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No se lo pensaron dos
veces antes de derribar las puertas del castillo de Eclissis, lugar dónde tanto
como Kuroi como Abraham habían pasado buenos momentos, uno más que otro
seguramente debido al poco tiempo que el príncipe disfrutó de su vida en la
realeza.
-No parece haber
nadie aquí.
-Seguramente han
avisado de que veníamos, estarán todos defendiendo la armadura y el sello.
-¿El sello? ¿Qué
sello?
-Mmm... bueno...
digamos que tu abuela selló algo grande bajo el castillo hace mucho tiempo. Es
el único lugar que se me ocurre dónde puedo usar todo el poder que necesito para
mandarte al pasado.
-¿Y entonces?
-Primero la armadura.
-Primero la armadura.
Kuroi salió corriendo
dirección escaleras arriba y Abraham no dudó en seguirle de cerca. Su carrera
fue tranquila, o al menos lo fue hasta que llegaron a la sala de los tesoros,
donde a parte de un montón de tesoros, armas y objetos de todo tipo, esperaba
un enorme batallón de soldados oscuros.
-Lo sabía...
-Son muchos.
-¿De verdad, Abraham?
¡Échale huevos!
Y Kuroi sonrió justo
antes de lanzarse al combate con un grito de batalla, Llave espada en mano.
Abraham le vio deshacerse de los soldados que se le acercaban uno a uno, aunque
con bastante dificultad. En otro tiempo no hubiera sido así.
-¿Qué haces, Abraham?
Se dijo el joven
exiliado a sí mismo cabreado por haberse quedado quieto y mirando, antes de
seguir a Kuroi al combate. Les costó bastante deshacerse de todos aquellos
soldados, y salieron un poco magullados y heridos.
-Uf... esperemos que
el sótano no esté así de protegido. No creo que pueda aguantar otro asalto así.
-Estás... ah... estás
viejo.
-Cállate, tú a penas
puedes permanecer de pie.
-He vencido más
soldados que tú, ¿qué esperabas?
-Bah, cállate y ponte
la maldita armadura.
-¿Y dónde está?
-Eh... eh... pues...
por aquí... en algún lado.
-Como el sitio es
pequeño... Eres la hostia, Kuroi, estamos sin tiempo y no tienes ni idea de dónde
está lo que buscamos.
-Pues... no... lo
siento.
-Bah, ponte a buscar,
anda.
Los dos empezaron a
remover la sala de los tesoros de tal manera que si Eleone aún siguiera viva y
lo estuviera viendo, se hubieran llevado una buena reprimienda. Buscaron y
buscaron por todas partes, pero... no la encontraron.
-Kuroi, aquí no está.
Dijo Abraham sentándose
en una pila de libros.
-Viejo y encima
olvidadizo.
-Eh, más respeto.
-¿Qué respeto? Sin
esa armadura no puedes mandarme al pasado y tu plan es una mierda.
-¿Ahora de repente
crees en mi plan más que yo?
-¡Yo qué sé! Me he
jugado la vida huyendo de esos putos locos y encima se ha tenido que sacrificar
Keiro. ¿Y para nada?
-Pensé que estaría
aquí. Tu madre la dejó especialmente para ti y fue creada con los mejores
materiales, no puede destruírse.
-Pues es obvio que
aquí no está. Así que será mejor que se te ocurra dónde. Espera... ¿no puede
destruírse?
-No.
-¿De qué coño está
hecha?
-Pues ahora que lo
dices... no sé muy bien. Recuerdo que tu madre volvió con una parecida del Reino
de los Corazones.
-¿Del Reino de los
Corazones?
-Sí, es una larga historia y... debemos seguir con la búsqueda.
-Sí, es una larga historia y... debemos seguir con la búsqueda.
-¡No tenemos tiempo!
Deberás enviarme sin la armadura.
-¡¿Qué dices?!
-¡No lo sé! Pero no
tenemos tiempo, me la jugaré.
-No vas a hacer tal
cosa.
-¡Cállate y vayamos
al sótano!
-Pero...
-¡Vamos, maldito viejo!
Abraham esta vez fue
el que se lanzó a correr primero y Kuroi el que le siguió, ahora bajando
escaleras sin parar, hasta que llegaron al sótano. Allí no había soldados pero
sí que les esperaba alguien. Alguien a quién conocían muy bien.
-Tú...
La cara de Abraham se
desencajó de ira.
-Mucho tiempo sin
vernos principito.
-Sólo me llama así mi
maestro... y su mujer... y... ella...
-¿Y qué vas a
hacerme, príncipe exiliado? Ahora yo soy el rey de Eclissis.
-¡Cállate!
Abraham saltó
invocando su Llave espada una vez más sobre el nuevo "rey" de
Eclissis pero detuvo su ataque sin mucho esfuerzo, luego empezaron a atacarse
el uno al otro hasta que Kuroi, viendo que Abraham no podía con él, intentó
interceder.
-¡No, Kuroi! Esta
batalla es mía.
-Pero...
-¡No! Sigue y prepara
el ritual o lo que tengas que hacer.
-Va-vale, pero no
pierdas, ¿eh?
-No tengo pensado hacerlo.
El rey ignoró
aquellas últimas palabras y dejó a Kuroi seguir adelante mientras miraba Abraham lo miraba
intimidándolo, esperando que no siguiera a su maestro.
-Cuando me ocupe de
ti, iré a por él.
-Como si pudieras con
el viejo.
-Creéme, puedo.
-Como si pudieras salir indemne de esta batalla pues.
-Como si pudieras salir indemne de esta batalla pues.
-¡Ja! Indemne y
¡victorioso!
Ahora fue el rey el
que se lanzó a por Abraham. La batalla anterior le había dejado algo tocado y
fue cuestión de tiempo que el rey finalmente sobrepasara sus defensas y le
golpeara, aprovechando aquel golpe para darle otro y otro... y otro.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
-¡Eres débil!
-¡Ahhh!
-Hice bien en
deshacerme de tus padres y coronarme rey, eráis todos una panda de debiluchos.
¿Cómo podían dejar a alguien como tú como heredero?
-¡Ah!
-Ja, ja, ja... A lo
mejor hubieras tenido una oportunidad si hubieras heredado el poder del Avatar
de la Luz de tu madre, mala suerte que ella misma te lo arrebatara.
-¿...?
-¿No lo sabías?
¿Nunca te lo dijo el viejo? Vaya... Entonces no confía tanto en ti como
pensaba.
-¡Cállate! N-no me
importa. ¡Alguna razón tendría mi madre para hacerlo! ¡No necesito ser un
Avatar de la luz para vencerte!
Abraham volvió a
lanzarse, pero en vano, fue rechazado y acabó estampándose contra una pared por
el nuevo golpe del rey.
-Nch... parece que
nunca aprendes.
-Ah...
-¡Levántate!
-¿...?
-Recuerda quién eres.
-¿...? ¿Quién...?
-Eres mi hijo. El
único y verdadero rey.
-¿Quién...?
-¿Con quién hablas?
-Recuérdalo...
-Recuérdalo...
-...
-Recuérdalo...
Abraham volvió a
levantarse decidido por aquellas palabras de ánimo, no sabía de quién eran, si
de su padre o de su madre, o quizás de los dos, pero no le importaba, le daba
igualmente las fuerzas que necesitaba para ganar, y a medida que se levantaba
decidido a acabar con aquello, una Luz le rodeó y de ella surgió una preciosa
armadura azul y plateada que le envolvió.
-¿C-cómo...? La busqué
durante años y nunca la encontré.
-Porque no era para
ti. Puede que mataras a mis padres a traición y con la ayuda de tus canguros, ¡pero
ellos siempre fueron más listos que tú!
Abraham se lanzó al
ataque una vez más, invadido por el poder que irradiaba la armadura y el ánimo
de sus padres, no tardó en empezar a ganar terreno, puede que el
"rey" siguiera pudiendo golpearle, pero aquella armadura ahora le
protegía de sus ataques consiguiendo cambiar el destino de la batalla dejando
herido a sus pies al rey.
-Debería matarte.
-¡Hazlo!
-Pero no soy como tú.
En vez de eso le
golpeó con fuerza en la cabeza con la llave espada dejándole inconsciente.
Estaba cansado y herido pero sólo tenía que pasar aquella puerta y dejar que
Kuroi hiciera el resto, pero para cuando quiso hacerlo fue rodeado de nuevo por
soldados.
-Mierda... Tengo
que... ¡tengo que pasar!
Una vez más se lanzó
al ataque, pero esta vez ya no estaba en condiciones de seguir luchando, venció
a uno, a dos, a tres, a cuatro... pero el resto acabaron superándole y obligándole
a retirarse a las escaleras.
-No... Estoy tan
cerca...
-¡Yiiiaaaaa!
-¿...?
Desde las escaleras, por encima de él, Abraham vio saltar una silueta que también llevaba una Llave espada en la mano, parecía menos herida y cansada que él y se deshizo de los soldados en unos segundos.
Desde las escaleras, por encima de él, Abraham vio saltar una silueta que también llevaba una Llave espada en la mano, parecía menos herida y cansada que él y se deshizo de los soldados en unos segundos.
-¿...? ¿Hanabi?
-Abraham... Pensé que
no llegaría a tiempo.
-¿Qué haces aquí?
-¿Así me lo
agradeces?
-...
Ambos se acercaron el
uno al otro y Hanabi ayudó al nuevo rey por poco tiempo a mantenerse en pie.
-Abraham, lo que
planeas hacer es...
-¡¿Crees que no lo sé, Hanabi?! Pero... si no lo hago...
-No quiero
perderte...
-Yo tampoco quiero perderte... Pero el plan de tu padre es
el único que nos puede dar esperanzas.
-¿Y si...? ¿Y si
cambia todo tanto que ya no nos queremos?
-¡Eso es imposible! No, no puede ser. Me niego. Mi madre
una vez me dijo que el amor va más allá del tiempo y el espacio. Te querré
igualmente.
Hanabi abrazó al
chico esperando que así decidiera no marcharse, pero entonces fue cuando ambos
sintieron ciertas presencias oscuras empezando a bajar por las escaleras.
-¡Son ellos!
-¿Los Avatares?
-Sí, me estaban
persiguiendo...
-Pero... ¿mi padre me
ha metido en este problema?
-No es culpa suya...
sólo queremos...
-Está bien, vete.
-¿Qué...?
-Yo les mantendré
ocupados, ¡vamos!
-Pero Hanabi, no
puedes...
-¡Vete!
Abraham se sintió
desesperadamente obligado a hacerle caso, pero no lo hizo antes de robarle un
beso, tras lo cual atravesó la puerta con sus últimas fuerzas mirando atrás una
última vez y dejándose caer sobre el suelo observando como Kuroi terminaba los
preparativos.
-¡Abraham!
-¡Termínalo! No te
preocupes por mí...
-...
-Ahora mismo está ahí
fuera tu hija enfrentándose a los Avatares de la Oscuridad. ¡Date prisa!
-¡...!
Kuroi se entristeció
al oír eso pero le dio más determinación, terminando los preparativos y viendo
Abraham como una enorme burbuja de energía se creó en el centro de la sala.
Entonces Kuroi se acercó a Abraham y lo cogió en brazos.
-He metido el hechizo
de metamorfosis en uno de tus bolsillos. Te lanzaré desde...
¡Pam! Un golpe le
hizo perder el equilibrio a Kuroi saliendo disparado y Abraham cayendo al otro
lado de la habitación, antiguo sello de Ánima. Lo que le había golpeado no había
sido otra cosa que el cuerpo de Hanabi que había destrozado la puerta al
atravesarla y ahora yacía en el suelo casi sin vida.
-¡No, no! ¡Hanabi!
-Ja, ja, ja... ¿De
verdad pensabáis que teníais alguna oportunidad? ¡Mira al chico! A penas puede
moverse...
-¡No!
-Es increíble, pero
casi lo conseguís. A penas quedo yo con vida, Keiro nos dio guerra, los demás
están para el arrastre. Pero cuando termine con vosotros les ayudaré a
recuperarse y entonces... Gobernaremos para siempre. Se ve que tener trofeos no
ha sido una buena idea.
-¡Maldito, no te
saldrás con la tuya!
En un momento de
desesperación Kuroi se levantó del suelo y se lanzó de cabeza contra el Avatar
de la Oscuridad obligándole a retroceder lo suficiente, una cruenta batalla en
la que el antiguo guardián del tiempo tenía las de perder empezó, pero en la
otra habitación Abraham se enfrentaba a su propia debilidad por terminar de
levantarse.
-N-no... Hanabi...
Lágrimas invadían sus
ojos, casi siendo incapaz de ver lo que había a su alrededor, aunque una Luz
muy tenue deshizo parte de esa borrosidad y vio muy cerca de sí la Gema que había
encontrado en Memoria.
-¿...? Tengo... tengo
que... Tengo que hacerlo...
Se arrastró hacia la Gema y la cogió entre sus dedos volviendo a hacer que la Luz surgiese de ella. Un rostro muy conocido se elevó por encima de él y luego surgió otro, ofreciéndoles ambos sus manos para ayudar a Abraham a que se levantara.
-Estamos orgullos de
ti, hijo.
-¿Mamá? ¿Papá?
-Nunca te
abandonamos, mi niño. Siempre estuvimos aquí.
-Pero, ¿cómo...?
-La Gema, tiene un gran poder. Te servirá para ayudarnos en el pasado.
-La Gema, tiene un gran poder. Te servirá para ayudarnos en el pasado.
-Sí...
Abraham se limpió las lágrimas. y ambos tiraron de las manos del nuevo rey y le lanzaron de cabeza a la orbe que Kuroi había conjurado.
-Ahora, ve, hijo mío.
¡Ve y salva nuestro Mundo!
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