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Kuroi y Eryn seguían abriéndose
paso hacia el sur entre Sincorazón y dejando cada vez más soldados atrás hasta
que finalmente dejaron al último y quedaron los dos solos.
-La puerta sur ya está
cerca...
-Eryn... ¿estás
seguras de esto?
-Se lo prometimos a
la reina.
-A mí me importa más su seguridad que su confianza.
-A mí me importa más su seguridad que su confianza.
-Vaya, no me esperaba
que tu lealtad fuera tan grande...
-Bueno, yo...
-No, no tienes que
decir nada, Kuroi
-Pero...
-Pero...
-Tranquilo, lo
comprendo.
-Qué bonito...
Los dos Elegidos
giraron sus espaldas para ver de donde provenía la voz y pudieron ver a un
hombre de ocho brazos portando diferentes armas en sus manos en una postura un
tanto incómoda incluso para la vista.
-¿Quíen...?
-¿...soy yo?
-...
-¡Soy el más grande
de los espadachines entre todos los Mundos!
-¿Qué...?
-Es claramente un Señor de la Oscuridad.
-Es claramente un Señor de la Oscuridad.
-Eso también.
-¿Y qué haces aquí?
¿Has venido a detenernos?
-¿Deteneros? ¿Es que
teníais algún tipo de misión? Simplemente me sorprendió veros solos y
alejandoos de la batalla. Parece que encontré una especie de agentes
especiales.
-¿Agentes especiales?
-Este tío está
loco...
-¡¿A quién llamas
loco?! So... so... ¡so patán!
-¿Patán? ¿Qué clase
de insulto es ése?
-No creas que tus
burlas quedarán indemnes. Veremos quien tiene el orgullo más grande en un
duelo.
-¿Un duelo?
-Sí, jovencita, usted
no podrá luchar. Solos él y yo.
-¿Kuroi...?
-No sé... Parecerá
estúpido pero mira cuantos brazos y cuantas armas.
-No tienes que luchar
solo si no quieres.
-Pero...
-¿Dejarás que una
mujer tenga que protegerte la espalda?
-¡No...! No es eso...
-¿Denoto cobardía?
-¡Oye...!
-Kuroi, no te dejes
afectar por sus provocaciones.
-Pero... ¡Está bien,
acepto el reto!
-Aisss... Hombres...
Kuroi dio dos pasos
alante aceptando también "físicamente" el duelo y Gilgamesh dejó su
ridícula pose para portar sus armas de una manera más amenazadora.
-No vale morder, ni
arañar, ni engañar, ni gritar, ni pegar de cintura para abajo, ni...
-¡Ya, coño! Es una
batalla, no una pelea de niños.
-Sólo quería dejarlo
claro...
-¡¿Ni invocaciones?!
-¿Cómo? ¿Quién dijo
eso?
-¿Eh? -¿...?
Los tres buscaron con
la mirada aquella voz que pareció provenir de alguna lejanía, no vieron nada,
pero de pronto la voz se oyó más cerca, tanto que estaba en una farola apoyado
sobre ella, el hombre de la capucha.
-¿Quién...? Tú...
Kuroi se tocó
levemente la cabeza al ver al hombre encapuchado como si de alguna manera
supiera quien era, pero no podía recordar quien.
-¿Es vuestro amigo?
-No le conocemos.
El encapuchado se alzó
y se acercó encarando a Gilgamesh.
-Esto no pasó aquella
vez...
-¿No pasó? ¿De qué
hablas? ¡Os dije que nada de engañar!
-Dime, Kuroi. ¿Serás
capaz de vencerle con un poco de ayuda?
-¡¿Cómo sabes mi
nombre?!
-Sé mucho más que
eso, pero ahora céntrate en la batalla.
El enorme encapuchado
hizo un gesto con las manos y un pequeño terremotó alzo un túnel desde el suelo
por el que se asomaron seis ojos rojos que brillaban en la oscuridad.
-¿Qué...?
-Más trucos...
Malditos...
Del túnel terminó de
salir un perro de dos metros de altura con tres cabezas, era Cerbero, el guardián
del inframundo. Todos los allí presentes, excepto el hombre encapuchado se
asustaron.
-¡¿Qué demonios?!
-¡Ah!
-Grrrr....
-Tranquilo, Kuroi. Es
tu invocación guardiana.
-¿Mi... invocación?
Pero...
-¡El duelo era entre él
y yo!
-Bueno, entonces no
debes preocuparte, Gilgamesh, porque Cerbero forma parte de Kuroi igual que tus
armas forman parte de ti.
-Aggg... Está bien...
¡Adelante!
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Keiro iba perdiendo cada vez más terreno en la batalla, aunque no había alcanzado su mayor potencial de Oscuridad, no quería seguir abusando de dicha reserva, aún se preocupaba por el Corazón de Bastet y lo que aquello podía ocasionarle.
Keiro iba perdiendo cada vez más terreno en la batalla, aunque no había alcanzado su mayor potencial de Oscuridad, no quería seguir abusando de dicha reserva, aún se preocupaba por el Corazón de Bastet y lo que aquello podía ocasionarle.
-¿Qué pasa, Keiro? Ya
no estás en las mismas condiciones.
-¡Cállate! Juro
que...
-Tus juramentos no
tienen valor ninguno.
-...
-También le
prometiste a Bastet que no volverías a caer y mírate.
-¿Cómo te atreves?
-Keiro...
-...lo siento,
Bastet. Yo... no...
-Eres un fraude,
Keiro. Acéptalo, ni siquiera perteneces a esto.
-¡¿Cómo sabes tú todo
eso?!
-¿De verdad pensabas
que no teníamos espías e informadores que nos contaban todo lo que pasaba aquí
dentro o incluso en Chrystalis?
-¿Cómo?
-Llevamos años
preparando esto, no somos unos aficionados como vosotros. Lo hemos preparado
todo minuciosamente y nadie va a evitar que esta noche Ánima sea libre.
-¡Eleone lo hará!
-Bastet...
-Ella vencerá a Caos
y el resto seréis historia.
-¡Ja, ja, ja... JA,
JA, JA, JA!
-¡No te rías!
-¿Que no me ría?
Pobre mocosa... La reina tiene los minutos contados.
-¡¿Cómo dices?!
-Ahora mismo Caos
seguramente esté acabando con ella.
-No...
-Chsss (Bastet...
ella confiaba en Eleone... Mierda, no puedo, si lo hago... Pero si no lo hago,
Eleone... No me queda otra opción...)
Keiro giró la cabeza
para poder mirar a Bastet y le sonrió, en seguida Bastet sabía lo que aquello
significaba.
-Keiro... no...
-Tranquila, sé que
volverás a encontrarme.
-¡No!
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Ragnarok entendió al instante lo que Caos pretendía, además ya iban retrasados, aún el primero tenía que ir a hacer una visita a alguien en especial. Eleone saltó sobre Caos enfurecida por todo y el Señor de la Oscuridad no dudó en sacrificar otro de sus brazos deteniendo la Llave espada de la reina con su mano, quemaba, pero aquello tendría que esperar, aquella batalla ya había durado bastante, usaría aquello. Ragnarok empujó a Alexander con todas sus fuerzas de un duro espadazo y el joven protector salió volando irremediablemente, cuando se detuvo sólo pudo ver con impotencia lo que ocurría. El hombre de la enorme espada se acercó raudamente a Eleone por la espalda y la atrapó con sus brazos tras terminar de desintegrar con su Luz el brazo de Caos.
-¡¿Qué?! ¡No! ¡Ahhhh!
¡Suéltame!
Sin embargo, la
fuerza de Ragnarok era muy superior a la de Eleone y él, carente de Corazón ni
de un cuerpo de Oscuridad, no se veía afectado por la Luz de la reina.
-¡Eleoooone!
-Se acabó. Es hora de
que os rindáis majestad.
-¿Ren... dirme?
Yensid... Es lo que me...
Caos y Ragnarok
explotaron sus Auras de Oscuridad que rodearon a la reina empezando a
engullirla.
-¡Eleooooone!
-Larga... vida... ¡a
la reina!
-¡Noooooooooooooooooooooo!
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Y con una sonrisa en
la boca, Eleone se desintegró en frente de los ojos de Alexander que tenía la
cara totalmente desencajada sin poder creerse lo que acababa de suceder.
-No pasa nada.
-¡MALDITOS!
Alexander se levantó en ese justo instante y algo extraño sucedió.
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-Ya estoy recuperado.
-Bien. ¿Listo?
-Sí, vayamos a salvar
a la... ¿Eh?
Y justo antes de que
Zero saliera corriendo dirección al centro de la ciudad vio como sus Llaves espada
desaparecían.
-¿Qué pasa? ¿Bahamut?
-No...
Y antes de que el rey
de los dragones pudiera responderle desapareció también, dejando a Zero a
solas, sin armas y sin compañero.
-¿Qué cojones? ¡Ahora
no, mierda! ¡Majestaaaad!
Aún así salió
corriendo.
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-¿Qué demonios?
-¿Qué demonios?
-¿Él también?
Alexander se había levantado cabreado y ahora dos Llaves espada eran sujetadas por sus manos mientras un terrible dragón negro archiconocido se posicionaba a sus espaldas.
Alexander se había levantado cabreado y ahora dos Llaves espada eran sujetadas por sus manos mientras un terrible dragón negro archiconocido se posicionaba a sus espaldas.
-...sé que ha pasado.
¿...?
-Bahamut.
-¿Sí?
-Ya lo entiendes
todo, ¿no?
-Sí...
-Préstame tu poder. Necesito
recuperar a Eleone.
-Estoy contigo.
El nuevo Elegido y su
nueva invocación se lanzaron los dos totalmente sincronizados a la batalla
contra Ragnarok y Caos, aún sabiendo el poder del gran Señor de la Oscuridad y
la fuerza de su compinche, no dudaron en atacarles a los dos a la vez y los dos
seres oscuros se sorprendieron al ver que el poder de ambos estaba al mismo
nivel que el de ellos.
-...Caos...
-Ahora no, Ragnarok.
Lucha por tu vida.
La batalla parecía
decantarse cada vez más del lado de Alexander que totalmente enfadado y
luchando por su amor no veía momento en el que descansar de sus golpes mientras
Bahamut le apoyaba desde el aire. A mitad de la batalla Caos consiguió repeler
al guerrero y empezó a reír como si no hubiera mañana.
-¡¿De qué te ríes?!
-No lo entiendo.
-¡¿El qué no
entiendes?!
-¿Por qué luchas?
-¿Cómo?
-¿Por qué luchas?
Parece como si quisieras que la estúpida de tu reina volviera.
-¡Y así lo hago!
-Idiota... Eleone ya
no existe.
-¡No digas eso!
-¿La verdad duele?
-¡Ésa no es la
verdad! Ella no caería frente a ti, no de esa manera. ¡No puede acabar así!
-¿Por qué no? Su
madre ya cayó antes que ella.
-Arturia... ¡No, me
niego!
-Eso no cambiará la
realidad.
-¡Alexandeeeer!
-¿Mmm?
-Parece que llega el
otro.
-Oh, genial. Sabes lo
que eso significa, ¿no, Ragnarok?
Zero terminó de
llegar a la batalla viendo como su hermano era ahora el portador de sus Llaves
espada y de su invocación.
-¿Cuándo?
-Ahora no, Zero. Hay
que vengar a la reina.
-¿Ve-ve-ve-vengar? No
hablarás en serio...
-...
-¡¿Cómo te atreves a
decir esas palabras?!
Zero agarró del
cuello de la capa a Alexander alzándolo ligeramente de forma acusadora.
-¡No lo digas ni de broma!
-Esos malditos... No
es momento para luchar entre nosotros, Zero.
-¡Lo sabía! ¡Te lo
dije! ¡Yo debí haber sido su guardián!
Un poderoso puñetazo
encajado en la mandíbula de Zero le hizo caer al suelo confuso e incrédulo de
lo que estaba sucediendo, sin embargo Alexander no parecía estar por la labor
de aguantar a su hermano en ese momento.
-¡No la doy por
muerta! Hermano, ayúdame a...
-Siento romper este
momento fraternal tan bonito, pero ya nada nos retiene aquí.
Y tras decir aquello
Caos y Ragnarok desaparecieron tras un portal de Oscuridad.
-¡No! Mierda... ¡Zero
reacciona!
-Eleone...
-¡Zero, joder!
Espera... Si tú estás aquí. ¡Zero, ¿qué paso con Claudia?!
-Eleone...
-¡Zero! ¡ZERO!
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