Bastet consiguió
acomodar a Keiro en su Llave deslizador ayudándole a invocar su armadura y los
dos salieron a prisa de aquel oscuro y destruido lugar.
¿Cómo un Mundo podía
acabar de esa manera y seguir conservando su Corazón? Bastet en realidad obtuvo
la respuesta a esa extraña pregunta. Sólo tuvo que girar la vista para mirar a
Keiro y su nuevo estado. Se volvió a hacer la misma pregunta de otra manera, ¿cómo
una persona podía acabar de esa manera y seguir conservando su Corazón? ¿Cuánto
tiempo le quedaba a Keiro de vida si ella no hubiera llegado a tiempo? ¿Cómo
alguien podía ceder su Corazón a la Oscuridad de una manera tan profunda para
acabar de esa manera? ¿De verdad Keiro lo había hecho por protegerla? ¿Hasta
ese punto llegaría? Sin embargo nada de eso tenía sentido, ella sabía que Keiro
se recuperaría, le había visitado en el futuro y él estaba…
¡Espera! Le había
visitado en el futuro y él estaba… ¡estaba bien! Entonces… ¿el encapuchado no
era Keiro? El encapuchado había jurado que él era Keiro del futuro, pero Sina
le había dicho que Keiro se encontraba bien. ¿Dónde se encontraba el sentido en
todo aquello? ¿Acaso el encapuchado le había mentido? O… De repente todo
aquello careció de sentido, a través de la Oscuridad del Espacio entre los
Mundos, Bastet pudo vislumbrar una criatura rodeada de Oscuridad que la perseguía.
-¿Qué es eso?
-Ím ed sárapacse on.
-¿Qué ha dicho?
-¿Quién es, Bastet?
-No lo sé, pero viene
a por nosotros. ¡Keiro. agárrate!
-Ím ed riuh sedeup on.
-Pero, ¿en qué idioma
habla?
-Corre, Bastet, está
a punto de alcanzarnos.
-¡Mierda!
Bastet activó la
Llave deslizador a la máxima velocidad, pero igual que aquel día en Eclissis,
iba con demasiados pasajeros y no podía alcanzar la velocidad máxima de su
artefacto mágico.
-Vamos… Vamos, ahora
no… ¡Vamos!
-Bastet, déjame aquí.
-¡No! No he pasado
por todo esto para tener que abandonarte ahora. ¡Ni hablar!
-Pero Bastet… si no
lo haces, nos…
-¡No!
Bastet entonces hizo
el sacrificio al revés, se despojó de su armadura, la cual dejó agarrando a
Keiro contra la Llave deslizador y con un movimiento de mano la mandó volando a
toda velocidad lejos de allí.
-¡Sálvate, Keiro!
-¡Bastet, no!
Pronto Keiro y la
Llave espada de Bastet se alejaron tanto que la pelirroja ya ni podía verlas,
fue cuestión de segundos que aquella criatura con aquella armadura oscura que
hablaba de esa manera tan extraña la alcanzara. Aunque parecía que el vacío y
la Oscuridad no tenían ningún efecto sobre Bastet.
-¡¿Quién eres?!
-AkahaD le yos. Zeuj le
yos. Onitsed le yos.
-¡¿Por qué no puedo
entenderte?!
El Corazón de Bastet
brilló con fuerza cegando momentaneámente a aquella horrible criatura.
-Has cambiado el
destino. Debes perecer y contigo todo lo que has hecho.
-¿Qué…? ¡No! Yo… Mi
amigo me necesitaba.
-Eso es un deseo egoísta.
El tiempo no puede ser deshecho por culpa de un sentimiento egoísta.
-¿Y qué he hecho? ¿Qué
he hecho si no ayudar a proteger el Reino de la Luz?
-Ni Luz ni Oscuridad. Yo sólo guardo el equilibrio.
-Ni Luz ni Oscuridad. Yo sólo guardo el equilibrio.
Tras decir esto, la
extraña criatura invocó tentáculos de Oscuridad desde su vientre con la intención
de acabar con la existencia de Bastet y que todo volviera a ser como tenía que
ser pero en ese mismo instante desapareció.
-¡Ahhhh! Ah… ¿Eh? ¿Dónde?
¿Qué…? ¿Qué me… pasa? No…
Bastet perdió la
conciencia por tal exposición a la Oscuridad y anduvo por el Espacio entre los
Mundos sin rumbo.
______________________________________________________________________
-Bastet… Bastet… No, Bastet… ¡Maldita Llave espada, vuelve ahora mismo! ¿No me estás escuchando? ¡Tu Maestra te necesita!
-Bastet… Bastet… No, Bastet… ¡Maldita Llave espada, vuelve ahora mismo! ¿No me estás escuchando? ¡Tu Maestra te necesita!
Sin embargo no hubo respuesta ninguna proveniente de la Llave deslizador ni de la armadura que hizo proseguir el viaje a Keiro sin que pudiera hacer nada por volver. Pasó así un tiempo hasta que Keiro llegó a Ciudad Eclissis aterrizando en lo alto de un edificio.
-¡No, no! Maldita
Llave espada. ¡Vuelve! ¡Vuelve!
Pero la Llave espada,
ahora en el suelo junto a la armadura, totalmente inmóvil, no hizo ningún tipo
de caso al Elegido caído.
-¡Mierda! Es porque
he caído en la Oscuridad, ¿verdad? ¡Si no me haces caso invocaré un portal de
Oscuridad y sabes de sobra que eso no le haría gracia a Bastet!
La amenaza, si fue
escuchada por la Llave espada, no pareció importarle porque no se movió ni un
centímetro.
-No va a escucharte.
Su Maestra está demasiado lejos para responder.
-¡¿Quién ha dicho
eso?!
Tras Keiro un portal
de Oscuridad se abrió y apareció una de esas siluetas oscuras que se mostraron
aquel día en las ruinas del bosque, la Oscuridad le desenvolvió y se vio a un
alto hombre con el pelo largo y rubio.
-¡Tú! Eres uno de
ellos.
-Messam a tu
servicio. Veo que Marte no tiene intenciones de volver.
-¿Marte?
-El que se enfrentó a
vosotros en las ruinas.
-Ja… ¡No va a volver
porque le destruimos!
-Sí, eso parece. Es
una pena. En cualquier caso he venido a terminar su trabajo.
El ser oscuro invocó
una gran protuberancia de Oscuridad que parecía una espada curva y fácilmente
alcanzaba los 4 metros
de longitud. Keiro reaccionó invocando su Llave espada.
-Desiste. No tengo
intención de matarte.
-¿Y eso qué quiere
decir?
-Sólo quiero llevarte
conmigo. ¿No ves que tu Corazón es tan sólo una carga?
-¿Una carga?
-Sí. Tiene la intención
de hacerte desaparecer si la Oscuridad termina de inhundarlo. Y si lo llenas de
Luz, ¡no te dará ningún poder!
-Pero mi Corazón…
Bastet… Mis amigos…
-Todos ellos son
también una carga. Lo único que importa es el poder. Él nunca te ha fallado.
-No, nunca lo ha
hecho. Gracias a él estoy aquí. Y he podido salvarles a todos ellos. Ellos son
la carga.
-Sí, y una muy pesada
si me dejas añadir. Acompáñame y te ayudaré a deshacerte de tu Corazón. Serás
libre como nosotros.
-No le escuches.
-¿Quién ha hablado?
-…
-Si te deshaces de tu
Corazón no solo te desharás de lo que más importa, también te desharás de tu
orgullo como guerrero, de todo lo que eres y todo lo que has sido.
-Pero… así… no caeré
en la Oscuridad. Y Bastet no sufrirá más.
-¡Te habrás deshecho
de lo que ella quiere salvar!
-¡Basta! ¡Él… es…
nuestro!
El señor de la
Oscuridad se abalanzó sobre Keiro con la intención de atacarle pero entonces
una figura humanoide con una gran espada por arma detuvo el ataque, la onda de
energía que aquello ocasionó iluminó toda Ciudad Eclissis.
-Otro más…
-¿Qué…? ¿Quién eres?
-Odín. Tu espíritu
guardián.
-¿Mi… espíritu…
guardián?
-Sólo un poderoso
guerrero como tú que consiguió sobrevivir al filo de la más absoluta Oscuridad y
está hoy aquí para contarlo, es digno de ser mi protegido.
-Pero yo…
-La Oscuridad es
parte de nosotros. Sólo debes aceptarla y hacerla tu aliada.
-…
-¡No, él es mío!
Los ataques se
volvieron incesantes a gran velocidad pero Odín los detenía como un buen
guerrero.
-¡Keiro, despierta!
-Yo…
-¡Bastet te necesita!
-Bastet… me necesita…
Sí… Bastet… ¡Ella me necesita!
-¡No le alejarás de
nosotros!
-¡Ahora, Keiro!
Keiro pareció
recuperar parte de su personalidad deshaciéndose de las engatusaciones del
señor de la Oscuridad y apoyando a Odín consiguieron hacerle retroceder.
-Muy bien, Keiro.
-Estoy contigo, Odín.
-Jum. Parece que voy
a tener que hacerlo por las malas.
El señor de la
Oscuridad alzó su brazo derecho y de su espalda surgió una enorme ala negra,
tan oscura como una maldición. Y usándola como impulso se volvió a lanzar con aún
más potencia contra Keiro y Odín.
-¡Octilátigo!
Una serie de
poderosos espadazos golpearon contra la Llave espada de Keiro y el sable de Odín,
con cada golpe el Elegido y su espíritu retrocedían más y auras de luces
variopintas acompañaban los embistes.
-Es muy fuerte.
-Odín, tenemos que
hacer algo.
-¡Al contra ataque!
Aprovechando el tenue
descanso que el señor de la Oscuridad tuvo que hacer tras la serie de cortes,
Odín y Keiro se lanzaron a la vez contra él contra atacándole con una serie de
cortes que fueron rápidamente eliminados cuando el rubio hizo un poderoso
barrido con su enorme espada haciendo que Keiro y Odín barrieran el suelo bajo
sus rodillas.
-No sois rivales para
mí.
-Odín… tenemos que
ser rápidos, Bastet…
-Lo sé… tendremos que
darlo todo.
-Confía en mí.
Elegido, espíritu y
señor de la Oscuridad acumularon todas sus energías sobre sus armas y los tres
desaparecieron a la vez de sus respectivos sitios.
-¡Zantetsuken!
-¡Olvido!
Keiro y Odín
aparecieron donde antes estaba el señor de la Oscuridad y éste donde antes
estaban Elegido y espíritu, un duelo de velocidad se había llevado a cabo en el
que dos de los participantes habían acabado bastante mal.
-Ah…
-¡Odín, ¿por qué lo
has hecho?!
-No te preocupes. Yo
me recuperaré una vez me una a ti. Él no puede decir lo mismo.
Odín empezó a
desaparecer.
-Odín...
-No te preocupes,
Keiro. Cuando me recupere, podrás volver a llamarme.
Odín terminó de
desaparecer y Keiro se giró para ver como el señor de la Oscuridad se
encontraba arrodillado y cansado.
-Has tenido suerte,
chico. Pero nos volveremos a ver.
-¡No escaparás!
Sin embargo la
amenaza de Keiro se quedó en el aire cuando el oscuro desapareció tras un
portal de Oscuridad.
-¡Mierda! Espera…
¡Bastet!
Keiro abrió
velozmente un portal de Oscuridad.
______________________________________________________________________
Bastet volvió a abrir los ojos y como si todo se tratara de un Deja Vu se volvió a encontrar en aquel bosque de cristal donde despertó cuando viajó en el tiempo.
Bastet volvió a abrir los ojos y como si todo se tratara de un Deja Vu se volvió a encontrar en aquel bosque de cristal donde despertó cuando viajó en el tiempo.
-¿Qué…? No… ¿Otra
vez? ¿Ha sido todo un sueño o… me estaré volviendo loca?
Sin ganas de saber si
alguna de sus opciones era correcta, Bastet se volvió a levantar y caminó de
nuevo al pueblo en el que nació, aunque todo ahora estaba demasiado silencioso.
Al girar la primera calle vio una gran cantidad de Sincorazón a punto de atacar
a un aldeano. Bastet entonces se dio cuenta de que no podía invocar su Llave
espada pero se lanzó igualmente al ataque cuando se pispó de que ni los
Sincorazón ni el aldeano se habían movido ni un milimetro desde que se los
encontró.
-¿Qué… demonios?
Bastet se acercó lentamente y con cuidado hacia el lugar de los hechos para darse cuenta del todo de que estaban totalmente congelados en el tiempo.
Bastet se acercó lentamente y con cuidado hacia el lugar de los hechos para darse cuenta del todo de que estaban totalmente congelados en el tiempo.
-¿Cómo…? No entiendo
nada…
Se giró mirando la
ciudad entera y pudo ver más escenas como aquella, la ciudad entera estaba
llena de Sincorazón a punto de atacar a los aldeanos, pero cada uno de los
ataques se había visto totalmente boicoteados.
A Bastet no se le
ocurrió otra cosa que dirigirse corriendo de nuevo al Palacio de cristal
sorteando a aldeanos y Sincorazón por igual, abrió las puertas sin cuidado
alguno y se adentró en la sala del trono donde vio a su Maestro con la armadura
de Elegido equipada totalmente inmóvil en el sitio.
-¡Maestro! Maestro,
¿me oyes? ¡Maestro!
En tan sólo un
instante unas poderosas llamas ardieron rodeando al Maestro de Bastet y la
figura de Fénix le envolvió aparecíendose ante Bastet.
-¡Fénix!
-Bastet, sabía que
volverías.
-Te lo prometí, ¿no?
Pero, ¿qué… qué ha ocurrido?
-Después de que
volvieras a saltar en el tiempo los Sincorazón empezaron a atacar la ciudad,
entonces el encapuchado se presentó como Keiro. Hubo una extraña conversación entre
tu Maestro y él, pero parece que… Keiro, sólo quería ayudar. Le enseñó un
poderoso hechizo a tu Maestro para detener el tiempo y así poder proteger a los
aldeanos. Pero él necesitaba de mi poder para invocar tal hechizo.
-¿Eso quiere decir
que cambié el pasado?
-Eso parece, Bastet.
Has conseguido salvar tu Mundo.
-Bueno, Keiro tiene
parte de culpa.
-¿De verdad era
Keiro, Bastet?
-No… no estoy muy
segura. Pero sólo alguien como él volvería del futuro para evitar algo así.
Entonces, el hechizo, detuvo a los Sincorazón de atacar a los aldeanos y el
Corazón del Mundo.
-Sí, Bastet. Pero a
cambio les robó el tiempo y no pueden vivir.
-Tenemos que hacer
algo.
-Si le deniego mi
poder a tu Maestro el tiempo volverá, pero…
-Los Sincorazón
atacarían a los aldeanos. Podría encargarme de ellos mientras están parados.
-No, Bastet. El
hechizo es muy poderoso. Si les atacas puede que te afecte a ti también.
-Entonces, ¿qué hacemos?
-Los Sincorazón sólo
vinieron aquí por el Corazón del Mundo, si pudieras sellarlo, desaparecerían,
pero…
-¿Pero qué?
-El más poderoso de
los Sincorazón se fue directo a la cerradura para abrirla. Seguramente el
hechizo le detuvo a punto de entrar. Si le eliminas y sellas la puerta todo
acabará.
-Pero no puedo
atacarle mientras siga parado.
-No te preocupes, yo
me encargaré de devolverle el tiempo. Pero no sé cuánto aguantaré.
-Déjalo en mis manos.
-¡Suerte, Bastet!
Bastet salió
corriendo por las escaleras, por suerte su Maestro le había descubierto el
secreto de la cerradura de aquel Mundo tiempo atrás. Bastet traspasó la pared
de mentira que tan solo era una ilusión y apareció en una enorme sala blanca
donde al final descansaba la cerradura. En el centro de la habitación había un
enorme y fiero Sincorazón con la apariencia de un perro de caza con los ojos
rojos como la sangre.
-¿Pero qué…? Es… cuánto
poder.
-No te preocupes,
Bastet. Estoy contigo.
-Fénix.
-He conseguido que tu
Maestro pueda mantener sólo el hechizo. ¿Estás preparada?
-¿Estás seguro de que
podrá, Fénix?
-Confía en él,
Bastet.
-Sí... ¡Estoy preparada!
-Bien…
Una especie de reloj
mágico se dibujó encima de aquel horrible Sincorazón y empezó a correr el
tiempo para él en meros instantes.
-¡Ey, estoy aquí
maldito chucho!
El Sincorazón que de
repente sintió que el Corazón de la Elegida era más importante que el del
Mundo, se dio la vuelta para amenazar a su nueva presa. Sus ojos miraban
fijamente a Bastet que parecía asustada y casi moviéndose a la velocidad del
sonido atacó aunque Fénix consiguió sacar a tiempo a Bastet de la trayectoria.
-Es muy rápido.
-Lo sé, Bastet. ¿Y tu
Llave espada? ¡Invócala!
-No puedo…
-¿Cómo que no puedes?
-Es muy largo de contar.
-Es muy largo de contar.
El Sincorazón volvió
a atacar y esta vez Bastet tuvo que hacer unas magníficas acrobacias combinadas
con su velocidad para escapar de los ataques de su enemigo.
-No te preocupes, Fénix.
Aún te tengo a ti y puedo usar hechizos.
Tras decir eso,
Bastet empezó a invocar diferentes bolas de fuego desde sus manos con la
intención de quemar a su enemigo, para su desgracia aquel Sincorazón no sólo se
movía rápido para atacar, también lo hacía para desaparecer.
-Bastet, a este ritmo
se romperá el hechizo.
-Lo siento. No sé qué
más puedo hacer. Ayúdame.
Como si esa fuera la
palabra mágica para que Fénix actuase, una gran ola de llamas que a Bastet
parecían no dañarla se fueron formando a lo largo de la circular sala
intentando dañar en vano a la criatura que usaba las paredes para impulsarse a
lo largo de la habitación para esquivar las llamas.
-Es rápida hasta para
eso.
-¿Qué hacemos?
-Ah…
-¡Fénix!
Fénix pareció llegar
tras eso al límite de sus fuerzas desapareciendo tanto él como las llamas y
dejando a Bastet totalmente indefensa, momento que aprovechó el Sincorazón para
atacar. Bastet simplemente gritó y puso sus brazos a modo de escudo creyendo
que eso sería suficiente para evitar daños pero el ataque no terminó de
efectuarse. Cuando Bastet apartó los brazos y miró hacia delante pudo ver a
Keiro entre ella y el Sincorazón que se calmó como si no tuviera ganas de
atacar a Keiro.
-¡Keiro! ¿Qué…?
-No puede atacarme.
-¿Por qué?
-Porque yo le
controlo.
-¡¿Cómo?! ¡No, Keiro!
¡No puedes usar tus poderes de esa manera!
-Ahora no es momento
para discutir eso, Bastet.
Y sin ningún tipo de
piedad, Keiro atravesó con su Llave espada a aquel terrible Sincorazón eliminándolo
en el acto.
-¡Keiro! ¿Por qué?
Hasta Bastet había
parecido sentir piedad de aquel monstruo tal y como Keiro lo eliminó a traición.
-No tenías que…
-Bastet, ahora no.
Sellemos la cerradura.
Los dos Elegidos, uno
bastante apartado del otro puesto que Bastet parecía tener miedo de su amigo,
sellaron la cerradura con sus poderes sobre la Llave espada, luego Bastet
pareció recordar algo.
-¡El… El Maestro!
Bastet salió
corriendo de nuevo escaleras abajo y llegó a la sala del trono donde su Maestro
yacía en el suelo sin armadura.
-¡Maestro Cyan!
-Bastet…
-Maestro, ¿estás
bien?
-Sí. Sólo un poco cansado. Veo que llegaste a tiempo.
-Sí. Sólo un poco cansado. Veo que llegaste a tiempo.
-Llegamos.
-Keiro, ¿qué…? Tus
ojos…
-No te preocupes,
Maestro. Yo cuidaré de Keiro, pero tú, tienes que descansar.
-Hazle caso a Bastet,
Maestro.
Cyan, el Maestro de
ambos no podía dejar de mirar a Keiro sin parpadear, como si no pudiese
terminar de creerse lo que estaba viendo. Su pupilo e hijo había caído en la
Oscuridad sin posibilidad de volver a la Luz aparentemente.
-Vamos, Keiro, ayúdame
a subirle a su habitación.
Los dos Elegidos
ayudaron a su Maestro a subir a su dormitorio y tras tumbarle en la cama Keiro
se apoyó contra la pared y Bastet se sentó junto a Cyan en la cama.
-Me alegro tanto de
que estés vivo, Maestro. Y seguro que todos los del pueblo también están bien.
-Todo ha sido gracias
a Keiro. No quería creérmelo, pero…
Cyan volvió a mirar a
Keiro que descansaba contra la pared con la mirada perdida en el suelo.
-¿De verdad que era
Keiro, Maestro?
-Sí. Sabía mucho de él
y… de verdad que quería ayudarme. De no ser por él…
-De no ser por él
ninguno de nosotros estaríamos aquí ahora mismo.
-Entonces es cierto.
-¿Keiro?
-¿De verdad el
encapuchado era yo?
-Ahora no es momento
para… ¿Eh?
Los tres escucharon
un extraño ruido de fondo y Keiro se asomó con velocidad por la ventana.
-¿Qué es, Keiro?
-Dos… extraños vehículos.
Están aterrizando en el pueblo.
-¡¿Cómo?!
Bastet se levantó
corriendo y fue a mirar por la ventana pero ya no se veía ningún vehículo.
Salió corriendo hacia la puerta.
-¡Keiro, cuida del
Maestro, voy a ver quien es!
Bastet salió a todo
correr del Palacio de Cristal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario