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La sala del trono estaba preparada, había diez asientos perfectamente dispuestos en forma de media luna que se expandían cinco a cada lado de cada trono para cada uno de los Elegidos, y en frente de estos habían preparado seis butacas especiales para los seis Maestros que se esperara que llegasen: Hilda, Zelda, Adam, Arkleus, Cyan y Yensid.
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La sala del trono estaba preparada, había diez asientos perfectamente dispuestos en forma de media luna que se expandían cinco a cada lado de cada trono para cada uno de los Elegidos, y en frente de estos habían preparado seis butacas especiales para los seis Maestros que se esperara que llegasen: Hilda, Zelda, Adam, Arkleus, Cyan y Yensid.
Las reinas ya estaban
sentadas en sus tronos y a cada lado de ellas estaban sus respectivos
guardianes, Alexander y Zero. Sólo Vali, Jaleel y Mavras habían llegado del
resto de Elegidos, Vali estaba sentado al lado de Alexander y Jaleel al lado de
Zero, Mavras estaba de pie detrás de su hermano.
No tardaron en llegar
Keiro y Bastet junto a Cyan que se sentaron en las últimos asientos del fondo a
la derecha, dejando un espacio entre Jaleel y Keiro. Cyan se sentó en la butaca
más derecha, justo en frente de sus aprendices. Después de estos llegaron As y
Sina junto a sus madres y dos chicas jóvenes con las que todos se sintieron
curiosos por saber su origen, aunque no lo descubrirían hasta empezada la
reunión.
Los dos príncipes se
sentaron justo en los asientos de más a la izquierda y sus madres se sentaron
en las dos butacas del centro, cada una al lado de su protegida. Los últimos en
llegar fueron Kuroi y Eryn junto a Ark, maestro y aprendiz venían discutiendo
sobre la razón de su tardanza aunque rápidamente cortaron la conversación al
ver que estaban todos allí.
-Sentimos la
tardanza.
Tras decir eso, Eryn
tomó asiento entre Vali y Sina, Kuroi se sintió bastante decepcionado al ver
que el único asiento que quedaba estaba justo en el otro lado aunque lo tomó
sin más miramientos, no quería que nadie se diera cuenta de cómo observaba a
Eryn y porqué tardaba tando en escoger el único asiento que quedaba, entre
Jaleel y Keiro. Por último Ark se sentó en la butaca de más a la izquierda, la
última que quedaba, quedando al lado de Mérida, la protegida de Hilda.
Entonces Eleone se
levantó dando comienzo a aquella reunión.
-Me alegra mucho
saber que hayáis podido venir. Los que no han podido venir…
-Oh, en cuanto a eso,
alteza…
Eryn se levantó de su asiento acercándose a la reina Eleone y le dio la carta que le ofreció Yensid.
-El Maestro Yensid,
tal y como predije, no tenía la intención de venir.
Luego se volvió a
sentar en su asiento dejando a la reina Eleone con la carta en la mano, la cual
no tardó en desenvolver y empezar a leer en bajo a expensas de todos. No tardó
mucho en terminar y sentarse en su silla algo consternada.
-¿Ocurre algo,
majestad?
-No… No. No pasa
nada. Agradezco mucho que hayáis acudido a esta reunión.
Zelda y Hilda se
levantaron seguidas de sus protegidas y la segunda habló.
-Supongo, reina
Eleone, que ya es hora de que se pongan las cartas sobre la mesa.
-Sí, ya es hora.
Espero no haber pedido esto con demasiado… apremio.
-Entendemos la
necesidad del apremio. Somos conscientes del ataque de Caos.
-Perfecto. Entonces,
es hora de que hablemos, pero civilizadamente y por turnos. ¿Alguna sugerencia?
Eleone dejó la
pregunta en el aire y entonces, tras sentarse las reinas y sus protegidas, se
levantó Arkleus girándose a mirar a los que había a su lado.
-Vosotras sois Hilda
y Zelda, ¿no?
-Sí. Lo somos… Tu
cara…
-…nos resulta
familiar…
-Sí. Sí. Es familiar.
Creo que empiezo a recordar todo.
-¿A qué te refieres,
maestro?
-Reina Eleone, la
primera vez que os vi en mi torre…
-Sí, me reconociste
en seguida.
-No nos dio tiempo a
hablar de todo lo que os hubiese gustado. Seguramente habrás descubierto parte
de esas cosas en ese tiempo y yo no tenía todas las respuestas por aquel
entonces. Pero ahora… mi cabeza ya empieza a encontrar sentido a todo.
-Explíquese, Ark.
-Hace veinte años,
cuando aún era un mozo, descubrí la forma de viajar entre Mundos junto a un
amigo mío y viajamos entre muchos durante un tiempo. Uno de esos Mundos fue
Eclissis y aquí conocí a la reina Arturia. No hay mucho de lo que pueda decirte
que estas señoras no te puedan contar, pero hay algo que…
Arkleus se giró y
cogió una extraña maleta que llevaba consigo, la abrió, metió el brazo en ella
como si no tuviera fondo y sacó un extraño aparato.
-Durante mi corta
estancia en Eclissis, tuve el placer de conocer y tener largas conversaciones
con tu madre de sus aventuras. Por aquel entonces ya habían vencido a Caos y
sellado a Ánima, pero aún asi tu madre seguía teniendo miedo de algo…
Arkleus encendió la
máquina y empezó a mostrar extrañas imágenes tridimensionas en medio de la
sala. La primera era de un Mundo desolado, aunque no parecía ser aquella la que
Ark quería enseñar, tres imágenes seguidas pasaron de una Llave espada, una
torre que algunos de los presentes identificaron como la torre de los hermanos
oscuros y una última de Ganímedes. Después de aquellas tres, Arkleus encontró
la que buscaba. La imagen chocó en el Corazón de todos, pero especialmente en
cuatro de los invitados: Hilda, Zelda, Mérida y Kida. Las dos últimas no
pudieron sobresaltarse y gritar.
-¡Esa cosa fue la que
me atacó! -¡Es eso, Hilda!
Las Maestras, consternadas, miraron a Arkleus y luego al resto de Elegidos, luego volvieron a mirar a Arkleus.
-¿Arturia conocía la
existencia de…?
-¿…eso?
-Arturia tuvo
visiones de lo que llamaba “El espectro”. Sólo compartió esa información
conmigo porque no tenía la total certeza de que existían. Se le aparecían en
sueños pero nunca vio uno en la realidad. Pero yo vi uno hace poco…
Kuroi y Eryn tragaron
saliva ante aquella afirmación.
-Y entonces supe que
de verdad existían… Esta imagen fue hecha de los recuerdos de Arturia, y lo que
vi, era totalmente igual.
.¿Sabéis que es?
-Mensajeros. ¿De
quién? No lo sé.
-¿Mensajeros?
-Le enviaban mensajes
a vuestra madre, reina Eleone. Mensajes de muerte. De miedo y desesperanza. Yo
nunca supe de su muerte, pero seguramente esa fue la razón de que muriera.
Hilda y Zelda
saltaron desde su butaca negando aquello con rotundidad.
-¡No!
-¡Arturia fue
asesinada por Caos!
-No he dicho que
fuese aquella cosa la que la mató. Pero… los mensajes que recibía… le hicieron
perder la esperanza.
-Esa cosa iba detrás
de Mérida.
-Y de Kida…
-No conozco a las
jóvenes aquí presentes, aunque creo tener una teoría…
-¿Una teoría?
Nosotras también tenemos una teoría…
-¿Dejarán las señoras
que exprese primero la mía?
-Adelante…
-Vuestra madre, reina
Eleone, era única en muchos aspectos. Era una Elegida, una poderosa guerrera,
corriente de Luz y poder y era pura de Corazón.
-¿Pura de Corazón?
-Sí. Su Corazón
estaba hecho totalmente de Luz, no había ni una pizca de Oscuridad. Era
perfecta…
-No puede ser…
-¿Ocurre algo, Hilda?
-¿Está usted diciendo
que Arturia era una princesa del Corazón?
-¿Una princesa de
qué?
-Eso son sólo
leyendas, mujer.
-No, no lo son.
Esta vez fue Arkleus el que se quedó consternado en el sitio y Hilda se levantó para replicarle.
-Las princesas del
Corazón existen, buen hombre. Son las encargadas de mantener una Llave hacia el
Reino de los Corazones por si alguna vez se requiere su poder. Salvaron una vez
el Reino de la Luz y pueden hacerlo otra vez si fuese necesario.
-Vaya… Bueno, esto
solo demuestra mi escasez de conocimiento sobre la Llave espada y la Luz, pero
aún así mis teorías parecen ser acertadas.
-Así que mi madre era
Elegida, Ávatar y una Princesa del Corazón.
-¿Ávatar?
-Es…
-Dejadme a mí
explicar esa parte.
Esta vez fue Cyan
quien se levantó a sorpresa de todos.
-Lo siento, majestad.
Yo era muy joven por aquel entonces.
-No importa…
Arkleus observó
sorprendido aquella escena a la par que curioso, no había nada más
satisfactorio para aquel hombre que aprender más.
-En nuestra época yo
fui el más joven de cuatro aprendices. Esos cuatro aprendices tuvimos grandes
lecciones en luchas contra la Oscuridad y fuimos superados en numerosas
ocasiones, así que… empezamos a usar la ciencia y la magia para… hacer nuestra
lucha más fácil. Nosotros éramos pocos, los Sincorazón muchos y la batalla
parecía perdida.
-Así que empezastéis
a experimentar con personas.
Todos se giraron para
mirar a la puerta y vieron a Blanck cruzado de brazos apoyado en la pared
observando todo aquello.
-¡Blanck! Has venido.
-No me hubiese
perdido este circo por nada del Mundo.
-Sí… Experimentamos
con personas buscando la Luz perfecta. Y fue cuando descubrimos la existencia
de las Princesas del Corazón. Como bien ha dicho el joven maestro Arkleus,
Arturia era una de ellas, Garland no quiso aceptarlo en un principio.
Experimentar en su hija le parecía horrible pero con el tiempo y la
desesperanza no vio otra opción.
-Vaya excusas más
malas…
-Blanck… por favor,
déjale terminar.
-…
-Conseguimos aislar
el Corazón de Arturia y ver su funcionamiento y con ello conseguimos crear las
Semillas.
-¿Eso fue lo que le
implantastéis a Arturia?
-Sí, Zelda. Era Luz
pura, como la de una princesa, pero también era una semilla, como la de una
planta, y tenía que florecer para adquirir sus poderes. Garland con el tiempo
se volvió más y más frío y decidió que también iba a plantar una en Arturia.
Dijo que quería sentirse ogulloso de su hija, que sería nuestra arma más
poderosa contra la Oscuridad.
-…y parece que lo
consiguió.
-Pero, ¿a qué precio?
-No intento excusar
lo que hicimos. Estuvo mal, y que yo fuera joven e influenciable no me libra de
culpa. Pero ya que hemos sido nombrados aquí para contarlo, así lo haré.
-¿Cuáles son los
poderes de un Ávatar, maestro Cyan?
-Muchos, joven
majestad. Y seguro que habrás podido comprobar por ti misma muchos de ellos.
Control sobre la Luz, defensa contra la Oscuridad, entender y sentir los
Corazones, no solo de personas, también de Mundos. Jugamos mal a ser dioses,
pero lo que creamos, sin duda, fue un éxito.
-Un éxito que le
costó la vida a Danna…
-Blanck…
Cyan se volvió a
sentar apesadumbrado y Arkleus retomó la palabra.
-Pese a mi escasez de
información parece que pude unir los cabos yo solo…
-Pero nosotras ya
sabíamos que madre era importante. Y que pasó sus poderes a Eleone y a mí para
que nosotras siguiéramos su batalla. Y ahora también sabemos cual puede ser la
razón de que se rindiera.
-Ahora deberíamos oír
que pasó aquella noche, ¿no, Hilda y Zelda?
-Ya os dijimos,
jóven, que no estábamos a…
-No mintáis. Fui a
visitar a alguien que creiáis muerto y me dijo todo lo contrario.
-¿…quién?
-Adam… mi padre…
-¡¿Está vivo?!
A Alexander y a las
dos Maestras les dio un vuelvo el Corazón. Sin duda Zero y Alex iban a tener
una larga conversación después de eso.
-Sí… Parece que mi
padre y mi madre nos quisieron guardar demasiadas cosas…
-¿Nos lo contaréis o
tendré que contarlo yo?
Hilda y Zelda se
resignaron a seguir con aquella mentira, evidentemente la razón de guardarlo no
podía ser otra que…
-Vuestra madre nos
pidió en su lecho de muerte que mantendríamos aquello en secreto.
-¡¿Por qué?!
-Lo último que quiere
una madre es que sus hijas vivan obcecadas con la venganza de su muerte.
-Pero eso ya no tiene
sentido, ya sabemos que Caos la mató.
-Si fuera sólo eso lo
que hizo con ella.
-¡…! -¡…!
-Zelda… tranquila, lo
contaré yo…
-…
-Fue la última noche
que nos reunimos los cinco. Arturia, Adam, Tristán, Zelda y yo.
Cuando Vali oyó aquel
nombre, le dio un pequeño latigazo en el Corazón, aunque nadie más se dio
cuenta. Tristán…
-¿Qué ocurrió?
-Fue el día que
vuestra madre decidió velar por la siguiente generación.
-Fue el día que le
dio las Llaves a tu hermana y al joven del tatuaje.
-Con aquello, se
llevó el resto de su poder…
-Pero Arturia era
nuestra amiga, no sólo una compañera de armas…
-Nos pidió que la
protegiéramos un poco más. Quería veros crecer a ti y a tu hermana…
-… -…
-Pero no fue la única
que decidió aquello…
Las dos reinas
miraron a Vali a la vez y el resto de miradas las siguieron. Por un momento
Vali se sintió el payaso que estaba en el ruedo ahora.
-¿Q-Qué pasa…?
-Tristán fue el
primero en morir aquella noche.
-…
-Pero ni siquiera fue
tocado por Caos.
-¿Y entonces qué le
pasó?
-Pensábamos que tú
tendrías la respuesta…
-Aquella noche estaba
contigo…
Vali tan sólo estuvo
en silencio, no era como si nunca en su vida hubiera intentado recordar aquella
noche, pero por más que lo hacía, tan sólo había un enorme vacío negro.
-No lo recuerdo…
-Era de esperar, eras
sólo un niño…
-Caos resultaría ser
un trauma demasiado grande…
Vali se sintió más
curioso que nunca por resolver aquel puzzle de su vida pero se sentía incapaz
de recordar nada salvo pequeñas conversaciones con su padre en las que le
prometía proteger a Adda.
-¿Qué pasó en
realidad?
-Caos vino para
vengarse…
-No sabemos cómo,
pero sabía que Arturia se había debilitado…
-Y eso nos debilitó a
todos…
-Lo aprovechó…
-Y nos separó…
-Sembró la discordia
entre nosotros…
-Discutimos con
Arturia, no fuimos capaces de entender porqué eligió ese sacrificio…
-Nosotras también
éramos madres y aún así no lo entendimos…
-Ahora comprendemos
que fue la semilla de discordia que Caos plantó en nosotras…
-No sabíamos que
ahora contaba con ayuda…
-Nos dio donde más
dolió…
-Y abandonamos a vuestra madre a su suerte…
-… -…
-Consiguió dejar a tu
madre sola, sin apoyo y la atacó…
-No sin antes sacarle
información…
-Pero mi madre nunca
le dijo qué hizo con la Llave.
-No, en eso fue
fuerte… Le hizo creer a Caos en todo momento que ella seguía siendo la Llave.
-Caos creyó que ella
se había vuelto débil con el tiempo y él fuerte.
-La torturó…
-La desangró…
-La…
-¡Basta!
Claudia estaba
llorando desde su trono, no quería seguir oyendo esa parte.
-Claudia…
-Obviad esa parte,
por favor…
-¿Qué información le
sacó a mi madre?
Las dos maestras
regentes se miraron.
-Sus poderes… de
dónde procedían…
-¿Entonces sabe sobre
las Princesas del Corazón? ¿Él también está detrás de eso?
-No lo creemos… El
Espectro que atacó a Kida…
-Y a Mérida…
-No era consciente de
la existencia de Caos…
-Y por cómo llegamos
a esos Mundos, tenemos seguro que Caos tampoco es consciente de ellos…
-¿Quieres decir que
Kida y Mérida son Princesas del Corazón?
-Sí, por eso las
trajimos, para seguir protegiéndolas…
-Quien quiera que sea
el que las esté buscando, quiere abrir el Reino de los Corazones…
-Y no podemos
permitirlo…
-Y es obvio que la
meta de Caos es resucitar a Ánima y hacerse con el Reino de la Luz. El Reino de
los Corazones no está en sus planes…
-Aún así tenemos que
descubrir quienes son las Princesas y protegerlas.
En ese momento,
Arkleus miró a Eryn haciéndole recordar cierta promesa que le había hecho a su
maestro. Entonces Eryn se levantó.
-En cuanto a eso,
majestad…
-¿Pasa algo, Eryn?
-Tengo algo que decir…
-Tengo algo que decir…
-Adelante.
-Yo… yo…
Eryn no parecía tener ganas de decirlo, pero una nueva mirada acusatoria de Arkleus le hizo hablar soltando el resto.
Eryn no parecía tener ganas de decirlo, pero una nueva mirada acusatoria de Arkleus le hizo hablar soltando el resto.
-Soy una Princesa del
Corazón... Siento haberlo ocultado todo este tiempo...
Todos se llevaron una
enorme sorpresa al escuchar aquello, aunque sin duda unos más que otros, en
especial Kuroi.
-Pero… para ser
Princesa del Corazón, ¿no tienes que ser de la reale… reale… reale…?
-Sí. Soy la
princesa heredera del reino de Excálibur. Pero con lo que le pasó,
perdí ese derecho. Aún así no me quedé de brazos cruzados e intenté protegerla.
Era lo único que podía hacer.
-Bueno, eso hace
cuatro Princesas en nuestro conocimiento.
-¿Cuatro?
-Sí, majestad…
-Si Arturia era una,
eso te hace a ti ser una de ellas…
Eleone se quedó
pensativa y supuso que tenían razón, después de todo, tal y como decía la
leyenda, era princesa y era la primogénita.
-Tendríamos que
buscar a las otras tres.
-Pero…
-No os preocupés,
majestad. De eso nos encargamos Zelda y yo.
-Lo primordial sin duda es Caos. Pero no podemos desatender el otro frente.
-Lo primordial sin duda es Caos. Pero no podemos desatender el otro frente.
-Ya… Descansaremos un
rato de tanta charla. Después de comer seguiremos hablando.
Eleone con aquellas
palabras dio por concluida la primera parte de aquella reunión.
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