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-¡Baaaaasteeeet!
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-¡Baaaaasteeeet!
Keiro consiguió interceptar a Bastet a tiempo justo cuando iba a salir por la puerta aérea de la barrera de Eclissis.
-¡¿Keiro?!
-No
puedes irte, Bastet.
-Pero…
el Maestro… no puede hacer esto solo…
-Y
yo tampoco, Bastet.
-Me…
¿Me estás haciendo elegir, Keiro?
-No…
Bastet, no. El Maestro ya decidió por los dos. Acepta su decisión.
-No
puedo… Él era como un padre para ti, Keiro. No podemos dejarle hacer esto solo.
-Él
ha elegido su camino. Y nosotros tenemos que elegir el nuestro. Yo elijo
proteger Eclissis, ¿qué eligirás tú, Bastet?
-Keiro,
no… no es justo…
-¿Y
qué es justo de lo que nos ha pasado en los últimos dos meses? Chrystalis será
siempre nuestro hogar pero ahora nos necesitan aquí, ellos son nuestros amigos.
¿Les dejarás solos en la batalla final?
-…no
están solos…
-Bastet,
muchos de nosotros tenemos un hogar diferente, si nos fuésemos todos, ¿quiénes se
quedarían? ¿Eleone, Claudia y sus guardianes? Ellos sólo no pueden. Hasta
Blanck se ha quedado a luchar. No me dejes hacer esto solo, no podemos
separarnos.
-…esto
no debería estar pasando…
-No,
no debería. Pero no podemos evitarlo. Seamos fuertes juntos, Bastet. Derrotémosles
y luchemos porque la próxima generación no tenga que elegir las mismas
decisiones difíciles que nosotros.
-Ke-Keiro…
-¿Qué?
-Tu…
tu aspecto… tu pecho…
Keiro
bajó la mirada unos instantes para ver como su Corazón latía brillando, su pelo
recuperó su negro natural y sus ojos recuperaron aquel tono verde que Bastet
llevaba tanto sin ver, la piel se volvió otra vez viva y colorida.
-Tu
Luz…
Bastet
saltó desde su Llave deslizador y cayó en los brazos de Keiro abrazándole con
fuerza los dos subidos en la del joven que acababa de recuperar su bien más
preciado. La Luz que brillaba en su pecho era tenue y muy débil, pero
suficiente.
-Mi
Luz… No creía que pudiera echarla tanto de menos…
-No
tanto como yo la he echado de menos.
Los
dos se miraron sonriendo y volvieron a abrazarse.
-Me
quedo, Keiro. Siempre he sido tu Luz, si nos separamos… no quiero perderte otra
vez.
-Entonces
volvamos.
-Suerte,
Maestro…
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Claudia se hizo de nuevo el camino de vuelta corriendo hacia el castillo, aunque ahora con una carga ya que llevaba a Blanck, no se quejó en absoluto, aquello parecía un verdadero entrenamiento. Dejó a Blanck descansando en la enfermería y luego se dirigió al patio donde se encontró a Mavras sentado en un banco cabizbajo, tenía la Llave espada invocada y no parecía muy feliz.
Claudia se hizo de nuevo el camino de vuelta corriendo hacia el castillo, aunque ahora con una carga ya que llevaba a Blanck, no se quejó en absoluto, aquello parecía un verdadero entrenamiento. Dejó a Blanck descansando en la enfermería y luego se dirigió al patio donde se encontró a Mavras sentado en un banco cabizbajo, tenía la Llave espada invocada y no parecía muy feliz.
-Mavras,
¿te encuentras bien?
-Majestad…
yo… no…
-¿Ha
ocurrido algo con Jaleel?
-Algo
así…
Claudia se sentó a su lado y puso su mano sobre la suya que sujetaba la Llave espada.
-¡…!
-Puedes
contármelo. Si quieres.
-Jaleel
me ha pedido que vuelva a Vergel Radiante. No cree que esté preparado para esta
batalla pero quiere que lo esté para las futuras. Yo no quiero irme. Quiero
ayudar, quiero… protegerle… Sigue obcecado en que va a morir y yo… le creo… No
quiero perderle, majestad, le acabo de encontrar. No es justo…
-Mavras…
Jaleel no va a morir y… aunque mi hermana tuviera razón en su premonición… nunca se irá.
-¿No?
-Claro
que no. Mis padres también están muertos pero siguen aquí.
Claudia
se llevó la mano al pecho.
-Siempre
están aquí. Les veo sonreír y observarme. Sé que están orgullosos de mí.
-Majestad…
-Si
a Jaleel le pasa algo no tienes que preocuparte de nada porque tú le tendrás
aquí.
Ahora
Claudia posó su mano sobre el pecho de Mavras haciéndole sentir mejor.
-Siempre contigo.
-Je…
gracias… Supongo que la armadura que Ansem nos puso en el Corazón nos impide
ver este tipo de cosas… No deja pasar lo malo, pero tampoco deja pasar lo
bueno.
-Siempre
podrá pasar si alguien te ayuda a guiarlo. Y puedes contar conmigo para
ayudarte a guiarlo. Hagamos una promesa.
-¿Una
promesa?
-Sí.
La próxima vez que nos veamos, los dos seremos mucho más fuertes y seremos
capaces, no solo de proteger a quien queremos, si no también de hacer sentir
orgullosos a los que se han ido.
-Vale.
Ambos
cerraron sus puños dejando solo el dedo meñique extendido y los unieron
-Esta
es una promesa de que nos reencontraremos más fuertes.
-Gracias,
majestad. Ahora puedo irme tranquilo. Hasta la próxima.
-Hasta
la próxima, Mavras.
Los
dos se levantaron quedando el uno en frente del otro y sonrieron, se
despidieron y luego Mavras transformó su Llave espada en Llave deslizador y
montándose desapareció en el cielo como un destello. Sin embargo uno nuevo
apareció, antes de que siquiera pudiera darse cuenta, Claudia veía a su hermana
volver.
-¡Eleooooone!
-¡Claudia!
Eleone saltó de su Llave deslizador haciéndola desaparecer y acarició el pelo de su hermana.
Eleone saltó de su Llave deslizador haciéndola desaparecer y acarició el pelo de su hermana.
-Ya
estoy aquí. Mmm… me he cruzado con Mavras, ¿a dónde iba?
-Se
volvía a Vergel Radiante.
-¿Y
eso?
Claudia
se encogió de hombros, no quería desvelar los sentimientos de Jaleel a su
hermana ni la promesa que había hecho con Mavras.
-A
lo mejor le ha enviado a hacer algún trabajo Jaleel.
-Puede
ser.
-Majestades…
-¿…?
-¿…?
Las
dos reinas miraron en todas direcciones en busca de la procedencia de esa voz
pero no había nadie en el patio.
-¿Quién…?
-Soy
Zelda, majestades, os estoy hablando desde Gemelus.
-¿Gemelus?
¿No estabas con Kida?
-Hilda
y yo volvimos a Gemelus por precaución, los Espectros rondan en todas partes.
Hemos encontrado la ubicación de las tres princesas restantes, sabemos que estáis
esperando el ataque de Caos pero la protección de las princesas también es
importante. ¿Podriáis enviarnos a alguien?
-Eleone…
-Mmm…
¿Cuántos necesitáis exactamente?
-Hemos
pensado en dos, queremos que sean los protectores reales de las Princesas,
hemos creado un pequeño arca mezclando magia y tecnología para protegerlas.
Queremos que…
-¿Sí?
-Queremos
que Kuroi y Eryn sean los protectores.
-¿Kuroi
y Eryn? ¿Por qué ellos?
-Son
especiales. De entre todos los Elegidos son los que controlan los poderes del
Espacio y el Tiempo y sabemos lo que ocurrió en la Necrópolis, ellos fueron los
únicos que se sacrificaron, creemos que eso significa que tienen el potencial
de un Maestro.
-Vaya…
-¿Nos
cederéis su poder?
-¿Qué
dices, Eleone?
-Ahora
somos las dos reinas, Claudia. La decisión es de ambas. ¿Qué dices tú?
-Ese
hombre… dijo que el Reino de la Luz terminaría… Las princesas son importantes
Eleone, puede que necesiten a todas y sé que nunca podrían atraparte, pero…
Deberíamos darle importancia.
-Estoy
totalmente de acuerdo contigo. Está bien, Zelda. Os enviaremos a Kuroi y Eryn
en cuanto estén preparados.
-Gracias
majestades. Estáis haciendo lo correcto.
La
conexión se rompió y ambas hermanas volvieron a quedarse solas, aunque no por
mucho tiempo, Alexander apareció.
-¿Majestades?
-Alexander.
Mmm… ¿ocurre algo?
-No,
no. Sólo quería saber cómo estabáis.
-Mmm…
bien. Oye, ¿podrías hacernos un favor?
-Sólo
pídelo, majestad.
-¿Podrías
traernos a Eryn y Kuroi?
-¿Eryn
y Kuroi?
-Le
oí decir a Eryn que tenía que hablar con Kuroi, estarán en su casa.
-Bien.
¿Algo más, majestades?
-No,
Alexander, eso será suficiente.
-Bien,
pues voy a buscarles.
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Finalmente
todos los Elegidos volvieron a estar unidos en Eclissis, aunque no por mucho
tiempo, Alexander había reunido a Kuroi y Eryn en la sala del trono, donde las
dos reinas tenían que hablar con ellos.
-Majestades.
-¿Nos
habéis llamado?
-Sí.
Hemos mantenido contacto con Zelda en su búsqueda de las Princesas del Corazón.
-Han
encontrado a las tres últimas y han creado un arca para protegerlas.
-Y
quieren que vosotros seáis sus custodios.
-¿Nosotros?
-¿Nosotros?
-Je,
je… Sin duda son perfectos, ¿no crees, Ele?
-Sí,
Clau. Quieren que vayáis a Gemelus cuanto para empezar cuánto antes.
-¿De
verdad pensáis, majestades, que deberíamos irnos en un momento como éste?
-No
estoy muy segura, pero… La otra amenaza que suponía aquel hombre también es un
problema para nosotros. Contra Caos no pudimos prevenir sus movimientos, pero
si podemos contra ese otro frente, nos vendría bien ir un paso por delante.
-¿Tú
que piensas, Kuroi?
-Si
son los deseos de las reinas…
-¿No
puedes pensar una vez por ti mismo?
-Pero…
-No
te preocupes, Kuroi. Esta misión no puedo obligarte a realizarla, ya que
depende de dos reinas extranjeras. Sólo es una petición como Elegida, es tu
decisión.
-La
verdad que es una gran responsabilidad lo que Zelda pide, pero… yo preferiría
quedarme a protegeros, majestades.
-…
-Bueno…
no tienes que preocuparte por eso, Kuroi. Alexander y Zero ya nos protegen.
-Y
por si las moscas tenemos a Bastet, Keiro, Jaleel, Blanck, Sina, As y Vali.
-Entonces
bien… ¿y tú qué opinas, Eryn?
-¿Ha
dicho Zelda por qué nos quería a nosotros?
-Por
vuestros poderes sobre el Tiempo y el Espacio.
-Y
Zelda también sugirió que seáis los únicos con el nivel de Maestro debido a lo
que pasó en la Necrópolis.
-¿Por
arriesgarnos?
-Más
bien por ser los únicos que decidistéis que lo que importaba era el grupo y no
la misión.
-Ya
veo… Entonces me sentiré orgullosa de cumplir esta misión.
-Bien.
La verdad es que creo que sois la pareja perfecta.
-¿Pareja?
-Bueno,
ya me entientes, Eryn. Pareja de par. Dos…
-Ah…
Kuroi
y Eryn se miraron y tragaron saliva aliviados.
-¿Deberíamos
marchar ya, majestades?
-Cuando
vosotros penséis que estéis listos.
-Bien.
¿Podemos retirarnos?
-Por
supuesto.
Eryn
y Kuroi hicieron una reverencia y salieron de la sala del trono a paso ligero.
-¿Crees
que lo saben?
-No.
Pero casi nos delatamos nosotros mismos.
-Ya…
¿De verdad que querías aceptar esta misión o lo has hecho para complacerlas?
-Mmm…
no sé. Lo que sí sé es que Hilda y Zelda son las únicas Maestras de “fiar” que
quedan y quiero hacerme más fuerte.
-Oh…
Bueno, eso es suficiente. ¿Deberíamos salir ya?
-Vayamos
hacia el patio.
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Baster
y Keiro aterrizaron en el patio, parecían muy felices ambos de que Keiro
hubiese recuperado su Luz pero la felicidad duró poco, Keiro sintió algo y
ambos vieron una sombra moverse velozmente hacia el interior del castillo.
-¿Qué
ha sido eso, Keiro?
-No
lo sé, pero… esa Oscuridad…
-¿Oscuridad?
-Me
olía igual que a la de ese Señor de la Oscuridad al que me enfrenté.
-¿Un
Señor de la Oscuridad? ¿Ya han vuelto?
-Eso
parece…
-¿No
deberíamos avisar a los demás?
-No
creo que haya tiempo, Bastet. Tenemos que detenerle sea lo que haya venido a hacer.
-Sí.
Los
dos corrieron siguiendo la presencia del infiltrado hasta lo más alto del
castillo.
-¿A
dónde llevan estas escaleras?
-A
las torres más altas del castillo...
-¿Qué
puede haber aquí que busque?
-No
lo sé… O bueno, espera…
-¿Qué?
-¡El
núcleo de la barrera mágica! ¡Quiere
destruirla! ¡Corre más rápido, Bastet!
Los
dos siguieron subiendo aún a mayor velocidad y llegaron a la sala del núcleo de
la barrera justo a tiempo, pues al Señor de la Oscuridad Messam sólo le había
dado tiempo a derrotar a los soldados que había de guardia, aunque su aspecto
era lamentable, tenía los ropajes deshechos y estaba lleno de heridas y
moratones. Estaba justo a punto de destruir el núcleo pero Keiro detuvo el
golpe con su Llave espada.
-¡Tú!
-Me
parece que tu excusión termina aquí.
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