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Mickey y Eleone no tardaron en llegar al despacho de Yensid apareciendo de la nada, aquel viaje trastornó bastante a la reina que parecía mareada.
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Mickey y Eleone no tardaron en llegar al despacho de Yensid apareciendo de la nada, aquel viaje trastornó bastante a la reina que parecía mareada.
-Agg…
¿Pero qué…? No vuelvas a hacerme viajar en eso…
-Lo
siento, majestad. Eh, Yensid, ya hemos vuelto.
-Hola,
reina Eleone. Siento no haber ido a tu reunión, pero… tenía otros asuntos…
-¿Es
verdad lo que ha dicho, Mickey? ¿Has encontrado un Avatar?
-Así
es. Pero no te he invocado aquí sólo para eso.
-¿No?
¿Y qué más quieres?
-En
la carta…
-Ponía
que estabas buscando a los Avatares, querías usarlos para despojar a Caos de
sus poderes… Yo… juraría que mis visiones.
-Eran
ciertas. Viste caer a los Avatares.
-¿Entonces?
-Viste
dos luces en tus sueños.
-Claro,
una era Danna y la otra… ¿no era yo?
-¿Tú
te pudes ver a ti misma cuando miras al frente?
-Yo…
no… Entonces, ¿la otra Luz…?
-No
es solo una, majestad. Las premoniciones no te enseñan todo, sólo lo que ellas
quieren.
-¿De
dónde proceden?
-No
estoy muy seguro. Pero a parte de los Avatares de la Luz, quería hablar de otra
cosa contigo. Tuviste cierto visitante indeseable no hace mucho, ¿verdad?
-El
hombre de los ojos amarillos… ¿Quién es?
-Y
los espectros, ¿no es así?
-¿Están
conectados?
-Son
sus mensajeros. Tu madre los veía.
-¿Sus
mensajeros? ¿De quién? ¿Quién es?
-Me
he pasado muchos años en esta torre observando lo que pasaba en el Reino de la
Luz. Como un faro en la noche, esperando ver los barcos que se aproximaban. Y
por primera vez en mi vida veo llegar un barco más grande de lo que puede iluminar
mi faro.
-Él
dijo… que el Reino de la Luz dejaría de existir. Ahora tengo demasiados
problemas en la cabeza por culpa de Caos. No puedo ponerme a pensar en otra
cosa.
-Y
haces bien, majestad. Ambos son un problema muy serio. Aunque aún no puedo
vislumbrar cual es el problema que el otro hombre trae consigo. Busca a las
Princesas del Corazón.
-¿Por
qué?
-Sabes
lo que abren. Lo que abrís.
-El
Reino de los Corazones. ¿Qué es en realidad?
-Es
el origen de todos los Corazones, de allí proviene la Luz con la que todos
estamos creados. Unos más que otros.
-¿Caos
no sabe de su existencia?
-Nunca
le dio demasiada importancia a algo que no puede controlar.
-Pero…
-El
Reino de los Corazones no es algo que se pueda controlar con sólo abrirlo,
majestad. Se requiere un gran poder que pocos tienen.
-¿Un dios Oscuro?
-¿Un dios Oscuro?
-No.
Ellos están corruptos, la Luz del Reino de los Corazones les asusta.
-Entonces…
-Un
dios de la Luz.
-¿Existen?
-Sólo
queda uno…
-Alejandro…
-Él
controlaba la Luz del Reino de los Corazones. Era tan poderoso que incluso con
la puerta cerrada podía invocar su poder.
-De
verdad le necesitamos...
-Pero
no debes preocuparte. Cyan ya ha marchado en busca de las otras dos Gemas.
-¡¿Cyan?!
-No
te preocupes por él, majestad. Sabe cuidarse. Pero Caos… no parará hasta
liberar a Ánima. Y ése es nuestro mayor problema ahora, pues sólo necesita la
sangre de tu hermana para romper el sello. El barco que mi faro no puede
alumbrar aún está muy lejos.
-Pero
no podemos detener a Caos. Siempre encontrará una forma de entrar en Eclissis.
Sólo podemos destruirle, pero… es muy poderoso.
-¿De
verdad me estás pidiendo consejo, majestad?
-Tú
le conoces, ¿no es así? Fue compañero tuyo…
-No.
Mi compañero se llamaba Onrac y fue tragado por Caos. Y a Caos no le conozco,
al menos no muy bien. Son las dos caras de una moneda.
-Pero
Cyan dijo…
-No
confundas mis palabras, majestad. Esa es la naturaleza del Corazón, que
controla tu ser. Depende de cuanta Luz o cuanta Oscuridad haya dentro, tu
personalidad será diferente. Onrac fue consumido por la Oscuridad de su Corazón
y nació Caos. Onrac ya no existe.
-¿Y
no podríamos traerle de vuelta?
-Mmm… Si supiésemos donde Caos guardó su Corazón… ¿de verdad quieres mi consejo, majestad?
-Mmm… Si supiésemos donde Caos guardó su Corazón… ¿de verdad quieres mi consejo, majestad?
-Sí.
Sí, por favor.
-¿Harás
lo que te pida sin rechistar?
-Dímelo
ya.
Yensid
caminó un poco haciéndose de rogar, Eleone esperaba ansiosa la respuesta.
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En la azotea del castillo de Eclissis, Keiro y Blanck se tomaban un descanso de su extensa y aparentemente indefinida meditación. Eran los únicos que no sabían si su entrenamiento tendría éxito o no.
En la azotea del castillo de Eclissis, Keiro y Blanck se tomaban un descanso de su extensa y aparentemente indefinida meditación. Eran los únicos que no sabían si su entrenamiento tendría éxito o no.
-¿Por
qué este cambio repentino, Blanck?
-Ahhhh,
tú sabes. Supongo que es imposible no preocuparse por vosotros. No hacéis más
que meteros de lío en lío. No siempre fui el tío arisco al que conocistéis…
Durante un tiempo fui alguien despreocupado y… feliz.
Keiro
suspiró, la batalla interna de Blanck por haber fallado a la persona más
importante de su vida es algo que Keiro entendía pero que a la vez no sufría.
Si alguna vez le pasaba algo a Bastet…
-Tío,
eres muy fuerte. No sabes cuánto te admiro.
-Aggg,
no digas esas tonterías, Keiro. No te pegan nada.
-En
eso tienes razón… Pero bueno, no hace daño una de vez en cuando. ¿Has obtenido
algún resultado de la meditación?
-No sabría decirte… La angustia sigue ahí y el lobo también.
-No sabría decirte… La angustia sigue ahí y el lobo también.
-Quizás…
quizás no tienes que deshacerte de él.
-¿A
qué te refieres?
-¿No
has pensado en aprovechar su fuerza?
-¿Aprovecharla?
No sé. Cuanto más me transformo menos consciente soy.
-Pues
quizás deberías entrenar eso. La consciencia. Puedo ser muy molesto cuando me
lo propongo, ¿lo intentamos?
-¿Aquí
en el castillo? No… no creo que sea una buena idea.
-Entonces
salgamos de aquí.
Keiro
invocó su Llave deslizador seguido por Blanck y se presenciaron en las afueras
de Eclissis en menos de un minuto donde Keiro se posicionó delante de Blanck.
-¿Estás
preparado? Mantén tu mente concentrada.
-Si
te hago daño…
-Yo
te detengo, no te preocupes.
-Pues
no me hagas mucho daño a mí.
-Lo
tendré en cuenta. ¡Vamos, Blanck!
Los
rasgos faciales de Blanck se hicieron tan bestiales como de costumbre y sufrió
una pequeña metamorfosis en la que sus piernas y brazos junto a su espalda, se
arqueaban tomando su famosa postura cuadrúpeda.
-En
esta forma aún mantengo la cordura, pero cuanto más daño sufro…
-¿Daño?
¿No hay una variante?
-Furia…
-¿Tengo
que cabrearte?
-No
es como si hiciera falta. Sólo tengo que recordar a Danna y mi incompetencia.
-Bueno,
queremos que puedas controlar tu furia. Esa variante no vale.
-¿Y
qué propones?
-Oscuridad…
-¿Oscuridad?
Nunca lo he probado.
-Bueno,
pues aprovéchate de mí, Blanck.
-Espero
que no tenga efectos secundarios.
-No
te preocupes, he estado practicando en secreto.
-Como
Bastet se entere…
-Bastet
no tiene que enterarse.
-OK.
OK, lo capto.
-Bien,
vamos allá.
Keiro
invocó su aura de Oscuridad aunque mucho más tenue y débil que de costumbre,
sabía los riesgos de invocar aquello. Poco a poco el aura se empezó a mover y
rodeó a Blanck por completo.
-¿Qué…?
-Blanck,
concéntrate. Que la Oscuridad no te despiste.
-Sí…
A
medida que la Oscuridad se cernía sobre Blanck y éste se concentraba, una gran
mata de pelo empezó a surgir de la nada, su cabello empezó a erizarse y
asalvajarse, los colmillos crecieron bastante, las garras también. En unos
segundos una fina capa de vello rodeaba todo el cuerpo de Blanck.
-Aggg…
Kei… ro…
-¡Concéntrate,
Blanck!
Keiro retiró el aura de Oscuridad apagándolo del todo, pero la transformación de Blanck ya había empezado.
Keiro retiró el aura de Oscuridad apagándolo del todo, pero la transformación de Blanck ya había empezado.
-Agg…
No…
Blanck
clavó las garras en el suelo intentando que aquello bloquease más la
transformación, ya le costaba bastante mantener la consciencia.
-No…
no más, Keiro…
-Está
bien. Ahora cálmate…
-Eso
va a ser difícil…
-Relájate,
piensa en algo bonito. Alguna escena tranquilizadora de tu vida.
-…
Blanck
entonces trajo a su mente los buenos ratos que pasaba junto a Danna en su
Mundo, tirados en los campos de flores, montados en chocobo… Blanck se levantó
otra vez a dos patas. Sus ojos eran totalmente amarillos e incluso su rostro
daba un poco de miedo, pero parecía tener total control de su cuerpo.
-Muy
bien, Blanck.
-Esto
duele…
-¿Duele,
Blanck?
-No puedo… no… Ag…
-No puedo… no… Ag…
Blanck
volvió a tenderse en el suelo y el dolor empezó a recordarle momentos
desagradables de su vida. La transformación volvió a seguir su curso.
-Ke…
Keiro, detenme.
-Blanck,
¡concéntrate!
-No…
no… el dolor… ¡Detenme!
Keiro
aprovechó el momento en que Blanck se debatía en el suelo para lanzarse y
golpearle un poderoso espadazo en la cabeza que le hizo perder la consciencia,
recuperando de nuevo su forma humana. Keiro luego cogió a Blanck en un hombro.
-Vale.
Supongo que hemos ido muy rápido.
-¡Keirooo,
Keirooo!
-¿Claudia?
-Keiro…
Ah… Ah…
Claudia apareció desde la ciudad corriendo bastante cansada, se paró en frente de Keiro y empezó a decir cosas casi inentendibles.
-Es…
Bas… Ah... Bas… tet… Ah... se ha… ido…
-¿Qué?
-Bastet,
Keiro… se ha ido…
-¡¿A
dónde?!
-El
Maes… tro Cyan. Se fue y Bastet… no quiso dejarle solo.
-¡¿Que
se fue?!
-Tienes
que detenerla.
-Mierda.
Cuida de Blanck, Claudia.
Keiro
dejó de nuevo en el suelo a su amigo y luego invocó su Llave deslizador para
salir volando detrás de Bastet, por suerte sus Corazones seguían conectados y
podía sentirla en todo momento.
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-Son vuestros, secretos. No voy a revelarlos.
-Son vuestros, secretos. No voy a revelarlos.
-Hay
cosas que viste que no sólo nos conciernen a nosotros, ¿verdad?
-Pero
no tienen importancia.
-No
la tendrán para ti. ¿Qué viste, Vali?
Vali suspiró abatido, había prometido guardar los secretos, pero… no quería que se pusieran más pesados.
Vali suspiró abatido, había prometido guardar los secretos, pero… no quería que se pusieran más pesados.
-Cosas
de nuestro pasado, pero… ya no tienen porqué seguir afectándonos.
-Vali…
-Está
bien, está bien. Pero sólo os contaré lo que os afecta a vosotros dos.
-Bien.
-Vale.
-Lo
tuyo, As, era sobre tu padre.
-¿Mi
padre?
-Es
un recuerdo muy antiguo que tienes de niño. El último día con tu padre.
-Sí,
lo recuerdo muy bien. ¿Qué pasó?
-Hay
un pequeño detalle… sé a dónde fue, pero… ¿de verdad quieres saberlo? Mejor
dicho, si te lo digo, ¿me prometes que no irás a buscarle hasta que todo esto
termine?
-Te
lo prometo. Ahora Caos es más importante y lo entiendo.
-A
él lo conoció tu madre en una de sus aventuras, en realidad es de otro Mundo,
no es de Gemelus.
-¿Y
de dónde es?
-Está
en un Mundo llamado Camelot.
-¿Camelot?
No me suena.
-¿Y
yo?
-Sina… bueno, de ti no hay mucho que contar. No vi nada que fuera muy sospechoso. Y dado que los sueños eran nuestros y tu padre no le conociste…
-Sina… bueno, de ti no hay mucho que contar. No vi nada que fuera muy sospechoso. Y dado que los sueños eran nuestros y tu padre no le conociste…
-Ya…
mi madre nunca me lo quiso decir. Seguramente ni ella sepa quien es el padre.
¿No había nada de interés?
-Tú
sólo debatías con tu madre por cómo te había educado. En la sala no había nada
ni nadie más. No pude sacar nada en claro.
-Ya…
-Bueno,
ya os he dicho lo que queríais, ahora me gustaría seguir entrenando y pasando
estos días con mi familia.
As
y Sina se fueron por donde vinieron, aunque intentaron no darle muchas más
vueltas a lo que Vali había descubierto.
-Al
menos tú sabes quien es tu padre.
-Sina…
-No
te preocupes. He vivido toda mi vida sin él. No le necesito.
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-Dejaos
vencer, majestad.
-¡¿Cómo?!
¿A qué te refieres?
-No
estáis preparados para luchar. No estáis preparados para ganar. No estáis preparados
para vencerle.
-¿Y
me estás pidiendo que nos rindamos? Debe ser una broma.
-Sólo
los que sobreviven, viven para luchar otro día. Huír no es de cobardes, si
tienes la intención de volver, es de sabios. No es más valiente el que se
enfrenta al peligro sin posibilidades de éxito, si no el que utiliza con valentía
las posibilidades que se le ofrecen.
-…
-A
veces se aprende más con una derrota que con mil victorias.
-Ya
fuimos derrotados.
-¿Cuándo?
-¿Cómo
que cuan…?
-Nunca
habéis sido derrotados. En todas las ocasiones en las que habéis sido
superados, alguien ha tenido que sacrificarse para que siguiérais adelante.
Dime, majestad, si tuvieras que sacrificarte para que los demás siguieran
adelante, ¿lo harías?
-Sin
pensarlo.
-Pues
ahí tienes tu respuesta. Llegado el momento, sabrás cuando debes sacrificarte.
-Pero
si me sacrifico… no podré…
-No
está todo perdido, majestad. Y no lo estará. Ahora debes volver a Eclissis. La
batalla está cerca.
-Ya
entiendo… Está bien. Gracias Yensid. En cuanto al otro Avatar…
-Yo
la mantendré a salvo y llegado el momento os ayudará.
Eleone
afirmó con la cabeza y se fue de allí montanda en su Llave deslizador.
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