lunes, 19 de noviembre de 2012

Parte 3: Más caras conocidas

Los viajes de Arturia persiguiendo la Oscuridad le llevaron a un nuevo Mundo, esta vez civilizado. Sus calles, totalmente abarrotadas de gente, sus altos edificios y aún así, su gran equilibrio con la naturaleza asombraron a la joven Elegida que acabó quedándose engatusada con el paisaje y sus gentes perdiendo momentáneamente el porqué se encontraba allí. Se chocó con varios transeúntes observando el enorme castillo que había en la zona norte y que se veía desde cualquier parte de la ciudad y de no ser porque uno de ellos le dejó un extraño sabor de Oscuridad a Arturia, no hubiese salido de su ensoñación.
 
-¡¿Qué...?! ¡Por allí!
 
El rastro de Oscuridad llevó a Arturia hasta los lindes sureños de la ciudad que llevaban a un camino hacia un bosque a lo lejos. Arturia empezó la caminata que duró casi media hora hasta que alcanzó lo que parecía unas ruinas en un bosque de cristal quedando aún más maravillada por las extrañas localizaciones de aquel Mundo.
 
-Vaaaya... qué hermoso... aunque... siento cierta Oscuridad dentro de esas ruinas y no viene precisamente de una persona.
 
La joven Elegida se armó de valor y entró en las ruinas que, tras explorarlas un poco, descubrió una extraña sala con un gran mural pintado. Allí había una máquina bastante extraña que cuando Arturia se acercó a ella tuvo una visión de su funcionamiento.
 
-Ya veo...
 
La antigua princesa invocó su Llave espada para hacer funcionar la máquina y un gran chirrido hizo abrirse en dos la pared del mural que dejó al descubierto un pasaje subterráneo sumergido en Oscuridad.
 
-Esto era lo que estaba sintiendo...
 
Arturia golpeó su hombrera izquierda y una firme y dura armadura con una lujosa capa le protegió al instante.
 
-Y abajo está el rastro que estoy siguiendo.
 
La joven se adentró en el pasaje protegida por su armadura y bajó una larga y sinuosa escalera que la llevó hasta una enorme estancia a oscuras en la que tuvo que invocar su Llave Espada para guiarse. Allí, en el centro, había un enorme montículo que respiraba y sin duda tenía vida propia, y aunque una gran Oscuridad provenía de esa "cosa", no era la que Arturia venía buscando. Por un momento bajó la guardia y entonces vio una sombra que se acercaba al montículo y hacía algo en él.
 
-¿Quién anda ahí?
 
Arturia se armó de valor para alumbrar el lugar en el que la sombra, sin duda origen del rastro que seguía, estaba haciendo algo en el montículo vivo, la silueta fue bastante familiar, así como la armadura y la capa que portaba, pero tan pronto como Arturia la iluminó, desapareció.
 
-Onrac... Se ha ido... Tengo que seguirle.
 
Arturia salió corriendo de la estancia, una vez arriba amagó con salir de allí corriendo, pero se dio cuenta de que no podía dejar aquella puerta al descubierto. Se acercó de nuevo a la extraña máquina e invocando un rayo de Luz desde la punta de su Llave espada volvió a activarla haciendo que cerrara el mural sin problemas. Fue entonces cuando decidió volver a su persecución pero entonces algo frío y metálico tocó su espalda.
 
-Arriba las manos...
-¿...?
-...y suelta el arma.
-Espera, yo...
-Hazlo ahora mismo.
 
Arturia desinvocó su Llave espada al instante y levantó sus manos totalmente sumisa a la voz que estaba amenazándola por la espalda.
 
-Ahora date la vuelta muy lentamente.
 
La joven ya no sintió la punta metálica más y pudo darse la vuelta paulatinamente hasta que vio a un joven hombre con una Llave espada apuntándola. Era moreno, tenía los ojos marrones y parecía bastante atractivo, aunque no tenía un rostro muy amigable.
 
-¡Tú también...!
-¡Silencio! Eso no importa. La Llave espada sólo es una herramienta... de la Luz y de la Oscuridad.
-¡No! Yo...
-No digas una sola palabra más.

Y en un rápido movimiento de manos, el hombre esposó las manos de Arturia por delante impidiéndole que volviera a hacer ningún movimiento agresivo.
 
-¿Por qué haces esto?
-El acceso a estas ruinas está prohibido, y ni siquiera pareces ser de por aquí. ¿No sabes que no puedes romper el equilibrio entre los Mundos?
-Pero... tengo una razón para...
-Eres descuidada y despreocupada, sigues sin entender que tu presencia aquí podría tener efectos colaterales. Ahora ven conmigo, el rey decidirá tu castigo.
-No me lo puedo creer...
 
El joven hombre guió con la Llave espada a Arturia todo el camino de vuelta, una vez en la ciudad fue custodiada por varios soldados y el hombre de la Llave espada hasta el castillo donde fue llevada hasta la sala del trono, donde un hombre terriblemente alto y algo viejo presidía desde el trono.
 
-Adam, ¿quién es?
-Majestad, la encontré husmeando en las ruinas del sur. Había abierto el sello del Dios León aunque luego volvió a cerrarlo.
-¿Hiciste eso, joven?
-Estaba buscando a alguien... Es peligroso y anda buscando algo aquí... Iba a seguirle pero aquí tu soldado me arrestó.
-Esas ruinas son peligrosas, joven. ¿Sabes lo que podías haber ocasionado?
-Estoy bien entrenada en los caminos de la Llave espada y de...
-¡¿Eres una Elegida?!
-Sí...
-Eso explica porqué pudiste entrar, pero aún así...
-Puedo demostrarlo... si me quitáis las esposas...
-¡Majestad!
 
El rey hizo un gesto con las manos para que así sucediera, y el tal Adam, soldado del rey, le quitó las esposas a regañadientes. Luego Arturia invocó su Llave espada.
 
-No mentíais...
-Claro que no... y ahora, si me disculpáis tengo que...
-Espera.
-¿Ahora qué?
-Que seas una Elegida no significa que puedas hacer lo que quieras en Mundos ajenos.
-Pero...
-No hay peros que valgan. Sin embargo...
-Chsss (Odio esos sin embargos...)
-Podría pasarlo por alto si nos ayudas en algo.
-Majestad, no...
-Adam...
-...
-¿Qué es?
-Hay "alguien" de mi corte que se fue hace unos días poniendo su vida en peligro y por tanto, la del pueblo.
-¿Alguien más descuidado que yo?
-Mmm... Aunque me duela decirlo. Sí.
-Yo estaba buscándolo cuando te encontré... Sólo me queda la zona norte por investigar... Si no hubieras aparecido...
-Yo también me alegro de haberte encontrado...
-¡Por favor, algo de compostura!
-Lo siento, majestad...
-...
-¿Ayudarás, joven Elegida? A cambio te daré un salconducto para que puedas ir libremente por mi reino y seguir buscando a...
-Onrac... Su nombre es Onrac.
-Bien. ¿Aceptáis los términos de mi trato?
-Mmm... Bueno...

Arturia accedió mientras Adam miraba totalmente desaprobándolo, aunque no tenía voz ni voto en asuntos del rey.
 
-Bien. Adam, por favor, que la señorita te acompañe en tu búsqueda.
-Sí, majestad.
 
El soldado se alejó después de hacer una reverencia ignorando a Arturia y salió de la sala del trono, seguidamente la Elegida hizo otra reverencia y marchó corriendo detrás del primero.
 
-No te caigo bien, ¿eh?
-No se necesitan más Elegidos por aquí.
-Oh, así que es eso, ¿eh? ¿Temes que te quite tu puesto?
-¿Quitarme el puesto? No me hagas reír... Tengo toda la confianza del rey, no puedes hacer nada contra eso.
-Entonces, ¿cuál es tu problema con los Elegidos?
-Eso sólo me concierne a mí.
-Está bien, está bien. ¿A quién buscamos?
-No puedo decírtelo.
-¿No puedo saber a quien buscamos? ¿Entonces como sabré si es debido hacerlo?
-¿Qué insinúas?
-Insinúo que me podéis estar enviando a buscar a alguien peligroso.
-¿De verdad piensas que nuestro rey haría eso?
-No conozco a vuestro rey.
-Pues es un rey sabio y justo, con eso debería valerte.
-Bueno, bueno... está bien...
 
El resto del camino se produjo en silencio. Cruzaron la ciudad hacia el norte y después un puente hasta que llegaron a unas montañas nevadas, el único sitio que faltaba por investigar.
 
-¿Crees que está aquí? Hace un poco de frío...
-Ya busqué en los otros lugares, sólo me falta éste...
-Bueno, pues pongámonos en...
 
Una gran corriente de Oscuridad puso de punta todos los pelos de ambos Elegidos que sintieron lo que eso significaba.
 
-¿Has sentido eso?
 
Ni siquiera Arturia dejó a Adam responder, salió corriendo montaña arriba hasta que vieron una enorme horda de Sincorazón venir montaña abajo directos hacia la ciudad.
 
-¡No podemos dejar que eso llegue a la ciudad!
-Hacía mucho tiempo que no veía tantos Sincorazón juntos.
-Si su majestad ha venido aquí por esto...
-¿Su majestad?
-...mmm... Sí, estamos buscando a...
-¡Aaaaagggg!
-¡¿Qué ha sido eso?!
-¡Corre!
 
Adam esta vez protagonizó la siguiente carrera que llevó a los Elegidos hasta un pequeño claro en la montaña en la que un joven de caballo rubio y largo peleaba por su vida contra un grupo de Sincorazón bastante grande.
 
-¡Majestad!
-¡¿Adam?!
-¡Voy en su ayuda!
 
Adam invocó su Llave espada y saltó al combate junto al joven para acabar con los Sincorazón, Arturia no tardó demasiado en ayudarles también y entre los tres consiguieron vencer a los Sincorazón con algo de dificultad.
 
-Adam, ¿qué haces aquí?
-Tu padre me mandó a buscaros, majestad. Estaba preocupado.
-No necesitaba vuestra ayuda.
-Eran Neosombras... No había visto tantas desde...
-¿Quién es ella? ¿Otro Elegido?
-Es una extranjera... tu padre le pidió que también me ayudara a buscaros.
-Pues me iba bien sin vosotros, podéis volver.
-Vaya... veo que la arrogancia es un punto característico de esta familia real.
-¿Cómo te atreves? ¿No sabes quien soy?
-No tengo el gusto...
-Soy Lyon Aurelio Lowënthal, príncipe y heredero de Eclissis.
-Yo soy Arturia, encantada.
-¿Te estás mofando de mí, plebeya?
-¿Plebeya? No pertenezco a este Mundo, así que no soy ninguna subordinada tuya. Qué lástima...
-Bah, no tengo el tiempo para estas tonterías. Tengo que detener a esos Sincorazón.
 
Lyon salió corriendo montaña arriba pero fue detenido brutalmente por una figura en armadura que salió de un portal de Oscuridad. Después de tirarle al suelo de un golpe le agarró del cuello.
 
-¡Onrac!
 
Arturia saltó al ataque golpeando al Elegido caído que hizo caer al príncipe al suelo salvándole la vida.
 
-¿Majestad? ¿Qué hacéis aquí? Os dije que no me persiguiérais.
-No puedo dejarte que hagas lo que te venga en gana.
-¿Ma-ma-majestad?
-¿Qué ibas a hacerle? ¿Qué te ha pasado, Onrac? ¿Por qué haces esto?
-No lo entenderíais, princesa. Os sigo teniendo aprecio, y por eso no os haré daño, pero aléjate de mi objetivo.
-¿Pri-pri-princesa?
-Onrac, por favor...

Lyon se levantó volviendo a sacar su espada de su funda y apuntando con ella a Onrac.
 
-No entiendo nada, pero no dejaré que ningún extranjero destruya mi reino.
-Aggg... Parece que me habéis arruinado el plan... Tendré que conformarme con el viejo...
-¡¿Cómo dices?!
 
Onrac volvió a desaparecer en otro Portal de Oscuridad.
 
-¡No! ¡Vuelve! ¡Onrac!
-¡Mierda!
-¡Va a por el rey!
-¡No le dejaré que haga nada a mi padre!

Lyon volvió a lanzarse temerariamente a lo desconocido, esta vez montaña abajo.
 
-¿Es siempre así?
-Sí, pero no hay tiempo, hay que salvar a su majestad.
-Ya... suerte que estoy aquí.
 
Arturia lanzó su Llave espada al cielo y volvió en forma de Llave deslizador en la cual se subió en plena bajada.
 
-¿Qué... es eso?
-Ah, lo sabía, no eres tan buen Elegido.
-¿...?
 
La "nave" salió volando a gran velocidad y en seguida Arturia vio al príncipe Lyon que se asustó al ver como la Elegida le perseguía subido en eso.
 
-¡¿Qué...?!
 
La joven le cogió en pleno vuelo y le subió a la Llave deslizador.
 
-¿Qué demonios?
-No me tenéis que dar las gracias, "majestad". Pero así iremos más rápido a salvar a tu padre.
-Eh... eh...
-No tenéis que decir nada, "príncipito".
-...
 
Lyon se agarró fuertemente a Arturia y se calló, no podía creer aquello, y siguieron volando a gran velocidad rumbo al castillo de Eclissis.

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