jueves, 27 de septiembre de 2012

Capítulo 14: Caminos separados


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http://www.youtube.com/watch?v=slK7BW_48_w

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Jaleel y Mavras estaban descansando en uno de los bonitos balcones del castillo de Vergel Radiante mientras Ansem buscaba el susodicho informe donde tenía por escrito el funcionamiento del rito para pasar el poder de una Llave espada. En realidad hacía tiempo que Jaleel no descansaba de aquella manera, sin temor a que nada pasara, ni siquiera aquellas noches que pasaba en las almenaras del Castillo de Eclissis eran libres de estrés.

-Ahora que estamos a solas podrías contarme qué has hecho todos estos años.
-Mmm… no sabría cómo empezar. Aunque ahora que miro atrás… me doy cuenta de lo rápido que he crecido en los últimos años, ni siquiera había caído en ello.
-Ahora que lo dices yo tampoco. Supongo que en un año o dos te alcanzaré en altura, je, je.
-Con un poco de suerte me habrás superado. Y no solo en altura, ya oíste a Ansem, tú eres más refinado que yo, una versión mejorada de mí.
-Pero tú has estado entrenando todo este tiempo y yo no.
-Pues con nada que entrenes seguro que me alcanzas en seguida.
-¿Sabes…? Nunca me habría imaginado esto. Aquí los dos sentados, hablando de lo que nos hemos perdido juntos.
-Sí… La vida puede darte muchas sorpresas. ¿Mmm? ¿Qué es eso?
-¿El qué?

A lo lejos Jaleel pudo observar la silueta de un objeto volador que se acercaba a toda velocidad.

-Quizás es un aparato del maestro.
-¿Tú crees? Porque viene directo hacia aquí.

No tardó unos segundos más en llegar mientras los dos jóvenes observaban como lo hacía. Era una máquina bastante extraña y anticuada, y en cuanto llegó se abrió poniendo a los dos hermanos en tensión, aunque rápidamente se tranquilizaron cuando extrañamente empezó a hablar. Y la voz le era muy familiar a Jaleel.

-Jaleel, te envío este mensaje de parte de la reina Eleone. Quiere que te reúnas con ella cuánto antes aquí en Pandemónium.
-Garland…

A penas le dio tiempo a Jaleel a reaccionar cuando la máquina se volvió a cerrar y se alejó a gran velocidad.

-¿Qué era eso?
-Uno de los aparatos de Garland. ¿La reina está con él?
-¿Garland no es el Maestro de mi maestro?
-Sí. Qué extraño. ¿Por qué querría la reina que me reuniese allí con ella?
-¿Ocurre algo Jaleel?
-No sé. De Garland me podría esperar una trampa pero no de esta manera. Sabe que no soy lo suficiente tonto como para caer en algo tan estúpido.
-¿Entonces?
-Significa que es verdad. La reina hubiera sido más específica en su mensaje pero he de suponer que le dejó el trabajo de mandarme el mensaje a Garland. ¿Cómo habrá llegado la reina a Pandemónium?
-¿Tienes que irte, Jaleel?
-Sí. Pero esperaré un poco más a que Ansem encuentre ese documento. No voy a irme sin ti, te hice una promesa.

Mavras no respondió, tan solo sonrió alegre de aquellas palabras.

-¿Crees que estoy preparado para ser un Elegido?
-Mucho más de lo que yo estaba. Eso seguro. Pero aún no sabemos si se te va a entregar una Llave espada después de que haga el rito. Quizás tarde un tiempo.
-¿Entonces cómo nos iremos?
-Ahora que lo dices… Aunque se te diese la Llave espada no puedo enseñarte a usarla tan rápidamente, pero…
-¿Pero qué?
-Puede que aunque no se te entregue la Llave, la armadura te proteja si te pones en peligro.
-¿En peligro?
-Nada más salir del Mundo es probable que te proteja… Si no volveré rápidamente para que no te pase nada. Tu Corazón es fuerte.
-Esperemos que sea como dices.

No tardaron en volver al interior del castillo donde Ansem había encontrado el informe y se lo dio a Jaleel para que lo leyera. Luego Jaleel se acercó a Mavras e invocó su Llave espada, ambos estaban preparados.

-Tiende la mano, blande esta Llave. Siempre que poseas los arrestos, con este humilde acto de consentimiento su portador un día acabarás siendo. Y a mi lado llegarás, amigo mío. No habrás océano que sea un desafío. No más fronteras ni aquí ni allá habrá. Ninguna mientrás a quien ames sepas amparar.

Jaleel cogió entonces la Llave espada del filo enseñándole la empuñadura a su hermano y haciéndole un ademán con la cabeza para que la cogiera. Mavras titubeó unos instantes pero luego tomó valor para lo que aquello significaba en su vida y cogió la Llave espada de su hermano. La cogió con firmeza y un brillo se asomó en su Corazón, luego, a sorpresa de todos, la Llave espada apareció en las manos de Jaleel pero la que Mavras sostenía seguía en sus manos.

-¿Cómo es posible? Es…
-Es la misma… Se ha duplicado…
-¿Esto es normal, Ansem?
-No lo sé. No entiendo mucho de Llaves espada. Quizás se lo deberías preguntar a Garland si vuelves a verle.
-Ahora mismo vamos a verle. No esperaba que tuvieras la Llave espada tan pronto.
-¿De verdad es… es mía?
-Eso parece. Yo sigo teniendo la mía. Es como si pudiéramos blandirla los dos. Ansem, ¿seguro que no tienes nada que ver? ¿No nos diste también la habilidad de portar una Llave espada?
-Quizás… Quizás…
-¿Quizás qué?
-Quizás al poner un trozo de armadura dentro de vosotros… Después de todo la armadura viene de la Llave espada.
-¿Quieres decir que en realidad estamos portando la Llave espada de Garland porque rodea nuestros Corazones?
-Es sólo una teoría…
-Pero la Llave espada de Garland era distinta…
-En realidad la Llave espada no tiene forma, es sólo el artilugio. La forma y su poder provienen de los recuerdos y el Corazón del portador. Quizás Mavras aún no tiene el suficiente poder para darle forma a su Llave espada. Aún así sólo alguien capaz puede llevar una Llave espada. Da igual que pusiera esa armadura en vuestros Corazones, estabáis destinados a hacer grandes cosas.
-No tenemos más tiempo. Mavras, ¿no quieres despedirte?
-No… No es como si me fuera a ir para siempre. Yo… volveré, maestro.
-Lo sé, Mavras. Ve con cuidado.
-No tengo tiempo para enseñarte a invocar la Llave deslizador, hermano, y menos siendo un recién Elegido.

Jaleel invocó su Llave deslizador y agarró a Mavras poco antes de que les envolviera sus armaduras a modo de mimesis, lo que hacía uno lo hacía el otro, algo misterioso. No tardaron en decirle adiós a Ansem sin hacer más preguntas sobre aquel misterio y salieron volando directos a Pandemónium.

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Finalmente Keiro y Vali llegaron a lo alto de la barrera y se abrió para ellos, siendo una orden directa desde el castillo, no tardaron en entrar a toda velocidad pero la barrera no se cerró lo suficiente rápido. Cuando estaban a medio camino del suelo algo entró detrás de ellos en picado. Keiro se giró.

-¡Mierda! ¡Ha entrado!
-¡No podemos permitírselo!

Casi al unísono y totalmente sincronizados, Keiro y Vali dieron la vuelta y embistieron a Caos cada uno de un brazo con la intención de volver a sacarle de allí. Estaban a punto de llegar al agujero central de la barrera cuando Caos consiguió recuperar la estabilidad y cogió a los dos Elegidos de la cabeza y empezó a girar a gran velocidad soltándolos y mandándolos a metros de distancia. Keiro consiguió invocar a Odín a tiempo que le cogió en brazos, aunque esta vez el caballero justiciero venía montado en un caballo de seis patas que parecía tratar el aire como si fuera suelo.

-Odín… ¿qué… qué es…?
-Es mi caballo, Sleipnir, el caminante del vacío. Sube, Keiro.

Y ayudándole con un brazo, Keiro se subió a lomos del caballo detrás de Odín y empezaron a trotar dirección a Caos que volvía a caer en picado. En la otra punta, Vali invocaba a Shiva que le atrapó en el aire, aunque la fuerza de la dama de hielo no era la misma que la de Odín y derraparon por el aire hasta que Shiva detuvo todo el poder del lanzamiento.

-¡Shiva! ¡Tenemos que ir tras él! ¡El tobogán!

La mujer helada lo entendió al instante y creando un empinadísimo y enorme tobogán de hielo al instante, Vali se dejó caer por él manteniendo el equilibrio como un esquiador profesional. Shiva le seguía levitando. No tardó Caos en darse cuenta de que aquellos Elegidos no se habían dado por vencidos y cuando tocó tierra se encaró a ellos.

-Jóvenes ilusos, no tenéis nada que hacer contra mí. ¡Kraken! ¡Lich!

Un enorme pulpo antropomórfico de color azul oscuro con los ojos rojos como la sangre cayó de la nada encima del tobogán partiéndolo y haciendo caer al vacío a Vali. Por el otro lado apareció un esqueleto vestido con una túnica morada que levitaba en el aire y quedó en frente del camino del caballo.

-¡Haceros cargo de ellos! Yo tengo una reina que atrapar, una vez más…

Shiva consiguió detener a tiempo la caída de Vali cogiéndole de ambos brazos y siguió bajándole, esta vez con sus propias fuerzas.

-¡Shiva, cuando bajemos ocúpate de ese pulpo obeso, yo tengo que detener a Caos!
-¡Hecho!

En el otro lado del aire, Keiro bajaba a toda velocidad montado en Sleipnir junto a Odín.

-¡Odín, hazte cargo de ese esqueleto, yo me voy a por Caos!
-¡Déjamelo a mí!

El impacto fue tremendo, la espada de Odín cortó el aire hasta que chocó contra las enormes garras del esqueleto, momento que Keiro aprovechó para saltar por encima del caballo y utilizando los huesos del esqueleto como apoyo, bajó al suelo columpiándose. Shiva por su parte soltó a Vali justo antes de llegar al suelo que se las apañó para caer de pie y siguió corriendo mientras Shiva le daba una patada con toda la fuerza de la caída que distrjo lo suficiente al pulpo para que Vali siguiera su camino. No tardaron los dos Elegidos en reencontrarse y corrieron detrás de Caos que volvió a sentirles.

-¿Es que no se dan por vencidos? ¡Marilith! ¡Tiamat!

Esta vez del suelo salió una mujer con la parte inferior del cuerpo de una serpiente con seis brazos y se llevó a Vali por delante, a Keiro no le dio tiempo a reaccionar pues volando en picado apareció un dragón de cinco cabezas que le golpeó y le hizo chocar contra el suelo haciendo un surco en él.

-¡Y que nadie más me moleste!

Caos prosiguió su andanza hacia el castillo mientras ahora los dos héroes y sus invocaciones se enfrentaban a aquellas cuatro bestias que parecía haber invocado el Señor de la Oscuridad sin dificultad alguna.

Mientras tanto, en el Castillo, Alexander que había visto todo aquello empezó a mover a todos los soldados.

-¡Biggs y Wedge que vayan con su batallón a apoyar al Capitán Vali y a Keiro, no quiero nada de reencuentros fantásticos hasta que acabéis con esas bestias!
-¡Sí, señor!
-¡Los tres primeros batallones que preparen una defensa férrea para proteger el Castillo, que nadie entre¡ ¡No podemos permitir que destruyan el núcleo de la barrera!
-¡Sí, señor!
-¡El resto de batallones que se preparen contra posibles enfrentamientos contra los Sincorazón, aunque la barrera esté cerrada, ahora que el enemigo ha entrado no podemos esperar menos!
-¡Señor, vienen más Llaves deslizador por el cielo, ¿les dejamos entrar?!
-¿Cuántas son?
-¡Dos, señor!
-¿Dos? ¿Eryn y Kuroi vuelven sin la reina? ¿O serán otros dos? Mmm… Dejadles pasar.
-¡Pero señor, podrían aprovechar para entrar más!
-¡Nos arriesgaremos, necesitamos más Elegidos en la batalla, procurad que la barrera se cierre nada más entren!
-¡Sí, señor!
-¡¿Y qué hacemos con el Señor de la Oscuridad, señor?!
-De él me encargo yo. ¡Que la batalla empiece!

Los guerreros y hechiceros empezaron a moverse según las órdenes de Alexander, el batallón de Biggs y Wedge no tardaron en salir del Castillo en busca de su líder para ayudarle. Por su parte Alexander hizo lo mismo, aunque se dirigió por la calle principal, ruta por la que Caos había decidido ir sembrando el terror. No tardó el joven general en encontrarse con el Señor de la Oscuridad invocando su lanza en el acto.

-Mmm… No eres un Elegido…
-¿Y qué?
-¿Planeas derrotarme sin una Llave espada?
-La Llave espada solo es un arma. Lo que importa es lo que hay aquí dentro, y si no me equivoco tú no tienes.
-Joven iluso…

Caos no dejó más tiempo a Alexander para prepararse, le asaltó desde el aire con un poderoso golpe con su enorme espada pero el golpe fue detenido en seco por la lanza del general, cosa que sorprendió bastante al Señor oscuro.

-Ahora sabrás porque soy el General de Ciudad Eclissis.

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Al mismo tiempo que Eryn y Kuroi eran permitidos entrar en Eclissis y alertados de lo que iban a encontrarse al llegar, Blanck aterrizaba en Pandemónium y era dejado entrar sin problemas. Cuando entró al hall y vio a Eleone se sorprendió, pero cuando vio a Danna junto a ésta...

-Da… ¡Danna!
-¡Blanck!

Los dos corrieron a la vez y Danna saltó sobre Blanck que la cogió al aire dándole una vuelta y abrazándola cuando deshizo la inercia. El abrazo sorprendió bastante a la reina Eleone que no había podido imaginarse a Blanck de esa manera, aunque rápidamente entendió que la muerte de Danna era muy posiblemente la culpable de la situación sentimental anterior del Elegido. Eleone sonrió después de ver semejante panorama.

-¿No te sientes orgulloso de haberles reunido?
-Este tipo de reuniones ya no son de mi agrado.
-Garland, ¿crees que… podrías traer a mi madre de vuelta?

Incluso a pesar de llevar aquel casco tan lúgubre, Eleone sintió como el semblante de Garland se apesadumbraba ante aquellas palabras. ¿De verdad la reina le estaba preguntando a aquel dolido padre si lo podía hacer?

-¿Crees que no lo he intentado ya?
-¿Lo intentaste?
-Múltiples veces. Incluso con tus poderes antes de resucitar a Danna. Pero...
-¿Y no lo conseguiste?
-¿Ves a tu madre por alguna parte?
-No… ¿Qué ocurrió? ¿Por qué no pudiste?
-Porque ella no quiere regresar.
-¿No… quiere…? ¿Hablaste con ella?
-Por última vez…

Con cada gesto, con cada palabra, el casco de Garland se iba volviendo más invisible para Eleone que empezaba a entender a su abuelo materno cada vez más. Su sufrimiento, su frialdad, sus métodos… Eleone no quería sentir todo aquel dolor y volvió a observar a Blanck y Danna para cambiar aquel sentimiento.

-¡Danna, estás viva de verdad!
-¡Sí, Blanck!
-¡Jodido viejo, te debo mi vida!
-Pero Blanck… No…
-¿Qué pasa?

Las palabras que siguieron a continuación desanimaron a todos los que había en esa sala: Garland se sintió un fracasado, Eleone perdió toda esperanza y Blanck… Blanck…

-No voy a estar viva mucho tiempo, Blanck. Esto es solo temporal. El Reino de los Corazones volverá a demandar mi Corazón. Ése es ahora mi lugar. Pero al menos ahora podremos despedirnos.

A cada palabra que salía de la boca de Danna una lágrima salía de los ojos de Blanck hasta que no pudo evitar ponerse a llorar pese a la emoción que desprendía Danna de felicidad.

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