-Bueno, Bastet. Veo
que ya estás preparándote, voy a volver con la reina y Keiro para…
-¡¿Keiro?! ¿Está aquí?
Chss (¿En el futuro? Eso es bueno… Así que por eso estoy en el futuro, tenía
que saber que triunfaré en devolverle a la Luz. ¡Bien!)
-Sí. Bastet, ¿seguro
que estás bien?
-¡Sí! Mejor que
nunca. No te preocupes, me haré cargo de esta zona.
-Ok. Ten cuidado con
el monolito.
-¿El monolito? ¿Te
refieres a eso que hay en el centro?
-Sí. ¿Te acuerdas ya?
-No. Pero era obvio.
-Oh, entiendo… Bueno,
yo tengo que...
-Claro, vete Sina. Yo
me ocuparé de este monolito.
Sina se fue medio
sonriendo, como si haberla llamado por su nombre le hubiera hecho pensar que en
el fondo solo había sido un pequeño golpe y se recuperaría, aunque Bastet se
sentía una idiota por tener que estar fingiendo de esa manera.
-Vaya mala leche esto
de fingir. Al menos sé que Keiro está bien. ¡Genial!
Pero la alegría de
Bastet duró bien poco, pues el templo empezó a agitarse con fuerza, fue
entonces cuando el monolito se encendió iluminando toda la habitación y una
serie de trampas se empezaron a accionar en la habitación: lanzadardos,
cuchillas rodantes por el suelo, pinchos en las paredes, un par de lanzallamas
de las paredes. Sin embargo Bastet esquivó todos casi sin dificultades, parece
que ese nuevo cuerpo era bastante más fuerte y ágil. Se sentía bien.
-¡Ja, maldito
monolito! No vas a durar ni dos asaltos con mi yo del futuro.
Bastet entonces cargó
un poderoso hechizo de fuego que arrojó de su Llave espada y pudo vislumbrar
como una bola de fuego de tamaño colosal impactaba contra el monolito aunque
pareció absorberlo.
-¡Cachis, esa cosa
absorbe magia! Me lo tenía que haber dicho Sina.
La magia no solo fue
absorbida sino que encima potenció al monolito que empezó a usar las tramas a
mayor velocidad y potencia, Bastet sin embargo no perdió el tiempo en idioteces
y buscó un espacio abierto por el que entrar y golpeó repetidas veces al
monolito hasta que acabó en cachitos. La sala se apagó.
-¡Chúpate esa!
¡Keiro! Vamos, Bastet.
Bastet se fue por el
pasillo por el que creyó que se fue Sina, pero en realidad se fue por el
contrario y acabó en una sala completamente idéntica a la suya, pero en ella se
encontraba la princesa Claudia bastante cambiada. Era más alta, tenía un
aspecto más adulto e incluso más pecho si podía ser. Además se había cambiado
el peinado. Ahora llevaba el pelo un poco más corto y los dos flequillos que
antes le llegaban hasta el pecho ahora solo le llegaban hasta la barbilla.
-¡Claudia! Chss
(Estás guapísima)
-¡Bastet! Me he
encargado de este monolito yo sola. Nada resiste mis puños. ¡Vayamos a la nave
principal, mi hermana y los demás nos necesitarán!
-¡Sí!
Claudia y Bastet
finalmente salieron por el único pasillo que quedaba y llegaron a la nave
principal aunque allí sólo se encontraba Sina enfrentándose a una especie de pájaro
con aspecto vagamente de mujer. No tardaron en darse cuenta de que era un espíritu
de invocación.
-¡Sina!
-¿Ese será su espíritu
de invocación?
-¿Su espíritu? ¡No!
Sina ya tiene el suyo.
-¿Entonces?
-Majestad, Bastet, ¿una
ayudita?
-Chss (¿Majestad? Pero,
¿no era Eleone la reina?)
-¡Vamos, Bastet!
-Sí…
Las dos se unieron a
la batalla y juntas no tardaron en hacer desvanecer a aquel espíritu de
invocación.
-¿Qué ha sido eso?
-El guardián del
templo. Parece que puede invocar espíritus de invocación.
-¿Y mi hermana?
-¡¿Y Keiro?!
-Se fueron tras el
guardián por esas escaleras.
Bastet ni planeó
nada, tan pronto como oyó “escaleras” se lanzó como una posesa hasta ellas para
bajarlas, pero tan pronto como llegó al primer escalón se chocó contra algo y
rebotó cayendo de culo contra el suelo. Al alzar la mirada volvió a ver a ese
hombre encapuchado.
-Ah… ¡Tú!
-¡Bastet!
Sina y Claudia
acudieron velozmente a su encuentro y la flanquearon.
-¡¿Quién eres?!
-Tranquila, reinita,
que no estoy sordo.
-¡Tú eres el que atacó
a mi Maestro antes!
-¿Antes? Espera… ¿quieres
decir que…? Un polizón.
-¿Un polizón? ¿No sabías
que estaba…?
-¿De qué hablas
Bastet?
-Yo… De nada… ¡Déjanos
pasar!
-No puedo hacer eso.
Pero Sina no dejó a
nadie más contestar, se lanzó a por el encapuchado a atacarle pero tan pronto
por donde vino volvió a aparecer como si nunca se hubiera lanzado.
-¿Qué… demonios?
-Uh, uh. Mejor no.
-¡No podéis atacarle,
maneja el Espacio-Tiempo!
-¿Y cómo vamos a
atacarle?
-Mmm… creo que tengo
una idea.
Bastet se levantó y
repitió los movimientos de Sina, el encapuchado se quedó quieto en el sitio,
totalmente convencido de que no podría golpearle, pero Bastet le golpeó aunque
rápidamente saltó hacia atrás evitando cualquier contra ataque.
-¡Au!
-¡Lo sabía!
-¡Bastet, lo has
hecho!
-¿Cómo…? Oh, ya
entiendo. Parece que nuestros caminos se han cruzado, pues lo siento, pero no
puedo dejarte seguir por aquí.
El encapuchado
desapareció al ojo humano y volvió a aparecer al lado de Bastet agarrándola del
brazo, Sina y Claudia intentaron reaccionar pero era demasiado tarde. Bastet sólo
pudo escuchar a sus compañeras de lejos, cuando recuperó la vista ya no se
encontraba en aquel templo, si no en un desierto bastante siniestro donde la
Oscuridad era bastante poderosa.
-¡Mierda! ¡Ya basta
de paseítos! Uy… Vuelvo a ser yo…
Bastet se levantó
para ver que volvía a tener la edad de siempre, entonces se percató de que no
estaba sola. El encapuchado también estaba allí.
-¡Tú me has traído
aquí!
-Muy inteligente.
-¿Y dónde estamos
ahora?
-En tu presente.
-¿Me has devuelto a
mi época?
-Sí.
-¿Y por qué has hecho
eso?
-Para que dejes de
estorbarme, por supuesto. No entiendo cómo, pero parece que alguien te mandó al
pasado e interferiste en mis poderes.
-Así que cada vez que
tú viajabas en el tiempo… ¡Yo también lo hacía!
-Lo pillas rápido.
-Pero Keiro… No… ¡Pues
que sepas que me da igual, no puedo dejarte hacer lo que quieras, te seguiré a
dónde haga falta!
-Ah, bueno, no tienes
que preocuparte de eso. No puedo viajar en el tiempo cuando me apetezca.
-Entonces, ¿por qué
me has traído aquí?
-Ya que no me dejas
hacer mi trabajo, lo harás tú por mí.
-¡No te lo crees ni tú!
-Todavía no te he
dicho qué tienes que hacer.
-No trabajaré para
los de tu calaña.
-Espera. Ja, ja. ¿Piensas
que trabajo para ellos?
-¿Acaso no es así?
-No. Ni por asomo.
Puede que yo tampoco tenga Corazón, pero no me compares con ellos.
-¿Pero qué coño le
pasa al mundo con no querer tener un Corazón?
-Yo no quise
deshacerme de él. Algo me obligó.
-¿Algo?
-Este Mundo.
-¿Este Mundo?
-¿No sientes el aura
de Oscuridad?
-Ahora que lo dices…
-Siempre he sabido
que eras especial. No sé cómo lo consigues, pero eres capaz de ignorar la
Oscuridad. Como si hubiera una capa protectora protegiendo tu Corazón.
-¿De qué hablas? ¡No
me conoces!
-Te llevo observando
un tiempo.
-¡Degenerado! Espero
que hayas tenido la decencia de…
-Por favor…
-¡Jum!
-Pues bien. Alguien
me mandó a este Mundo hace mucho tiempo y la Oscuridad se tragó mi Corazón.
-¡¿Y qué quieres que
haga?!
-Evitar que eso
ocurra…
-¿Vas a volverme a
mandar al pasado?
-No. Ya estás en el
pasado que necesitas.
-Espera, ¿quieres
decir que…?
-Sí. Provengo del
futuro.
-Vaya… esto me supera…
Pero todavía no me has dado una razón para querer ayudarte.
-Bueno, eres una
buena persona, ¿no?
-…
-¿Y acaso las buenas
personas no hacen buenos actos?
-¿Cómo hacer que
alguien no pierda su Corazón?
-Chica lista.
-Entiendo por qué no
quieres perderlo. Pero, ¿por qué has indagado tantas veces en mi vida para
conseguirlo? No lo entiendo. ¿Por qué no te dirigiste aquí directamente y…?
-¿Y me aparecía ante
yo mismo y me decía que luchara por no someterme ante la Oscuridad?
-Sí…
-¿De verdad piensas
que en la situación en la que me encontraba aquel momento eso funcionaría?
-¿Y por qué piensas
que yo sí podré?
-Pronto lo entenderás.
Confío en ti, Bastet.
El hombre desapareció.
-¡Espera! ¿Cómo sabes
mi nombre? ¡Vuelve aquí! ¡He dicho que vuelvas! Maldito seas…
Bastet se quedó allí
sola en medio de aquel desierto oscuro gritándole al viento hasta que sin saber
otra cosa qué hacer se puso a buscar a aquel tío al que tenía que salvar. No
tardó sin embargo en vislumbrar una sombra a lo lejos.
-Será él… Tengo que
estar preparada para cualquier cosa. Espera…
La silueta cada vez
era más visible hasta que se acercó tanto que Bastet se quedó anonadada.
-No… no puede ser…
-Bastet… Bastet… Bastet… Bastet… Bastet…
-No…
Bastet cayó al suelo
de rodillas cuando vio en frente de ella a Keiro totalmente engullido por la
Oscuridad y moviéndose si rumbo. Estaba tan perdido que sólo decía su nombre y
ni teniéndola en frente podía verla.
-Keiro…
-Bastet… Bastet… Bastet… Bastet… Bastet…
Bastet sacó fuerzas
de donde no tenía y salió corriendo hacia su amigo y empezó a zarandearlo.
-¡Keiro, Keiro!
¡Keiro soy yo! ¡¿Me oyes?! ¡Keiro!
-Bastet… Bastet…
Bastet… Bastet… Bastet…
-¡Tienes que
escucharme! ¡Keiro!
-Bastet… Bastet… Bas…
tet… Bas-tet… ¿Bastet?...
-Keiro. Keiro, ¿me
oyes? ¡Keiro!
-Ba… Bastet… Estás
aquí… ¿o eres un espejismo?
-No. Soy yo. Soy de
verdad. He venido a salvarte. ¿Qué te ha pasado?
-No lo sé, Bastet… No
puedes verme así. No quiero que me odies.
-¡No! Tú no tienes la
culpa, Keiro. Es este Mundo.
-No. Soy yo, Bastet.
Soy débil. No puedo cumplir mi promesa. Tienes que marcharte, no puedes verme
así.
-¡No!
*Plas* Bastet le dio una fuerte y sonora torta a Keiro que le hizo salir de ese extraño sopor oscuro que se encontraba. El joven agitó la cabeza y cerró los ojos varias veces hasta que recuperó la cordura. Bastet estaba llorando.
-Keiro… Tengo que
salvarte…
-Luz…
-¿Cómo?
-Necesito una Luz…
-Keiro… Ya sabes que
siempre puedes contar con la mía.
-Pero… no la merezco…
Tengo que tener mi propia Luz…
-Keiro, no es el
momento para eso… Si no tomas mi Luz, te… te caerás. Y te perderás. Te perderé.
-¿Y si es lo que
merezco?
-¡No! Nadie merece
eso, Keiro. ¿Y merezco yo quedarme sin ti?
-Yo me lo he buscado.
Yo me dejé atrapar.
-Pero lo hiciste por
una razón. Lo hiciste por mí. Ahora deja que yo te cuide a ti.
-Va… vale…
-Toma mi Luz, Keiro.
Los Corazones de
ambos resonaron en armonía y de alguna manera consiguieron unir los pocos lazos
que aún quedaban desatados entre los dos. La Luz de Bastet trajo de nuevo a
Keiro de vuelta, aunque no consiguió cambiar su aspecto. Lo único que mantenía
vivo a Keiro era el Corazón de Bastet, pero el suyo seguía hundido en las
tinieblas.
-Supongo que esto es
mejor que nada.
Keiro se miró,
totalmente asqueado de su aspecto reflejado sobre el filo de su Llave espada,
que Bastet había conseguido que volviera a acudir a él.
-¡Keiro!
Bastet abrazó a su
amigo y compañero con todas sus fuerzas, no iba a perderle nunca más, no
mientras sus Corazones resonarana de esa manera unidas. Pero algo le escamó a
Bastet. Detrás de Keiro, a varios metros de ahí se encontraba el hombre
encapuchado, mirándola. Y por un momento pudo ver como por debajo de la capucha
sonreía.
-Chss (Eras tú…)
-¿Cómo dices, Bastet?
Bastet se separó de
Keiro.
-Él eras tú.
-No te entiendo.
Bastet apartó a Keiro
pero cuando miró detrás de él ya no estaba.
-Chss (¿Le habré
salvado? Pero… al haberle salvado ha dejado de existir, ¿era lo que de verdad
quería?)
-¿Qué pasa, Bastet?
No te entiendo…
-No… no pasa nada…
Bastet acarició la
mejilla de Keiro aunque en el fondo esa oscura y fría piel no le ofrecía ningún
consuelo acariciarla. ¿Cómo había podido caer tanto en la Oscuridad sin que
ella hubiera podido hacer nada? ¿Y por qué su yo del futuro sin Corazón le había
pedido ayuda para que acabara de esa forma? ¿Y qué estaba buscando en el pasado
y en el futuro? Por más que Bastet se hiciera esas preguntas no encontraba
respuesta ninguna y no le apetecía para nada rayarse.
-Volvamos a ca…
Volvamos a Eclissis.
Bastet sonrió y
tirando de su amigo planearon un camino de vuelta a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario