miércoles, 3 de octubre de 2012

Capítulo 22: Esto aún no ha terminado



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

http://www.youtube.com/watch?v=QRWSIYAC8OM

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Kuroi y Eryn finalmente llegaron una vez más a Paraíso donde aterrizaron sin problemas en la torre del Maestro Arkleus quien les dio la bienvenida una vez más.

-Voy a empezar a pensar que no puedes vivir sin mí, Eryn.
-Maestro, tengo que hablar contigo de varias cosas.
-Directa como siempre.
-Tienes que volver con nosotros a Eclissis y contarle de una vez por todas a todos lo que sabes. No más ocultar cosas.
-Ah… Algún día tenía que ocurrir esto. Está bien, Eryn. Pero lo haré con una condición.
-¿Cuál?
-Si yo hablo, tú hablas.
-¿Qué significa eso?
-Maestro…
-Es mi condición. Yo te cuento todo lo que quieres saber a ti y a tus amigos, pero tú también tienes que destapar tu parte. No debes sentirte más tiempo avergonzada de ello.
-Vaya, un secretillo, ¿eh, Eryn?
-Cállate, Kuroi. No es momento para bromas.
-
-Está bien, acepto.
-Genial.

El Maestro Arkleus sonrió como si no hubiera ocurrido nada y empezó a empacar algunas cosas en su maleta.

-Por cierto, he recreado aquel objeto que utilizaba con mi amigo para viajar por el Espacio, así que no necesitaré vuestra ayuda para llegar a Eclissis. Aunque tardaré un poco, ¿podéis adelantaros sin mí?
-¿No te estarás echando hacia atrás, verdad, Maestro?
-En absoluto, Eryn. Tengo unas ganas locas de ver como cuentas tu parte a Eleone.

Si las miradas matasen, en ese momento Ark sería polvo en el suelo. Eryn volvió a tirar del cuello de Kuroi como de costumbre y le sacó de la torre para contarle algo.

-Prométeme que no te reirás cuando lo cuente.
-Pienso partirme hasta que me muera de risa.
-¡Kuroi!
-Está bien, está bien, sólo era una broma. No creo que sea algo para reírse lo que tengas que contar.
-Nunca me he sentido orgullosa de ello y menos cuando Paraíso cayó…

Eryn parecía lejos de aquel lugar, en un pasado remoto en el que ni siquiera era feliz aunque todos lo fuesen y su Mundo estuviese completo.

-Eryn, ¿estás bien?
-No, idiota. No lo estoy…
-Ey, tranquila. Ya sé que no te caigo bien, pero al menos…

Kuroi no pudo terminar la frase, cuando quiso darse cuenta Eryn se había lanzado a sus brazos y le estaba besando, aunque no había pasión ni cariño en aquel beso, Eryn parecía simplemente querer sentirse lejos de aquellos sentimientos y recuerdos. Cuando se separaron Kuroi estaba totalmente perplejo.

-¿Qué…?
-Lo siento. Lo necesitaba.
-¿Lo necesitabas? Bueno, ¿y no has pensado que quizás yo no lo necesitaba?
-No seas nenaza. Como si muchas morenas hechizantes te hubieran querido besar.
-Perdona, señora perfecta.
-Bah, olvídalo, Kuroi…
-¿Cómo que lo olvide?

Kuroi giró a Eryn con un rápido movimiento y esta vez le besó él a ella. Cuando se separararon, esta vez más violentamente, Eryn se quedó de piedra.

-¿Qué demonios…?
-Ahora estamos en paz.
-¿Cómo que en paz…?

Eryn volvió a agarrar a Kuroi y le pegó otro beso. Kuroi no se quedó a gusto y la agarró con fuerza dándole otro beso. Cuando quisieron darse cuenta habían acabado en el dormitorio de Eryn…

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Mientras, en alguna parte del Espacio intermedio, Sina se quedaba sin esperanzas de encontrar a su madre, no conseguía encontrar una conexión.

-Sina…
-Soy una inútil. ¿Crees que es por que nunca la he querido lo suficiente?
-No digas tonterías.
-No son tonterías, ella siempre fue fría y distante, supongo que quiso hacerme a su imagen y semejanza. Tú al menos siempre has sabiado quien era tu padre, pero yo…
-Sina, no es momento para venirse abajo.
-¿Y si ella no sobrevivió?
-No puedes pensarlo en serio.
-A lo mejor una parte de mí lo desea. A lo mejor a ella la enviaron a un lugar más peligroso y…
-¡Sina, no! Tienes que seguir buscando. A lo mejor ha vuelto a Gemelus.
-No ha vuelto a Gemelus, allí no la siento…
-Analicemos la situación.
-
-Tu madre y la mía siguieron a Caos a través del portal y allí los otros dos Señores de la Oscuridad las interceptaron y las separaron en dos portales diferentes. Si encontramos a mi madre aquí, la tuya debería estar en una localización totalmente opuesta.
-¿Opuesta a que, As? No tenemos nada en el Espacio intermedio para orientarnos.
-¡Sí! Tenemos Gemelus. Imagina un triángulo imaginario, Gemelus es un punto, Atlantis otro y el tercero, que tiene que estar a la misma distancia de Gemelus que de Atlantis, es donde acabó tu madre.
-Eso tiene sentido. ¿Cómo lo hacemos?
-Muy fácil. Viajaremos justo a la mitad entre Gemelus y Atlantis y luego viajaremos haciendo un ángulo de 90 grados hacia el otro punto.
-Parece un buen plan.
-¡Pues vayamos!

As lideró el viaje con Sina a escasos metros de él, giraron los 90 grados cuando sintieron que llegaban a medio camino y siguieron el camino hasta el final, el plan de As no se sabe si funcionó a la perfección, pero llegaron a un Mundo justo en el punto que había establecido.

-¿Por qué se te ocurrió algo así, As?
-Es obvio que Caos teme a nuestras madres, seguramente serán las únicas capaces de hacerle frente. Así que tenía que separarlas a la misma distancia. No sé si aún sigues sin sentirla, Sina. Pero yo tengo fe de que se encuentra ahí.

El Mundo al que habían llegado era verde y frondoso, en el centro había un castillo con una aldea bastante humilde, el bosque que le rodeaba parecía mágico o al menos eso había sentido As, no tardaron en bajar al bosque para desde allí poder infiltrarse mejor en la aldea, aunque las ropas que allí llevaban distaban mucho de las suyas.

-Están muy atrasados en cuanto a tecnología.
-Entonces no deberíamos temer que nos atrapen.
-¿Entramos a saco preguntando por mi madre?
-¿Por qué no intentas sentirla una vez más?
-Yo… vale…

Sina lo intentó en vano pues no sintió el Corazón de su madre en ningún sitio, aquello no fue en vano sin embargo, puesto que aunque Sina no encontró nada, algo si sintió a Sina utilizar dicho poder. Varias llamas azules de extraño aspecto se formaron en el aire creando un camino.

-¿Qué es… eso...?
-Fuegos fatuos…
-¿Fuegos qué?
-Son espíritus que te llevan a tu destino, o algo así.
-¡Sigámoslos!

Sina salió corriendo para sorpresa de As siguiendo los fuegos fatuos hasta que les llevó a una extraña cabaña en medio del bosque. Ambos parecían sorprendidos pero llamaron a la puerta esperando que quien hubiera allí supiera la localización de la reina. La puerta se abrió sola y los dos decidieron entrar donde vieron a una canija abuelilla jugando con un caldero.

-¿Una bruja?
-¿A quién llamas bruja, pequeño saltamontes?
-Oh, vamos, esto es claramente la casa de una bruja.
-¿Y tú cómo lo sabes?

La abuela miró al chico con sus ojos atentos a la vez que acusadores.

-Porque mi madre es una bruja y yo algo parecido. Déjese de historias, abuela.
-Jum… ¡Niños! No saben lo que dicen. ¿Qué hacéis aquí?
-Estamos buscando a alguien, ¿cree que podría ayudarnos?
-Ah, ah. No ayudo gratis. Tendréis que comprar algo de la tienda.
-Pero no tenemos nada con que pagar.
-Me gusta mucho esa pulsera que llevas jovencita.
-¿Esto? Es… un regalo de mi madre.
-¿Ah, sí? Pues si quieres volver a verla tendrás que dármelo y te podrás llevar lo que quieras.
-¿Cómo sabes que…? Mmm… No quiero nada.
-¡No, no! Has pagado por mis servicios. ¡Llévate algo!
-Está bien, me llevaré… esto…

Sina cogió lo que parecía un farolillo bastante mono.

-Ahh, sabia elección. Chica lista, chica lista.

La vieja bruja volvió a su caldero y empezó a manejar poderosas magias mientras echaba ingredientes, al parecer al azar, en el caldero.

-Es poderosa…
-Mucho, joven. Así que no te metas conmigo.
-
-Oh, vaya…
-¿Qué?
-Tengo una buena noticia y otra no tan buena. ¿Cuál quieres primero?
-Pues no sé, la…
-¡Te daré la buena! Tu madre se encuentra aquí.
-Bien… ¿Y cuál es…?
-¡Ahora te daré la no tan buena! Está cautiva en DunBroch.
-¿En DunBroch?
-Es el castillo que habéis visto a la que veniáis.
-Pero es imposible que pudieran atrapar a mi madre.
-¿Atrapar? ¿Quién ha dicho atrapar? He dicho cautiva.
-¿No es lo mismo?
-No, no lo es.
-Bueno, vale. Muchas gracias por su ayuda, señora.
-De nada. Hala, hala, marcharos.

As y Sina salieron de la tienda y volvieron todo el camino andado hasta el castillo de DunBroch donde supuestamente estaba Hilda.

-¿Ahora sí entramos a saco?
-No podemos entrar a saco, tu madre es una extranjera, es normal que quisieran aprisionarla, no podemos culparles.
-¿Y qué hacemos?
-Infiltrarnos. Puedo hacernos invisibles.
-Bien.

El plan se llevó a cabo y convirtiéndose ambos primos en invisibles, consiguieron traspasar las defensas del castillo, una vez dentro intentaron escuchar conversaciones que hablaran de la extranjera, la cual consiguieron saber, se encontraba en un dormitorio de la segunda planta al cual fueron y tras entrar recuperaron la visibilidad, allí vieron a Hilda sentada delante de una chimenea bastante tranquila.

-Madre.
-¡Sina! ¿Qué haces aquí?
-Hemos venido a buscarte. Temíamos por tu seguridad.
-Estoy bien, hija. Fergus y su mujer me han tratado bien.
-Genial. Ahora no hay tiempo para eso, tenemos que marcharnos.
-No puedo irme, hija.
-¡¿Cómo, tú tampoco?!
-¿Yo tampoco?
-Mi madre tampoco quería acompañarnos. Qué coincidencia.
-¿Zelda está bien?
-Sí, madre, nos está esperando para ir a ver a la reina de Eclissis, es hora de que nos contéis todo de una vez.
-Oh, pero es que… no puedo…
-Venga ya, ¿y ahora me vas a decir que también estás protegiendo una Princesa del Corazón?
-¿Cómo lo sabes?
-¿Eeeen serio?
-Mi madre también estaba protegiendo una. Esto no puede ser simple casualidad.
-Y no me lo digas, protegiste a la princesa de un espectro.
-Sí…
-…increíble… Pues ya estás convenciendo a esa princesa de que venga con nosotros, que Zelda nos está esperando.
-Pero…
-¿Hilda ocurre algo?

Poco después de escuchar esa voz, los tres vieron como una muchacha de pelo rojo y bastante rizado entraba en la habitación sorprendiéndose de ver a los infiltrados.

-¡¿Quiénes sois?!
-Tranquila, Mérida. Es mi hijo y mi sobrina, ya te hablé de ellos.
-Ah…
-¿Ella es la Princesa?
-Sí, As.
-Pues díselo madre, que no tenemos todo el día.
-¿Decirme el qué, Hilda?
-Tengo que llevarte de aquí temporalmente, para poder seguir protegiéndote, necesito hacer algo en otro lugar.
-¿Llevarme fuera de aquí? ¡Genial, siempre he querido ver mundo!
-No me lo puedo creer…
-¿Pero qué hay de mis padres?
-Mmm… déjales una carta, no hay tiempo para despedida.
-¡Claro!

Mientras Mérida escribía las cartas, As y Sina abrían las ventanas de la habitación para asegurar una vía de escape. No tardaron entonces en preparar un hechizo para proteger a Mérida en el Espacio Intermedio y llevándola Hilda en su Llave deslizador se dirigieron de nuevo a Atlantis.

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Eleone en su trono siguió pensativa mientras esperaba a que todos regresaran, fue entonces cuando aburrida se quedó dormida y volvió a tener otra visión.

En ella se veía a sí misma y a otras seis figuras femeninas brillar con fuerza mientras una serie de siluetas oscuras con extrañas formas las atormentaban. En el fondo de la escena podía ver una gran puerta blanca ornamentada que se abría y entonces se despertó.

-¿Qué dem…?
-¿Ocurre algo, majestad?
-Jaleel, no te he visto entrar…
-Porque estabáis dormida, majestad. ¿Os he despertado?
-No… No… Tranquilo… ¿Querías algo?
-No… Bueno, en realidad sí, pero…
-¿Jaleel?
-Es sobre lo que pasó las dos últimas veces que me vistéis “morir”, majestad. No quiero que vuelva a ocurrir.
-¿Que vuelva a ocurrir, el qué?
-No quiero veros llorar, ni sentir lástima de mí, yo… sé… sé… sé que vistéis mi muerte.
-Jaleel…
-Todos debemos morir algún día, majestad. Bueno, en realidad no he venido para eso.

Jaleel se acercó más a la reina y se arrodilló a escasos centímetros de ella.

-
-Si es mi final, quiero pediros algo, majestad.
-Jaleel, no es tu…
-Por favor…
-... ¿qué es?
-Un… Un beso…

Jaleel se levantó y sin dejar aceptar a la reina le dio un corto pero apasionado y profundo beso en la boca que dejó a la reina perpleja en el sitio, no podía negar que sentía algo extraño por Jaleel, pero su Corazón le pertenecía a Alexander.

-Jaleel...
-Lo siento... Pero si es mi final, no quería morir sin saber a que sabía un beso tuyo. No sé si estarán aquí más tarde o más temprano, pero por favor... proteged a mi hermano cuando yo no esté.

Jaleel volvió a irse dejando a la reina a solas.  Luego entró Alexander que lo había visto todo pero lo ignoró pues tenía noticias.

-Majestad, ya han llegado todos.
-Hazlos... hazlos pasar. Alex, lo que ha pasado...
-No importa, Eleone. No importa... Primero tenemos que acabar con todo esto. Tenemos que estar preparado para todo. Y yo lo estoy.
-Yo también...

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