miércoles, 28 de noviembre de 2012

Intermedio de Eleone

Eleone se sentía triste rodeada de tanta Oscuridad, triste, sola y abatida. ¿Cómo iba a encontrar una manera de salir de allí y salvar a la gente que le importaba? Ahora mismo Caos… Ánima…
 
-¡Nooo! ¡Dejadme volver! ¡No podéis hacer esto! ¡Noooo!

Eleone se esforzó tanto en gritar esperando que aquello se solucionara que no vio la Luz que brotaba por primera vez desde fuera de su pecho, cuando abrió los ojos para recuperar el aliento lo vio, la Luz empezó a tomar forma humana para su sorpresa y cuando aquel rostro se terminó de dibujar…
 
-No… No puede ser… ¿Es otra ilusión?
-No, hija. Esta vez soy yo de verdad.
-Pe-pe-pero… no… no deberías estar aquí. Tu lugar es…
-Tranquila. Ser un Avatar de la Luz tiene sus beneficios, no sólo responsabilidades.
-Pero tú ya no eres…
 
Eleone no quiso terminar la frase, en vez de eso se echó a los brazos de su madre conmovida y sin importale ya si no entendía nada de lo que sucedía. Ahora al menos ya no estaba sola, ahora al menos ya no se sentía desprotegida. Arturia sonrió ante aquel “embiste” y arropó a su hija entre sus brazos.
 
-Tranquila. Espero que ya sepas que sólo estoy aquí temporalmente…
-Pero, ¿cómo…?
-Igual que Garland trajo a Danna.
-¡Pero él dijo que tú no querías volver!
-Porque no tenía ninguna razón para hacerlo.
-Confiabas en mí… y yo… he fallado…
-No, hija. Simplemente subestimé a Caos. Pensé que con la gran cantidad de Elegidos que érais esta vez, no haría falta más ayuda. Pero si el Reino de la Luz escogió a tantos, es porque era necesario. Y no fui capaz de verlo.
-No puedes culparte de mis errores.
-No me culpo de tus errores, hija. Yo os cargué con esta pesada carga a tu hermana y a ti. Especialmente a ti. Y siempre supe que tendría una corta segunda oportunidad para arreglar las cosas. Mi comodín.
-Pero, ¿cómo…? No tengo el poder para salir de aquí.
-“Aún” no lo tienes.
-¿”Aún”º?
-No podemos perder tiempo en eso, Eleone. Ahora tenemos que hacer algo.
-¿El qué?
-Tenemos que proteger Eclissis.
-¿Y cómo vamos a hacerlo si no podemos volver?
-¿Cómo piensas que he aparecido sin la ayuda de Garland? No sabes controlar tus poderes…
-No… no lo sé.
-Mira detrás de ti.
 
La reina Arturia señaló a las espaldas de Eleone y cuando se giró vio una gigantesca puerta blanca con extrañas decoraciones hacia el medio.
 
-¿Qué…? Es…
-El Reino de los Corazones.
-Pero, ¿qué hace aquí?
-Es una larga historia que tendré tiempo para contarte en otro momento, Eleone. Ahora debemos abrirla.
-¿Abrirla?
-Mandaremos una protección extra a tus amigos.
 
Arturia invocó su Llave espada, la cual era idéntica a la de Eleone, y la de la joven reina apareció en sus manos a la vez.
 
-Este es el día en que se abrirá la puerta.
-Esa voz… ¡Eras tú!
-Concéntrate, Eleone.
 
La joven Elegida afirmó con la cabeza y ambas reflejaron sus acciones a la vez como si fueran un espejo, alzaron sus Llaves espada al unísono y un rayo de luz bañó las enormes puertas blancas del Reino de los Corazones que se abrieron suavemente unos metros, lo suficiente para que una ola de Luz saliese a presión. Pero cuando la Luz terminó de salir, unas grandes protuberancias de Oscuridad empezaron a asomarse.
 
-¡Madre! ¿Qué…?
-Hay que cerrar la puerta.
 
Tan pronto como Eleone oyó eso, cargó contra la puerta con su hombro intentando cerrarla con pura fuerza física.
 
-No puedes cerrarla tú sola. Necesitas a alguien desde dentro.
-¿Desde… dentro? Pero… ¿te vas ya?
-Ni lo sueñes. Vas a tenerme por aquí mucho tiempo, tengo que enseñarte a salir de aquí.
-¿Entonces?
-Tenemos ayuda.
-¿Ayuda?
-Hola, majestad.
 
Cuando Eleone se giró para ver de donde provenía aquella voz, dos lágrimas brotaron de sus ojos a la vez sin poder retenerlas y sin casi darle tiempo a razonar porqué lo hacía.
 
-Jaleel…
-Todo tiene un sentido en esta vida, majestad. Y el mío, haber muerto hoy, era para ayudaros con esta pesada carga.
-¡Sí…!

Eleone volvió a coger fuerzas y las lágrimas se volaron, Jaleel tiraba con fuerza de las puertas mientras la reina empujaba. Finalmente consiguieron ejercer la suficiente fuerza y empezaron a cerrarse solas, momento que Jaleel aprovechó para decir unas últimas palabras.
 
-Sed fuerte, majestad. Algún día nos volveremos a ver.
 
La puerta dio un sonoro retumbo que marcó la ayuda que ya estaba llegando de camino a Eclissis y a todo el Reino de la Luz, una poderosa ola brillante que obligó a Caos y a su Dios a abandonarla por un tiempo definido. Pero aquello no era el final. Volverían.
 
Eleone visualizó a Jaleel una última vez desapareciendo por el resquicio de la puerta y se dio la vuelta para volver a encarar a su madre.
 
-¿Y ahora qué, mamá?
-Ahora voy a entrenarte.
 
La firmeza en los rasgos faciales de la reina Arturia dieron total confianza a su hija que estaba lista para cualquier esfuerzo agotador con tal de estar preparada para el día en que “ellos” volvieran.

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