viernes, 9 de noviembre de 2012

Capítulo 16: El último


Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

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Kuroi y Eryn seguían abriéndose paso hacia el sur entre Sincorazón y dejando cada vez más soldados atrás hasta que finalmente dejaron al último y quedaron los dos solos.

-La puerta sur ya está cerca...
-Eryn... ¿estás seguras de esto?
-Se lo prometimos a la reina.
-A mí me importa más su seguridad que su confianza.
-Vaya, no me esperaba que tu lealtad fuera tan grande...
-Bueno, yo...
-No, no tienes que decir nada, Kuroi
-Pero...
-Tranquilo, lo comprendo.
-Qué bonito...

Los dos Elegidos giraron sus espaldas para ver de donde provenía la voz y pudieron ver a un hombre de ocho brazos portando diferentes armas en sus manos en una postura un tanto incómoda incluso para la vista.

-¿Quíen...?
-¿...soy yo?
-...
-¡Soy el más grande de los espadachines entre todos los Mundos!
-¿Qué...?
-Es claramente un Señor de la Oscuridad.
-Eso también.
-¿Y qué haces aquí? ¿Has venido a detenernos?
-¿Deteneros? ¿Es que teníais algún tipo de misión? Simplemente me sorprendió veros solos y alejandoos de la batalla. Parece que encontré una especie de agentes especiales.
-¿Agentes especiales?
-Este tío está loco...
-¡¿A quién llamas loco?! So... so... ¡so patán!
-¿Patán? ¿Qué clase de insulto es ése?
-No creas que tus burlas quedarán indemnes. Veremos quien tiene el orgullo más grande en un duelo.
-¿Un duelo?
-Sí, jovencita, usted no podrá luchar. Solos él y yo.
-¿Kuroi...?
-No sé... Parecerá estúpido pero mira cuantos brazos y cuantas armas.
-No tienes que luchar solo si no quieres.
-Pero...
-¿Dejarás que una mujer tenga que protegerte la espalda?
-¡No...! No es eso...
-¿Denoto cobardía?
-¡Oye...!
-Kuroi, no te dejes afectar por sus provocaciones.
-Pero... ¡Está bien, acepto el reto!
-Aisss... Hombres...

Kuroi dio dos pasos alante aceptando también "físicamente" el duelo y Gilgamesh dejó su ridícula pose para portar sus armas de una manera más amenazadora.

-No vale morder, ni arañar, ni engañar, ni gritar, ni pegar de cintura para abajo, ni...
-¡Ya, coño! Es una batalla, no una pelea de niños.
-Sólo quería dejarlo claro...
-¡¿Ni invocaciones?!
-¿Cómo? ¿Quién dijo eso?
-¿Eh? -¿...?

Los tres buscaron con la mirada aquella voz que pareció provenir de alguna lejanía, no vieron nada, pero de pronto la voz se oyó más cerca, tanto que estaba en una farola apoyado sobre ella, el hombre de la capucha.

-¿Quién...? Tú...

Kuroi se tocó levemente la cabeza al ver al hombre encapuchado como si de alguna manera supiera quien era, pero no podía recordar quien.

-¿Es vuestro amigo?
-No le conocemos.

El encapuchado se alzó y se acercó encarando a Gilgamesh.

-Esto no pasó aquella vez...
-¿No pasó? ¿De qué hablas? ¡Os dije que nada de engañar!
-Dime, Kuroi. ¿Serás capaz de vencerle con un poco de ayuda?
-¡¿Cómo sabes mi nombre?!
-Sé mucho más que eso, pero ahora céntrate en la batalla.

El enorme encapuchado hizo un gesto con las manos y un pequeño terremotó alzo un túnel desde el suelo por el que se asomaron seis ojos rojos que brillaban en la oscuridad.

-¿Qué...?
-Más trucos... Malditos...

Del túnel terminó de salir un perro de dos metros de altura con tres cabezas, era Cerbero, el guardián del inframundo. Todos los allí presentes, excepto el hombre encapuchado se asustaron.

-¡¿Qué demonios?!
-¡Ah!
-Grrrr....
-Tranquilo, Kuroi. Es tu invocación guardiana.
-¿Mi... invocación? Pero...
-¡El duelo era entre él y yo!
-Bueno, entonces no debes preocuparte, Gilgamesh, porque Cerbero forma parte de Kuroi igual que tus armas forman parte de ti.
-Aggg... Está bien... ¡Adelante!

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Keiro iba perdiendo cada vez más terreno en la batalla, aunque no había alcanzado su mayor potencial de Oscuridad, no quería seguir abusando de dicha reserva, aún se preocupaba por el Corazón de Bastet y lo que aquello podía ocasionarle.

-¿Qué pasa, Keiro? Ya no estás en las mismas condiciones.
-¡Cállate! Juro que...
-Tus juramentos no tienen valor ninguno.
-...
-También le prometiste a Bastet que no volverías a caer y mírate.
-¿Cómo te atreves?
-Keiro...
-...lo siento, Bastet. Yo... no...
-Eres un fraude, Keiro. Acéptalo, ni siquiera perteneces a esto.
-¡¿Cómo sabes tú todo eso?!
-¿De verdad pensabas que no teníamos espías e informadores que nos contaban todo lo que pasaba aquí dentro o incluso en Chrystalis?
-¿Cómo?
-Llevamos años preparando esto, no somos unos aficionados como vosotros. Lo hemos preparado todo minuciosamente y nadie va a evitar que esta noche Ánima sea libre.
-¡Eleone lo hará!
-Bastet...
-Ella vencerá a Caos y el resto seréis historia.
-¡Ja, ja, ja... JA, JA, JA, JA!
-¡No te rías!
-¿Que no me ría? Pobre mocosa... La reina tiene los minutos contados.
-¡¿Cómo dices?!
-Ahora mismo Caos seguramente esté acabando con ella.
-No...
-Chsss (Bastet... ella confiaba en Eleone... Mierda, no puedo, si lo hago... Pero si no lo hago, Eleone... No me queda otra opción...)

Keiro giró la cabeza para poder mirar a Bastet y le sonrió, en seguida Bastet sabía lo que aquello significaba.

-Keiro... no...
-Tranquila, sé que volverás a encontrarme.
-¡No!

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Ragnarok entendió al instante lo que Caos pretendía, además ya iban retrasados, aún el primero tenía que ir a hacer una visita a alguien en especial. Eleone saltó sobre Caos enfurecida por todo y el Señor de la Oscuridad no dudó en sacrificar otro de sus brazos deteniendo la Llave espada de la reina con su mano, quemaba, pero aquello tendría que esperar, aquella batalla ya había durado bastante, usaría aquello. Ragnarok empujó a Alexander con todas sus fuerzas de un duro espadazo y el joven protector salió volando irremediablemente, cuando se detuvo sólo pudo ver con impotencia lo que ocurría. El hombre de la enorme espada se acercó raudamente a Eleone por la espalda y la atrapó con sus brazos tras terminar de desintegrar con su Luz el brazo de Caos.

-¡¿Qué?! ¡No! ¡Ahhhh! ¡Suéltame!

Sin embargo, la fuerza de Ragnarok era muy superior a la de Eleone y él, carente de Corazón ni de un cuerpo de Oscuridad, no se veía afectado por la Luz de la reina.

-¡Eleoooone!
-Se acabó. Es hora de que os rindáis majestad.
-¿Ren... dirme? Yensid... Es lo que me...

Caos y Ragnarok explotaron sus Auras de Oscuridad que rodearon a la reina empezando a engullirla.

-¡Eleooooone!
-Larga... vida... ¡a la reina!
-¡Noooooooooooooooooooooo!
 

Recomiendo escuchar esta canción a partir de aquí:



Y con una sonrisa en la boca, Eleone se desintegró en frente de los ojos de Alexander que tenía la cara totalmente desencajada sin poder creerse lo que acababa de suceder.

-No pasa nada.
-¡MALDITOS!

Alexander se levantó en ese justo instante y algo extraño sucedió.

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-Ya estoy recuperado.
-Bien. ¿Listo?
-Sí, vayamos a salvar a la... ¿Eh?
 
Y justo antes de que Zero saliera corriendo dirección al centro de la ciudad vio como sus Llaves espada desaparecían.

-¿Qué pasa? ¿Bahamut?
-No...

Y antes de que el rey de los dragones pudiera responderle desapareció también, dejando a Zero a solas, sin armas y sin compañero.

-¿Qué cojones? ¡Ahora no, mierda! ¡Majestaaaad!

Aún así salió corriendo.

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-¿Qué demonios?
-¿Él también?

Alexander se había levantado cabreado y ahora dos Llaves espada eran sujetadas por sus manos mientras un terrible dragón negro archiconocido se posicionaba a sus espaldas.

-...sé que ha pasado. ¿...?
-Bahamut.
-¿Sí?
-Ya lo entiendes todo, ¿no?
-Sí...
-Préstame tu poder. Necesito recuperar a Eleone.
-Estoy contigo.

El nuevo Elegido y su nueva invocación se lanzaron los dos totalmente sincronizados a la batalla contra Ragnarok y Caos, aún sabiendo el poder del gran Señor de la Oscuridad y la fuerza de su compinche, no dudaron en atacarles a los dos a la vez y los dos seres oscuros se sorprendieron al ver que el poder de ambos estaba al mismo nivel que el de ellos.

-...Caos...
-Ahora no, Ragnarok. Lucha por tu vida.

La batalla parecía decantarse cada vez más del lado de Alexander que totalmente enfadado y luchando por su amor no veía momento en el que descansar de sus golpes mientras Bahamut le apoyaba desde el aire. A mitad de la batalla Caos consiguió repeler al guerrero y empezó a reír como si no hubiera mañana.

-¡¿De qué te ríes?!
-No lo entiendo.
-¡¿El qué no entiendes?!
-¿Por qué luchas?
-¿Cómo?
-¿Por qué luchas? Parece como si quisieras que la estúpida de tu reina volviera.
-¡Y así lo hago!
-Idiota... Eleone ya no existe.
-¡No digas eso!
-¿La verdad duele?
-¡Ésa no es la verdad! Ella no caería frente a ti, no de esa manera. ¡No puede acabar así!
-¿Por qué no? Su madre ya cayó antes que ella.
-Arturia... ¡No, me niego!
-Eso no cambiará la realidad.
-¡Alexandeeeer!
-¿Mmm?
-Parece que llega el otro.
-Oh, genial. Sabes lo que eso significa, ¿no, Ragnarok?

Zero terminó de llegar a la batalla viendo como su hermano era ahora el portador de sus Llaves espada y de su invocación.

-¿Cuándo?
-Ahora no, Zero. Hay que vengar a la reina.
-¿Ve-ve-ve-vengar? No hablarás en serio...
-...
-¡¿Cómo te atreves a decir esas palabras?!

Zero agarró del cuello de la capa a Alexander alzándolo ligeramente de forma acusadora.

-¡No lo digas ni de broma!
-Esos malditos... No es momento para luchar entre nosotros, Zero.
-¡Lo sabía! ¡Te lo dije! ¡Yo debí haber sido su guardián!

Un poderoso puñetazo encajado en la mandíbula de Zero le hizo caer al suelo confuso e incrédulo de lo que estaba sucediendo, sin embargo Alexander no parecía estar por la labor de aguantar a su hermano en ese momento.

-¡No la doy por muerta! Hermano, ayúdame a...
-Siento romper este momento fraternal tan bonito, pero ya nada nos retiene aquí.

Y tras decir aquello Caos y Ragnarok desaparecieron tras un portal de Oscuridad.

-¡No! Mierda... ¡Zero reacciona!
-Eleone...
-¡Zero, joder! Espera... Si tú estás aquí. ¡Zero, ¿qué paso con Claudia?!
-Eleone...
-¡Zero! ¡ZERO!

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