Eleone se sentía
triste rodeada de tanta Oscuridad, triste, sola y abatida. ¿Cómo iba a
encontrar una manera de salir de allí y salvar a la gente que le importaba?
Ahora mismo Caos… Ánima…
-¡Nooo! ¡Dejadme
volver! ¡No podéis hacer esto! ¡Noooo!
Eleone se esforzó tanto en gritar esperando que aquello se solucionara que no vio la Luz que brotaba por primera vez desde fuera de su pecho, cuando abrió los ojos para recuperar el aliento lo vio, la Luz empezó a tomar forma humana para su sorpresa y cuando aquel rostro se terminó de dibujar…
Eleone se esforzó tanto en gritar esperando que aquello se solucionara que no vio la Luz que brotaba por primera vez desde fuera de su pecho, cuando abrió los ojos para recuperar el aliento lo vio, la Luz empezó a tomar forma humana para su sorpresa y cuando aquel rostro se terminó de dibujar…
-No… No puede ser…
¿Es otra ilusión?
-No, hija. Esta vez
soy yo de verdad.
-Pe-pe-pero… no… no
deberías estar aquí. Tu lugar es…
-Tranquila. Ser un
Avatar de la Luz tiene sus beneficios, no sólo responsabilidades.
-Pero tú ya no eres…
Eleone no quiso
terminar la frase, en vez de eso se echó a los brazos de su madre conmovida y
sin importale ya si no entendía nada de lo que sucedía. Ahora al menos ya no
estaba sola, ahora al menos ya no se sentía desprotegida. Arturia sonrió ante
aquel “embiste” y arropó a su hija entre sus brazos.
-Tranquila. Espero
que ya sepas que sólo estoy aquí temporalmente…
-Pero, ¿cómo…?
-Igual que Garland
trajo a Danna.
-¡Pero él dijo que tú
no querías volver!
-Porque no tenía
ninguna razón para hacerlo.
-Confiabas en mí… y
yo… he fallado…
-No, hija.
Simplemente subestimé a Caos. Pensé que con la gran cantidad de Elegidos que
érais esta vez, no haría falta más ayuda. Pero si el Reino de la Luz escogió a
tantos, es porque era necesario. Y no fui capaz de verlo.
-No puedes culparte
de mis errores.
-No me culpo de tus
errores, hija. Yo os cargué con esta pesada carga a tu hermana y a ti.
Especialmente a ti. Y siempre supe que tendría una corta segunda oportunidad
para arreglar las cosas. Mi comodín.
-Pero, ¿cómo…? No
tengo el poder para salir de aquí.
-“Aún” no lo tienes.
-¿”Aún”º?
-No podemos perder
tiempo en eso, Eleone. Ahora tenemos que hacer algo.
-¿El qué?
-Tenemos que proteger
Eclissis.
-¿Y cómo vamos a
hacerlo si no podemos volver?
-¿Cómo piensas que he
aparecido sin la ayuda de Garland? No sabes controlar tus poderes…
-No… no lo sé.
-Mira detrás de ti.
La reina Arturia
señaló a las espaldas de Eleone y cuando se giró vio una gigantesca puerta
blanca con extrañas decoraciones hacia el medio.
-¿Qué…? Es…
-El Reino de los
Corazones.
-Pero, ¿qué hace
aquí?
-Es una larga
historia que tendré tiempo para contarte en otro momento, Eleone. Ahora debemos
abrirla.
-¿Abrirla?
-Mandaremos una
protección extra a tus amigos.
Arturia invocó su
Llave espada, la cual era idéntica a la de Eleone, y la de la joven reina
apareció en sus manos a la vez.
-Este es el día en
que se abrirá la puerta.
-Esa voz… ¡Eras tú!
-Concéntrate, Eleone.
La joven Elegida
afirmó con la cabeza y ambas reflejaron sus acciones a la vez como si fueran un
espejo, alzaron sus Llaves espada al unísono y un rayo de luz bañó las enormes
puertas blancas del Reino de los Corazones que se abrieron suavemente unos
metros, lo suficiente para que una ola de Luz saliese a presión. Pero cuando la
Luz terminó de salir, unas grandes protuberancias de Oscuridad empezaron a
asomarse.
-¡Madre! ¿Qué…?
-Hay que cerrar la
puerta.
Tan pronto como
Eleone oyó eso, cargó contra la puerta con su hombro intentando cerrarla con
pura fuerza física.
-No puedes cerrarla tú
sola. Necesitas a alguien desde dentro.
-¿Desde… dentro?
Pero… ¿te vas ya?
-Ni lo sueñes. Vas a
tenerme por aquí mucho tiempo, tengo que enseñarte a salir de aquí.
-¿Entonces?
-Tenemos ayuda.
-¿Ayuda?
-Hola, majestad.
Cuando Eleone se giró
para ver de donde provenía aquella voz, dos lágrimas brotaron de sus ojos a la
vez sin poder retenerlas y sin casi darle tiempo a razonar porqué lo hacía.
-Jaleel…
-Todo tiene un
sentido en esta vida, majestad. Y el mío, haber muerto hoy, era para ayudaros
con esta pesada carga.
-¡Sí…!
Eleone volvió a coger fuerzas y las lágrimas se volaron, Jaleel tiraba con fuerza de las puertas mientras la reina empujaba. Finalmente consiguieron ejercer la suficiente fuerza y empezaron a cerrarse solas, momento que Jaleel aprovechó para decir unas últimas palabras.
-Sed fuerte,
majestad. Algún día nos volveremos a ver.
La puerta dio un
sonoro retumbo que marcó la ayuda que ya estaba llegando de camino a Eclissis y
a todo el Reino de la Luz, una poderosa ola brillante que obligó a Caos y a su
Dios a abandonarla por un tiempo definido. Pero aquello no era el final.
Volverían.
Eleone visualizó a
Jaleel una última vez desapareciendo por el resquicio de la puerta y se dio la
vuelta para volver a encarar a su madre.
-¿Y ahora qué, mamá?
-Ahora voy a
entrenarte.
La firmeza en los
rasgos faciales de la reina Arturia dieron total confianza a su hija que estaba
lista para cualquier esfuerzo agotador con tal de estar preparada para el día
en que “ellos” volvieran.
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