sábado, 9 de mayo de 2015

Capítulo 7: Días del futuro que no queremos vivir



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

https://www.youtube.com/watch?v=7vidRY-0MiI

______________________________________________________________________

¿Cuántos años habían pasado desde que había visto a su madre por última vez? Abraham ya ni lo recordaba, no debería haber sido huérfano, ni siquiera hijo único pero las sorpresas del destino, las no tan buenas sorpresas del destino le habían dado la vuelta a todo. Era el heredero de un mundo, de un reino, uno que ahora yacía preso de la oscuridad y gobernado por un rey sin escrúpulos, un rey que le había convertido en un paria de la sociedad, tan sólo otro de los muchos que habían caído oprimidos por la tiranía de los Avatares de la Oscuridad. Pero no estaba solo, otros habían sobrevivido junto a él, entre ellos la persona más importante de su vida, el que se había convertido en su maestro y padre adoptivo, el único en quién confiaba.

-¿Cuánto más debemos esperar, Kuroi? No puedo aguantar otro día más así...
-Tampoco es como si conocieras algo diferente.
-Sí que lo conozco. De mis fantasías, de las historias que me cuentas de mi madre y sus aventuras. De la heroicidad de mi padre y el sacrificio de mi tío. Y de cómo tú les acompañaste siempre.
-Bueno, siempre no. Me uní a ellos un poquito después de que... todo esto comenzara. Ninguno de nosotros sabía por aquel entonces que todo acabaría así. Nunca perdimos la esperanza.
-...
-Gracias a tu madre. Ella siempre nos dio ánimos, de no ser por ella... Quizás esto hubiera llegado mucho antes. Quizás ni siquiera tú estarías vivo y nuestro plan no tendría posibilidad de éxito.
-Aún no me has contado porqué tú no puedes...
-Hay normas. Normas que ni siquiera un Dios caído como yo puedo tergiversar. Podría pero... no llegaría muy lejos. Tú sin embargo tienes más posibilidades, y te he entrenado bien. Y sabes lo que tienes que hacer.
-Sí. De todas las historias que me has contado, ésa es la que más me has repetido. De cómo los guerreros de la luz cayeron frente a la serpiente Jormurgand. Pero esa serpiente ya no existe.
-No. Keiro se encargó de ella hace muchos años. Para nada...
-...

Los dos se quedaron en silencio unos segundos hasta que Kuroi retomó la conversación.

-Te he contado cada instante de ese "combate" tal y cómo lo puedo revivir en mi memoria eidética. Sabes lo que debes hacer y estás preparado pero aún... Hay algo que debes llevarte contigo y necesitamos a Keiro.
-¿Algo... que debo llevarme?
-Claro.

Dijo Kuroi mucho más alegre y decidido.

-¿O es que pensabas que te iba a mandar a una misión suicida que puede arreglar todo en lo que nos hemos metido sin ayuda?
-¿A-ayuda? ¿Qué...?
-Todo a su tiempo, pequeño príncipe. Todo a su tiempo.
-Ya no soy un príncipe.
-¡Sí que lo eres! El único y verdadero. Y como todo príncipe que se precie necesita sus vestiduras reales.
-¿Vestiduras reales?
-Oh, sí. Recuerdo aún cuando eras niño, lo pijillo que te ponía tu madre.
-¿Pijillo? ¿En serio?
-Claro. ¿O es que pensabas que a un príncipe le dejaban vestir esos... harapos que llevas puestos?
-No son harapos... Y es cómodo.
-No hay nada más cómodo que la seda y los encajes. Aquella bisutería tan cara y...
-¿Qué era, un príncipe o un modelo?
-Ja, ja, ja, ja... Supongo que eran las costumbres de Eclissis, tu madre y tu tía solían vestir modelitos aún más pomposos. Y el día en que se casaron tus padres tenías que ver a tu viejo.

Abraham se había tele transportado a años de distancia de allí, intentando imaginarse todo lo que Kuroi le contaba como si lo hubiera vivido que, de cierta manera, lo había hecho. Pero en su mente todo era más ideal de lo que en realidad fue.

-Ya te has vuelto a quedar absorto.
-¡Es tu culpa! Me cuentas estas historias de esa manera...

Kuroi le dio una fuerte y sonora palmada en la espalda a Abraham como respuesta acompañado de otra risa sonora.

-Te me pones nostálgico, principito.
-¡Deja de llamarme así, carcamal! Jum...
-Ja, ja, ja... En fin, deberíamos volver a casa, estas vistas no son buenas para ninguno de los dos.
-Ya... Seguro que Eryn te aguanta mejor que yo.
-En realidad no. En otros tiempo puede que... Da igual.
-¿...?

Kuroi no respondió a aquello, simplemente empezó a caminar de nuevo al barrio pobre donde ahora vivían. Muy, muy lejos del ahora osurecido palacio de Eclissis aunque extrañamente cerca de dónde él vivió una vez, cuando era mortal. En todos sus años había algo que le había sorprendido de sobremanera. Nunca, nadie, le había preguntado por su origen. Sabían que era en su día fue profesor, pero nunca preguntaron por su familia y por con quién vivía. Pero ahora daba igual, no había nadie para pregntar. Cuando llegaron a casa Eryn les esperaba como siempre, con su tan frío y serio rostro, había cosas que nunca cambiaban. Su semblante no, pero los veinte años más que tenía sí que se notaban, en alguna que otra arruga que se asomaba ya.

-Habéis tardado mucho. Ya pronto iban a dar el toque de queda, ¿qué haciáis?
-Recordar viejos tiempos.
-Más bien el carcamal los recordaba y yo...
-¿Montándote tus historias, principito?
-¡¿Por qué todos me llamáis así?!

Ahora tanto Eryn como Kuroi se rieron, aunque la risa de Eryn distó mucho de ser feliz y de llegar a carcajada.

-Bah. Paso de vosotros.
-Ya... ¿Qué historias le has contado hoy al chico, Kuroi?
-Nada en especial. Más bien repasábamos el plan.
-Oh, cierto. Ese plan con tan pocas probabilidades de éxito en el que habéis puesto tantas esperanzas.
-¿No te fías de mí, Eryn?
-Ya no eres el Dios que una vez fuiste. Sólo una sombra. Dudo que puedas reunir el suficiente poder para mandar al chico tantos años en el pasado.
-Y aún no me ha dicho qué es eso que me va a dar.
-¿Dar? ¿Le has llenado la cabeza de más fantasías, Kuroi?
-No es ninguna fantasía. Puede que ya no tenga el poder que tenía antes, pero aún estoy en mis cabales.
-Sí. Eso no ha cambiado. ¿Sabes? Antes del cambio eras mucho más divertido, Kuroi.
-¿Antes del cambio? ¿Qué cambio? ¿Qué no me has contado, carcamal?
-Je... Kuroi no ha sido siempre un Dios. Antes de eso fue un mortal como tú y como yo.
-¿Un mortal? ¿El carcamal?
-Sí... fue hace muchos años. Tantos que ya no puedo ni contarlos.
-¿Treinta y tres?
-¿Cómo...?
-No eran tantos años.
-¿Hace treinta y tres años? Entonces eres más viejo de lo que pensaba.
-Bueno, sí. Pero aún queda algo de divinidad en mi sangre, no envejezco a la misma velocidad.
-Qué suerte tienes.
-Bueno, Eryn, tú no ha envejecido tan mal, no puedes quejarte.

Eryn hizo una media sonrisa cómo solía hacer años atrás cada vez que el Dios del tiempo la piropeaba, pero ya no pasaba con la misma frecuencia.

-¿Y qué es eso que supuestamente le vas a dar al chico cuando le "envíes al pasado"?
-No es qué.
-¿No es qué? ¿Vas a enviarle junto a alguien?
-Podríamos decirlo así.
-Espera. ¿Aún te quedan invocaciones? Pensaba que las repartiste todas.
-Bueno, algunas cayeron. Otras se quedaron sin dueño... Pero no, no es una invocación.
-¿Entonces? Cómo te gusta hacerte el interesante.
-Es un arma secreta. Abraham la usará en el momento justo. Y vamos a ir mañana a por ella.
-¡¿Mañana?!

Eryn se extrañó pero sin llegar al punto de exclamar, alzando en vez de ello una ceja.

-¿Y cómo piensas salir de Eclissis sin llamar la atención?
-He estado reuniendo fuerzas. No serán capaces de verlo venir. Vamos a ir a ver a Keiro. ¿Te apuntas?
-¿Keiro? ¿Es a quién vas a enviar con el chico?
-Sería una buena idea. Pero ya lo intentó una vez y no salió bien, ¿recuerdas?
-Vagamente. ¿Para qué vais a verle entonces?
-Necesito su... poder... Por última vez. Quizás es necesario que me sacrifique para que Abraham lo logre.
-¡¿Qué?!

De nuevo Eryn no exclamó pero su cara lo decía todo por sus palabras, de hecho prefirió callarse su reacción.

-¿Vas a morir, carcamal?
-Todo sea porque pueda vivir en otra línea temporal. No es la primera vez que hago algo así.
-Ánima...
-Vaya, parece que ya vas recordando cosas...
-Nunca podría olvidar eso. Me mandaste lejos, ¿recuerdas?
-Tenías una misión.
-Teníamos.

Habló seca y firmemente la morena.

-¿Otra historia?
-Ésta prefiero no recordarla.
-Pensaba que cuánto más supiera del pasado mejor haría mi misión.
-No es una misión, Abraham.
-¿...?
-Es más que eso. De ti depende el futuro de... de todo. Tenemos que reunir tres cosas antes de mandarte al pasado.
-¿...?
-Tus vestiduras reales.
-¿En serio?
-El hechizo de metamorfosis.
-¿El qué?
-Y mi regalo de despedida.
-...
-¿El hechizo de metamorfosis, Kuroi?
-Sí. Todo lo que Abraham haga deberá ser encubierto. Si descubren quién es... Bueno, es posible que no nazca y no nos conviene. Se crearía un desastre temporal. Nadie que no esté destinado a nacer puede viajar en el tiempo, es... bastante delicado. Eso me recuerda... Necesitamos darte otro nombre.
-¿Otro nombre?
-Claro, no puedes llegar allí y decir: Hola, soy Abraham como ése de ahí, encantado.
-¿C-cómo ése de ahí?
-Abraham, tu tío, ¿te has olvidado?
-No... es que... ¿voy a conocerle?
-Vas a conocer a todos, macho. Así que es mejor que te vayas haciendo a la idea.
-A todos... Volveré a ver a mamá...
-Sí, y a Kuroi joven, no te olvides.
-Yo ya era joven. De quien debe preocuparse es de por ti, tendrás menos... arr...
-Termina esa frase, Kuroi y mandar al chico al pasado será el menor de tus problemas.

Kuroi tragó saliva y se lo pensó dos veces antes de decir la palabra que invocaba el verdadero caos en el mundo.

-Ya sé qué "hechizo" usar cuando vuelva a bajar aquí "su majestad".
-Sí, ja, ja. Seguro que Eryn le da su merecido.
-No me tentéis. Lo último que quiero es que uno de esos bastardos se vea obligado a venir aquí a poner orden.
-Si Eleone viviera podríamos con ellos uno a uno.
-Tal y cómo está Keiro ahora mismo no nos costaría mucho...

Se notó la nostalgia en el ambiente y el rostro de los tres se volvió sombrió en un momento.

-Nu-nunca me has hablado suficiente de mi madre, carcamal.
-¿De tu madre? Je. No sabría que decirte. Ella era... especial.
-Terriblemente especial para ser una princesa del Corazón.
-Tú tambien eras una, ¿no, Eryn?
-Sí, pero... tu madre era única.
-Un avatar, ¿no?
-...
-Un avatar... En aquellos tiempos escuchar esa palabra nos llenaba de fuerzas.
-Al final resultó no ser lo suficiente.
-Recordar a Eleone es demasiado doloroso.
-Pero tú nunca la llamabas así, Kuroi.
-¿Ah, no? ¿Cómo la llamaba el carcamal?
-Su majestad, princesa, reina... era un perrito faldero.
-¡No era un perrito faldero!
-Sí que lo eras. No te avergüences de ello, señor Dios.

Kuroi se cruzó de brazos algo molesto por aquellas acusaciones.

-Vaya.

Mostró admiración Abraham llamando la atención de Kuroi.

-¿Qué?
-Mi madre era tan poderosa y famosa que tenía Dioses a su servicio.
-¿Ves lo que haces? Le metes falsas ideas en la cabeza.
-Ya... falsas... "Sí, mi majestad. Lo que necesita, majestad."

Eryn volvió a reír suavemente mientras Abraham empezó a descojonarse literalmente.

-Bah, dejadme en paz. Recuerda, Abraham, mañana salimos de excursión. Descansa.
-Sí, sí, carcamal, ya lo sé. Pero... hay algo que debo hacer.

Abraham salió fuera a que le diese el aire y Eryn y Kuroi le miraron sabiendo qué significaba aquello. Fuera una segunda silueta apareció y se acercó a Abraham para besarle.

-¿Día productivo con el "carcamal"?
-Sí... algo así. Cada vez su plan está más cerca, aunque a tu madre no le hace mucha gracia.
-Nunca le han hecho gracia esas cosas. Mi padre es un poco... impulsivo...
-¿Qué me vas a decir a mí?
-Si te manda... te voy a echar de menos.
-Y yo a ti, Hanabi. Y yo a ti.

De vuelta a dentro.

-En el fondo les envidio.
-...
-No entiendo cómo ella pudo surgir de nosotros.
-Hubo un tiempo en el que todo fue diferente. Y podría haber seguido siéndolo.
-¿Lo viste? ¿Puedes volver a ver esas cosas?
-No. Sólo son recuerdos... recuerdos que nunca te conté.
-¿Y qué viste?
-Dos niñas... No sólo una... E iban a tener un montón de amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario