martes, 2 de octubre de 2012

Capítulo 20: Mentiras y verdades a medias



Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:

http://www.youtube.com/watch?v=dladnt3Fuzc

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Alexander no tardó en encontrar a Blanck y llevarlo ante la reina sin que el muchacho opusiera ninguna resistencia, desde que Danna había desaparecido, el joven licántropo había perdido la voluntad de vivir.

-¿Querías verme, Avatar?
-Tiene un nombre, Blanck
-Los nombres no significan nada para mí. Su utilidad es… ambigua. Prefiero llamarla por lo que es.
-¿Cómo te…?
-No importa, Alexander. Déjalo estar. Blanck, sé que no es justo lo que pasó, pero…
-¿Me has traído sólo para echarme un discursito sobre las cosas que aún puede brindarme la vida?
-Yo también he perdido a gente…
-Oh, sí, una gran pérdida. Tus padres, dos personas que vivieron en el lujo y en la riqueza y que aunque murieron jóvenes murieron como quisieron, siendo héroes. Eso díselo a mi padre al cual persiguieron y cazaron por lo que era. O díselo a mi madre a la cual apedrearon hasta la muerte por protegerme. Y por fin encuentro a una persona que me comprendía y me quería por quien era y no por lo que era, y…

Blanck se detuvo de golpe de dar explicaciones, se sentía ofendido sólo por la idea de que aquella joven ingrata se quisiera meter en sus problemas.

-La única razón por la que sigo aquí, Avatar, es porque Danna me pidió que te protegiera. Sólo estoy esperando el momento en que ellos aparezcan y destruirles para poder irme.
-A nosotros tampoco nos importa lo que eres, Blanck. También te queremos por quien eres.
-¿Quererme? Sólo os soy útil… Humanos, siempre creyéndose lo que dicen para sonar más creíbles.
-Eso no es verdad, Blanck. Dime, ¿si conseguiste confiar en Danna, por qué te cuesta tanto confiar en alguien más?
-¿Y por qué querría hacerlo? Los humanos sois… egoistas y arrogantes… construís vuestras ciudades encima de praderas y bosques para vivir cómodos en vuestra abundancia sin importar lo que destruís con ello. Sólo os importáis vosotros mismos, aquello a lo que llamáis humanidad. Es lo único por lo que lucháis.

A Eleone le estaban afectando profundamente las palabras de Blanck, tenía razón en todo cuanto decía pero… eso era lo que eran y eso era lo que tenían que proteger.

-¿Y tú por qué luchas? ¿qué quieres proteger?
-La naturaleza. Los animales, las plantas. Aquello a lo que vosotros no apreciáis. Lo mantenéis fuera de vuestras ciudades, como si fuera otro Mundo diferente. Intentáis domesticar a los que podéis y a los demás los cazáis.
-Aquí en Eclissis no hacemos eso.
-¿Eclissis? Oh, bien, un Mundo que se salva, como si el resto fuesen diferentes.
-No puedo hacerte entrar en razón, ¿verdad?
-Ni siquiera sé qué intentas demostrarme, Avatar. Lucharé contra los Señores de la Oscuridad porque lo quieren destruir todo. Pero no veo lejano el día en que los humanos lo destruyan todo sin darse cuenta.
-No mientras yo siga siendo reina.
-Pues genial. Una generación más que se salvará este Mundo. Seguro que te lo agradece.
-Educaré a mis hijos para que así lo hagan. Y ellos educarán a los suyos.
-Hasta que nazca uno con los cables cruzados. He visto muchos humanos de ésos. Nos estamos enfrentando a cinco de ellos. Nadie está a salvo de la Oscuridad.
-Tú sí, ¿por qué? Eres medio humano, ¿no?
-Por Danna… Como Avatar tenía ese poder, destruir la Oscuridad. Ella protegió mi Corazón, pero supongo que será cuestión de tiempo que me consuma.
-¿Quieres acabar como ellos?
-¡Claro que no!
-Pues lucha, Blanck. Lucha contra la Oscuridad. No defraudes a Danna.
-
-Ella aún puede verte. Y sentirte. Y no es como si nunca más fueras a verla. Algún día te reunirás con ella. Todos nos reuniremos.
-¿Me estás pidiendo que viva una vida sin ilusión esperando la muerte?
-No. Vívela haciendo que Danna se sienta orgullosa de ti.
-Aún no entiendo la finalidad de esta conversación, Avatar. Me parece que te sientes culpable o al menos responsable de toda la gente infeliz aquí o en cualquier otro Mundo. Debería bastarte con saber que me tienes como aliado y no como enemigo.

Aquello terminó de llegar a lo profundo del Corazón de Eleone. Blanck había sabido donde tocar, todo el daño que habían hecho a Eleone en su vida era arrebatándole a la gente que amaba, pero Blanck sabía cómo hacerla daño con cada palabra que salía de su boca. Blanck no medió ninguna palabra más y se fue, y Eleone no supo qué más decir. Sí, era verdad, se sentía responsable de no poder hacer a todo el mundo feliz y le dolía saber de veras que no podía evitarlo. Le tendría que bastar con que no hubiera injusticia en su Mundo y hacer feliz a su hombre, pero en realidad quería ser la heroína que fue su madre. Luchando por todos y para todos.

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-¿Mataste a… mi madre?
-Sí, con mis propias manos…

El hombre ahora se miraba las manos impotente, intentando que todo aquello se borrase de su mente o de la misma historia.

-¿Por qué?
-Porque fui débil… Porque la ira me consumió…
-Te hicieron lo mismo que a Hilda y Zelda…
-¿Cómo dices?
-Fue Caos, no tú…
-¡No! Él sólo me dio la herramienta, yo no supe controlarla… Fui yo quien lo hizo. No tiene menos culpa el que se deja controlar que el que controla.
-No. Tienes razón. Pero la solución no es alejarte de todo y de todos y desear que tus días se acaben rápidos.
-¿Y qué querías que hiciera? ¿Que me quedara con vosotros? ¿Que cuidara a los hijos de la mujer que maté? ¿Viendoos todos los días y sabiendo que os arrebaté lo más importante de vuestras vidas? Eráis tan pequeños…
-Eres un cobarde. Pero ya no me importa. No he tenido una vida fácil y también he hecho cosas de las que no me siento orgulloso. Pero sigo ahí, junto a los míos, ofreciéndoles todo lo que puedo y protegiéndoles. Tú sólo… te rendiste. Y yo no soy quien para juzgarte. Después de todo, como te he dicho, no he venido por mí. Sólo te quiero para que nos cuentes lo que pasó. Luego eres libre de volver aquí y esconderte como las ratas.
-Si hubiera sido fuerte como Tristán… Si tan solo… hubiera podido ser fuerte y hacer lo que él hizo…
-Caos se vengó después de todo. Le arrebatastáis lo que más quería y él se vengó. Sólo Hilda y Zelda han sido lo suficiente poderosas para sobrevivir, y aún así sólo están vivas porque Caos las necesitaba. Ni Arturia, ni Tristán, ni tú… Él fue más fuerte que todos vosotros. No te escondes por lo que hiciste. Tienes miedo…
-…
-Miedo de que la Luz  no pueda ganar. De que la Oscuridad sea demasiado poderosa para enfrentarse a ella. No huyes del pasado, tienes miedo del futuro. Viste lo que la Oscuridad era capaz de hacer… ¿Qué ocurrió aquel día?
-…Arturia, ella perdió su poder…
-No lo perdió. Se lo entregó a sus hijas…
-¿Acaso no es lo mismo? Ella y Tristán fueron los fuertes, le dieron la Llave del futuro a la siguiente generación, pero sin su poder… no pudo liderarnos…
-¿Hilda y Zelda también estaban aquí? Ellas dijeron que no, pero sé que mentían…
-Sí… estaban… No… no puedo contarte esto a ti solo. Tienen que saberlo todos.
-Cuéntamelo a mí, entonces. Yo se lo haré saber a ellos.

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Fueron Keiro y Bastet los que primero llegaron a su destino, Chrystalis, Bastet recordó que la última vez no visitó a sus padres y tuvo un pequeño encuentro con ellos antes de volver a ver al Maestro. Keiro estuvo en silencio todo el camino y la reunión, estaba distante.

-Me alegro de volver a veros, mis aprendices.
-Maestro, tenemos que solicitarte algo.
-Soy todo oídos, Bastet.
-Tienes que venir con nosotros a Eclissis. Es hora de que nos contéis todo lo que hicistéis.
-…
-¿Cómo me encontraste, Maestro? Tiene algo que ver, ¿verdad? Por eso nunca me lo contaste.
-…
-Garland ha muerto.
-¡…!
-¿Le conocías, verdad?
-Sí…
-Ya… era de esperar. ¿Y qué más nos ocultáis?
-No es lo que creéis.
-¿Entonces?
-No sabíamos cuando volverían a atacar. Queríamos que fueséis inocentes, que pudieráis tener una vida normal.
-Pero no ha sido así. Nos ha tocado luchar y como no nos preparastéis hemos tenido un fracaso tras otro. Y yo el que más.
-Keiro…
-¡Si me contaras de una puta vez de donde vengo!
-¡Keiro!
-
-Un poco de respeto, Keiro.
-¿Quién soy, Maestro? ¿Por qué a pesar de que la Oscuridad me ha trago sigo… entero? ¿Y por qué mi yo del futuro vino a salvarme? ¿Cómo es todo eso posible?
-No lo sé. Me pidieron que no hiciera preguntas. Y no las hice.
-¡¿Quiénes?!
-Keiro…
-¿Quiénes, Cyan?
-Tus padres… Ellos me dieron tu protección. No es tuya la culpa de haber caído, es mía…
-Sí, es totalmente tuya.
-¡Keiro!
-No… provienes del Reino de la Luz, Keiro.
-¿Cómo…? -¿…?
-Provienes del de la Oscuridad.
-¿Es… eso posible?
-Hilda y Zelda nos contaron que hace mucho tiempo el Reino de la Oscuridad dejó de tener habitantes cuando los cuatro Dioses oscuros lo destruyeron todo.
-Y os contaron la verdad. Pero… el tiempo en el Reino de la Oscuridad y en el Reino de la Luz no van a la vez. De todas maneras, Keiro, tú no naciste allí, aunque tus padres sí.
-
-Por eso la Oscuridad crecía en ti a esa velocidad, Keiro. El Reino de la Oscuridad es totalmente inverso al nuestro, mientras aquí la gente nace con un Corazón de Luz y una pizca de Oscuridad.
-Yo nací con un Corazón de Oscuridad y una pizca de Luz…
-Bueno, en tu caso no fue una pizca, ya que naciste aquí… Y por eso no desapareciste cuando la Oscuridad te consumió, tu Corazón se siente completo en la Oscuridad.
-Yo desaparecería si la Luz me dominase… no al revés.
-En efecto…
-¿Entonces la conexión que realicé fue en vano?
-No, Bastet. Era necesaria. Para el Reino de la Luz Keiro es un extranjero igual que los Sincorazón, si no hubieras conectado tu Corazón al suyo… no sé que habría pasado…
-Soy una aberración…
-Keiro, no digas eso…
-Soy como los Sincorazón.
-No, Keiro. Eres un ser humano, igual que nosotros. Quizás el último de tu Reino, pero un humano… La aberración son los Sincorazón… Es verdad que no deberías estar aquí pero tú no tienes la culpa de lo que hicieron esos Dioses.
-
-Tampoco te conté esto porque no quería que te sintieras diferente, sólo quise darte una vida normal.
-Pero ya nada es normal… ni siquiera yo mismo…
-Keiro, esto no es el fin. No estás destinado a perecer, igual que un habitante del Reino de la Luz puede caer en la Oscuridad y encontrar un equilibrio, tú puedes dejarte dominar por la Luz y encontrar tu equilibrio.
-¿Y cómo puede un habitante de la Oscuridad dejarse dominar por la Luz?
-Eso… deberás descubrirlo tú solo…
-Me lo suponía…
-Maestro... aún tienes que seguir viniendo.
-Claro, Bastet. Partamos cuanto antes.

Cyan se fue a preparar algunas cosas dejando a Bastet y Keiro a solas.

-Keiro, ¿estás bien?
-No lo sé. Estoy confuso.
-Keiro, no pienses en ello. No eres tan diferente, después de todo uní nuestros Corazones. Si eso es posible…
-Lo sé. Lo sé…
-Aunque suene extraño, a mí no me importa de donde provengas. Lo que importa es dónde y con quien has crecido. Pero en realidad lo único que debe importar es que a ti no te importe y no lo que a mí me importe.
-Eso es un poco enrevesado.
-¿Un poco? Ni siquiera yo sé lo que he dicho.

Los dos se rieron a la vez recuperando la sonrisa. Keiro dejó de darle importancia a aquello y ya no se sentiría tan mal por tener todo su Corazón de Oscuridad pues era parte de él, y mientras tuviera su Corazón unido al de Bastet, el Reino de la Luz no le repudiaría. Si los Sincorazón se podían pasear por allí, ¿por qué él no? Aunque eso no cambiaba que debía de seguir sin poder usar la Oscuridad para que no consumiera el Corazón de Bastet.

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Los siguientes en llegar fueron Kuroi y Eryn a la Torre de Yensid, nada más entrar Mickey les dio la bienvenida.

-Hola, chicos. Me alegro de veros.
-Majestad. ¿Cómo sabías que veníamos?
-Yo no lo sabía. Me lo dijo Yensid.
-Era de esperar. ¿Está en la torre?
-Sí, claro. Lleva esperandoos un tiempo, se ha… enterado de todo.
-Ese tío me da escalofríos.
-No seas gallina, Kuroi.
-Perdóname, señora-que-le-dan-yuyu-las-criaturas-de-la-luz.
-Déjame en paz.

Mickey les guió por las escaleras laberínticas como si se hubiera aprendido el camino de memoria y finalmente llegaron al ático donde Yensid les esperaba sentado en su butaca delante de su escritorio.

-Hola, Elegidos.
-Hola, Yensid. -Hola.
-Habéis tardado en venir.
-Lo sentimos. Pero hasta que no nos lo mandaron...
-Ya… Como habréis supuesto no voy a acompañaros a Eclissis, mis investigaciones son más importantes.
-¿Cómo sabías…?
-Hablo con las estrellas.
-Ya, claro… con las estrellas…
-Pero os he dejado una carta con todo lo imprescindible para que se lo déis a vuestra reina.

Yensid dejó la carta encima de la mesa tras ignorar el comentario de Kuroi y Eryn se hizo con él en un rápido movimiento de manos que dejó confuso al joven.

-¿Cómo va la reconstrucción de Eclissis?
-Va…

Eryn lo dijo a medias sin saber como seguir la respuesta mientras se guardaba la carta.

-¿Y Garland falleció, no?
-Sí. Caos le mató.
-Todo va como más o menos lo predije.
-¿Predijiste la muerte del abuelo de la reina?
-Era inminente. Garland hacía tiempo que dejó de estar vivo. Al menos evitó que despertaran a Ánima.
-Tú también lo sabías todo este tiempo.
-Y que tienen la intención de traer a los otros tres. Eso es lo que trato de evitar desde esta torre, joven. Esas… criaturas destruyeron todo el Reino de la Oscuridad en un suspiro. No quiero descubrir qué harán con el Reino de la Luz.
-¿Se les puede parar?
-¿Cómo dices?
-Si llegado el momento, Caos lo consigue. ¿Seríamos capaces de detenerles?
-¿No habéis sido capaces de detener a Caos y queréis detener a cuatro Dioses oscuros?
-Mientras sigan existiendo, la amenaza estará ahí. ¿No es mejor destruirles?
-Vaya, vaya, vaya… No me esperaba esto… ¿De verdad me estás planteando la posibilidad de dejarles que los traigan para acabar con su existencia? Poniendo todo el Reino de la Luz en peligro durante el proceso…
-¿Y si no qué? ¿A vivir la eternidad temiendo que consigan entrar ellos por su cuenta? Caos trajo a Ánima, ¿cómo no sabemos que los otros Dioses le tienen envidia ahora y están intentando seguirle?
-Porque el Reino de los Corazones no se lo permite.
-
-Nadie puede ir de un Reino al otro sin que tenga una ayuda desde el otro lado.
-Salvo aquellos que controlan la Oscuridad. Ellos pueden abrir portales.
-Por suerte para nosotros los Dioses oscuros no tienen ese poder o no estaríamos teniendo ahora mismo esta conversación. El problema es Caos, jovencita, no los Dioses oscuros, muerto el perro se acabó la rabia.
-Yensid. Si trajo a Ánima, ¿por qué no trae a otro en vez de intentar liberar a Ánima?
-Primero, porque es más fácil destruir un sello que realizar semejante proeza.
-¿Y segundo?
-Puede que Caos le haya cogido cariño a esa cosa.
-Has dicho que es más fácil romper un sello que traer a un Dios oscuro. ¿Cómo trajo Caos a Ánima?
-Como he dicho, está todo escrito en la carta, ahora tenéis que iros antes de que nos descubran.
-Vámonos, Kuroi.

Eryn se levantó indignada y cogió a Kuroi del cuello como tenía la costumbre últimamente para llevarse a su compañero de aventuras de todas partes.

-A-adiós, majestad. ¿Qué haces, Eryn?
-Nos vamos. No nos quieren aquí, y aún tenemos que pasar por Paraíso de camino a Eclissis.

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No muy lejos de allí, As y Sina aterrizaron en un extraño Mundo donde sintieron la presencia de la madre del primero.

-¿De verdad sientes aquí a tu madre?
-A mí me gusta.

Habían tenido que atravesar una gran corriente de agua para llegar a un reino submarino iluminado a lo lejos. Su tecnología no tenía comparación a la de Gemelus, pues parecía combinar ciencia y magia a la vez.

-Es precioso.
-A mí me parece horrible.

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