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Eleone y el resto del equipo se preparó para la batalla aunque ni siquiera les dio tiempo a reaccionar cuando aquellas criaturas se disolvieron en Oscuridad y envolvieron toda la cupula de Luz.
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Eleone y el resto del equipo se preparó para la batalla aunque ni siquiera les dio tiempo a reaccionar cuando aquellas criaturas se disolvieron en Oscuridad y envolvieron toda la cupula de Luz.
-¡Cuidado!
Todos cerraron los
ojos viendo lo inevitable, pensaron que la barrera les protegería y aunque no
fue lo que pasó no sufrieron daño alguno.
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Cuando Eleone abrió
los ojos todo era Oscuridad, todo excepto dos siluetas blancas que había a
escasos metros de ella, todo era tan extraño…
-¿Chicos?
Las siluetas se
giraron para tomar forma y color y a Eleone se le encogió el Corazón al ver de
nuevo a sus padres de vuelta en el castillo, vivos y observándola.
-¡¿Papá, mamá?!
-Me has decepcionado,
Eleone.
-Pe-pero madre…
-Permitiste que tu
padre muriera y no pudiste evitar que hicieran daño a Claudia. Te pedí que
protegieras a tu hermana.
-Yo… Yo… Lo intenté,
de veras, pero…
-Nos has decepcionado
a los dos, Eleone. No puedes seguir siendo la reina después de lo que has
hecho.
-Pe-pero yo…
-¡Arrodíllate! Ahora
sólo eres una súbdita más…
-Ma-madre… Yo…
Eleone empezó a llorar mientras se dejaba caer al suelo abatida por todas aquellas palabras dolorosas.
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Cuando Vali abrió los
ojos vio frente a él a su padre mirándolo con severidad, no sabía porqué, ni
siquiera lo recordaba, pero aquella mirada le recordaba a algo.
-¿Pa-padre?
-Te pedí que
protegieras a Adda. Sólo te pedí una única cosa y me has fallado.
-¿Fallado? Pero Adda
está…
Antes de que Vali
pudiera terminar la frase, su padre miró hacia otro lado de la pequeña casa de
la familia y cuando el Elegido giró la mirada pudo ver a Adda tirada en el
suelo e inmóvil.
-¿Adda?
Vali se lanzó directo
a recoger a Adda. Le dio la vuelta suavemente y colocó la cabeza de la niña
entre sus brazos.
-¡Adda! ¡Adda! No…
¿Por qué…?
-Estás muerto por
dentro, Vali.
-…
-Ni siquiera puedes
llorar por la muerte de tu hermana… Ni derramaste una sola en mi funeral.
-Yo… Esto no puede
estar pasando. ¡¿Por qué nos abandonaste?! ¡Deberías ser tú el que velase por
su familia! No mandarle ese trabajo a tu hijo… ¿Por qué… Por qué…?
-¿Por qué, Vali? Porque tú me mataste.
-¿Por qué, Vali? Porque tú me mataste.
Vali sujetó fuerte a
su hermana mientras se hundía profundamente en su “fría” miseria.
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Cuando Eryn abrió los
ojos se encontraba de nuevo en su castillo, para su sorpresa iba vestida con un
largo traje blanco y no se sentía para nada cómoda.
-¿Pero qué coño…?
Esto es… No puede ser.
-¿Princesa Erynia?
-¡Ígor! ¡Tú maldito
hijo de puta! ¿Qué has hecho?
-Lo siento, ¿la señorita está enfadada con Ígor?
-Lo siento, ¿la señorita está enfadada con Ígor?
-¡Ayudaste a que
destruyeran nuestro hogar!
-¿Destruir? Ígor no
entiende nada. Majestad, por favor, proteja a Ígor.
-No te mereces ni un
poco de…
-¡Erynia, por favor!
Eryn se dio la vuelta
acongojada por aquella voz y al darse la vuelta pudo ver a su padre en la
puerta observándola.
-¿Pa-padre?
-Qué bonita estás con
ese traje, Erynia. Nunca pensé que llegaría este día.
-¿Este día? ¿De qué estás
hablando, padre?
-Tu boda. Todos están
esperando abajo.
-¿M-mi boda?
-Vamos, hija, tenemos
que ir.
Eryn no pudo contradecir a su padre, y agarrándole del brazo bajó despacio las escaleras del castillo hasta que llegó al salón donde una infinidad de invitados, entre ellos el resto de Elegidos, había acudido al enlace. El rey llevó hasta su hija al altar donde Eryn pudo ver totalmente aterrorizada quién era su prometido.
-Ga-Ga-Ganímedes.
-Hola, princesa.
-Padre. Debes estar
de broma.
-No, hija. Ganímedes
será un buen esposo.
-Pe-pero…
-No te preocupes,
Eryn. Después de todo tú eres tan malvada como yo, haremos una buena pareja.
-¡¿Malvada?! Debes
estar de broma.
-¿De broma? En
absoluto. Después de todo tú tienes tanta culpa como yo de lo que pasó. Tú
permitiste que Excálibur cayera.
-¿Yo…? No… No lo…
-Sí que lo hiciste.
Fuiste débil y no hiciste nada por impedirlo. ¡Eres culpable!
-No…
-¡Eres culpable!
Ahora todos los
invitados del salón se levantaron junto a Ganímedes para gritar al unísono
culpando a Eryn de lo sucedido.
-¡Eres culpable!
-No… No. ¡No!
-¡Culpable!
-¡Nooooooo!
Eryn cayó al suelo
culpándose de lo ocurrido y hundiéndose en su tristeza.
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Cuando As abrió los
ojos se encontraba de vuelta en su casa en el Reino Omega, no pudo evitar oír
un ruido procedente de los jardines y cuando salió no pudo evitar sorprenderse
ante la escena. Su madre y su padre estaban juntos mirando flores.
-¡Padre, has vuelto!
As se lanzó en brazos
de su padre orgulloso de él y le sonrió a su madre por verla tan radiante al
lado de él.
-Padre, ya no tengo más
que ocultar lo que soy. ¿Me enseñarás a usar la espada?
-No creo que pueda.
-¿Por qué?
As bajó la mirada
cuando algo captó su atención, su padre y su madre estaban derritiéndose en
Oscuridad.
-¡¿Qué…?!
-Nuestra familia está
maldita, As. Y pronto tú también caerás.
-¡No! ¡¿Por qué…?!
-Porque dejamos morir
a la reina Arturia, hijo. Ahora debemos pagar nuestros pecados.
-Madre, no… Fue un
error, no teníais la culpa… Caos os engañó.
-No fuimos lo
suficientemente fuertes, hijo. Pero no te preocupes, tú también vienes conmigo.
-¿Cómo…?
As bajó la mirada
para mirarse las manos y vio como se le estaban cayendo los dedos que se derretían
en Oscuridad.
-No… ¡No! Haz algo,
madre. Esto no puede estar pasando.
-No te resistas,
hijo. Pronto pasará todo.
-¡No, no, noooo!
As cayó al suelo
agobiado por lo que estaba sucediendo mientas veía impotente como se derretía
junto a sus padres.
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Cuando Sina abrió los
ojos se encontró de nuevo en la sala del trono del Reino Alfa, su madre la
observaba detenidamente de arriba a abajo intentando encontrar algún fallo,
como era costumbre en ella.
-Madre, ¿por qué no
paras de hacer eso? Nunca seré tan perfecta como tú, ya lo sabes.
-No, nunca lo serás
con esas ganas.
-Juntaste tu sangre
con un cualquier. Es normal que no saliera como tú.
-No era un
cualquiera. Era… sensual y mono. Sólo que… un plebeyo.
-Sabes que no puedes
hacerme daño con eso, ¿verdad?
-¿Quieres decir que
no hay nada que te aflija?
-¿Después de vivir
contigo, madre? Me hiciste indestructible por dentro.
-Eso no es posible…
Todos los hombres tienen miedos.
-¿Hombres? ¿Miedo?
¿Quién eres? Tú no eres mi madre.
Al decir eso, el
cuerpo disfrazado de la reina Hilda desapareció adoptando la forma de una
sombra tenebrosa con dos ojos amarillos.
-Ya veo… una ilusión.
Parece que utilizáis nuestros miedos en nuestra contra.
-Todos los hombres
tienen miedo. ¿Por qué tú no?
-Si hubieras vivido
con mi madre lo entenderías. No me convirtió en la mejor mujer pero si en una
gran guerrera. Y los guerreros no le temen a nada.
-¡Eso es imposible!
Todos los hombres tienen miedo.
-¡¿Quieres dejar de
repetir eso?! Además, ¡yo no soy un hombre!
Tras decir eso, una
poderosa Luz surgió de Sina destrozando la ilusión al momento.
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Cuando Kuroi abrió los ojos se encontró totalmente solo en la Oscuridad, no había una sola alma en kilómetros a la redonda si es que se podía medir la distancia en aquel extraño espacio.
Cuando Kuroi abrió los ojos se encontró totalmente solo en la Oscuridad, no había una sola alma en kilómetros a la redonda si es que se podía medir la distancia en aquel extraño espacio.
-¿Dónde estoy? ¿Qué
pasa?
Kuroi entonces vio
dos ojos amarillos en medio de la nada que se acercaban lentamente de forma
amenazadora. Kuroi intentó invocar su Llave espada pero no acudió.
-¡…!
-¿Por qué no funciona
en ti?
-¿Por qué no funciona
el qué? ¿Dónde estoy? ¿Qué has hecho con mis amigos?
-No hay pesadillas en
tu Corazón. No puede ser. Eres un hombre, tienes que tener miedos.
-¿Miedos? Ya
entiendo. Esto es una ilusión. Ja, ja. Eres idiota. Gracias por decírmelo.
-¿Cómo?
-Había surtido efecto.
Este es mi miedo, la soledad. ¡Fuera de mi Corazón!
Una poderosa Luz
surgió del Corazón de Kuroi eliminando la oscura ilusión y reapareciendo en la
Necrópolis.
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Cuando Zero abrió los ojos se vio de nuevo en el castillo, tranquilo y a salvo. Empezó a buscar gente por los pasillos y cuando llegó a la sala del trono se encontró a Eleone y Alexander teniendo un encuentro romántico.
Cuando Zero abrió los ojos se vio de nuevo en el castillo, tranquilo y a salvo. Empezó a buscar gente por los pasillos y cuando llegó a la sala del trono se encontró a Eleone y Alexander teniendo un encuentro romántico.
-¿Qué… demonios?
La escena estaba
ocurriendo delante de las narices de Zero pero de alguna manera no podía
acercarse a ellos, como si estuvieran a kilómetros de distancia de allí.
-…
Eleone no tardó en
girarse y encarar a Zero mientras agarraba de la mano a Alexander.
-Ya ves, Abraham. Le
prefiero a él antes que a ti. Tú no eres ni la mitad de hombre que él.
-…
-¿Qué pasa,
hermanito? ¿Te has quedado sin palabras?
-Ja…
Zero sonrió bajando la mirada al suelo, parecía satisfecho con aquella situación.
Zero sonrió bajando la mirada al suelo, parecía satisfecho con aquella situación.
-Ya entiendo… Qué idiotez.
-¿Qué dices, Zero? Tu
hermano y yo…
-¡Cállate, quien
quiera que seas!
-¿Co-cómo te atreves
a hablarle así a tu reina?
-¿A mi reina? No me
hagas reír. Mi reina nunca haría esto. ¡Muéstrate!
Como si aquello fuera
una orden, la escena se derritió como si estuviera hecha de acuarelas,
mostrando a los falsos “Alexander” y “Eleone” como dos sombras con ojos
amarillos.
-¿Cómo puede ser
posible? Todo hombre tiene un miedo.
-Sois patéticos. No
hay ningún miedo en mi Corazón, ¡porque no le temo a nada! ¿De verdad pensabáis
que un poco de daño psicológico podría conmigo? No sois más que aprendices en
esto de manipular a la gente. ¡Pues os habéis equivocado de persona!
Del pecho de Zero
surgió una potente Luz que rompió la oscura ilusión y volvió a la Necrópolis de
las Llaves espada.
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Cuando Kuroi y Zero abrieron los ojos vieron una escena algo inusual. Eleone, Eryn, As, Sina y Vali estaban tirados en el suelo temblando y la barrera de Luz estaba a punto de venirse abajo.
-¡Zero! ¿Qué… qué les
pasa?
-¿La ilusión?
-¿Cómo? ¿Tú también?
¿Y por qué…?
-Me entrenaba a
diario con Jaleel. Es un experto en ilusiones. Aprendí a discernirlas, ¿y tú?
-No tengo ni idea. No
sabría explicarlo bien.
-No importa. Tenemos
que traer de vuelta a los demás antes de que la barrera caiga.
-Sí.
-Tú ve a ver a Eryn y Vali. Yo me encargo de As, Sina y la reina.
Zero se lanzó
velozmente a agarrar a la reina Eleone para sacarla de su trance, pero cuando
lo hizo volvió a desaparecer.
Cuando quiso darse
cuenta se encontraba en medio del castillo una vez más, unos falsos rey Lyon y
reina Arturia parecían estar torturando a Eleone. Zero intentó invocar sus
Llaves espada en vano para atacarles y alejarles de ella, pero no le quedó más
opción que lanzarse al ataque sin armas.
-¡Dejadla en paz!
Las figuras que
perdieron sus rostros obteniendo unos tenebrosos ojos amarillos, se
sorprendieron de ver a Zero allí y desaparecieron tan pronto como Zero intentó
darles un par de puñetazos.
-Bah, ni siquiera
saben pelear. Sólo jugar con las mentes… ¡Majestad!
Zero agarró a Eleone
en el acto que agonizaba en el suelo y los dos volvieron a aparecer en aquel
desierto de Llaves espada.
En cuanto Kuroi tocó
a Eryn apareció en medio de una especie de boda en la que todos le gritaban a
Eryn que, realmente preciosa vestida de blanco, agonizaba en el suelo delante
de una cara conocida.
-¡Tú eres el tipo del
desierto!
-¿Eh? ¿Qué haces aquí?
-¡Alejaros de ella!
Kuroi se abalanzó con
su enorme cuerpo arrollando a todo el que se interponía entre él y Eryn, según
les golpeaba iban desapareciendo, y cuando muchos de ellos se desvanecieron el
resto huyó.
-¡Cobardes!
Kuroi finalmente llegó
a Eryn y agarrándola volvieron juntos a la Necrópolis.
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-Majestad, ¿estáis bien?
-Majestad, ¿estáis bien?
-¿Zero? ¿Qué… qué ha
pasado?
La reina se dio
cuenta de que estaban de nuevo en el desierto de las Llaves espada.
-Una ilusión. Esas
cosas querían debilitarnos para entrar en la barrera, no parecen ser guerreros.
¿Puedes levantarte?
-Sí. Gracias, Zero.
Era… horrible.
-No tiene
importancia. Ya estáis a salvo.
-Eryn, ¿te encuentras
bien?
-Kuroi… Agg… ¿Qué…?
Era todo tan…
-No te preocupes, era
sólo una pesadilla. Ya has despertado.
-¿Cómo…?
-No importa. Ahora levántate, tengo que ir a ver a…
-No importa. Ahora levántate, tengo que ir a ver a…
-¡¿Y Vali?!
-¡¿Y As?!
-¡Allí!
Los cuatro Elegidos
vieron como dos de aquellas criaturas habían conseguido infiltrarse llevándose
a As y Vali a través de ella. Por su parte, Sina estaba levantándose del suelo
a duras penas.
-¡Tenemos que
salvarles!
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