martes, 7 de agosto de 2012

Las cronoaventuras de Bastet: Parte II

-Bueno, Bastet. Veo que ya estás preparándote, voy a volver con la reina y Keiro para…
-¡¿Keiro?! ¿Está aquí? Chss (¿En el futuro? Eso es bueno… Así que por eso estoy en el futuro, tenía que saber que triunfaré en devolverle a la Luz. ¡Bien!)
-Sí. Bastet, ¿seguro que estás bien?
-¡Sí! Mejor que nunca. No te preocupes, me haré cargo de esta zona.
-Ok. Ten cuidado con el monolito.
-¿El monolito? ¿Te refieres a eso que hay en el centro?
-Sí. ¿Te acuerdas ya?
-No. Pero era obvio.
-Oh, entiendo… Bueno, yo tengo que...
-Claro, vete Sina. Yo me ocuparé de este monolito.

Sina se fue medio sonriendo, como si haberla llamado por su nombre le hubiera hecho pensar que en el fondo solo había sido un pequeño golpe y se recuperaría, aunque Bastet se sentía una idiota por tener que estar fingiendo de esa manera.

-Vaya mala leche esto de fingir. Al menos sé que Keiro está bien. ¡Genial!

Pero la alegría de Bastet duró bien poco, pues el templo empezó a agitarse con fuerza, fue entonces cuando el monolito se encendió iluminando toda la habitación y una serie de trampas se empezaron a accionar en la habitación: lanzadardos, cuchillas rodantes por el suelo, pinchos en las paredes, un par de lanzallamas de las paredes. Sin embargo Bastet esquivó todos casi sin dificultades, parece que ese nuevo cuerpo era bastante más fuerte y ágil. Se sentía bien.

-¡Ja, maldito monolito! No vas a durar ni dos asaltos con mi yo del futuro.

Bastet entonces cargó un poderoso hechizo de fuego que arrojó de su Llave espada y pudo vislumbrar como una bola de fuego de tamaño colosal impactaba contra el monolito aunque pareció absorberlo.

-¡Cachis, esa cosa absorbe magia! Me lo tenía que haber dicho Sina.

La magia no solo fue absorbida sino que encima potenció al monolito que empezó a usar las tramas a mayor velocidad y potencia, Bastet sin embargo no perdió el tiempo en idioteces y buscó un espacio abierto por el que entrar y golpeó repetidas veces al monolito hasta que acabó en cachitos. La sala se apagó.

-¡Chúpate esa! ¡Keiro! Vamos, Bastet.

Bastet se fue por el pasillo por el que creyó que se fue Sina, pero en realidad se fue por el contrario y acabó en una sala completamente idéntica a la suya, pero en ella se encontraba la princesa Claudia bastante cambiada. Era más alta, tenía un aspecto más adulto e incluso más pecho si podía ser. Además se había cambiado el peinado. Ahora llevaba el pelo un poco más corto y los dos flequillos que antes le llegaban hasta el pecho ahora solo le llegaban hasta la barbilla.

-¡Claudia! Chss (Estás guapísima)
-¡Bastet! Me he encargado de este monolito yo sola. Nada resiste mis puños. ¡Vayamos a la nave principal, mi hermana y los demás nos necesitarán!
-¡Sí!

Claudia y Bastet finalmente salieron por el único pasillo que quedaba y llegaron a la nave principal aunque allí sólo se encontraba Sina enfrentándose a una especie de pájaro con aspecto vagamente de mujer. No tardaron en darse cuenta de que era un espíritu de invocación.

-¡Sina!
-¿Ese será su espíritu de invocación?
-¿Su espíritu? ¡No! Sina ya tiene el suyo.
-¿Entonces?
-Majestad, Bastet, ¿una ayudita?
-Chss (¿Majestad? Pero, ¿no era Eleone la reina?)
-¡Vamos, Bastet!
-Sí…

Las dos se unieron a la batalla y juntas no tardaron en hacer desvanecer a aquel espíritu de invocación.

-¿Qué ha sido eso?
-El guardián del templo. Parece que puede invocar espíritus de invocación.
-¿Y mi hermana?
-¡¿Y Keiro?!
-Se fueron tras el guardián por esas escaleras.

Bastet ni planeó nada, tan pronto como oyó “escaleras” se lanzó como una posesa hasta ellas para bajarlas, pero tan pronto como llegó al primer escalón se chocó contra algo y rebotó cayendo de culo contra el suelo. Al alzar la mirada volvió a ver a ese hombre encapuchado.

-Ah… ¡Tú!
-¡Bastet!

Sina y Claudia acudieron velozmente a su encuentro y la flanquearon.

-¡¿Quién eres?!
-Tranquila, reinita, que no estoy sordo.
-¡Tú eres el que atacó a mi Maestro antes!
-¿Antes? Espera… ¿quieres decir que…? Un polizón.
-¿Un polizón? ¿No sabías que estaba…?
-¿De qué hablas Bastet?
-Yo… De nada… ¡Déjanos pasar!
-No puedo hacer eso.

Pero Sina no dejó a nadie más contestar, se lanzó a por el encapuchado a atacarle pero tan pronto por donde vino volvió a aparecer como si nunca se hubiera lanzado.

-¿Qué… demonios?
-Uh, uh. Mejor no.
-¡No podéis atacarle, maneja el Espacio-Tiempo!
-¿Y cómo vamos a atacarle?
-Mmm… creo que tengo una idea.

Bastet se levantó y repitió los movimientos de Sina, el encapuchado se quedó quieto en el sitio, totalmente convencido de que no podría golpearle, pero Bastet le golpeó aunque rápidamente saltó hacia atrás evitando cualquier contra ataque.

-¡Au!
-¡Lo sabía!
-¡Bastet, lo has hecho!
-¿Cómo…? Oh, ya entiendo. Parece que nuestros caminos se han cruzado, pues lo siento, pero no puedo dejarte seguir por aquí.

El encapuchado desapareció al ojo humano y volvió a aparecer al lado de Bastet agarrándola del brazo, Sina y Claudia intentaron reaccionar pero era demasiado tarde. Bastet sólo pudo escuchar a sus compañeras de lejos, cuando recuperó la vista ya no se encontraba en aquel templo, si no en un desierto bastante siniestro donde la Oscuridad era bastante poderosa.

-¡Mierda! ¡Ya basta de paseítos! Uy… Vuelvo a ser yo…

Bastet se levantó para ver que volvía a tener la edad de siempre, entonces se percató de que no estaba sola. El encapuchado también estaba allí.

-¡Tú me has traído aquí!
-Muy inteligente.
-¿Y dónde estamos ahora?
-En tu presente.
-¿Me has devuelto a mi época?
-Sí.
-¿Y por qué has hecho eso?
-Para que dejes de estorbarme, por supuesto. No entiendo cómo, pero parece que alguien te mandó al pasado e interferiste en mis poderes.
-Así que cada vez que tú viajabas en el tiempo… ¡Yo también lo hacía!
-Lo pillas rápido.
-Pero Keiro… No… ¡Pues que sepas que me da igual, no puedo dejarte hacer lo que quieras, te seguiré a dónde haga falta!
-Ah, bueno, no tienes que preocuparte de eso. No puedo viajar en el tiempo cuando me apetezca.
-Entonces, ¿por qué me has traído aquí?
-Ya que no me dejas hacer mi trabajo, lo harás tú por mí.
-¡No te lo crees ni tú!
-Todavía no te he dicho qué tienes que hacer.
-No trabajaré para los de tu calaña.
-Espera. Ja, ja. ¿Piensas que trabajo para ellos?
-¿Acaso no es así?
-No. Ni por asomo. Puede que yo tampoco tenga Corazón, pero no me compares con ellos.
-¿Pero qué coño le pasa al mundo con no querer tener un Corazón?
-Yo no quise deshacerme de él. Algo me obligó.
-¿Algo?
-Este Mundo.
-¿Este Mundo?
-¿No sientes el aura de Oscuridad?
-Ahora que lo dices…
-Siempre he sabido que eras especial. No sé cómo lo consigues, pero eres capaz de ignorar la Oscuridad. Como si hubiera una capa protectora protegiendo tu Corazón.
-¿De qué hablas? ¡No me conoces!
-Te llevo observando un tiempo.
-¡Degenerado! Espero que hayas tenido la decencia de…
-Por favor…
-¡Jum!
-Pues bien. Alguien me mandó a este Mundo hace mucho tiempo y la Oscuridad se tragó mi Corazón.
-¡¿Y qué quieres que haga?!
-Evitar que eso ocurra…
-¿Vas a volverme a mandar al pasado?
-No. Ya estás en el pasado que necesitas.
-Espera, ¿quieres decir que…?
-Sí. Provengo del futuro.
-Vaya… esto me supera… Pero todavía no me has dado una razón para querer ayudarte.
-Bueno, eres una buena persona, ¿no?
-
-¿Y acaso las buenas personas no hacen buenos actos?
-¿Cómo hacer que alguien no pierda su Corazón?
-Chica lista.
-Entiendo por qué no quieres perderlo. Pero, ¿por qué has indagado tantas veces en mi vida para conseguirlo? No lo entiendo. ¿Por qué no te dirigiste aquí directamente y…?
-¿Y me aparecía ante yo mismo y me decía que luchara por no someterme ante la Oscuridad?
-Sí…
-¿De verdad piensas que en la situación en la que me encontraba aquel momento eso funcionaría?
-¿Y por qué piensas que yo sí podré?
-Pronto lo entenderás. Confío en ti, Bastet.

El hombre desapareció.

-¡Espera! ¿Cómo sabes mi nombre? ¡Vuelve aquí! ¡He dicho que vuelvas! Maldito seas…

Bastet se quedó allí sola en medio de aquel desierto oscuro gritándole al viento hasta que sin saber otra cosa qué hacer se puso a buscar a aquel tío al que tenía que salvar. No tardó sin embargo en vislumbrar una sombra a lo lejos.
-Será él… Tengo que estar preparada para cualquier cosa. Espera…
La silueta cada vez era más visible hasta que se acercó tanto que Bastet se quedó anonadada.

-No… no puede ser…
-Bastet… Bastet… Bastet… Bastet… Bastet…
-No…

Bastet cayó al suelo de rodillas cuando vio en frente de ella a Keiro totalmente engullido por la Oscuridad y moviéndose si rumbo. Estaba tan perdido que sólo decía su nombre y ni teniéndola en frente podía verla.

-Keiro…
-Bastet… Bastet… Bastet… Bastet… Bastet…

Bastet sacó fuerzas de donde no tenía y salió corriendo hacia su amigo y empezó a zarandearlo.

-¡Keiro, Keiro! ¡Keiro soy yo! ¡¿Me oyes?! ¡Keiro!
-Bastet… Bastet… Bastet… Bastet… Bastet…
-¡Tienes que escucharme! ¡Keiro!
-Bastet… Bastet… Bas… tet… Bas-tet… ¿Bastet?...
-Keiro. Keiro, ¿me oyes? ¡Keiro!
-Ba… Bastet… Estás aquí… ¿o eres un espejismo?
-No. Soy yo. Soy de verdad. He venido a salvarte. ¿Qué te ha pasado?
-No lo sé, Bastet… No puedes verme así. No quiero que me odies.
-¡No! Tú no tienes la culpa, Keiro. Es este Mundo.
-No. Soy yo, Bastet. Soy débil. No puedo cumplir mi promesa. Tienes que marcharte, no puedes verme así.
-¡No!

*Plas* Bastet le dio una fuerte y sonora torta a Keiro que le hizo salir de ese extraño sopor oscuro que se encontraba. El joven agitó la cabeza y cerró los ojos varias veces hasta que recuperó la cordura. Bastet estaba llorando.

-Keiro… Tengo que salvarte…
-Luz…
-¿Cómo?
-Necesito una Luz…
-Keiro… Ya sabes que siempre puedes contar con la mía.
-Pero… no la merezco… Tengo que tener mi propia Luz…
-Keiro, no es el momento para eso… Si no tomas mi Luz, te… te caerás. Y te perderás. Te perderé.
-¿Y si es lo que merezco?
-¡No! Nadie merece eso, Keiro. ¿Y merezco yo quedarme sin ti?
-Yo me lo he buscado. Yo me dejé atrapar.
-Pero lo hiciste por una razón. Lo hiciste por mí. Ahora deja que yo te cuide a ti.
-Va… vale…
-Toma mi Luz, Keiro.

Los Corazones de ambos resonaron en armonía y de alguna manera consiguieron unir los pocos lazos que aún quedaban desatados entre los dos. La Luz de Bastet trajo de nuevo a Keiro de vuelta, aunque no consiguió cambiar su aspecto. Lo único que mantenía vivo a Keiro era el Corazón de Bastet, pero el suyo seguía hundido en las tinieblas.

-Supongo que esto es mejor que nada.

Keiro se miró, totalmente asqueado de su aspecto reflejado sobre el filo de su Llave espada, que Bastet había conseguido que volviera a acudir a él.

-¡Keiro!

Bastet abrazó a su amigo y compañero con todas sus fuerzas, no iba a perderle nunca más, no mientras sus Corazones resonarana de esa manera unidas. Pero algo le escamó a Bastet. Detrás de Keiro, a varios metros de ahí se encontraba el hombre encapuchado, mirándola. Y por un momento pudo ver como por debajo de la capucha sonreía.

-Chss (Eras tú…)
-¿Cómo dices, Bastet?

Bastet se separó de Keiro.

-Él eras tú.
-No te entiendo.

Bastet apartó a Keiro pero cuando miró detrás de él ya no estaba.

-Chss (¿Le habré salvado? Pero… al haberle salvado ha dejado de existir, ¿era lo que de verdad quería?)
-¿Qué pasa, Bastet? No te entiendo…
-No… no pasa nada…

Bastet acarició la mejilla de Keiro aunque en el fondo esa oscura y fría piel no le ofrecía ningún consuelo acariciarla. ¿Cómo había podido caer tanto en la Oscuridad sin que ella hubiera podido hacer nada? ¿Y por qué su yo del futuro sin Corazón le había pedido ayuda para que acabara de esa forma? ¿Y qué estaba buscando en el pasado y en el futuro? Por más que Bastet se hiciera esas preguntas no encontraba respuesta ninguna y no le apetecía para nada rayarse.

-Volvamos a ca… Volvamos a Eclissis.

Bastet sonrió y tirando de su amigo planearon un camino de vuelta a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario