martes, 22 de julio de 2014

Capítulo 3: El chico misterioso



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Kuroi y Jake acabaron buscando la preciada aguja de platino dentro del castillo de la fortaleza, allí encontraron a lo que Kuroi pudo identificar como un elfo. Su disfraz era bueno, era el consejero del rey pero para un Dios como Kuroi, esas sutilidades eran como faros de Luz en la Oscuridad. El plan era sencillo, no había plan, asaltarían al elfo y se desharían de todo aquel que se metiera en medio. Asaltaron la sala del trono dejando detenidos en el tiempo a todos excepto a ellos mismos y al Elfo, que aunque no quisieron también detenerle, era imposible, era un poderoso hechicero.

-¿...? ¿Cómo...? Mmm... ¿Quienes sois?
-No necesitas saber nuestros nombres, sólo lo que queremos.
-¿Y qué queréis?
-Hace tiempo las gárgolas os dieron un objeto mágico de gran poder. Se llama la aguja de platino.
-Las gárgolas lo llamaban la Snitch de platino.
-Snathaid Platanam.
-¡Eso!
-Oh, ya veo... ¿Y queréis que os la dé? Si hago eso mi rey se enfadará mucho conmigo.
-Y si no lo haces, nos enfadaremos nosotros contigo.
-Ja...

El elfo intentó desaparecer en un hechizo de tele transporte pero Kuroi fue más rápido y lo atacó a distancia obligándole a enseñar su verdadera forma y ya de paso caer de culo al suelo.

-¡¿Qué demonios?!

Y por si las moscas, Jake se lanzó invocando su Llave espada al momento y se la puso al cuello al ahora completo elfo

-Toma ya. Si tiene hasta las orejas picudas y todo.
-Agg... Malditos... Un Elegido y un Dios, ¿dónde se ha visto algo así? Me habéis pillado desprevenido.

El elfo se levantó dejando a Jake que siguiera su cuello con la Llave espada e hizo una reverencia.

-Soy Puck, hijo de Oberon, encantado.

El elfo parecía ignorar la amenaza que suponía la Llave espada en su cuello y se dejó flotar en el aire apoyándose en éste como si fuera algo sólido.

-Bueno, ¿y cuál es el trato?
-¿Trato?
-Es un tramposo, necesita hacer tratos compulsivamente y no encuentra mejor momento que ahora que necesitamos algo de él.
-Nunca me habían insultado tan sutilmente.
-No vamos a hacer ningún trato contigo, orejas picudas, ya estás soltando la Aguja de platino.
-No, no, no. Las reglas son las reglas. Un favor por un favor, un objeto por un objeto, un artefacto mágico por otro.
-¿Cómo? No estarás insinuando que...
-Sí, sí, sí. Puck os deja su Aguja de platino si a cambio le dejáis la Llave espada del chico.
-¡Ni hablar!
-Jake...
-¡No! Es mi Llave espada, dale la tuya.
-¡Oh! ¿El Dios también tiene Llave espada? Qué honor.

El elfo evadió la Llave espada de Jake sin dificultad ondeando en el aire y se aproximó hasta Kuroi raudamente.

-Déjame verla, déjame verla.
-No. ¿Qué has hecho con la Aguja de Platino?
-Ya os lo he dicho, ni siquiera un Dios puede negarle a un Hijo de Oberon sus tratos. Llave espada o no hay Aguja de platino.
-¿Y para qué quieres una Llave espada?
-Para desentrañar sus secretos, por supuesto.
-Como si pudieras.
-Oh, no me subestimes, chico. La única razón por la que no he huído ha sido por el Dios, pero contigo no tendría problemas.
-¡Vuelve a decir eso, orejas picudas!
-Cálmate, Jake.
-¡Jum!
-Está bien, toma.
-¿Se la vas a dar?

Kuroi invocó su Llave espada y se la ofreció al elfo.

-Oh, qué bonita.
-¿Estás loco?
-Sólo es temporal, cuando el trato se rompa me la devolverá y yo a él la Aguja.
-Sí, sí, sí. ¿Trato hecho?

El elfo le enseñó la mano a Kuroi y éste se la apretó sellando el trato, la Llave espada acabó en las manos del elfo y la Aguja apareció mágicamente en las de Kuroi.

-Trato hecho, pues. Vaaaaaya, qué maravilla.
-Cuídala.
-Ey, ey, ey, ey. ¿Y ya está, Kuroi?
-Tranquilo, este tipo de tratos van más allá del espacio y el tiempo, cuando termine, terminará y la Llave espada volverá a mí independientemente de la época en la que esté.
-Ohhhh.
-Pensé que te había enseñado bien.
-Je, je... No creas que diciéndome eso vas a conseguir sonsacarme nada.
-No es necesario, sólo necesito tocarte para sonsacarte más cosas.
-Pues aléjate de mí. Ya he estropeado bastante cosas dejándote cogerme del brazo.

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-Ey, lo que planeas hacer es...
-¡¿Crees que no lo sé, Hanabi?! Pero... si no lo hago...
-No quiero perderte...
-Yo tampoco quiero perderte, Hanabi... Pero el plan de tu padre es el único que nos puede dar esperanzas.
-¿Y si...? ¿Y si cambia todo tanto que ya no nos queremos?
-¡Eso es imposible! No, no puede ser. Me niego. Mi madre una vez me dijo que el amor va más allá del tiempo y el espacio. Te querré igualmente.

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Mientras tanto, en Eclissis, los cinco Elegidos restantes buscaban un plan para encontrar a Caos sin saber que su reina estaba a punto de volver.

-Lo más inteligente es un hechizo de rastreo.
-¿Un hechizo de rastreo, Vali?
-Es una magia extraña, el grial me enseñó muchas cosas cuando bebí de él.
-¿Bebiste de el grial?
-Sí, es lo que me hizo resucitar o algo así. Normalmente la copa sólo es bebida por caballeros y ellos no pueden entender su poder, pero un Elegido y hechicero como yo... es diferente.
-Vaya... parece que no has estado perdiendo el tiempo.
-Claro que no. ¿Por quién me tomas? ¿Por Kuroi?
-Ja... Ja, ja, ja... ¡Ja, ja, ja, ja!

Se rieron casi todos al unísono.

-¿Tú haciendo una broma, Vali?
-¿Qué pasa? Han cambiado muchas cosas. El grial me devolvió mi Corazón. Supongo que ya no soy tan serio.
-¿Ya no eres tan serio, Vali?

Todos se sorprendieron ante esa voz y esas palabras y se giraron para ver a Eleone en la puerta.

-¡Eleone! -¡Ele! -¡Majestad!

Claudia y Alexander salieron disparados casi al unísono para abrazar a su hermana y mujer respectivamente y ella les devolvió el abrazo.

-¡Ele, has vuelto!
-Sí...
-Eleone...
-Álex...

Se dieron un tierno beso.

-Y parece que no vuelves so... Oh, bueno, eso depende decirlo a ti.
-¿Qué...?
-¿Qué ha querido decir, Ele?
-Vali, ¿cómo lo has...?
-El grial me enseñó muchas cosas como he dicho. Ahora puedo leer los Corazones y claramente puedo ver dos... Mejor no digo nada más.
-¿Qué pasa?
-Ele...
-Bueno, yo...

Eleone estaba totalmente rojiza por lo que iba a decir.

-Yo... Estoy embarazada.
-¡¿Qué?! -¡¿Cómo?! -¡¿Qué? -Vaya...
-¿L-lo dices en serio?
-¿Por qué iba a bromear con algo así, Alex?
-No... Yo... No sé, no...
-¿Voy a ser tía?
-Sí, Clau...

Eleone acarició suavemente la cabeza de su hermana y luego se acercó de nuevo a Alex para agarrarle del brazo.

-¿Estás bien?
-Sí... es que... aún no nos hemos casado y esto...
-¿Tú preocupación es que aún no nos hemos casado?
-N-no no, no quería decir eso, pero... estoy... ¿desde cuándo lo sabes?
-No lo sabía. Yensid se enteró en la torre y me enseñó una manera de recuperar mis poderes.
-¿Y cuál es, majestad?

Eleone suspiró fuertemente abatida tocándose la tripa.

-Yo... se los quité a...
-¿Que hiciste qué?
-No había otra manera. Estamos intentando crear un futuro mejor para que ellos no tengan que luchar.
-Ya... lo entiendo...
-Vaya... pero no sufrió, ¿no?
-Claro que no, Ele. Ahora es... muy pequeño.
-Ya... qué tonta soy...
-¿Kuroi y ese chico han vuelto ya?
-No, majestad. Aún no. Estábamos buscando una manera de encontrar a Caos para que no se nos vuelva a escapar.
-¿Y ya sabéis cómo?
-Vali se ha prestado voluntario para hacer un hechizo de rastreo.
-¿Y eso cómo funciona?
-Es justo lo que iba a explicar antes de que llegaras, majestad. Toma asiento.

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Mientras en el espacio entre los Mundos, Kuroi y Jake volvían a Eclissis.

-¿Seguro que no quieres hablar?
-¿Hablar? No hay nada de lo que hablar.
-Pero... Eso que he visto...
-Deberías olvidarlo, Kuroi. Por el bien de todos. No hagas más preguntas. Pensé que nadie mejor que tú lo entenderías.
-Y aún así has estado todo este tiempo evitándome.
-He estado evitando a todos. No puedo... no puedo...
-Lo sé... Yo mismo te he dado ese consejo antes.
-Pues eso. Tenemos la aguja de platino y ahora salvaremos a Abraham y a las otras dos. Mira, ya llegamos a Eclissis.

Los dos llegaron a Eclissis pero antes de reunirse con el resto fueron a la sala donde guardaban las estatuas de Abraham, Eryn y Sina y Kuroi sacó la aguja de platino.

-¿Y ahora qué?
-Creo que tengo que pincharles con ella.
-¿Y ya está?
-Sí, creo que sí.
-¿Y a qué esperas?

Kuroi parecía preocupado pero aún así se acercó a las estatuas y pinchó primero la de Abraham, la piedra se hizo añicos al instante y el Elegido salió libre de su interor.

-¡Maldito Ca...! ¿...? ¿Qué...? ¿Kuroi?
-Espera un momento Abraham.

Kuroi se dirigió entonces a Sina y Eryn repitiendo el proceso y liberándoles de la piedra.

-¡Kuroi! -¡Ah!
-¿Nos explicas ahora?
-¿Qué ha pasado?
-Kuroi os ha salvado. La nueva mascota de Caos os petrificó y os ha curado con la aguja. ¿Recuperarás ahora tu Llave espada, Kuroi?
-No. Me temo que el contrato duraba más tiempo.
-¿Has perdido tu Llave espada, Kuroi?
-No importa. El caso es que vosotros estáis bien.
-¿Y quién ese ese chico?
-¿Éste...?
-Mmm... a mí me suena mucho... Creo... que te vi hace un momento.
-¿Hace un momento?
-Claro, Jake. Para él no ha pasado el tiempo petrificado. Te debió de ver aparecer usando la barrera.
-Oh...
-¿Y la reina?
-No sabemos. Acabamos de llegar. ¿Por qué no nos reuni...?

Abraham no dejó terminar la frase, salió disparado hacia la búsqueda de la reina, luego se fue Sina y al final sólo se quedaron Kuroi, Jake y Eryn.

-No nos has respondido quién es el chico.
-Soy un Elegido que vino a ayudar, nada más.

Jake también se fue dejando a los dos a solas.

-Es muy sospechoso.
-No, no lo es. Puedes confiar en él, Eryn.

Kuroi también se fue a marchar pero Eryn le detuvo.

-Oye, eso de la Llave espada.
-No te preocupes, la recuperaré, vuestra vida era más importante.
-Gracias, Kuroi.
-Ey, aún no podemos morir, ¿recuerdas?

Ambos sonrieron y siguieron a los demás.

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