lunes, 26 de noviembre de 2012

Capítulo 2: Reencuentros

Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:
 
 
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Hilda y Zelda se levantaron emocionadas y de cerca les siguió Sina, se acercaron hasta Eleone y se dieron un abrazo.
 
-Estás idéntica a tu madre.
-Bueno, eso es porque ésta era la ropa que solía llevar.
-Pero no solo es la ropa y la armadura. La cara, los ojos... eres su viva imagen.
-Parece como si siguiera viva en ti.
 
Eleone sonrió orgullosa y satisfecha por sus palabras aunque no tardaron en llegar las preguntas del día.
 
-¿Dónde has estado todo este tiempo? Claudia estaba muy preocupada y Alexander te daba por muerto.
-Vaya... Supongo que me tomé muy a pecho mi entrenamiento.
-¿Entrenamiento?
-Es largo de contar. Y me gustaría volver a Eclissis. Pero, Tania, mi acompañante...
-Hola...
-Hola. -Hola.
-Buenas.
-...me ha dicho que hay una barrera inquebrantable rodeando Eclissis. Y dado que As y tú estábais allí antes de que invocase Sagrado, debéis saber alguna manera de entrar.
-Sí, de hecho...
-¿Has dicho Sagrado?
-Sí. ¿Pasa algo, Zelda?
-Entonces eso es lo que vimos hace tres años.
-Era tan... cristalino.
-¿Fue la Luz que nos salvó?
-Eso parece.
-Entonces os salvé a todos a tiempo.
-Sí. Más o menos.
-¿Cómo conseguiste el poder de Sagrado?
-Mmm... es que estos tres años... No quisiera sonar descortés, pero quiero ver a Claudia y a Alexander, ya os contaré la historia en otro momento. Por favor, Sina, ¿me dirías la manera de entrar en Eclissis?
-No te la voy a decir.
-¿Cómo?
-Porque voy a acompañarte.
 
Eleone sonrió como respuesta, por un momento se había imaginado algo extraño. Sina se separó del grupo y se dirigió a la salida.
 
-¿No tenías prisa, Eleone? Tenemos que hacer una parada en el camino.
-¿Y As?
-As no está en casa ahora mismo, Eleone. Corre, ve con Sina, ya nos contarás...
-Vale.
-Nos alegramos de saber que estás bien.
 
Eleone sonrió una vez más y tirando de Tania, que se había quedado embobada toda la conversación totalmente embelesada por haber conocido a las mismísimas reinas de Gemelus, siguieron a Sina al exterior del palacio.
 
-Así que has estado entrenando...
-Sí. He aprendido a utilizar los poderes de Avatar, espero seros de más utilidad ahora.
-Eso está bien. En realidad todos nos hemos estado entrenando estos tres años. Cada uno por su cuenta, aunque Claudia, los gemelos y Kuroi se quedaron en Eclissis.
-¿Y el resto?
-Mmm... No lo sabemos.
-¿No lo sabéis?
-No. Desaparecieron antes o después de la batalla y no les hemos vuelto a ver. As y yo visitamos de vez en cuando Eclissis para ver cómo están.
-¿Y Ánima? Me han dicho que ha estado molestando estos tres años.
-Por eso nos entrenábamos, para conseguir una manera de vencerle de una vez por todas. Parece que tu regreso es sin duda la señal de que ya podemos acabar con él. Suerte que los SeeD han estado dando vueltas por aquí.
-Sí. Me alegro mucho de saber que han estado ayudando.
-Después de todo, hace tres años fuimos derrotados por Ánima. Creíamos que no volveríamos a poder contra él. Aunque tardó un tiempo en volver a atacar.
-Eso es por Sagrado. Ha sido lo suficientemente poderoso para mantener a los Sincorazón alejados de aquí pero no podría hacer mucho contra Caos y Ánima.
-¿Qué es Sagrado, Eleone?
-Es un poderoso hechizo que... Aiss, no intentes liarme. He dicho que hablaré cuando estemos todos.
-Ja, ja, ja. Vale.
 
Sina invocó su Llave espada que ahora tenía la forma de un relámpago, había acrecentado su alcance y ahora tenía el nuevo nombre de: Foudre. La lanzó al cielo imitada por Eleone e invocaron sus Llaves deslizador, Tania volvió a invocar la barrera mágica.
 
-¿A dónde vamos, Sina?
-Sígueme. Hay que hacer una parada para que podamos entrar en Eclissis.
 
Las dos salieron disparadas hacia el Espacio entre los Mundos y tomaron rumbo hacia Eclissis, o al menos hacia la zona en la que se encontraba Eclissis.
 
-¿Y nada más has aprendido a utilizar los poderes de Avatar, Eleone?
-No, también he mejorado como guerrera y como hechicera. ¿Y tú, Sina?
-Pues después de que nuestras madres abolieron las estúpidas leyes antiguas nos cambiamos de Maestra As y yo. Yo entrené con Zelda y él con mi madre. Am, y conseguimos nuestras invocaciones.
-Genial. Ahora que lo dices... ¿cómo estará Madine? Siempre pensé que no podía invocarla por dónde me encontraba, ahora entiendo que era por la barrera.
-Está bien. Nos ayudó en la batalla contra Ánima. Fue muy valiente.
-Sí. Es el Dios León después de todo.
-¿Y quién es tu compañera?
-Oh... pues Tania es una hechicera a la que conocí en el Mundo en el que aparecí.
-¿En el que apareciste?
-Sí. Cuando volví al Reino de la Luz quise hacerlo en un lugar en el que me estuvieran necesitando, y acudí a ayudar a Tania que casi es engullida por los Sincorazón.
-Vaya... ¿dónde has estado, Eleone?
-Aguanta un poco más.
 
Sin duda la velocidad de sus Llaves deslizador había mejorado con los años y con el poder, cuando quisieron darse cuenta habían alcanzado su objetivo: Paraíso de los Hechiceros. Aunque Eleone no lo pudo identificar. Estaba casi totalmente reconstruído.
 
-¿Y ese lugar, Sina?
-Je, je. Me imaginaba que no ibas a saber identificarlo.
-¿...?
-Pero igual que me tienes tú en vela, ahora te toca a ti.
 
Sina aceleró para entrar en el Mundo y Eleone la siguió totalmente curiosa. No tardaron en llegar a una ciudad en el centro del Mundo donde fueron muy bien bienvenidas por sus ciudadanos.
 
-El caso es que me suena...
-Sina, cuánto tiempo. Y... y... ¡¿Arturia?!
-¡Arkleus! ¿Esto es Paraíso de los Hechiceros?
-Espera, ¡¿Eleone?!
-Sí, Ark. Cuánto tiempo.
-¡Estás viva!

Arkleus salió corriendo hacia Eleone y la subió en brazos haciéndola volar por el cielo.
 
-¡Ay! ¡Ark, bájame!
-No me lo puedo creer.

Ark la volvió a dejar en el suelo totalmente emocionado.
 
-Si-Sina, ¿cuándo ibas a decírnoslo?
-Eh, que yo estoy igual de sorprendida. Acaba de llegar.
-¿De llegar, de dónde?
-Ah, ah. Quiero ver a Claudia primero.
-Claro, claro. Faltaría más. Esperad un momento.
 
Arkleus desapareció en su torre dejando a las chicas solas.
 
-¿Qué va a hacer?
-Coger la "llave".
-¿La "llave"? ¿Qué "llave"?
-Ya lo verás, señora misterios.
-Vaya, Eleone. Volvemos a encontrarnos.
-¿Eh?

Eleone se giró siguiendo aquella voz y no dio créditos a lo que vieron sus ojos. Eryn estaba en frente de ella, tan bella como siempre, con el pelo recogido de una manera que parecía bastante complicada dejando una enorme coleta caer por detrás, iba vestida únicamente con un top ceñido al pecho y un corto faldón con unas enormes botas, llevaba su Llave espada aunque ésta tenía forma de lanza.
 
-¡Eryn!
-Parece que las Princesas del Corazón se reúnen finalmente.
-¿Las Princesas del Corazón?
-Bueno, no están aquí. Las dejé en casa de Ark descansando. Estamos haciendo una parada.
-¿Una parada?
-¿No le has contado nada, Sina?
-No, la reina ha sellado sus labios así que no le explicaré nada hasta que nos cuente qué ha hecho ella.
-Ya veo.
-¿Vienes con nosotros, Eryn?
-No, lo siento. Mis deberes me tienen ocupada.
-¿Deberes?
-Yo te los explicará Sina cuando abras la boca.
 
Eryn sonrió y volvió a desaparecer tal y como había aparecido no tardando en ser relevada por Ark que volvía con su especial aparato que le permitía moverse por el Espacio entre los Mundos aún excitado por las buenas noticias.
 
-Venga, vamos. No les hagamos esperar más.
 
Eleone era ahora la sorprendida, aunque sin rechistar mucho más volvió a invocar su Llave deslizador y siguió a Sina y a Arkleus de nuevo al Espacio entre los Mundos, no tardando en ver a lo lejos una enorme barrera esférica que protegía Eclissis.
 
-Vaya... sin duda fue cosa de Sagrado...
-¿Sagrado, majestad?
-Es el hechizo que utilicé para salvar Eclissis. Venga, entremos ya.
 
Los tres terminaron de acercarse a la barrera de Luz y Arkleus se acercó un pelín más para poner una especie de roca en la barrera que hizo que se abriera un agujero en ella por la que entraron todos. A Eleone le latía el Corazón sólo de pensar en volver a ver a Claudia y a Alexander después de tres años, había soñado con ese momento cada día desde que se fue. Los cuatro bajaron hasta los jardines de palacio y cuando Eleone deshizo la Llave deslizador se quedó mirando las enormes paredes como si no hubiera estado allí en siglos. Iba con una sonrisa enorme en la boca.
 
-Parece que no ha cambiado nada.
 
Dos soldados y un joven moreno se acercaron al grupo, parecían ser los soldados que venían a dar la bienvenida a los Elegidos. Fue en ese momento cuando Eleone se giró y se vieron los dos a la vez, a Eleone le creció aún más la sonrisa y al otro joven se le iluminó la cara como si no se creyera lo que estaba viendo. Salió corriendo sin decir una sola palabra apartando a los soldados y se detuvo justo en frente de la reina, debía pensarse que era una ilusión.
 
-Hola, Zero.
-¿Ma-majestad?
 
El joven no había cambiado excesivamente en aquellos tres años, aunque había ejercitado aún más su cuerpo, se notaba en el gran volumen que tapaban sus nuevas ropas, llevaba unos vaqueros ceñidos, una camisa blanca y una cazadora de cuero encima con unas botas militares.
 
-Me alegro de volver a verte.
-¿Eres tú de verdad?

Sina y Arkleus se habían retirado un poco para dejar a la reina emocionarse con sus reencuentros, Tania por su parte no entendía nada.
 
-En carne y hueso.
-Pero... pensaba que...
-Pues ya ves que no. Siento haber desaparecido de esa...
-¡Majestad!

El Elegido no dejó terminar la frase a Eleone que ahora la sujetaba con sus brazos abrazándola con fuerza. La reina nunca se habría imaginado una reacción así del joven, pero no sabía que había cambiado.
 
-Yo también me alegro de verte, Zero.
 
El joven se retiró con una mueca de decepción en su boca aunque sin darle mucha importancia.
 
-Zero, no.
-¿No? ¿Ahora tienes un nuevo nombre?
-Tampoco. Simplemente Abraham.

Eleone sonrió al oír aquello, parecía que su guardián y amigo había cambiado bastante en aquellos tres años pese a su desaparición o que había cambiado en los últimos segundos con su aparición. Sin embargo su majestad no quería esperar más.
 
-Abraham, por favor, llévame con mi hermana y con Alexander.
 
El Elegido accedió a las súplicas de su reina y custodió al grupo hasta la sala del trono donde encontraron a una hermosa joven mirando por el ventanal y a otro joven de mirada perdida en medio de la sala.
 
-Abraham, ¿quiénes han...?

Y entonces la vio, radiante y brillante, Eleone también se quedó mirándole con una extraña sonrisa en la boca entre la felicidad y la emoción, al igual que Abraham tampoco había cambiado en los últimos tres años, ni siquiera se había cambiado de ropa, llevaba el mismo uniforme de general de siempre.
 
-¡N-no puede ser!
-¿Pasa algo, Alexander?
 
La muchacha del ventanal se giró ante el grito de sorpresa de su guardián y cuando vio a quien creía que era su madre en la puerta de la sala del trono dos lágrimas aparecieron en sus ojos casi al instante. Primero musitó algo en voz baja y luego salió corriendo a todo correr hacia la reina que la recibió con los brazos abiertos con todos como testigo, incluso Alexander que ya había aceptado la realidad en su cabeza.
 
-¿Ma-mamá?
-No, tonta. Eleone.
-¿Eleone? ¿De verdad eres tú?
-Sí. Ya estoy aquí.
-Snif...

Claudia terminó por arroparse en los brazos de su hermana mayor llorando mientras Eleone la observaba mirando su nuevo aspecto, se había cortado el flequillo deándose a ambos lados de la cara y muy a su pesar vio como su pecho había crecido incluso más, estaba estupenda y más con aquel precioso vestido blanco que llevaba. Alexander finalmente se acercó.
 
-Bienvenida a casa, Eleone.

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