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Kuroi y Eryn finalmente llegaron una vez más a Paraíso donde aterrizaron sin problemas en la torre del Maestro Arkleus quien les dio la bienvenida una vez más.
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Kuroi y Eryn finalmente llegaron una vez más a Paraíso donde aterrizaron sin problemas en la torre del Maestro Arkleus quien les dio la bienvenida una vez más.
-Voy a empezar a
pensar que no puedes vivir sin mí, Eryn.
-Maestro, tengo que
hablar contigo de varias cosas.
-Directa como
siempre.
-Tienes que volver
con nosotros a Eclissis y contarle de una vez por todas a todos lo que sabes.
No más ocultar cosas.
-Ah… Algún día tenía
que ocurrir esto. Está bien, Eryn. Pero lo haré con una condición.
-¿Cuál?
-Si yo hablo, tú hablas.
-Si yo hablo, tú hablas.
-¿Qué significa eso?
-Maestro…
-Es mi condición. Yo
te cuento todo lo que quieres saber a ti y a tus amigos, pero tú también tienes
que destapar tu parte. No debes sentirte más tiempo avergonzada de ello.
-Vaya, un secretillo,
¿eh, Eryn?
-Cállate, Kuroi. No
es momento para bromas.
-…
-Está bien, acepto.
-Genial.
El Maestro Arkleus
sonrió como si no hubiera ocurrido nada y empezó a empacar algunas cosas en su
maleta.
-Por cierto, he
recreado aquel objeto que utilizaba con mi amigo para viajar por el Espacio, así
que no necesitaré vuestra ayuda para llegar a Eclissis. Aunque tardaré un poco,
¿podéis adelantaros sin mí?
-¿No te estarás
echando hacia atrás, verdad, Maestro?
-En absoluto, Eryn.
Tengo unas ganas locas de ver como cuentas tu parte a Eleone.
Si las miradas
matasen, en ese momento Ark sería polvo en el suelo. Eryn volvió a tirar del
cuello de Kuroi como de costumbre y le sacó de la torre para contarle algo.
-Prométeme que no te
reirás cuando lo cuente.
-Pienso partirme
hasta que me muera de risa.
-¡Kuroi!
-Está bien, está
bien, sólo era una broma. No creo que sea algo para reírse lo que tengas que
contar.
-Nunca me he sentido
orgullosa de ello y menos cuando Paraíso cayó…
Eryn parecía lejos de
aquel lugar, en un pasado remoto en el que ni siquiera era feliz aunque todos
lo fuesen y su Mundo estuviese completo.
-Eryn, ¿estás bien?
-No, idiota. No lo
estoy…
-Ey, tranquila. Ya sé
que no te caigo bien, pero al menos…
Kuroi no pudo
terminar la frase, cuando quiso darse cuenta Eryn se había lanzado a sus brazos
y le estaba besando, aunque no había pasión ni cariño en aquel beso, Eryn parecía
simplemente querer sentirse lejos de aquellos sentimientos y recuerdos. Cuando
se separaron Kuroi estaba totalmente perplejo.
-¿Qué…?
-Lo siento. Lo
necesitaba.
-¿Lo necesitabas?
Bueno, ¿y no has pensado que quizás yo no lo necesitaba?
-No seas nenaza. Como
si muchas morenas hechizantes te hubieran querido besar.
-Perdona, señora
perfecta.
-Bah, olvídalo, Kuroi…
-¿Cómo que lo olvide?
Kuroi giró a Eryn con
un rápido movimiento y esta vez le besó él a ella. Cuando se separararon, esta
vez más violentamente, Eryn se quedó de piedra.
-¿Qué demonios…?
-Ahora estamos en
paz.
-¿Cómo que en paz…?
Eryn volvió a agarrar a Kuroi y le pegó otro beso. Kuroi no se quedó a gusto y la agarró con fuerza dándole otro beso. Cuando quisieron darse cuenta habían acabado en el dormitorio de Eryn…
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Mientras, en alguna parte del Espacio intermedio, Sina se quedaba sin esperanzas de encontrar a su madre, no conseguía encontrar una conexión.
Mientras, en alguna parte del Espacio intermedio, Sina se quedaba sin esperanzas de encontrar a su madre, no conseguía encontrar una conexión.
-Sina…
-Soy una inútil. ¿Crees
que es por que nunca la he querido lo suficiente?
-No digas tonterías.
-No son tonterías,
ella siempre fue fría y distante, supongo que quiso hacerme a su imagen y
semejanza. Tú al menos siempre has sabiado quien era tu padre, pero yo…
-Sina, no es momento
para venirse abajo.
-¿Y si ella no
sobrevivió?
-No puedes pensarlo
en serio.
-A lo mejor una parte
de mí lo desea. A lo mejor a ella la enviaron a un lugar más peligroso y…
-¡Sina, no! Tienes
que seguir buscando. A lo mejor ha vuelto a Gemelus.
-No ha vuelto a
Gemelus, allí no la siento…
-Analicemos la
situación.
-…
-Tu madre y la mía
siguieron a Caos a través del portal y allí los otros dos Señores de la
Oscuridad las interceptaron y las separaron en dos portales diferentes. Si
encontramos a mi madre aquí, la tuya debería estar en una localización
totalmente opuesta.
-¿Opuesta a que, As?
No tenemos nada en el Espacio intermedio para orientarnos.
-¡Sí! Tenemos
Gemelus. Imagina un triángulo imaginario, Gemelus es un punto, Atlantis otro y
el tercero, que tiene que estar a la misma distancia de Gemelus que de Atlantis,
es donde acabó tu madre.
-Eso tiene sentido.
¿Cómo lo hacemos?
-Muy fácil.
Viajaremos justo a la mitad entre Gemelus y Atlantis y luego viajaremos
haciendo un ángulo de 90 grados hacia el otro punto.
-Parece un buen plan.
-¡Pues vayamos!
As lideró el viaje
con Sina a escasos metros de él, giraron los 90 grados cuando sintieron que
llegaban a medio camino y siguieron el camino hasta el final, el plan de As no
se sabe si funcionó a la perfección, pero llegaron a un Mundo justo en el punto
que había establecido.
-¿Por qué se te
ocurrió algo así, As?
-Es obvio que Caos
teme a nuestras madres, seguramente serán las únicas capaces de hacerle frente.
Así que tenía que separarlas a la misma distancia. No sé si aún sigues sin
sentirla, Sina. Pero yo tengo fe de que se encuentra ahí.
El Mundo al que habían
llegado era verde y frondoso, en el centro había un castillo con una aldea
bastante humilde, el bosque que le rodeaba parecía mágico o al menos eso había
sentido As, no tardaron en bajar al bosque para desde allí poder infiltrarse
mejor en la aldea, aunque las ropas que allí llevaban distaban mucho de las
suyas.
-Están muy atrasados
en cuanto a tecnología.
-Entonces no deberíamos
temer que nos atrapen.
-¿Entramos a saco
preguntando por mi madre?
-¿Por qué no intentas
sentirla una vez más?
-Yo… vale…
Sina lo intentó en
vano pues no sintió el Corazón de su madre en ningún sitio, aquello no fue en
vano sin embargo, puesto que aunque Sina no encontró nada, algo si sintió a
Sina utilizar dicho poder. Varias llamas azules de extraño aspecto se formaron
en el aire creando un camino.
-¿Qué es… eso...?
-Fuegos fatuos…
-¿Fuegos qué?
-Son espíritus que te
llevan a tu destino, o algo así.
-¡Sigámoslos!
Sina salió corriendo
para sorpresa de As siguiendo los fuegos fatuos hasta que les llevó a una extraña
cabaña en medio del bosque. Ambos parecían sorprendidos pero llamaron a la
puerta esperando que quien hubiera allí supiera la localización de la reina. La
puerta se abrió sola y los dos decidieron entrar donde vieron a una canija
abuelilla jugando con un caldero.
-¿Una bruja?
-¿A quién llamas
bruja, pequeño saltamontes?
-Oh, vamos, esto es
claramente la casa de una bruja.
-¿Y tú cómo lo sabes?
La abuela miró al
chico con sus ojos atentos a la vez que acusadores.
-Porque mi madre es
una bruja y yo algo parecido. Déjese de historias, abuela.
-Jum… ¡Niños! No
saben lo que dicen. ¿Qué hacéis aquí?
-Estamos buscando a
alguien, ¿cree que podría ayudarnos?
-Ah, ah. No ayudo
gratis. Tendréis que comprar algo de la tienda.
-Pero no tenemos nada
con que pagar.
-Me gusta mucho esa
pulsera que llevas jovencita.
-¿Esto? Es… un regalo
de mi madre.
-¿Ah, sí? Pues si
quieres volver a verla tendrás que dármelo y te podrás llevar lo que quieras.
-¿Cómo sabes que…?
Mmm… No quiero nada.
-¡No, no! Has pagado
por mis servicios. ¡Llévate algo!
-Está bien, me llevaré…
esto…
Sina cogió lo que
parecía un farolillo bastante mono.
-Ahh, sabia elección.
Chica lista, chica lista.
La vieja bruja volvió
a su caldero y empezó a manejar poderosas magias mientras echaba ingredientes,
al parecer al azar, en el caldero.
-Es poderosa…
-Mucho, joven. Así
que no te metas conmigo.
-…
-Oh, vaya…
-¿Qué?
-Tengo una buena
noticia y otra no tan buena. ¿Cuál quieres primero?
-Pues no sé, la…
-¡Te daré la buena!
Tu madre se encuentra aquí.
-Bien… ¿Y cuál es…?
-¡Ahora te daré la no
tan buena! Está cautiva en DunBroch.
-¿En DunBroch?
-Es el castillo que
habéis visto a la que veniáis.
-Pero es imposible
que pudieran atrapar a mi madre.
-¿Atrapar? ¿Quién ha
dicho atrapar? He dicho cautiva.
-¿No es lo mismo?
-No, no lo es.
-Bueno, vale. Muchas
gracias por su ayuda, señora.
-De nada. Hala, hala,
marcharos.
As y Sina salieron de
la tienda y volvieron todo el camino andado hasta el castillo de DunBroch donde
supuestamente estaba Hilda.
-¿Ahora sí entramos a
saco?
-No podemos entrar a
saco, tu madre es una extranjera, es normal que quisieran aprisionarla, no
podemos culparles.
-¿Y qué hacemos?
-Infiltrarnos. Puedo
hacernos invisibles.
-Bien.
El plan se llevó a
cabo y convirtiéndose ambos primos en invisibles, consiguieron traspasar las
defensas del castillo, una vez dentro intentaron escuchar conversaciones que
hablaran de la extranjera, la cual consiguieron saber, se encontraba en un
dormitorio de la segunda planta al cual fueron y tras entrar recuperaron la
visibilidad, allí vieron a Hilda sentada delante de una chimenea bastante
tranquila.
-Madre.
-¡Sina! ¿Qué haces aquí?
-Hemos venido a buscarte. Temíamos por tu seguridad.
-Hemos venido a buscarte. Temíamos por tu seguridad.
-Estoy bien, hija.
Fergus y su mujer me han tratado bien.
-Genial. Ahora no hay
tiempo para eso, tenemos que marcharnos.
-No puedo irme, hija.
-¡¿Cómo, tú tampoco?!
-¿Yo tampoco?
-Mi madre tampoco
quería acompañarnos. Qué coincidencia.
-¿Zelda está bien?
-Sí, madre, nos está
esperando para ir a ver a la reina de Eclissis, es hora de que nos contéis todo
de una vez.
-Oh, pero es que… no
puedo…
-Venga ya, ¿y ahora
me vas a decir que también estás protegiendo una Princesa del Corazón?
-¿Cómo lo sabes?
-¿Eeeen serio?
-Mi madre también
estaba protegiendo una. Esto no puede ser simple casualidad.
-Y no me lo digas,
protegiste a la princesa de un espectro.
-Sí…
-…increíble… Pues ya
estás convenciendo a esa princesa de que venga con nosotros, que Zelda nos está
esperando.
-Pero…
-¿Hilda ocurre algo?
Poco después de
escuchar esa voz, los tres vieron como una muchacha de pelo rojo y bastante
rizado entraba en la habitación sorprendiéndose de ver a los infiltrados.
-¡¿Quiénes sois?!
-Tranquila, Mérida.
Es mi hijo y mi sobrina, ya te hablé de ellos.
-Ah…
-¿Ella es la
Princesa?
-Sí, As.
-Pues díselo madre,
que no tenemos todo el día.
-¿Decirme el qué,
Hilda?
-Tengo que llevarte
de aquí temporalmente, para poder seguir protegiéndote, necesito hacer algo en
otro lugar.
-¿Llevarme fuera de
aquí? ¡Genial, siempre he querido ver mundo!
-No me lo puedo creer…
-¿Pero qué hay de mis
padres?
-Mmm… déjales una
carta, no hay tiempo para despedida.
-¡Claro!
Mientras Mérida
escribía las cartas, As y Sina abrían las ventanas de la habitación para
asegurar una vía de escape. No tardaron entonces en preparar un hechizo para
proteger a Mérida en el Espacio Intermedio y llevándola Hilda en su Llave
deslizador se dirigieron de nuevo a Atlantis.
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Eleone en su trono siguió pensativa mientras esperaba a que todos regresaran, fue entonces cuando aburrida se quedó dormida y volvió a tener otra visión.
Eleone en su trono siguió pensativa mientras esperaba a que todos regresaran, fue entonces cuando aburrida se quedó dormida y volvió a tener otra visión.
En ella se veía a sí
misma y a otras seis figuras femeninas brillar con fuerza mientras una serie de
siluetas oscuras con extrañas formas las atormentaban. En el fondo de la escena
podía ver una gran puerta blanca ornamentada que se abría y entonces se despertó.
-¿Qué dem…?
-¿Ocurre algo,
majestad?
-Jaleel, no te he
visto entrar…
-Porque estabáis
dormida, majestad. ¿Os he despertado?
-No… No… Tranquilo…
¿Querías algo?
-No… Bueno, en
realidad sí, pero…
-¿Jaleel?
-Es sobre lo que pasó
las dos últimas veces que me vistéis “morir”, majestad. No quiero que vuelva a
ocurrir.
-¿Que vuelva a
ocurrir, el qué?
-No quiero veros
llorar, ni sentir lástima de mí, yo… sé… sé… sé que vistéis mi muerte.
-Jaleel…
-Todos debemos morir
algún día, majestad. Bueno, en realidad no he venido para eso.
Jaleel se acercó más
a la reina y se arrodilló a escasos centímetros de ella.
-…
-Si es mi final,
quiero pediros algo, majestad.
-Jaleel, no es tu…
-Por favor…
-... ¿qué es?
-Un… Un beso…
Jaleel se levantó y sin dejar aceptar a la reina le dio un corto pero apasionado y profundo beso en la boca que dejó a la reina perpleja en el sitio, no podía negar que sentía algo extraño por Jaleel, pero su Corazón le pertenecía a Alexander.
-Jaleel...
-Lo siento... Pero si es mi final, no quería morir sin saber a que sabía un beso tuyo. No sé si estarán aquí más tarde o más temprano, pero por favor... proteged a mi hermano cuando yo no esté.
Jaleel volvió a irse dejando a la reina a solas. Luego entró Alexander que lo había visto todo pero lo ignoró pues tenía noticias.
-Majestad, ya han llegado todos.
-Hazlos... hazlos pasar. Alex, lo que ha pasado...
-No importa, Eleone. No importa... Primero tenemos que acabar con todo esto. Tenemos que estar preparado para todo. Y yo lo estoy.
-Yo también...
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