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¿Cuántos años habían
pasado desde que había visto a su madre por última vez? Abraham ya ni lo
recordaba, no debería haber sido huérfano, ni siquiera hijo único pero las
sorpresas del destino, las no tan buenas sorpresas del destino le habían dado
la vuelta a todo. Era el heredero de un mundo, de un reino, uno que ahora yacía
preso de la oscuridad y gobernado por un rey sin escrúpulos, un rey que le había
convertido en un paria de la sociedad, tan sólo otro de los muchos que habían
caído oprimidos por la tiranía de los Avatares de la Oscuridad. Pero no estaba
solo, otros habían sobrevivido junto a él, entre ellos la persona más
importante de su vida, el que se había convertido en su maestro y padre
adoptivo, el único en quién confiaba.
-¿Cuánto más debemos
esperar, Kuroi? No puedo aguantar otro día más así...
-Tampoco es como si
conocieras algo diferente.
-Sí que lo conozco.
De mis fantasías, de las historias que me cuentas de mi madre y sus aventuras.
De la heroicidad de mi padre y el sacrificio de mi tío. Y de cómo tú les
acompañaste siempre.
-Bueno, siempre no.
Me uní a ellos un poquito después de que... todo esto comenzara. Ninguno de
nosotros sabía por aquel entonces que todo acabaría así. Nunca perdimos la
esperanza.
-...
-Gracias a tu madre.
Ella siempre nos dio ánimos, de no ser por ella... Quizás esto hubiera llegado
mucho antes. Quizás ni siquiera tú estarías vivo y nuestro plan no tendría
posibilidad de éxito.
-Aún no me has
contado porqué tú no puedes...
-Hay normas. Normas
que ni siquiera un Dios caído como yo puedo tergiversar. Podría pero... no
llegaría muy lejos. Tú sin embargo tienes más posibilidades, y te he entrenado
bien. Y sabes lo que tienes que hacer.
-Sí. De todas las
historias que me has contado, ésa es la que más me has repetido. De cómo los
guerreros de la luz cayeron frente a la serpiente Jormurgand. Pero esa
serpiente ya no existe.
-No. Keiro se encargó
de ella hace muchos años. Para nada...
-...
Los dos se quedaron
en silencio unos segundos hasta que Kuroi retomó la conversación.
-Te he contado cada
instante de ese "combate" tal y cómo lo puedo revivir en mi memoria
eidética. Sabes lo que debes hacer y estás preparado pero aún... Hay algo que
debes llevarte contigo y necesitamos a Keiro.
-¿Algo... que debo
llevarme?
-Claro.
Dijo Kuroi mucho más alegre y decidido.
-¿O es que pensabas
que te iba a mandar a una misión suicida que puede arreglar todo en lo que nos
hemos metido sin ayuda?
-¿A-ayuda? ¿Qué...?
-Todo a su tiempo,
pequeño príncipe. Todo a su tiempo.
-Ya no soy un
príncipe.
-¡Sí que lo eres! El único
y verdadero. Y como todo príncipe que se precie necesita sus vestiduras reales.
-¿Vestiduras reales?
-Oh, sí. Recuerdo aún
cuando eras niño, lo pijillo que te ponía tu madre.
-¿Pijillo? ¿En serio?
-Claro. ¿O es que
pensabas que a un príncipe le dejaban vestir esos... harapos que llevas
puestos?
-No son harapos... Y
es cómodo.
-No hay nada más cómodo
que la seda y los encajes. Aquella bisutería tan cara y...
-¿Qué era, un príncipe
o un modelo?
-Ja, ja, ja, ja...
Supongo que eran las costumbres de Eclissis, tu madre y tu tía solían vestir
modelitos aún más pomposos. Y el día en que se casaron tus padres tenías que
ver a tu viejo.
Abraham se había tele
transportado a años de distancia de allí, intentando imaginarse todo lo que
Kuroi le contaba como si lo hubiera vivido que, de cierta manera, lo había
hecho. Pero en su mente todo era más ideal de lo que en realidad fue.
-Ya te has vuelto a
quedar absorto.
-¡Es tu culpa! Me
cuentas estas historias de esa manera...
Kuroi le dio una
fuerte y sonora palmada en la espalda a Abraham como respuesta acompañado de
otra risa sonora.
-Te me pones nostálgico,
principito.
-¡Deja de llamarme así,
carcamal! Jum...
-Ja, ja, ja... En
fin, deberíamos volver a casa, estas vistas no son buenas para ninguno de los
dos.
-Ya... Seguro que
Eryn te aguanta mejor que yo.
-En realidad no. En
otros tiempo puede que... Da igual.
-¿...?
Kuroi no respondió a
aquello, simplemente empezó a caminar de nuevo al barrio pobre donde ahora vivían.
Muy, muy lejos del ahora osurecido palacio de Eclissis aunque extrañamente
cerca de dónde él vivió una vez, cuando era mortal. En todos sus años había
algo que le había sorprendido de sobremanera. Nunca, nadie, le había preguntado
por su origen. Sabían que era en su día fue profesor, pero nunca preguntaron
por su familia y por con quién vivía. Pero ahora daba igual, no había nadie
para pregntar. Cuando llegaron a casa Eryn les esperaba como siempre, con su
tan frío y serio rostro, había cosas que nunca cambiaban. Su semblante no, pero
los veinte años más que tenía sí que se notaban, en alguna que otra arruga que
se asomaba ya.
-Habéis tardado
mucho. Ya pronto iban a dar el toque de queda, ¿qué haciáis?
-Recordar viejos
tiempos.
-Más bien el carcamal
los recordaba y yo...
-¿Montándote tus
historias, principito?
-¡¿Por qué todos me
llamáis así?!
Ahora tanto Eryn como Kuroi se rieron, aunque la risa de Eryn distó mucho de ser feliz y de llegar a carcajada.
Ahora tanto Eryn como Kuroi se rieron, aunque la risa de Eryn distó mucho de ser feliz y de llegar a carcajada.
-Bah. Paso de
vosotros.
-Ya... ¿Qué historias
le has contado hoy al chico, Kuroi?
-Nada en especial.
Más bien repasábamos el plan.
-Oh, cierto. Ese plan
con tan pocas probabilidades de éxito en el que habéis puesto tantas
esperanzas.
-¿No te fías de mí,
Eryn?
-Ya no eres el Dios que una vez fuiste. Sólo una sombra. Dudo que puedas reunir el suficiente poder para mandar al chico tantos años en el pasado.
-Ya no eres el Dios que una vez fuiste. Sólo una sombra. Dudo que puedas reunir el suficiente poder para mandar al chico tantos años en el pasado.
-Y aún no me ha dicho
qué es eso que me va a dar.
-¿Dar? ¿Le has
llenado la cabeza de más fantasías, Kuroi?
-No es ninguna fantasía.
Puede que ya no tenga el poder que tenía antes, pero aún estoy en mis cabales.
-Sí. Eso no ha
cambiado. ¿Sabes? Antes del cambio eras mucho más divertido, Kuroi.
-¿Antes del cambio?
¿Qué cambio? ¿Qué no me has contado, carcamal?
-Je... Kuroi no ha
sido siempre un Dios. Antes de eso fue un mortal como tú y como yo.
-¿Un mortal? ¿El
carcamal?
-Sí... fue hace
muchos años. Tantos que ya no puedo ni contarlos.
-¿Treinta y tres?
-¿Cómo...?
-No eran tantos años.
-¿Hace treinta y tres
años? Entonces eres más viejo de lo que pensaba.
-Bueno, sí. Pero aún
queda algo de divinidad en mi sangre, no envejezco a la misma velocidad.
-Qué suerte tienes.
-Bueno, Eryn, tú no
ha envejecido tan mal, no puedes quejarte.
Eryn hizo una media
sonrisa cómo solía hacer años atrás cada vez que el Dios del tiempo la
piropeaba, pero ya no pasaba con la misma frecuencia.
-¿Y qué es eso que
supuestamente le vas a dar al chico cuando le "envíes al pasado"?
-No es qué.
-¿No es qué? ¿Vas a
enviarle junto a alguien?
-Podríamos decirlo así.
-Espera. ¿Aún te
quedan invocaciones? Pensaba que las repartiste todas.
-Bueno, algunas
cayeron. Otras se quedaron sin dueño... Pero no, no es una invocación.
-¿Entonces? Cómo te
gusta hacerte el interesante.
-Es un arma secreta.
Abraham la usará en el momento justo. Y vamos a ir mañana a por ella.
-¡¿Mañana?!
Eryn se extrañó pero
sin llegar al punto de exclamar, alzando en vez de ello una ceja.
-¿Y cómo piensas
salir de Eclissis sin llamar la atención?
-He estado reuniendo
fuerzas. No serán capaces de verlo venir. Vamos a ir a ver a Keiro. ¿Te
apuntas?
-¿Keiro? ¿Es a quién
vas a enviar con el chico?
-Sería una buena idea. Pero ya lo intentó una vez y no salió bien, ¿recuerdas?
-Sería una buena idea. Pero ya lo intentó una vez y no salió bien, ¿recuerdas?
-Vagamente. ¿Para qué
vais a verle entonces?
-Necesito su...
poder... Por última vez. Quizás es necesario que me sacrifique para que Abraham
lo logre.
-¡¿Qué?!
De nuevo Eryn no
exclamó pero su cara lo decía todo por sus palabras, de hecho prefirió callarse
su reacción.
-¿Vas a morir,
carcamal?
-Todo sea porque
pueda vivir en otra línea temporal. No es la primera vez que hago algo así.
-Ánima...
-Vaya, parece que ya
vas recordando cosas...
-Nunca podría olvidar
eso. Me mandaste lejos, ¿recuerdas?
-Tenías una misión.
-Teníamos.
Habló seca y firmemente
la morena.
-¿Otra historia?
-Ésta prefiero no
recordarla.
-Pensaba que cuánto más
supiera del pasado mejor haría mi misión.
-No es una misión,
Abraham.
-¿...?
-Es más que eso. De
ti depende el futuro de... de todo. Tenemos que reunir tres cosas antes de
mandarte al pasado.
-¿...?
-Tus vestiduras
reales.
-¿En serio?
-El hechizo de
metamorfosis.
-¿El qué?
-Y mi regalo de
despedida.
-...
-¿El hechizo de
metamorfosis, Kuroi?
-Sí. Todo lo que
Abraham haga deberá ser encubierto. Si descubren quién es... Bueno, es posible
que no nazca y no nos conviene. Se crearía un desastre temporal. Nadie que no
esté destinado a nacer puede viajar en el tiempo, es... bastante delicado. Eso
me recuerda... Necesitamos darte otro nombre.
-¿Otro nombre?
-Claro, no puedes
llegar allí y decir: Hola, soy Abraham como ése de ahí, encantado.
-¿C-cómo ése de ahí?
-Abraham, tu tío, ¿te
has olvidado?
-No... es que... ¿voy
a conocerle?
-Vas a conocer a
todos, macho. Así que es mejor que te vayas haciendo a la idea.
-A todos... Volveré a ver a mamá...
-Sí, y a Kuroi joven,
no te olvides.
-Yo ya era joven. De
quien debe preocuparse es de por ti, tendrás menos... arr...
-Termina esa frase,
Kuroi y mandar al chico al pasado será el menor de tus problemas.
Kuroi tragó saliva y
se lo pensó dos veces antes de decir la palabra que invocaba el verdadero caos
en el mundo.
-Ya sé qué
"hechizo" usar cuando vuelva a bajar aquí "su majestad".
-Sí, ja, ja. Seguro
que Eryn le da su merecido.
-No me tentéis. Lo último
que quiero es que uno de esos bastardos se vea obligado a venir aquí a poner
orden.
-Si Eleone viviera
podríamos con ellos uno a uno.
-Tal y cómo está
Keiro ahora mismo no nos costaría mucho...
Se notó la nostalgia
en el ambiente y el rostro de los tres se volvió sombrió en un momento.
-Nu-nunca me has
hablado suficiente de mi madre, carcamal.
-¿De tu madre? Je. No
sabría que decirte. Ella era... especial.
-Terriblemente
especial para ser una princesa del Corazón.
-Tú tambien eras una,
¿no, Eryn?
-Sí, pero... tu madre
era única.
-Un avatar, ¿no?
-...
-Un avatar... En
aquellos tiempos escuchar esa palabra nos llenaba de fuerzas.
-Al final resultó no
ser lo suficiente.
-Recordar a Eleone es
demasiado doloroso.
-Pero tú nunca la
llamabas así, Kuroi.
-¿Ah, no? ¿Cómo la
llamaba el carcamal?
-Su majestad,
princesa, reina... era un perrito faldero.
-¡No era un perrito
faldero!
-Sí que lo eras. No
te avergüences de ello, señor Dios.
Kuroi se cruzó de
brazos algo molesto por aquellas acusaciones.
-Vaya.
Mostró admiración
Abraham llamando la atención de Kuroi.
-¿Qué?
-Mi madre era tan
poderosa y famosa que tenía Dioses a su servicio.
-¿Ves lo que haces?
Le metes falsas ideas en la cabeza.
-Ya... falsas...
"Sí, mi majestad. Lo que necesita, majestad."
Eryn volvió a reír
suavemente mientras Abraham empezó a descojonarse literalmente.
-Bah, dejadme en paz.
Recuerda, Abraham, mañana salimos de excursión. Descansa.
-Sí, sí, carcamal, ya lo sé. Pero... hay algo que debo hacer.
-Sí, sí, carcamal, ya lo sé. Pero... hay algo que debo hacer.
Abraham salió fuera a
que le diese el aire y Eryn y Kuroi le miraron sabiendo qué significaba aquello. Fuera una segunda silueta apareció y se acercó a Abraham para besarle.
-¿Día productivo con el "carcamal"?
-Sí... algo así. Cada vez su plan está más cerca, aunque a tu madre no le hace mucha gracia.
-Nunca le han hecho gracia esas cosas. Mi padre es un poco... impulsivo...
-¿Día productivo con el "carcamal"?
-Sí... algo así. Cada vez su plan está más cerca, aunque a tu madre no le hace mucha gracia.
-Nunca le han hecho gracia esas cosas. Mi padre es un poco... impulsivo...
-¿Qué me vas a decir a mí?
-Si te manda... te voy a echar de menos.
-Y yo a ti, Hanabi. Y yo a ti.
De vuelta a dentro.
-En el fondo les envidio.
-...
-No entiendo cómo ella pudo surgir de nosotros.
-Hubo un tiempo en el que todo fue diferente. Y podría haber seguido siéndolo.
-¿Lo viste? ¿Puedes volver a ver esas cosas?
-No. Sólo son recuerdos... recuerdos que nunca te conté.
-¿Y qué viste?
-Dos niñas... No sólo una... E iban a tener un montón de amigos.
-Si te manda... te voy a echar de menos.
-Y yo a ti, Hanabi. Y yo a ti.
De vuelta a dentro.
-En el fondo les envidio.
-...
-No entiendo cómo ella pudo surgir de nosotros.
-Hubo un tiempo en el que todo fue diferente. Y podría haber seguido siéndolo.
-¿Lo viste? ¿Puedes volver a ver esas cosas?
-No. Sólo son recuerdos... recuerdos que nunca te conté.
-¿Y qué viste?
-Dos niñas... No sólo una... E iban a tener un montón de amigos.
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