón puro para otorgarle los poderes de la Llave.
-Pero no sabemos si lo consiguió, no llegó a ponerse en contacto con nosotras.
-Suponemos que fue porqué murió.
-Pero dado que Caos sigue intentando entrar en Eclissis…
-Y que estamos todos vivos…
-Significa que aún no tiene la Llave.
-No, pero ahora gracias a vosotras ya tengo la respuesta.

De entre las sombras de detrás de unas columnas, apareció una temible figura protegida por una armadura de batalla que le protegía todo el cuerpo, aquello dejó perplejas a las reinas de Gemelus.

-Todo este tiempo insuflandoos Oscuridad pensé que os acabaría haciendoos hablar. Qué irónico es que al final recuperar vuestro juicio es lo que os haría hablar. Hicimos bien en dejaros vivos a todos.

De dos portales oscuros aparecieron dos figuras más, una protegida por un traje de combate con el pelo largo y una gigantesca espada y otro era el mismo tío al que se enfrentó Keiro en Ciudad Eclissis.

-Todo este tiempo…
-Y no llegar a pensar que estabas detrás de ello…
-Sí que lo sabíais, pero nunca pensastéis que sería capaz de planear algo tan bien. Siempre os pensastéis que solo era fuerza bruta.
-¡Caaaaos –¡Caaos!

Las dos hermanas salieron disparadas desde el trono directas a Caos y le atacaron a la vez invocando sus Llaves Espada, aunque el enorme coloso de hierro las detuvo sin problemas.

-Y en realidad no os equivocabáis, pero encontré unos amigos muy astutos.

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