sábado, 6 de junio de 2015

Capítulo 13: El Avatar del Reino de los Corazones



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Y en algún lugar del espacio entre los mundos, los Elegidos viajaban a toda velocidad en grupos para alcanzar el final de viaje. Al menos del primer viaje.

-No hemos hablado mucho de lo ocurrido.
-¿...?
-Con lo de... Abraham.
-...
-¿No quieres hablar?
-No... es que...
-¿Se te hace raro?
-Raro es quedarse corto.
-Ya... Me pasa lo mismo... Pero... bueno, hay que acostumbrarse, después de todo... Ya viene de camino.
-Sí... ya viene.
-Ya sé que dijiste que... Pero... Cuando esto acabe, con Caos. Quiero que nos casemos.
-Claro, tonto. Yo ya lo daba por sentado.
-...
-¿Pasa algo?
-No... Bueno... Es que... tampoco hemos hablado de lo que pasó con el otro... Abraham...
-Oh... ¿Quieres que... ahora?
-No sé, pero... No fuiste la única que lo sufrió.
-Ya... lo siento. Quizás fui un poco egoísta. Es como si hubiera olvidado que era tu hermano gemelo y que... era la única familia que te quedaba. Si le pasara algo a Claudia, yo...
-...
-Lo siento, no quería...
-No, no pasa nada. Lo entiendo.
-¿Estás bien?
-¿...?
-Supongo que era lo que debí preguntar desde el principio. ¿Estás bien?
-No, claro que no. Pero lo único que nos queda es seguir adelante. Sé muy bien que él no llevaría muy bien que estuviera llorando su muerte. No nos llevábamos especialmente bien, pero... era mi hermano.
-...
-Que tú la llorases... Bueno, eso sí le gustaría. Pero, ¿yo?
-Álex...
-Es la verdad. No es que me alegre "hablar mal de él en estos momentos", pero a él le importabas, no sé si más que a mí, nunca lo sabremos, y saber que lloraste por su pérdida tengo seguro y sé que se estará deleitando de ello dónde quiera que esté.
-...Álex...
-Ya, no es momento para decir esas cosas.
-Si es lo que sientes.
-Ahora mismo no sé lo que siento. Pero sé que lo que digo es verdad.
-Supongo...

Y a escasos metros, volando en la misma dirección.

-¿Se te hace rara esta situación?
-¿...? Chico...
-No me llames así, se me hace raro.
-Mmm... cierto, ¿cómo era? Ah, sí, principito.
-Oh, genial. Si lo sé me callo.
-Ja, ja... Era broma.
-¿No recuerdas nada de lo que vivimos?
-Mmm... sólo lo que puedo ver a través de ti. Es difícil de explicar, pero en el momento en que cambiaste el presente me siento desplazado de mi yo futuro, como si no pudiera localizarlo en el tiempo. Nunca me había pasado.
-Ya... Pero aquí eres un Dios, de donde yo vengo no, a lo mejor puede ser por eso.
-Puede ser...
-Me contaste la historia de que hace tiempo perdiste esos poderes otra vez...
-¿Te la conté?
-Sí, y también me contaste como los recuperaste.
-Ohh... ¿Así que te conté también eso? ¿Decepcionado?
-No sé. De donde yo vengo hacer cualquier cosa a cualquier precio con tal de cambiar las cosas te hace ver las cosas de otra manera.
-Buena manera de verlo. Aunque tu madre no lo aceptaría.
-Siempre parece tan correcta... Ni siquiera vaciló cuando todo cambió. Ni un segundo. ¿Cómo lo hace?
-No lo sé... No tengo ni la menor idea. La conozco desde hace muchos años, e incluso la he visto enfadarse y sentirse violenta por las pérdidas, pero... aún así... nunca dudó de hacer las cosas de la manera correcta. Salvo...
-Salvo...
-¿Sabes cuál es tu linaje, no?
-¿Mi linaje?
-Tu madre no sólo es una reina.
-...creo que sé a lo que refieres. ¿Un avatar?
-Sí. Pero perdió sus poderes una vez. Por culpa de Keiro. Creo que no te conté cómo los recuperó.
-Mmm... no. Sin embargo, algo me comentó el otro rey, no quise creerle.
-De ti.
-...
-Eras una peculiaridad. Se suponía que las semillas de Luz sólo brotaban en mujeres. Tú eras la primera excepción, pero al final el destino lo enmendó.
-Bueno... en el fondo no me importa.
-¿No?
-No. Si mi madre no consiguió hacer nada con ese poder, dudo que yo hubiera cambiado las cosas. Además, algo me dice que de no haberme quitado esa semilla ella hubiera muerto antes, quizás ni hubiera nacido.
-Puede ser. Podría haberlo sabido en otras circustancias, pero eso ya no tiene sentido.

En ese momento Sina vio algo en el firmamento y acercó su Llave deslizador a la de Eleone para hablarle.

-Majestad.
-¿Sina?
-Creo que debería desviarme para ir a buscar a As, vosotros seguid, os alcanzaremos.
-Vale. Ve. Deberíamos estar todos.

Sina afirmó con la cabeza y aceleró aún más su Llave deslizador hacia Gemelus dejando a sus compañeros atrás.

-¿Llegará a tiempo?
-Ambos sabemos que sí. Ellos siempre fueron un paso por delante de nosotros. Nos cogerán.

Y unos pasos más atrás.

-Nunca pensé que formaría parte de esto.
-Ni yo. Siempre pensé que sería una princesita de cuento, que encontraría a mi príncipe azul, me casaría y viviría felizmente toda mi vida junto a mi padre y Eleone. Y a Abraham...
-...
-Lo siento, no debería sentirme triste en estos momentos.
-No lo sientas, princesa. Es normal estar triste por la gente importante que dejamos atrás.
-Siempre quise ser fuerte, como Eleone, como Abraham, como... mi madre. Y es verdad que he conseguido más poder con el tiempo. Pero por dentro me sigo sintiendo igual de indecisa y débil. Una llorona.
-Eso no es verdad.
-¿...?
-Te has vuelto mucho más fuerte y confiada. Todo una mujer y el que no lo vea es un ciego. ¿Esa fue la promesa que nos hicimos, no?
-S-sí...
-Y yo veo que la has cumplido.
-Y-yo también creo que la hayas cumplido, Mavras.
-Entonces ármate de valor, princesa. Lo que viene desafiará todo lo que hemos entrenado.

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Y en un lugar más oscuro que la propia oscuridad, Mickey y Sara aparecían de la nada.

-¿...? ¿Qué es este lugar, Sara?
-No tengo ni la menor idea, Mickey. Yo sólo he hecho lo que Yensid me dijo.
-Vaya... sólo hay oscuridad. Qué sitio más extraño.
-¡...!
-¿Pasa algo, Sara?
-Siento una presencia cercana. Y su presencia es... cálida y...
-¡Arturia!
-¿Cómo sabes...?
-Esta ahí. Je, je.

Y señalando con el dedo a dónde la antigua reina de Eclissis se había aparecido, Sara miró sonriendo cuando de pronto detrás de ella una enorme puerta de Luz se formó sorprendiendo a ambos.

-¡Vaya! A-Arturia... ¿Qué es eso?
-Hola, Mickey. Hola, Sara. Eso es el Reino de los Corazones, majestad.
-¡Guaaau! Es enorme.
-Eres uno de los pocos que ha conseguido llegar aquí.
-Me sentiré honrado. Je, je.
-Supongo que usted sabrá porqué Yensid nos ha mandado aquí.
-Sí, lo escuché todo. Parece que mi hija se dirige finalmente a su destino. Caos debe ser detenido.
-Sí, eso parece... Pero el lugar al que van...
-Onrac...
-¿Onrac?
-El hogar de Caos. Decidió tomar su nombre cuando mi padre le adoctrinaba. Después de lo de Alejandro fue el primer lugar al que él fue. Y lo destruyó...
-¡Qué bárbaro!
-Sí... Supongo que le perdí. Siempre tuve fe en que mi Luz alcanzaría la suya. Nunca imaginé que se arrancaría el Corazón para evitarlo.
-Mmm... Bueno, de no haberlo hecho todo sería diferente, majestad.
-Sí. Muy diferente. El destino es inescrutable, así es como debían de ir las cosas y así es como debería haberlas afrontado. Fui inmadura al tener tanta fe en algo que escapaba a mi conocimiento.
-No seas tan dura contigo misma, majestad.
-Lo sé. No debería, pero... Siempre tuve una pesada carga. Nunca me desharé de ella. Y es por eso que estáis aquí.
-¿Mmm?
-Sara, ¿has traído lo que te dio Yensid?
-Sí, lo he traído.
-¿El qué has...? ¡...!

Sara sacó de su bolsillo las cuatro gemas que Cyan había reunido.

-¿Cuándo...?
-Yensid se las quedó cuando detuvieron a Cyan.
-P-pero... ¿para qué necesitas eso, majestad?
-Es... difícil de explicar.
-¿No hay una versión simple?
-Digamos... que se me ha encomendado buscar al próximo Avatar del Reino de los Corazones. Y esa gema es la clave para ello.
-Entiendo...
-¿Sara?
-Sí, majestad

Sara le dio las gemas a Arturia y cuando las cogió una luz brilló con intensidad

-¿Q-qué es lo que pasa, majestad?
-Creo que ya está buscando al sucesor. Debo darme prisa.
-¿Y... y nosotros qué hacemos?
-Volved con Yensid. Y Mickey, por favor, ve a ayudar a mi hija. Lo necesitará.
-S-sí, majestad. Confía en mí.
-Gracias, mi pequeño amigo, hasta nunca.

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