lunes, 11 de mayo de 2015

Capítulo 10: Contrarreloj



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

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No se lo pensaron dos veces antes de derribar las puertas del castillo de Eclissis, lugar dónde tanto como Kuroi como Abraham habían pasado buenos momentos, uno más que otro seguramente debido al poco tiempo que el príncipe disfrutó de su vida en la realeza.

-No parece haber nadie aquí.
-Seguramente han avisado de que veníamos, estarán todos defendiendo la armadura y el sello.
-¿El sello? ¿Qué sello?
-Mmm... bueno... digamos que tu abuela selló algo grande bajo el castillo hace mucho tiempo. Es el único lugar que se me ocurre dónde puedo usar todo el poder que necesito para mandarte al pasado.
-¿Y entonces?
-Primero la armadura.

Kuroi salió corriendo dirección escaleras arriba y Abraham no dudó en seguirle de cerca. Su carrera fue tranquila, o al menos lo fue hasta que llegaron a la sala de los tesoros, donde a parte de un montón de tesoros, armas y objetos de todo tipo, esperaba un enorme batallón de soldados oscuros.

-Lo sabía...
-Son muchos.
-¿De verdad, Abraham? ¡Échale huevos!

Y Kuroi sonrió justo antes de lanzarse al combate con un grito de batalla, Llave espada en mano. Abraham le vio deshacerse de los soldados que se le acercaban uno a uno, aunque con bastante dificultad. En otro tiempo no hubiera sido así.

-¿Qué haces, Abraham?

Se dijo el joven exiliado a sí mismo cabreado por haberse quedado quieto y mirando, antes de seguir a Kuroi al combate. Les costó bastante deshacerse de todos aquellos soldados, y salieron un poco magullados y heridos.

-Uf... esperemos que el sótano no esté así de protegido. No creo que pueda aguantar otro asalto así.
-Estás... ah... estás viejo.
-Cállate, tú a penas puedes permanecer de pie.
-He vencido más soldados que tú, ¿qué esperabas?
-Bah, cállate y ponte la maldita armadura.
-¿Y dónde está?
-Eh... eh... pues... por aquí... en algún lado.
-Como el sitio es pequeño... Eres la hostia, Kuroi, estamos sin tiempo y no tienes ni idea de dónde está lo que buscamos.
-Pues... no... lo siento.
-Bah, ponte a buscar, anda.

Los dos empezaron a remover la sala de los tesoros de tal manera que si Eleone aún siguiera viva y lo estuviera viendo, se hubieran llevado una buena reprimienda. Buscaron y buscaron por todas partes, pero... no la encontraron.

-Kuroi, aquí no está.

Dijo Abraham sentándose en una pila de libros.

-Viejo y encima olvidadizo.
-Eh, más respeto.
-¿Qué respeto? Sin esa armadura no puedes mandarme al pasado y tu plan es una mierda.
-¿Ahora de repente crees en mi plan más que yo?
-¡Yo qué sé! Me he jugado la vida huyendo de esos putos locos y encima se ha tenido que sacrificar Keiro. ¿Y para nada?
-Pensé que estaría aquí. Tu madre la dejó especialmente para ti y fue creada con los mejores materiales, no puede destruírse.
-Pues es obvio que aquí no está. Así que será mejor que se te ocurra dónde. Espera... ¿no puede destruírse?
-No.
-¿De qué coño está hecha?
-Pues ahora que lo dices... no sé muy bien. Recuerdo que tu madre volvió con una parecida del Reino de los Corazones.
-¿Del Reino de los Corazones?
-Sí, es una larga historia y... debemos seguir con la búsqueda.
-¡No tenemos tiempo! Deberás enviarme sin la armadura.
-¡¿Qué dices?!
-¡No lo sé! Pero no tenemos tiempo, me la jugaré.
-No vas a hacer tal cosa.
-¡Cállate y vayamos al sótano!
-Pero...
-¡Vamos, maldito viejo!

Abraham esta vez fue el que se lanzó a correr primero y Kuroi el que le siguió, ahora bajando escaleras sin parar, hasta que llegaron al sótano. Allí no había soldados pero sí que les esperaba alguien. Alguien a quién conocían muy bien.

-Tú...

La cara de Abraham se desencajó de ira.

-Mucho tiempo sin vernos principito.
-Sólo me llama así mi maestro... y su mujer... y... ella...
-¿Y qué vas a hacerme, príncipe exiliado? Ahora yo soy el rey de Eclissis.
-¡Cállate!

Abraham saltó invocando su Llave espada una vez más sobre el nuevo "rey" de Eclissis pero detuvo su ataque sin mucho esfuerzo, luego empezaron a atacarse el uno al otro hasta que Kuroi, viendo que Abraham no podía con él, intentó interceder.

-¡No, Kuroi! Esta batalla es mía.
-Pero...
-¡No! Sigue y prepara el ritual o lo que tengas que hacer.
-Va-vale, pero no pierdas, ¿eh?
-No tengo pensado hacerlo.

El rey ignoró aquellas últimas palabras y dejó a Kuroi seguir adelante mientras miraba Abraham lo miraba intimidándolo, esperando que no siguiera a su maestro.

-Cuando me ocupe de ti, iré a por él.
-Como si pudieras con el viejo.
-Creéme, puedo.
-Como si pudieras salir indemne de esta batalla pues.
-¡Ja! Indemne y ¡victorioso!

Ahora fue el rey el que se lanzó a por Abraham. La batalla anterior le había dejado algo tocado y fue cuestión de tiempo que el rey finalmente sobrepasara sus defensas y le golpeara, aprovechando aquel golpe para darle otro y otro... y otro.

-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
-¡Eres débil!
-¡Ahhh!
-Hice bien en deshacerme de tus padres y coronarme rey, eráis todos una panda de debiluchos. ¿Cómo podían dejar a alguien como tú como heredero?
-¡Ah!
-Ja, ja, ja... A lo mejor hubieras tenido una oportunidad si hubieras heredado el poder del Avatar de la Luz de tu madre, mala suerte que ella misma te lo arrebatara.
-¿...?
-¿No lo sabías? ¿Nunca te lo dijo el viejo? Vaya... Entonces no confía tanto en ti como pensaba.
-¡Cállate! N-no me importa. ¡Alguna razón tendría mi madre para hacerlo! ¡No necesito ser un Avatar de la luz para vencerte!

Abraham volvió a lanzarse, pero en vano, fue rechazado y acabó estampándose contra una pared por el nuevo golpe del rey.

-Nch... parece que nunca aprendes.
-Ah...
-¡Levántate!
-¿...?
-Recuerda quién eres.
-¿...? ¿Quién...?
-Eres mi hijo. El único y verdadero rey.
-¿Quién...?
-¿Con quién hablas?
-Recuérdalo...
-...
-Recuérdalo...

Abraham volvió a levantarse decidido por aquellas palabras de ánimo, no sabía de quién eran, si de su padre o de su madre, o quizás de los dos, pero no le importaba, le daba igualmente las fuerzas que necesitaba para ganar, y a medida que se levantaba decidido a acabar con aquello, una Luz le rodeó y de ella surgió una preciosa armadura azul y plateada que le envolvió.

-¿C-cómo...? La busqué durante años y nunca la encontré.
-Porque no era para ti. Puede que mataras a mis padres a traición y con la ayuda de tus canguros, ¡pero ellos siempre fueron más listos que tú!

Abraham se lanzó al ataque una vez más, invadido por el poder que irradiaba la armadura y el ánimo de sus padres, no tardó en empezar a ganar terreno, puede que el "rey" siguiera pudiendo golpearle, pero aquella armadura ahora le protegía de sus ataques consiguiendo cambiar el destino de la batalla dejando herido a sus pies al rey.

-Debería matarte.
-¡Hazlo!
-Pero no soy como tú.

En vez de eso le golpeó con fuerza en la cabeza con la llave espada dejándole inconsciente. Estaba cansado y herido pero sólo tenía que pasar aquella puerta y dejar que Kuroi hiciera el resto, pero para cuando quiso hacerlo fue rodeado de nuevo por soldados.

-Mierda... Tengo que... ¡tengo que pasar!

Una vez más se lanzó al ataque, pero esta vez ya no estaba en condiciones de seguir luchando, venció a uno, a dos, a tres, a cuatro... pero el resto acabaron superándole y obligándole a retirarse a las escaleras.

-No... Estoy tan cerca...
-¡Yiiiaaaaa!
-¿...?

Desde las escaleras, por encima de él, Abraham vio saltar una silueta que también llevaba una Llave espada en la mano, parecía menos herida y cansada que él y se deshizo de los soldados en unos segundos.

-¿...? ¿Hanabi?
-Abraham... Pensé que no llegaría a tiempo.
-¿Qué haces aquí?
-¿Así me lo agradeces?
-...

Ambos se acercaron el uno al otro y Hanabi ayudó al nuevo rey por poco tiempo a mantenerse en pie.

-Abraham, lo que planeas hacer es...
-¡¿Crees que no lo sé, Hanabi?! Pero... si no lo hago...
-No quiero perderte...
-Yo tampoco quiero perderte... Pero el plan de tu padre es el único que nos puede dar esperanzas.
-¿Y si...? ¿Y si cambia todo tanto que ya no nos queremos?
-¡Eso es imposible! No, no puede ser. Me niego. Mi madre una vez me dijo que el amor va más allá del tiempo y el espacio. Te querré igualmente.

Hanabi abrazó al chico esperando que así decidiera no marcharse, pero entonces fue cuando ambos sintieron ciertas presencias oscuras empezando a bajar por las escaleras.

-¡Son ellos!
-¿Los Avatares?
-Sí, me estaban persiguiendo...
-Pero... ¿mi padre me ha metido en este problema?
-No es culpa suya... sólo queremos...
-Está bien, vete.
-¿Qué...?
-Yo les mantendré ocupados, ¡vamos!
-Pero Hanabi, no puedes...
-¡Vete!

Abraham se sintió desesperadamente obligado a hacerle caso, pero no lo hizo antes de robarle un beso, tras lo cual atravesó la puerta con sus últimas fuerzas mirando atrás una última vez y dejándose caer sobre el suelo observando como Kuroi terminaba los preparativos.

-¡Abraham!
-¡Termínalo! No te preocupes por mí...
-...
-Ahora mismo está ahí fuera tu hija enfrentándose a los Avatares de la Oscuridad. ¡Date prisa!
-¡...!

Kuroi se entristeció al oír eso pero le dio más determinación, terminando los preparativos y viendo Abraham como una enorme burbuja de energía se creó en el centro de la sala. Entonces Kuroi se acercó a Abraham y lo cogió en brazos.

-He metido el hechizo de metamorfosis en uno de tus bolsillos. Te lanzaré desde...

¡Pam! Un golpe le hizo perder el equilibrio a Kuroi saliendo disparado y Abraham cayendo al otro lado de la habitación, antiguo sello de Ánima. Lo que le había golpeado no había sido otra cosa que el cuerpo de Hanabi que había destrozado la puerta al atravesarla y ahora yacía en el suelo casi sin vida.

-¡No, no! ¡Hanabi!
-Ja, ja, ja... ¿De verdad pensabáis que teníais alguna oportunidad? ¡Mira al chico! A penas puede moverse...
-¡No!
-Es increíble, pero casi lo conseguís. A penas quedo yo con vida, Keiro nos dio guerra, los demás están para el arrastre. Pero cuando termine con vosotros les ayudaré a recuperarse y entonces... Gobernaremos para siempre. Se ve que tener trofeos no ha sido una buena idea.
-¡Maldito, no te saldrás con la tuya!

En un momento de desesperación Kuroi se levantó del suelo y se lanzó de cabeza contra el Avatar de la Oscuridad obligándole a retroceder lo suficiente, una cruenta batalla en la que el antiguo guardián del tiempo tenía las de perder empezó, pero en la otra habitación Abraham se enfrentaba a su propia debilidad por terminar de levantarse.

-N-no... Hanabi...

Lágrimas invadían sus ojos, casi siendo incapaz de ver lo que había a su alrededor, aunque una Luz muy tenue deshizo parte de esa borrosidad y vio muy cerca de sí la Gema que había encontrado en Memoria.

-¿...? Tengo... tengo que... Tengo que hacerlo...

Se arrastró hacia la Gema y la cogió entre sus dedos volviendo a hacer que la Luz surgiese de ella. Un rostro muy conocido se elevó por encima de él y luego surgió otro, ofreciéndoles ambos sus manos para ayudar a Abraham a que se levantara.

-Estamos orgullos de ti, hijo.
-¿Mamá? ¿Papá?
-Nunca te abandonamos, mi niño. Siempre estuvimos aquí.
-Pero, ¿cómo...?
-La Gema, tiene un gran poder. Te servirá para ayudarnos en el pasado.
-Sí...

Abraham se limpió las lágrimas. y ambos tiraron de las manos del nuevo rey y le lanzaron de cabeza a la orbe que Kuroi había conjurado.

-Ahora, ve, hijo mío. ¡Ve y salva nuestro Mundo!

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