miércoles, 28 de noviembre de 2012

Capítulo 5: Manos a la obra

Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:
 
 
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Alexander, Abraham, Claudia y Blanck iban de camino a Lufenia siguiendo el camino que el mapa de Eryn les había marcado.
 
-¿Entonces nos enfrentaremos a los nuevos secuaces de Caos?
-No, majestad, Yensid ha dicho que todos están con Caos preparando su próximo golpe.
-Pero eso no hace imposible que puedan volver sin avisar. Recuerda que seguramente sepan usar Portales de Oscuridad.
-Así que es posible que tengamos que luchar.
-¿Y cuál es el problema? Para eso nos hemos entrenado estos tres años. Vamos a partir caras oscuras.
-Te ves tan confiado, Blanck.
-Tranquila, Claudia, te dejaré que partas alguna cara tú también.
-No olvides que es una reina. Hay que protegerla.
-Ella también se ha entrenado, merece repartir algún golpe.
-Gracias, Abra.
 
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Por su parte, Eryn, Kuroi y Sina, con Tania montada en la Llave deslizador de Sina y Mickey en la de Kuroi se dirigían a Chrystalis, donde Cyan había vuelto.
 
-¿Os fiáis de Cyan?
-¿A qué te refieres, Kuroi?
-Recuerda que hace tres años nos traicionó y casi acabamos siendo comida. No sabemos a qué locura ha podido llegar estos tres años buscando las gemas en sitios similares él solo.
-No creo que haya caído tan bajo, pero si hace falta, ya sabemos lo que tenemos qué hacer.
-Eryn... te has vuelto fría con los años...
-Y tú demasiado prudente.
-He visto demasiadas cosas que nadie querría ver como para no serlo.
-Ahí tienes mi misma respuesta.
 
Los cinco finalmente llegaron a Chrystalis que estaba tan tranquila como de costumbre, dos enormes estatuas protegían la entrada al palacio y había algo de poder en ellas.
 
-¿Lo sentís, chicos?
-Sí, majestad. Ésos deben ser los guardianes de los que Cyan habló hace tres años.
-Son muy grandes y seguramente poderosos.
-Pero están desactivados.
-¿Mmm?
-¿No véis las runas de la base? Están apagadas, no brillan.
-Pareces saber mucho del tema.
-Bueno, estudié magia con uno de los mejores hechiceros de mi Mundo, algo sé.
-Eso sin duda debió ocurrir cuando Cyan volvió, ya no necesitaba que protegieran Chrystalis.
-Pero siguen siendo una señal del gran poder que tiene Cyan, si pudo crear esas estatuas y darles poderes para que protegieran Chrystalis. Imaginad el poder del Maestro.
-Yo no quiero probarlo.
-Ni yo...
 
Todos se adentraron en el palacio sin dejar de observar las estatuas por si acaso, nada más entrar pudieron ver a Cyan sentado en su trono, aunque parecía diferente que de costumbre, había sufrido alguna que otra herida, hasta llevaba un ojo tapado por un parche, e incluso su aura parecía diferente. Desprendía cierta... maldad...
 
-Cyan.
-Hola, Elegidos, cuánto tiempo. Os envía Yensid, ¿me equivoco?
-No, Cyan, no se equivoca. Teme que uses a Alejandro para un mal propósito.
-No tengo ninguna intención de usarlo para un mal propósito. Pero dado que yo moriré cuando le invoque, me gustaría usarlo en beneficio de todos.
-Oye, Cyan. ¿Sabes algo de Bastet y Keiro?
-No. Me temo que no. Fuistéis demasiado débiles en la última batalla. Si me hubiérais dejado ayudaros... Ahora Keiro y Bastet estarían bien. Mis pequeños...
-Hemos venido a...
-¡Ya sé a lo que habéis venido! Queréis robarme a Alejandro, pero yo fui quién lo encontró, quién perdió su ojo por hacerse con él, no vosotros. ¿Por qué razón querría dároslo?
-No queremos arrebatárselo, Maestro Cyan. Sólo...
-¡No mintáis! ¿Acaso creéis que no sé lo que Yensid planea? Oh, no... ese viejo estúpido... nunca supo de los designios de Noah. Ni siquiera ya tiene su Llave espada.
 
Le echó una vil mirada a Mickey que le heló la sangre.
 
-Señor, no queríamos molestarle, pero necesitamos la gema para invocar el espíritu de Alejandro. Él sabe demasiado y necesitamos su ayuda.
-¿Queréis invocar a Alejandro sin su poder? ¿Sólo con sus conocimientos? Vaya sandeces... Alejandro es un culmen de poder del Reino de los Corazones reunido, no debe usarse para cosas tan... inútiles.
-Parece que el poder de Alejandro ha nublado su mente, esa gema es peligrosa, hicieron bien en separarla en cuatro trozos.
-¿Quieres decir que vamos a tener que arrebatársela?
-Sólo así volverá el antiguo Cyan.
-Después de todo vas a llevar razón, Eryn. No quería que la tuvieras.
-Yo tampoco, Kuroi. Yo tampoco.
 
Aquello sin duda fue una amenaza que Cyan no pasó por alto y se levantó invocando su Llave espada, lo que no sabían es que la influencia de Alejandro sobre el Maestro le había dado vastos poderes. Un pequeño terremoto surgió de la nada.
 
-¿Qué... demonios...?
-¡Magia!
-¿Magia, Tania?
-Creo que va a...
 
No hizo falta que la joven hechicera hablarla, el palacio de Cyan se plegó sobre sí mismo dejando la sala del trono al aire libre y todos pudieron ver como las dos estatuas volvían a cobrar vida.
 
-...devolverles la vida.

Las estatuas se movieron chirriando rompiéndose de su confinamiento y pronto encararon a los Elegidos con no muy buenas intenciones.
 
-Aún estáis a tiempo de marcharos. Olvidaré vuestros insultos si lo hacéis.
-Sina.
-¿Qué?
-Tú y el rey intentad romper el vínculo que hay entre la gema y Cyan.
-¿Y vosotros que vais a hacer, Eryn?
-Creo que esas estatuas son la peor de las amenazas. Tania, vas a tener que ayudarnos a destruirlas.
-Haré lo que pueda.
-¡Vamos, Kuroi!
 
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Una figura medio invisible se formó en el despacho de Yensid, llevaba la misma armadura de siempre aunque ahora ya no llevaba casco, mostrando sus duras y malignas intenciones.
 
-Yensid... ¿cómo te atreves?
-Ahora, majestad.
-Lo tengo.
 
La idea de Yensid no era invocar la presencia de Caos a su despacho puesto que el caído podía destruír el vínculo en cualquier momento. La intención fue atraerle para que Eleone pudiera sentir su ubicación concreta, luego Eleone saltó desde la ventana del despacho de Yensid y salió disparada en su Llave deslizador hacia aquel sitio.
 
-Imprudente, reina... ¡Se tenía que haber quedado donde estaba!
-Sufre de tu propia medicina, Onrac.
-¡Ya no me llamo así!
 
La comunicación se rompió pero Eleone ya estaba a medio camino de Pandemónium, ese maldito malnacido estaba usando el castillo que una vez fue de su abuelo y de su madre para sus propios planes. Atravesó las defensas sin mayor problema y se introdujo en el oscuro castillo, donde sintió miradas de todas partes.
 
-¡Aparece, Caos!
 
No tardó en hacer el favor de tomarse las palabras de la reina como órdenes y Caos apareció desde entre las sombras. Ahora la reina ya no le temía.
 
-Siento la presencia de tu madre en ti. Veo que no tomé la mejor de las decisiones en enviarte al Reino de la Oscuridad.
-Nunca has tomado una buena decisión, Caos. Desde el momento en que decidiste hacer todo esto tú solo.
-...no creas que podéis insultarme en mi propio castillo, majestad. Debes de saber muy bien a quién tengo de mi parte.
-Ánima no me da ningún miedo. Mi madre me enseñó muy bien a defenderme de él.
-Esa maldita Arturia... ni muerta para de fastidiarme.
-No te atrevas a decir una sola palabra de mi madre...
-¿Entonces para qué habéis venido, majestad? ¿Para tomar el té juntos mientras formas una alianza?
-¿Una alianza contigo? ¿Después de todo lo que has hecho? Nunca. Sólo un trato. Ambos buscamos lo mismo después de todo. Y mientras estamos estorbándonos mutuamente, quien quiera que sea se sigue acercando.
-Mmm... ya veo, buenas palabras, majestad. Parece que la retórica la heredastéis de vuestro padre. La verdad es que para que haya un trato, tiene que haber algo que ambos queramos del otro. Yo ya sé que quieres de mí, pero, ¿qué estás dispuesta a ofrecerme a cambio? Porque con lo bondadosa que sois, majestad, dudo que quieras darme alimento para Ánima. Se está poniendo un poco irritable desde que no come.
-¿Ofrecerte? ¿No es suficiente saber que lucharemos contra el mismo enemigo?
-No me hagáis reír, majestad. Ambos sabemos que antes de que "ellos" lleguen uno de los dos tiene que caer. Lo que vosotros no sabéis es que me necesitáis. No tenéis el poder para enfrentaros a ellos.
-¿Y piensas que los Dioses Oscuros sí?
-No son del tipo de seres que fallan dos veces. Ni siquiera tu patético grupo de Elegidos salió indemne de mi batalla contra ellos hace tres años. Da igual lo mucho que os entrenéis, la Llave espada no tiene poder contra ellos, por eso me deshice de ella.
-¿La Llave espada no tiene poder contra ellos...?
-Y el Avatar de la Luz tampoco. ¿Qué planéais hacer? ¿Atacarles con palos de regaliz y nubes de algodón? Me estás sacando parte de la información que querías, inteligente mujer, pero no te diré lo que de verdad quieres oír a menos que...
-¿A menos que qué...?
-Que me déis un salvoconducto.
-¿Un salvoconducto?
-Quiero tu palabra de que ninguno de tus estúpidos chicos va a atacarme mientras me muevo por el Reino de la Luz intentando protegerlo.
-¡No puedes hacer lo que quieras a tu antojo!
-No estáis en posición de negociar, majestad. ¿Qué preferís? ¿Un Mundo a medio caer regentado por mí o un Mundo destruído del todo?
-¿Me estás diciendo que quieres negociar un poco de información a cambio de darte el Reino de la Luz?
-El tiempo se os acaba, majestad. Incluso aunque perdamos, yo puedo escaparme a otro Reino y sobrevivir sin nadie a mi lado. Pero, ¿vos podréis hacer lo mismo, majestad? ¿Podrá vuestra conciencia vivir con millones de vidas perdidas?
-Lo que me estás pidiendo no es muy diferente. Ánima destruirá Mundos y asolará ciudades, ya lo he visto.
-Por aquel entonces, todo era diferente, majestad. Ánima llevaba mucho tiempo solo en el Reino de la Oscuridad y necesitaba estirarse un poquito. Ahora ya le tengo domado del todo. Sólo requerirá un poco de energía diaria.
-¿Diaria? Eso es horrible.
-Unos pocos por el futuro de muchos. Es un gran trato.
-¡No! ¿Y entonces qué pintamos nosotros en el trato?
-¿Aún sigues pensando que puedes hacer algo al respecto?
-¡Mi madre me entrenó por una razón! No quiero creer que todo fue en vano.
-Ay, Arturia, Arturia... ella también tuvo visiones de lo que estaba por venir. ¿Y cuál fue su reacción? Suicidarse... ¿acaso no lo ves claro?
-Mi madre no quería suicidarse. Sólo vio el futuro en nuestras manos y tú se lo arrebataste.
-¡Ella me quitó a Ánima!
-¡Ánima no debía estar aquí! Estoy haciendo un gran esfuerzo por no vengarme aquí y ahora. Estoy intentando llegar a un acuerdo por luchar los dos por el futuro del Reino de la Luz. ¿Por qué lo único que te interesa es el poder? Pensé que sólo lo querías para defenderte.
-¿Y cuándo sabemos cuánto poder es suficiente para defendernos? Ni siquiera podemos ver la magnitud de lo que se acerca... ¿Cómo sabremos cuándo es suficiente? Necesito más... ¡Necesito a los cuatro Dioses Oscuros!
-Ya sabes lo que le hicieron al Reino de la Oscuridad, Caos... No puedo permitir que le pase lo mismo al Reino de la Luz.
-Eso no pasará. Yo sé controlarles. Puedo contener sus ganas de destrucción... Un poquito.
-¿Y así es como debemos defendernos? ¿Dejando nuestro destino en manos de los destructores del suyo? ¿Qué quedará del Reino de la Luz si lo hacemos a tu manera?
-Algo... que es mejor que nada...
-Lo siento, Caos, pero no puedo permitírtelo, y no me iré con las manos vacías.
-Valientes palabras, majestad. ¿Y qué plane...? ¡Uh!
 
Antes de que Caos pudiera siquiera levantar un dedo, ocho tentáculos de Luz procedentes del Corazón de Pandemónium le envolvieron por todas partes inmovilizándole y enmudeciéndole.
 
-Muy bien. Tengo un minuto para investigar todo lo que pueda antes de que Ánima se sienta atraído por la Luz. Gracias, abuelo, por dejar eso ahí para mí.
-¡...!
-No me lo tengas en cuenta, Caos. Es que eres muy cabezón. Aunque ahora entiendo porqué se sacó el Corazón, así ningún Avatar tenía poderes sobre él. Si supiera dónde guarda el Corazón...
 
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Finalmente el primer equipo llegó a Lufenia, tal y como Caos la dejó hace más de veinte años, totalmente inmortalizada pero sin un solo habitante en ella.
 
-Qué... lúgubre...
-Blanck, ¿hueles algo?
-Ufff... qué asco. Atufa a Oscuridad.
 
Blanck se tapó la nariz incapaz de poder soportar semejante olor a putridez.
 
-¿Y oyes algo?
-Espera... Sí... Parece que a Caos no le gustaba la idea de dejar su base a la intemperie.
-¿Y qué es lo que oyes?
-Pasos... ¡de allí!
 
Todos salieron corriendo a la vez guiados por la señal de Blanck hacia la casa de la que provenían los pasos y tiraron la puerta abajo para entrar. De pronto todo enmudeció.
 
-¿Blanck?
-Se ha quedado en silencio...
-Estad atentos...
-¡Ahhh!
-¡Claudia!

Abraham sintió como algo le arrebataba a Claudia de su espalda pero cuando se dio la vuelta no había nada.
 
-¡Claudia, Claudia!
-¿...? ¡Majestad!
-Joder... no le oía porque había usado un Portal de Oscuridad.
-¡Claudiaaaa!
-¡Mierda! ¿Y ahora qué?
-No teníais que haber venido.
 
Los tres hombres se giraron hacia la voz y vieron una figura reconocible salir de un Portal de Oscuridad.
 
-¡¿Ke-Keiro?!

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