jueves, 18 de octubre de 2012

Capítulo 6: Miedo



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

http://www.youtube.com/watch?v=vzruIcToL3U&noredirect=1

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Eleone y el resto del equipo se preparó para la batalla aunque ni siquiera les dio tiempo a reaccionar cuando aquellas criaturas se disolvieron en Oscuridad y envolvieron toda la cupula de Luz.

-¡Cuidado!

Todos cerraron los ojos viendo lo inevitable, pensaron que la barrera les protegería y aunque no fue lo que pasó no sufrieron daño alguno.

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Cuando Eleone abrió los ojos todo era Oscuridad, todo excepto dos siluetas blancas que había a escasos metros de ella, todo era tan extraño…

-¿Chicos?

Las siluetas se giraron para tomar forma y color y a Eleone se le encogió el Corazón al ver de nuevo a sus padres de vuelta en el castillo, vivos y observándola.

-¡¿Papá, mamá?!
-Me has decepcionado, Eleone.
-Pe-pero madre…
-Permitiste que tu padre muriera y no pudiste evitar que hicieran daño a Claudia. Te pedí que protegieras a tu hermana.
-Yo… Yo… Lo intenté, de veras, pero…
-Nos has decepcionado a los dos, Eleone. No puedes seguir siendo la reina después de lo que has hecho.
-Pe-pero yo…
-¡Arrodíllate! Ahora sólo eres una súbdita más…
-Ma-madre… Yo…

Eleone empezó a llorar mientras se dejaba caer al suelo abatida por todas aquellas palabras dolorosas.

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Cuando Vali abrió los ojos vio frente a él a su padre mirándolo con severidad, no sabía porqué, ni siquiera lo recordaba, pero aquella mirada le recordaba a algo.

-¿Pa-padre?
-Te pedí que protegieras a Adda. Sólo te pedí una única cosa y me has fallado.
-¿Fallado? Pero Adda está…

Antes de que Vali pudiera terminar la frase, su padre miró hacia otro lado de la pequeña casa de la familia y cuando el Elegido giró la mirada pudo ver a Adda tirada en el suelo e inmóvil.

-¿Adda?

Vali se lanzó directo a recoger a Adda. Le dio la vuelta suavemente y colocó la cabeza de la niña entre sus brazos.

-¡Adda! ¡Adda! No… ¿Por qué…?
-Estás muerto por dentro, Vali.
-
-Ni siquiera puedes llorar por la muerte de tu hermana… Ni derramaste una sola en mi funeral.
-Yo… Esto no puede estar pasando. ¡¿Por qué nos abandonaste?! ¡Deberías ser tú el que velase por su familia! No mandarle ese trabajo a tu hijo… ¿Por qué… Por qué…?
-¿Por qué, Vali? Porque tú me mataste.

Vali sujetó fuerte a su hermana mientras se hundía profundamente en su “fría” miseria.

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Cuando Eryn abrió los ojos se encontraba de nuevo en su castillo, para su sorpresa iba vestida con un largo traje blanco y no se sentía para nada cómoda.

-¿Pero qué coño…? Esto es… No puede ser.
-¿Princesa Erynia?
-¡Ígor! ¡Tú maldito hijo de puta! ¿Qué has hecho?
-Lo siento, ¿la señorita está enfadada con Ígor?
-¡Ayudaste a que destruyeran nuestro hogar!
-¿Destruir? Ígor no entiende nada. Majestad, por favor, proteja a Ígor.
-No te mereces ni un poco de…
-¡Erynia, por favor!

Eryn se dio la vuelta acongojada por aquella voz y al darse la vuelta pudo ver a su padre en la puerta observándola.

-¿Pa-padre?
-Qué bonita estás con ese traje, Erynia. Nunca pensé que llegaría este día.
-¿Este día? ¿De qué estás hablando, padre?
-Tu boda. Todos están esperando abajo.
-¿M-mi boda?
-Vamos, hija, tenemos que ir.

Eryn no pudo contradecir a su padre, y agarrándole del brazo bajó despacio las escaleras del castillo hasta que llegó al salón donde una infinidad de invitados, entre ellos el resto de Elegidos, había acudido al enlace. El rey llevó hasta su hija al altar donde Eryn pudo ver totalmente aterrorizada quién era su prometido.

-Ga-Ga-Ganímedes.
-Hola, princesa.
-Padre. Debes estar de broma.
-No, hija. Ganímedes será un buen esposo.
-Pe-pero…
-No te preocupes, Eryn. Después de todo tú eres tan malvada como yo, haremos una buena pareja.
-¡¿Malvada?! Debes estar de broma.
-¿De broma? En absoluto. Después de todo tú tienes tanta culpa como yo de lo que pasó. Tú permitiste que Excálibur cayera.
-¿Yo…? No… No lo…
-Sí que lo hiciste. Fuiste débil y no hiciste nada por impedirlo. ¡Eres culpable!
-No…
-¡Eres culpable!

Ahora todos los invitados del salón se levantaron junto a Ganímedes para gritar al unísono culpando a Eryn de lo sucedido.

-¡Eres culpable!
-No… No. ¡No!
-¡Culpable!
-¡Nooooooo!

Eryn cayó al suelo culpándose de lo ocurrido y hundiéndose en su tristeza.

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Cuando As abrió los ojos se encontraba de vuelta en su casa en el Reino Omega, no pudo evitar oír un ruido procedente de los jardines y cuando salió no pudo evitar sorprenderse ante la escena. Su madre y su padre estaban juntos mirando flores.

-¡Padre, has vuelto!

As se lanzó en brazos de su padre orgulloso de él y le sonrió a su madre por verla tan radiante al lado de él.

-Padre, ya no tengo más que ocultar lo que soy. ¿Me enseñarás a usar la espada?
-No creo que pueda.
-¿Por qué?

As bajó la mirada cuando algo captó su atención, su padre y su madre estaban derritiéndose en Oscuridad.

-¡¿Qué…?!
-Nuestra familia está maldita, As. Y pronto tú también caerás.
-¡No! ¡¿Por qué…?!
-Porque dejamos morir a la reina Arturia, hijo. Ahora debemos pagar nuestros pecados.
-Madre, no… Fue un error, no teníais la culpa… Caos os engañó.
-No fuimos lo suficientemente fuertes, hijo. Pero no te preocupes, tú también vienes conmigo.
-¿Cómo…?

As bajó la mirada para mirarse las manos y vio como se le estaban cayendo los dedos que se derretían en Oscuridad.

-No… ¡No! Haz algo, madre. Esto no puede estar pasando.
-No te resistas, hijo. Pronto pasará todo.
-¡No, no, noooo!

As cayó al suelo agobiado por lo que estaba sucediendo mientas veía impotente como se derretía junto a sus padres.

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Cuando Sina abrió los ojos se encontró de nuevo en la sala del trono del Reino Alfa, su madre la observaba detenidamente de arriba a abajo intentando encontrar algún fallo, como era costumbre en ella.

-Madre, ¿por qué no paras de hacer eso? Nunca seré tan perfecta como tú, ya lo sabes.
-No, nunca lo serás con esas ganas.
-Juntaste tu sangre con un cualquier. Es normal que no saliera como tú.
-No era un cualquiera. Era… sensual y mono. Sólo que… un plebeyo.
-Sabes que no puedes hacerme daño con eso, ¿verdad?
-¿Quieres decir que no hay nada que te aflija?
-¿Después de vivir contigo, madre? Me hiciste indestructible por dentro.
-Eso no es posible… Todos los hombres tienen miedos.
-¿Hombres? ¿Miedo? ¿Quién eres? Tú no eres mi madre.

Al decir eso, el cuerpo disfrazado de la reina Hilda desapareció adoptando la forma de una sombra tenebrosa con dos ojos amarillos.

-Ya veo… una ilusión. Parece que utilizáis nuestros miedos en nuestra contra.
-Todos los hombres tienen miedo. ¿Por qué tú no?
-Si hubieras vivido con mi madre lo entenderías. No me convirtió en la mejor mujer pero si en una gran guerrera. Y los guerreros no le temen a nada.
-¡Eso es imposible! Todos los hombres tienen miedo.
-¡¿Quieres dejar de repetir eso?! Además, ¡yo no soy un hombre!

Tras decir eso, una poderosa Luz surgió de Sina destrozando la ilusión al momento.

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Cuando Kuroi abrió los ojos se encontró totalmente solo en la Oscuridad, no había una sola alma en kilómetros a la redonda si es que se podía medir la distancia en aquel extraño espacio.

-¿Dónde estoy? ¿Qué pasa?

Kuroi entonces vio dos ojos amarillos en medio de la nada que se acercaban lentamente de forma amenazadora. Kuroi intentó invocar su Llave espada pero no acudió.

-¡…!
-¿Por qué no funciona en ti?
-¿Por qué no funciona el qué? ¿Dónde estoy? ¿Qué has hecho con mis amigos?
-No hay pesadillas en tu Corazón. No puede ser. Eres un hombre, tienes que tener miedos.
-¿Miedos? Ya entiendo. Esto es una ilusión. Ja, ja. Eres idiota. Gracias por decírmelo.
-¿Cómo?
-Había surtido efecto. Este es mi miedo, la soledad. ¡Fuera de mi Corazón!

Una poderosa Luz surgió del Corazón de Kuroi eliminando la oscura ilusión y reapareciendo en la Necrópolis.

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Cuando Zero abrió los ojos se vio de nuevo en el castillo, tranquilo y a salvo. Empezó a buscar gente por los pasillos y cuando llegó a la sala del trono se encontró a Eleone y Alexander teniendo un encuentro romántico.

-¿Qué… demonios?

La escena estaba ocurriendo delante de las narices de Zero pero de alguna manera no podía acercarse a ellos, como si estuvieran a kilómetros de distancia de allí.

-

Eleone no tardó en girarse y encarar a Zero mientras agarraba de la mano a Alexander.

-Ya ves, Abraham. Le prefiero a él antes que a ti. Tú no eres ni la mitad de hombre que él.
-
-¿Qué pasa, hermanito? ¿Te has quedado sin palabras?
-Ja…

Zero sonrió bajando la mirada al suelo, parecía satisfecho con aquella situación.

-Ya entiendo… Qué idiotez.
-¿Qué dices, Zero? Tu hermano y yo…
-¡Cállate, quien quiera que seas!
-¿Co-cómo te atreves a hablarle así a tu reina?
-¿A mi reina? No me hagas reír. Mi reina nunca haría esto. ¡Muéstrate!

Como si aquello fuera una orden, la escena se derritió como si estuviera hecha de acuarelas, mostrando a los falsos “Alexander” y “Eleone” como dos sombras con ojos amarillos.

-¿Cómo puede ser posible? Todo hombre tiene un miedo.
-Sois patéticos. No hay ningún miedo en mi Corazón, ¡porque no le temo a nada! ¿De verdad pensabáis que un poco de daño psicológico podría conmigo? No sois más que aprendices en esto de manipular a la gente. ¡Pues os habéis equivocado de persona!

Del pecho de Zero surgió una potente Luz que rompió la oscura ilusión y volvió a la Necrópolis de las Llaves espada.

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Cuando Kuroi y Zero abrieron los ojos vieron una escena algo inusual. Eleone, Eryn, As, Sina y Vali estaban tirados en el suelo temblando y la barrera de Luz estaba a punto de venirse abajo.

-¡Zero! ¿Qué… qué les pasa?
-¿La ilusión?
-¿Cómo? ¿Tú también? ¿Y por qué…?
-Me entrenaba a diario con Jaleel. Es un experto en ilusiones. Aprendí a discernirlas, ¿y tú?
-No tengo ni idea. No sabría explicarlo bien.
-No importa. Tenemos que traer de vuelta a los demás antes de que la barrera caiga.
-Sí.
-Tú ve a ver a Eryn y Vali. Yo me encargo de As, Sina y la reina.

Zero se lanzó velozmente a agarrar a la reina Eleone para sacarla de su trance, pero cuando lo hizo volvió a desaparecer.

Cuando quiso darse cuenta se encontraba en medio del castillo una vez más, unos falsos rey Lyon y reina Arturia parecían estar torturando a Eleone. Zero intentó invocar sus Llaves espada en vano para atacarles y alejarles de ella, pero no le quedó más opción que lanzarse al ataque sin armas.

-¡Dejadla en paz!

Las figuras que perdieron sus rostros obteniendo unos tenebrosos ojos amarillos, se sorprendieron de ver a Zero allí y desaparecieron tan pronto como Zero intentó darles un par de puñetazos.

-Bah, ni siquiera saben pelear. Sólo jugar con las mentes… ¡Majestad!

Zero agarró a Eleone en el acto que agonizaba en el suelo y los dos volvieron a aparecer en aquel desierto de Llaves espada.

En cuanto Kuroi tocó a Eryn apareció en medio de una especie de boda en la que todos le gritaban a Eryn que, realmente preciosa vestida de blanco, agonizaba en el suelo delante de una cara conocida.

-¡Tú eres el tipo del desierto!
-¿Eh? ¿Qué haces aquí?
-¡Alejaros de ella!

Kuroi se abalanzó con su enorme cuerpo arrollando a todo el que se interponía entre él y Eryn, según les golpeaba iban desapareciendo, y cuando muchos de ellos se desvanecieron el resto huyó.

-¡Cobardes!

Kuroi finalmente llegó a Eryn y agarrándola volvieron juntos a la Necrópolis.

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-Majestad, ¿estáis bien?
-¿Zero? ¿Qué… qué ha pasado?

La reina se dio cuenta de que estaban de nuevo en el desierto de las Llaves espada.

-Una ilusión. Esas cosas querían debilitarnos para entrar en la barrera, no parecen ser guerreros. ¿Puedes levantarte?
-Sí. Gracias, Zero. Era… horrible.
-No tiene importancia. Ya estáis a salvo.

-Eryn, ¿te encuentras bien?
-Kuroi… Agg… ¿Qué…? Era todo tan…
-No te preocupes, era sólo una pesadilla. Ya has despertado.
-¿Cómo…?
-No importa. Ahora levántate, tengo que ir a ver a…

-¡¿Y Vali?!
-¡¿Y As?!
-¡Allí!

Los cuatro Elegidos vieron como dos de aquellas criaturas habían conseguido infiltrarse llevándose a As y Vali a través de ella. Por su parte, Sina estaba levantándose del suelo a duras penas.

-¡Tenemos que salvarles!

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