martes, 2 de octubre de 2012

Capítulo 19: Siguiendo adelante



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

http://www.youtube.com/watch?v=bIiT0keG5iQ

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Tres días habían pasado desde la batalla, tres días en los que la reina Eleone había estado preparando el entierro de su abuelo, tan sólo dos semanas después del de su padre, ¿a quién más le iban a arrebatar?

Ya hacía dos días que los Elegidos se habían reencontrado de nuevo. Claudia y Eleone iban a preparar la doble coronoación después del entierro, Vali había vuelto a casa tras medio mes fuera, Keiro y Bastet se habían vuelto a reunir y pensaban una manera de deshacer el estado del primero, Jaleel y Mavras pasaban los días juntos entrenando para que no volviera a pasar lo de la última vez, Blanck había vuelto para estar más cerca de Nanaki y el bosque ya que Pandemónium estaba desolado, As y Sina se habían establecido temporalmente en Eclissis hasta que encontraran a sus madres.

Claudia y Eleone encabezaban de nuevo la cabalgata de muerte por la calle principal, aunque la gente que salió a las calles esta vez fue mucho menos, dada la poca importancia del muerto, aún así se asomaban a la ventana curiosos. Protegiendo a las hermanas como siempre a escasos metros de ellas estaban Alexander y Zero que seguían sin hablarse. Jaleel, Mavras, Keiro y Kuroi portaban la tumba, el resto de Elegidos iban detrás excepto Blanck.

Finalmente llegaron al cementerio de la ciudad, y llevaron los restos de Garland hasta cerca del mausoleo de la reina Arturia donde le enterraron justo en la parte trasera, protegiendo a su hija. Eleone no quiso irse sin decir unas palabras antes.

-Él… escogió la manera en que quería morir… Luchó por todos nosotros y consiguió proteger Eclissis con su vida y ahora seguirá custodiándola en la muerte. He perdido a casi toda mi familia por su culpa y todavía no ha habido nadie capaz de hacerle pagar por lo que ha hecho… Por ello, la reina de Eclissis ha decidido condenar a muerte a Caos.

Todos los compañeros miraron a Eleone sorprendidos frente a aquella aclaración, sin duda el Corazón de la reina estaba empezando a endurecerse con cada pérdida. Claudia la abrazó y miró la tumba de su abuelo materno pese a que ella a penas le había conocido.

-Ni siquiera son ya seres humanos… Sólo son monstruos sedientos de poder, no permitiré que ningún habitante más del Reino de la Luz tenga que sufrir por su culpa, y la única manera de evitarlo es acabar con su existencia.

Pese a que todos querían hablar y decirle algo al respecto a Eleone, prefirieron callar delante de la tumba de Garland por respeto. La comitiva terminó por disolverse quedando sólo las dos hermanas delante de la tumba y sus dos protectores un poco más alejados cada uno mirando hacia un lado.

-¿Qué tienes planeado hacer, Ele?
-Ya estoy cansada de que tengamos que sufrir por las acciones de los que protegieron el Reino de la Luz antes que nosotros. Creo que… voy a convocarlos… Quiero escuchar la verdad de su boca…
-¿Vas a convocarlos a todos?
-Sí. A Yensid y a los que había en su carta. Las madres de esos dos y el Maestro de Bastet y Keiro.
-Es posible que Yensid haya encontrado a otros desde entonces.
-Y también es posible que no quede ninguno más con vida.
-Majestad…
-¿Alexander?
-La coronación está esperando.
-Sí. ¿Estás preparada, Claudia?
-Por supuesto.

Una escasa hora después de aquello, toda la comitiva se volvió a reunir en la sala del trono del castillo, habían vuelto a colocar el trono de la reina y en él se sentaba Claudia, junto a Eleone en el trono del rey. La coronación fue una ceremonia privada y rápida, a la que sólo acudieron los más allegados y los sabios. Alexander fue el encargado de coronar a Eleone y Zero de hacer lo mismo con Claudia. Tras un gran aplauso Eleone tomó cartas en el asunto aprovechando que estaban todos allí.

-Astinus, Sina. He de suponer que estáis al tanto de todo y quisiera saber si dispongo de vuestra ayuda.
-Por supuesto, majestad.

Ambos se inclinaron hacia las reinas de aquel Mundo y dieron un paso adelante esperando sus órdenes.

-Quiero que busquéis a vuestras madres y las traigáis, es hora de que nos cuenten todo lo que saben.
-Pero no sabemos dónde están. Desaparecieron tras la pelea en la sala del trono.
-Toda familia comparte una conexión entre sus Corazones. Más poderosa es esa conexión entre hermanos e igual entre madre e hijo, si hay alguien que puede encontrarlas, sois vosotros.
-Sí, majestad.
-Partiremos de inmediato

Los primos se retiraron de la sala con Sina en cabeza.

-Bastet, Keiro. Supongo que ya sabréis vuestras instrucciones.
-¿Quieres que traigamos al Maestro Cyan?
-Nos deben explicaciones a todos, Bastet. Seguro que él también tiene algo qué decir.
-Claro, majestad. Vamos Keiro.

Y estos, siguiendo a los anteriores también se retiraron de la sala, con Keiro silente en cabeza.

-Kuroi, Eryn.
-¿Alteza?
-¿Majestad?
-Sois los únicos que habéis visitado a Yensid en su retiro y conocéis bien su localización. Quiero que vayáis y consigáis convencerle de que venga. Confío en vosotros.
-Sí, ma…
-La misión que nos envías es difícil, Eleone. Pero aunque no consigamos traerle le pediremos toda la información de la que disponga. Y de camino traeré también al Maestro Arkleus.
-Gracias, Eryn.
-Alteza.

Eryn se retiró y cuando vio que Kuroi no le seguía tiró de él llevándoselo de la sala.

-Ma-majestad.
-¿Y el resto mi reina, qué hacemos?
-Blanck no ha acudido.
-No deberíais sorprenderos, majestad.
-Por favor, Alexander, búscale, tengo que hablar con él. Jaleel, tú sigue entrenando a tu hermano, nos servirá de ayuda en el futuro.
-Majestad.
-Mi señora.

Los dos hermanos abandonaron la sala del trono y Alexander les siguió de cerca.

-Zero, ven a verme luego, tenemos que hablar de algo muy importante y quiero enviarte a una misión.
-S-sí, majestad.

Zero desapareció siguiendo de cerca a Jaleel y Mavras.

-Vali. Después de lo que pasaste, te mereces un último día libre para disfrutar con tu familia.
-Gracias, majestad.
-Pero después, quiero tenerte con total disposición.

Vali afirmó con la cabeza agradecido y desapareció por la puerta al igual que el resto de los Elegidos, quedándose las dos reinas solas en sus tronos.

-¿Y yo, Ele?
-Tengo que hablar contigo.
-Claro.
-Es sobre… lo que eres…
-
-Creo que conseguí volver a sellar la parte de la cerradura que te correspondía, así que es muy posible que si vuelven a atacar, intentarán cogerte de nuevo.
-¿Y qué quieres que haga?
-Necesito que me cuentes todo lo que te dijo mamá cuando te mal… bendijo con esos poderes. Quiero saber de lo que eres capaz.
-No… No recuerdo muy bien sus palabras, yo era muy pequeña. Recuerdo que me dijo que era algo muy importante que debía mantener en secreto, nunca nadie debería saberlo por mi propio bien. Hasta hace poco no me enteré de la existencia de sus poderes.
-¿Cuáles son?
-La Llave es una energía azul muy potente, brilla, igual que la tuya. Pero ésta es… más… física.
-¿Física?
-Me permite envolver mi cuerpo con ella mejorando mi fuerza, fortaleza y velocidad. Dada la naturaleza de la Llave espada, no me sorprendería que también pudiera canalizar su energía, pero sólo la he usado junto a mis artes marciales.
-¿Nada más?
-Sí… hay algo más. Me da una especie de… poderes psíquicos.
-¿Poderes psíquicos?
-La energía azul me permite leer mentes…
-
-Tranquila, nunca lo he usado salvo para leer pensamientos superficiales, excepto en dos ocasiones.
-Entiendo.
-También funciona como una especie de telequinesis, puedo rodear otros objetos pequeños con la energía azul y moverlos a voluntad. También puedo construir barreras protectoras y… seguro que hay más, pero es lo único que sé.
-Parece muy útil.
-Lo es.
-Me alegra saber que eres tú la que lo tiene, Clau. Sé que puedo confiar en ti.
-Claro que puedes, Ele.
-Y por eso necesito que me prometas que si vuelven te quedarás en el castillo para protegerlo.
-Eleone…
-Si vuelven a atraparte y rompen el sello…
-Te… te lo prometo…
-Buena chica. Ahora quiero que sigas entrenando con Sabin y que le pidas que te ayude a liberar esos poderes.
-¡Claro!

Claudia fue la última en irse dejando a Eleone a solas en su trono pensativa. Aunque su soledad no duró mucho, tal y como le había pedido, Zero apareció.

-Majestad.
-Zero. Qué rápido.
-Pensé que tendríais prisa, majestad.
-Sí, bueno. Sé que esto no nos incumbe como reina y guardián, pero es algo de lo que tenemos que hablar.
-
-Es un poco violento… (Suspiro) Yo… quiero mucho a Alexander…
-
-Y… no tengo ni idea de que sientes tú al respecto, pero… lo que hay entre él y yo… no es…
-¿Asunto mío?

La reina volvió a suspirar, no podía creerse tener esa conversación y mucho menos que tuviese que cabrearse con Zero por ponerse a la defensiva.

-No, no lo es. No puedo obligarte a que te lleves bien con Alexander si ese es el problema, pero… al menos me gustaría que no… afectase a vuestro trabajo.
-Eso nunca pasará, majestad. Os lo prometo. Pero como bien dices, la relación que tenga con mi hermano, es asunto mío.
-Claro… Era necesario que lo dejásemos claro.
-¿Algo más, majestad?
-Sí. Quería enviarte a una misión. Y no quiero que pienses que lo hago para deshacerme de ti, Zero, te tengo mucho aprecio, aunque…
-No tenéis que excusaros, majestad.
-Ya… Esto es muy… complicado para mí.
-No os preocupéis. ¿Cuál es la misión?
-He… tenido una visión. No se lo he contado a nadie, tú eres el único.
-No quiero sonar descortés, majestad. Pero, ¿por qué me lo decís a mí, no tenéis más confienza con mi hermano?
-Eso… no es justo, Zero…
-

Eleone se llevó una mano a la cabeza, aquello estaba siendo más incómodo de lo que pensaba.

-Alexander es… demasiado… cargante, a veces… Y sé que si se lo cuento no me dejará en paz con el tema. Esperaba que te tomaras esto mejor, como un voto de mi confianza.
-Perdonadme, majestad. No volverá a ocurrir. ¿Cuál era esa visión?
-Ayer soñé con el pasado. Normalmente sólo veo el futuro pero últimamente… veo cosas del pasado también. En el sueño vi el destino de mi madre y de todos los Elegidos que la acompañaban. Había cuatro Elegidos más. Hilda, Zelda y dos hombres… Uno era el padre de Vali, se llamaba Tristán.
-Creo que recuerdo haberle visto cuando era niño por el castillo. Era uno de los antiguos generales del rey. Recuerdo que desapareció hace diez años, como vuestra… madre…
-Sí. Su destino fue un tanto… triste. Pero no es él quien me preocupa. Había otro hombre, Zero, y era… era tu padre.
-¿Mi… padre? Si no recuerdo mal, el rey nos dijo a mi hermano y a mí que nuestros padres murieron cuando éramos muy pequeños.
-Bueno, es obvio que mi padre, al igual que mi madre, sabía mentir muy bien y ocultarnos cosas.
-¿…qué fue de él?
-Aún sigue vivo.
-Vaya...
-Entiendo que no sea cómodo, pero ahora entenderás porque no quería contárselo a Alexander.
-¿Y no crees que él también merece saberlo?
-Sí, claro. Pero aún no. Al menos no hasta que sepamos cómo está.
-Hablas de él como si… estuviera mal.
-Cuando le vi, lo estaba. Pero no sé de qué época era esa visión, ya que yo no le conocí y mientras las sufro no viene un numerito acompañándolas.
-¿Dónde puedo encontrarle?
-Vive en una cabaña en los bosques del este.
-Vaya, parece que no ha estado muy lejos todo este tiempo.
-Te lo confío a ti, Zero, porque sé que tienes la cabeza más fría para estas cosas que Alexander. Espero que sepas tratar con él.
-Déjalo en mis manos, majestad.
-Confío en ti.

Zero volvió a dejar la sala del trono una vez más aunque algo más meditabundo, pensando en todo lo que había hablado con la reina. No podía enfrentarse a sus propios sentimientos, pero era su decisión. Luego más friamente empezó a pensar en su padre y en que tenía que hacerle una visita inmediata. Salío del castillo y se dirigió a la puerta oriental por la que salió a las afueras de Eclissis, el campo favorito de Blanck. No tardó en llegar a los bosques y encontrar la cabaña tal y como le había dicho Eleone.

En realidad el joven estaba bastante tranquilo, a la única persona que había tratado como a un padre era al Rey Lyon, la persona que se encontrara en esa cabaña tan sólo era un desconocido que le había dado la vida. Nada más. Zero abrió la puerta con cuidado por si acaso y entonces le vio, un hombre de la quinta del rey, tenía el pelo extremedamente largo y negro y los ojos verdes, como él y su hermano. No había dudas sobre aquello. Cuando vio a Zero se levantó de la silla en la que estaba y encaró al joven Elegido.

-¿Quién eres? ¿Cómo me has encontrado? Nadie vivo sabe que estoy aquí.
-Nadie que tú conozcas.
-¿Qué significa eso?
-Hay más maneras de encontrar la ubicación de alguien a que ese alguien te lo diga.
-¿Cómo cuál?
-¿Visiones?
-¿Visi…? Ah… Ya… Era cuestión de tiempo… Entonces tú eres Alexander.
-Abraham…
-Lo siento por no discerniros, eráis iguales. Y seguramente sigáis teniendo un aire…
-No he venido para hablar de mí ni de mi hermano.
-Ya… Supongo que es hora de empacar y volver al castillo para contaros lo que la reina y el rey no tuvieron tiempo de decir, ¿no?
-No lo entiendo. ¿Por qué te escondes aquí? ¿Por qué le pediste al rey que mintiera por ti? Suena todo tan…
-¿Cobarde?
-Incongruente… Quería decir incongruente. Aunque supongo que también es algo cobarde. La reina sufriendo la pérdida de sus padres. Y aquí estás tú, no queriendo saber nada de tus hijos.
-No dejé ningún lazo con este y con ningún Mundo. Estoy muerto, crecistéis con otros padres que os trataron mejor de lo que yo pudiera haber hecho, le pedí al rey y a la reina que me dieran por muerto y me dejasen pasar mis últimos años en soledad…
-Y la pregunta es, ¿por qué? ¿Acaso no tuviste valor para quitarte la vida?
-Así que es eso. Este es mi castigo, volver a verte para tener que revivir lo que quería sufrir en silencio.
-Parece que quisiste sufrir un castigo ya, no creo que pase nada porque sufras otro.

El hombre empezó a caminar por la sala nervioso y musitando en voz baja algo continuamente. Finalemente cogió valor y mirando a los ojos a Zero lo dijo en voz alta.

-Yo maté a tu madre.
-¡…!

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