miércoles, 10 de octubre de 2012

Capítulo 1: La reunión -Parte 1-



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

http://www.youtube.com/watch?v=0ZAPwvpqC74

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La sala del trono estaba preparada, había diez asientos perfectamente dispuestos en forma de media luna que se expandían cinco a cada lado de cada trono para cada uno de los Elegidos, y en frente de estos habían preparado seis butacas especiales para los seis Maestros que se esperara que llegasen: Hilda, Zelda, Adam, Arkleus, Cyan y Yensid.

Las reinas ya estaban sentadas en sus tronos y a cada lado de ellas estaban sus respectivos guardianes, Alexander y Zero. Sólo Vali, Jaleel y Mavras habían llegado del resto de Elegidos, Vali estaba sentado al lado de Alexander y Jaleel al lado de Zero, Mavras estaba de pie detrás de su hermano.

No tardaron en llegar Keiro y Bastet junto a Cyan que se sentaron en las últimos asientos del fondo a la derecha, dejando un espacio entre Jaleel y Keiro. Cyan se sentó en la butaca más derecha, justo en frente de sus aprendices. Después de estos llegaron As y Sina junto a sus madres y dos chicas jóvenes con las que todos se sintieron curiosos por saber su origen, aunque no lo descubrirían hasta empezada la reunión.

Los dos príncipes se sentaron justo en los asientos de más a la izquierda y sus madres se sentaron en las dos butacas del centro, cada una al lado de su protegida. Los últimos en llegar fueron Kuroi y Eryn junto a Ark, maestro y aprendiz venían discutiendo sobre la razón de su tardanza aunque rápidamente cortaron la conversación al ver que estaban todos allí.

-Sentimos la tardanza.

Tras decir eso, Eryn tomó asiento entre Vali y Sina, Kuroi se sintió bastante decepcionado al ver que el único asiento que quedaba estaba justo en el otro lado aunque lo tomó sin más miramientos, no quería que nadie se diera cuenta de cómo observaba a Eryn y porqué tardaba tando en escoger el único asiento que quedaba, entre Jaleel y Keiro. Por último Ark se sentó en la butaca de más a la izquierda, la última que quedaba, quedando al lado de Mérida, la protegida de Hilda.

Entonces Eleone se levantó dando comienzo a aquella reunión.

-Me alegra mucho saber que hayáis podido venir. Los que no han podido venir…
-Oh, en cuanto a eso, alteza…

Eryn se levantó de su asiento acercándose a la reina Eleone y le dio la carta que le ofreció Yensid.

-El Maestro Yensid, tal y como predije, no tenía la intención de venir.

Luego se volvió a sentar en su asiento dejando a la reina Eleone con la carta en la mano, la cual no tardó en desenvolver y empezar a leer en bajo a expensas de todos. No tardó mucho en terminar y sentarse en su silla algo consternada.

-¿Ocurre algo, majestad?
-No… No. No pasa nada. Agradezco mucho que hayáis acudido a esta reunión.

Zelda y Hilda se levantaron seguidas de sus protegidas y la segunda habló.

-Supongo, reina Eleone, que ya es hora de que se pongan las cartas sobre la mesa.
-Sí, ya es hora. Espero no haber pedido esto con demasiado… apremio.
-Entendemos la necesidad del apremio. Somos conscientes del ataque de Caos.
-Perfecto. Entonces, es hora de que hablemos, pero civilizadamente y por turnos. ¿Alguna sugerencia?

Eleone dejó la pregunta en el aire y entonces, tras sentarse las reinas y sus protegidas, se levantó Arkleus girándose a mirar a los que había a su lado.

-Vosotras sois Hilda y Zelda, ¿no?
-Sí. Lo somos… Tu cara…
-…nos resulta familiar…
-Sí. Sí. Es familiar. Creo que empiezo a recordar todo.
-¿A qué te refieres, maestro?
-Reina Eleone, la primera vez que os vi en mi torre…
-Sí, me reconociste en seguida.
-No nos dio tiempo a hablar de todo lo que os hubiese gustado. Seguramente habrás descubierto parte de esas cosas en ese tiempo y yo no tenía todas las respuestas por aquel entonces. Pero ahora… mi cabeza ya empieza a encontrar sentido a todo.
-Explíquese, Ark.
-Hace veinte años, cuando aún era un mozo, descubrí la forma de viajar entre Mundos junto a un amigo mío y viajamos entre muchos durante un tiempo. Uno de esos Mundos fue Eclissis y aquí conocí a la reina Arturia. No hay mucho de lo que pueda decirte que estas señoras no te puedan contar, pero hay algo que…

Arkleus se giró y cogió una extraña maleta que llevaba consigo, la abrió, metió el brazo en ella como si no tuviera fondo y sacó un extraño aparato.

-Durante mi corta estancia en Eclissis, tuve el placer de conocer y tener largas conversaciones con tu madre de sus aventuras. Por aquel entonces ya habían vencido a Caos y sellado a Ánima, pero aún asi tu madre seguía teniendo miedo de algo…

Arkleus encendió la máquina y empezó a mostrar extrañas imágenes tridimensionas en medio de la sala. La primera era de un Mundo desolado, aunque no parecía ser aquella la que Ark quería enseñar, tres imágenes seguidas pasaron de una Llave espada, una torre que algunos de los presentes identificaron como la torre de los hermanos oscuros y una última de Ganímedes. Después de aquellas tres, Arkleus encontró la que buscaba. La imagen chocó en el Corazón de todos, pero especialmente en cuatro de los invitados: Hilda, Zelda, Mérida y Kida. Las dos últimas no pudieron sobresaltarse y gritar.

-¡Esa cosa fue la que me atacó! -¡Es eso, Hilda!

Las Maestras, consternadas, miraron a Arkleus y luego al resto de Elegidos, luego volvieron a mirar a Arkleus.

-¿Arturia conocía la existencia de…?
-¿…eso?
-Arturia tuvo visiones de lo que llamaba “El espectro”. Sólo compartió esa información conmigo porque no tenía la total certeza de que existían. Se le aparecían en sueños pero nunca vio uno en la realidad. Pero yo vi uno hace poco…

Kuroi y Eryn tragaron saliva ante aquella afirmación.

-Y entonces supe que de verdad existían… Esta imagen fue hecha de los recuerdos de Arturia, y lo que vi, era totalmente igual.
.¿Sabéis que es?
-Mensajeros. ¿De quién? No lo sé.
-¿Mensajeros?
-Le enviaban mensajes a vuestra madre, reina Eleone. Mensajes de muerte. De miedo y desesperanza. Yo nunca supe de su muerte, pero seguramente esa fue la razón de que muriera.

Hilda y Zelda saltaron desde su butaca negando aquello con rotundidad.

-¡No!
-¡Arturia fue asesinada por Caos!
-No he dicho que fuese aquella cosa la que la mató. Pero… los mensajes que recibía… le hicieron perder la esperanza.
-Esa cosa iba detrás de Mérida.
-Y de Kida…
-No conozco a las jóvenes aquí presentes, aunque creo tener una teoría…
-¿Una teoría? Nosotras también tenemos una teoría…
-¿Dejarán las señoras que exprese primero la mía?
-Adelante…
-Vuestra madre, reina Eleone, era única en muchos aspectos. Era una Elegida, una poderosa guerrera, corriente de Luz y poder y era pura de Corazón.
-¿Pura de Corazón?
-Sí. Su Corazón estaba hecho totalmente de Luz, no había ni una pizca de Oscuridad. Era perfecta…
-No puede ser…
-¿Ocurre algo, Hilda?
-¿Está usted diciendo que Arturia era una princesa del Corazón?
-¿Una princesa de qué?
-Eso son sólo leyendas, mujer.
-No, no lo son.

Esta vez fue Arkleus el que se quedó consternado en el sitio y Hilda se levantó para replicarle.

-Las princesas del Corazón existen, buen hombre. Son las encargadas de mantener una Llave hacia el Reino de los Corazones por si alguna vez se requiere su poder. Salvaron una vez el Reino de la Luz y pueden hacerlo otra vez si fuese necesario.
-Vaya… Bueno, esto solo demuestra mi escasez de conocimiento sobre la Llave espada y la Luz, pero aún así mis teorías parecen ser acertadas.
-Así que mi madre era Elegida, Ávatar y una Princesa del Corazón.
-¿Ávatar?
-Es…
-Dejadme a mí explicar esa parte.

Esta vez fue Cyan quien se levantó a sorpresa de todos.

-Lo siento, majestad. Yo era muy joven por aquel entonces.
-No importa…

Arkleus observó sorprendido aquella escena a la par que curioso, no había nada más satisfactorio para aquel hombre que aprender más.

-En nuestra época yo fui el más joven de cuatro aprendices. Esos cuatro aprendices tuvimos grandes lecciones en luchas contra la Oscuridad y fuimos superados en numerosas ocasiones, así que… empezamos a usar la ciencia y la magia para… hacer nuestra lucha más fácil. Nosotros éramos pocos, los Sincorazón muchos y la batalla parecía perdida.
-Así que empezastéis a experimentar con personas.

Todos se giraron para mirar a la puerta y vieron a Blanck cruzado de brazos apoyado en la pared observando todo aquello.

-¡Blanck! Has venido.
-No me hubiese perdido este circo por nada del Mundo.
-Sí… Experimentamos con personas buscando la Luz perfecta. Y fue cuando descubrimos la existencia de las Princesas del Corazón. Como bien ha dicho el joven maestro Arkleus, Arturia era una de ellas, Garland no quiso aceptarlo en un principio. Experimentar en su hija le parecía horrible pero con el tiempo y la desesperanza no vio otra opción.
-Vaya excusas más malas…
-Blanck… por favor, déjale terminar.
-
-Conseguimos aislar el Corazón de Arturia y ver su funcionamiento y con ello conseguimos crear las Semillas.
-¿Eso fue lo que le implantastéis a Arturia?
-Sí, Zelda. Era Luz pura, como la de una princesa, pero también era una semilla, como la de una planta, y tenía que florecer para adquirir sus poderes. Garland con el tiempo se volvió más y más frío y decidió que también iba a plantar una en Arturia. Dijo que quería sentirse ogulloso de su hija, que sería nuestra arma más poderosa contra la Oscuridad.
-…y parece que lo consiguió.
-Pero, ¿a qué precio?
-No intento excusar lo que hicimos. Estuvo mal, y que yo fuera joven e influenciable no me libra de culpa. Pero ya que hemos sido nombrados aquí para contarlo, así lo haré.
-¿Cuáles son los poderes de un Ávatar, maestro Cyan?
-Muchos, joven majestad. Y seguro que habrás podido comprobar por ti misma muchos de ellos. Control sobre la Luz, defensa contra la Oscuridad, entender y sentir los Corazones, no solo de personas, también de Mundos. Jugamos mal a ser dioses, pero lo que creamos, sin duda, fue un éxito.
-Un éxito que le costó la vida a Danna…
-Blanck…

Cyan se volvió a sentar apesadumbrado y Arkleus retomó la palabra.

-Pese a mi escasez de información parece que pude unir los cabos yo solo…
-Pero nosotras ya sabíamos que madre era importante. Y que pasó sus poderes a Eleone y a mí para que nosotras siguiéramos su batalla. Y ahora también sabemos cual puede ser la razón de que se rindiera.
-Ahora deberíamos oír que pasó aquella noche, ¿no, Hilda y Zelda?
-Ya os dijimos, jóven, que no estábamos a…
-No mintáis. Fui a visitar a alguien que creiáis muerto y me dijo todo lo contrario.
-¿…quién?
-Adam… mi padre…
-¡¿Está vivo?!

A Alexander y a las dos Maestras les dio un vuelvo el Corazón. Sin duda Zero y Alex iban a tener una larga conversación después de eso.

-Sí… Parece que mi padre y mi madre nos quisieron guardar demasiadas cosas…
-¿Nos lo contaréis o tendré que contarlo yo?

Hilda y Zelda se resignaron a seguir con aquella mentira, evidentemente la razón de guardarlo no podía ser otra que…

-Vuestra madre nos pidió en su lecho de muerte que mantendríamos aquello en secreto.
-¡¿Por qué?!
-Lo último que quiere una madre es que sus hijas vivan obcecadas con la venganza de su muerte.
-Pero eso ya no tiene sentido, ya sabemos que Caos la mató.
-Si fuera sólo eso lo que hizo con ella.
-¡…! -¡…!
-Zelda… tranquila, lo contaré yo…
-…
-Fue la última noche que nos reunimos los cinco. Arturia, Adam, Tristán, Zelda y yo.

Cuando Vali oyó aquel nombre, le dio un pequeño latigazo en el Corazón, aunque nadie más se dio cuenta. Tristán…

-¿Qué ocurrió?
-Fue el día que vuestra madre decidió velar por la siguiente generación.
-Fue el día que le dio las Llaves a tu hermana y al joven del tatuaje.
-Con aquello, se llevó el resto de su poder…
-Pero Arturia era nuestra amiga, no sólo una compañera de armas…
-Nos pidió que la protegiéramos un poco más. Quería veros crecer a ti y a tu hermana…
- -
-Pero no fue la única que decidió aquello…

Las dos reinas miraron a Vali a la vez y el resto de miradas las siguieron. Por un momento Vali se sintió el payaso que estaba en el ruedo ahora.

-¿Q-Qué pasa…?
-Tristán fue el primero en morir aquella noche.
-
-Pero ni siquiera fue tocado por Caos.
-¿Y entonces qué le pasó?
-Pensábamos que tú tendrías la respuesta…
-Aquella noche estaba contigo…

Vali tan sólo estuvo en silencio, no era como si nunca en su vida hubiera intentado recordar aquella noche, pero por más que lo hacía, tan sólo había un enorme vacío negro.

-No lo recuerdo…
-Era de esperar, eras sólo un niño…
-Caos resultaría ser un trauma demasiado grande…

Vali se sintió más curioso que nunca por resolver aquel puzzle de su vida pero se sentía incapaz de recordar nada salvo pequeñas conversaciones con su padre en las que le prometía proteger a Adda.

-¿Qué pasó en realidad?
-Caos vino para vengarse…
-No sabemos cómo, pero sabía que Arturia se había debilitado…
-Y eso nos debilitó a todos…
-Lo aprovechó…
-Y nos separó…
-Sembró la discordia entre nosotros…
-Discutimos con Arturia, no fuimos capaces de entender porqué eligió ese sacrificio…
-Nosotras también éramos madres y aún así no lo entendimos…
-Ahora comprendemos que fue la semilla de discordia que Caos plantó en nosotras…
-No sabíamos que ahora contaba con ayuda…
-Nos dio donde más dolió…
-Y abandonamos a vuestra madre a su suerte…
- -
-Consiguió dejar a tu madre sola, sin apoyo y la atacó…
-No sin antes sacarle información…
-Pero mi madre nunca le dijo qué hizo con la Llave.
-No, en eso fue fuerte… Le hizo creer a Caos en todo momento que ella seguía siendo la Llave.
-Caos creyó que ella se había vuelto débil con el tiempo y él fuerte.
-La torturó…
-La desangró…
-La…
-¡Basta!

Claudia estaba llorando desde su trono, no quería seguir oyendo esa parte.

-Claudia…
-Obviad esa parte, por favor…
-¿Qué información le sacó a mi madre?

Las dos maestras regentes se miraron.

-Sus poderes… de dónde procedían…
-¿Entonces sabe sobre las Princesas del Corazón? ¿Él también está detrás de eso?
-No lo creemos… El Espectro que atacó a Kida…
-Y a Mérida…
-No era consciente de la existencia de Caos…
-Y por cómo llegamos a esos Mundos, tenemos seguro que Caos tampoco es consciente de ellos…
-¿Quieres decir que Kida y Mérida son Princesas del Corazón?
-Sí, por eso las trajimos, para seguir protegiéndolas…
-Quien quiera que sea el que las esté buscando, quiere abrir el Reino de los Corazones…
-Y no podemos permitirlo…
-Y es obvio que la meta de Caos es resucitar a Ánima y hacerse con el Reino de la Luz. El Reino de los Corazones no está en sus planes…
-Aún así tenemos que descubrir quienes son las Princesas y protegerlas.

En ese momento, Arkleus miró a Eryn haciéndole recordar cierta promesa que le había hecho a su maestro. Entonces Eryn se levantó.

-En cuanto a eso, majestad…
-¿Pasa algo, Eryn?
-Tengo algo que decir…
-Adelante.
-Yo… yo…

Eryn no parecía tener ganas de decirlo, pero una nueva mirada acusatoria de Arkleus le hizo hablar soltando el resto.

-Soy una Princesa del Corazón... Siento haberlo ocultado todo este tiempo...

Todos se llevaron una enorme sorpresa al escuchar aquello, aunque sin duda unos más que otros, en especial Kuroi.

-Pero… para ser Princesa del Corazón, ¿no tienes que ser de la reale… reale… reale…?
-Sí. Soy la princesa heredera del reino de Excálibur. Pero con lo que le pasó, perdí ese derecho. Aún así no me quedé de brazos cruzados e intenté protegerla. Era lo único que podía hacer.
-Bueno, eso hace cuatro Princesas en nuestro conocimiento.
-¿Cuatro?
-Sí, majestad…
-Si Arturia era una, eso te hace a ti ser una de ellas…

Eleone se quedó pensativa y supuso que tenían razón, después de todo, tal y como decía la leyenda, era princesa y era la primogénita.

-Tendríamos que buscar a las otras tres.
-Pero…
-No os preocupés, majestad. De eso nos encargamos Zelda y yo.
-Lo primordial sin duda es Caos. Pero no podemos desatender el otro frente.
-Ya… Descansaremos un rato de tanta charla. Después de comer seguiremos hablando.

Eleone con aquellas palabras dio por concluida la primera parte de aquella reunión.

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